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CAPITULO 5

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Lindsey, al recordar cuando hace un año, al cumplir 18 años, estaba cansada de los maltratos y humillaciones de esas tres personas, que salió sigilosamente de la casa con su moral en la espalda y unos cuantos billetes que logro reunir para el pasaje, tomó un taxi al aeropuerto, compró un boleto al extranjero donde vive su abuela materna. Se le hizo extraño que la persona que atendía la taquilla miró su pasaporte un rato, se quedó mirándola y le preguntó.

—¿Usted es la señorita Lindsey Girt Rise?

—¡Si soy yo! ¿Por qué?

De respuesta sólo consiguió.

—Espere un momento.

La persona hizo una llamada telefónica que Lindsey no logró escuchar, luego de unos minutos aparecieron dos guardias de seguridad y la escoltaron a un cubículo.

—Señorita, espere aquí —dice unos de los guardas y cierra la puerta a su espalda.

Empezó a mirar el lugar, era blanco, con una mesa cuadrada y dos sillas, una en cada extremo, se sentó a esperar, los nervios se apoderaron de ella, no sabía qué pasaba, ¿Por qué la tenían en esa habitación?, una hora después la puerta se abre y un sudor recorre cada parte de su cuerpo y el desasosiego aparece.

— Escuincla estúpida, creíste que te podías escapar sin que yo no me enterara — gritó su papá trazando una sonrisa malévola en su boca, acercándose a ella, la presiona por el brazo, se la lleva a rastra por el pasillo del aeropuerto, luego la lanzó en la parte trasera del carro y conduce.

Lindsey expresaba terror al mirarlo por el retrovisor, el rostro de su papá frío y distante.

Al llegar a la casa la sacó a la fuerza del carro, ella solo lloraba a mares, él abrió la puerta del sótano, le dio una cachetada tan fuerte que ella cayó rodando por unos pocos escalones, adolorida, se levantó.

—¿Cuál es tu propósito? Volverme loco, siempre creando problemas, te voy a enseñar a obedecer. Dime mocosa, ¿Por qué trataste de escapar?

—Ya no soporto más vivir en esta casa, soy la única con quien descansan sus frustraciones, siempre vivo humillada por Kathen, Courney hace las cosas y me culpa a mí y tú solo le crees a ella, lo que haces es castigarme.

La ira se apodera de él, baja las escaleras a pasos acelerados y le da otra bofetada que le rompe el labio inferior.

—¡Eres una malagradecida! Kathen trata de ser como una madre y tú la rechazas, Courney quiere llevarse bien contigo, pero tú siempre haciéndola inferior a ti, dale las gracias a tu madre que colocó en el testamento que sólo puedes irte de aquí hasta que cumplieras 21 años o estés casada. Ningún hombre estaría dispuesto a casarse con una mujer tan insípida y rebeldía como tú, yo no estoy dispuesto a perder esta casa por tu culpa —le dio la espalda, subió las escaleras desapareciendo del lugar.

Pasó una semana encerrada en el sótano, durmiendo en una colchoneta, la luz que tenía entraba por una pequeña ventana, sollozando, se abrazaba así misma por el frío que hacía en ese lugar húmedo. Le daban agua y comida una vez al día, desde allí dejó de llorar y hacía lo que ellos les decían para poder sobrevivir.

Volviendo a la realidad, Lindsey sacudió la cabeza para decir:

—No te preocupes amigas con lo que he vivido, no creo que sea peor estar sacada con ese hombre, mejor vamos a trabajar, que faltan dos horas para ir a clases.

Las dos amigas estudian diseño de moda y están en el último año para graduarse.

Al otro lado de la ciudad están dos mujeres conversando.

—¡Mamá! ¿Por qué permitiste que fuera ella la que se casara con Kyle y no yo? —grito histérica Courney haciendo berrinches.

—Recuerda que fue a ella a quien encontramos en esa habitación y no a ti, el abuelo de ese hombre fue quien propuso el matrimonio y tu padre sacándole ventaja, aceptó gustoso.

—Pero mamá, ella tendrá más prestigio que yo si se casa con él, esa millonaria y eso no lo puedo permitir.

—¡Hija cálmate!, ese matrimonio será beneficio para nosotras, ellos van a invertir en la empresa y los negocios van a crecer, pronto vamos a estar a su nivel.

—Mamá, yo quería ese hombre para mí, es joven, guapo y poderoso, yo me lo merezco más que ella, ¿Vamos a impedir ese matrimonio?

—¡Hija! Ese hombre es un mujeriego, que desecha a las mujeres como basura, puede ser muy atractivo, pero no demuestra sentimientos, al contrario, es una persona cruel y arrogante, ¡tú no mereces que te traten mal! ¡Eres una princesa! Él se casará con Lindsey, la utilizara y luego la votara como lo que es ¡Un cero a la izquierda!

—Espero que su vida de casada sea un infierno y cuando la deseche sea una inútil que no sirva para nada.

—¡Así será princesa! Lo importante es que ya se va de esta casa y tú serás la heredera de todo, yo convenceré a tu padre que ponga la empresa a tu nombre y podremos disfrutar de su fortuna.

Courney brincaba de alegría, pronto disfrutaría de la fortuna de su hermana que debió ser de ella desde un principio.

El día de la boda ha llegado.

Lindsey entró en pánico, por no saber lo que le espera al lado de ese hombre, suspiró varias veces antes de abrir la puerta, controló su respiración para no demostrar miedo, con un semblante neutro bajo las escaleras, llevaba con un vestido blanco suelto con mangas largas, una coleta alta, sus gafas negras y sus converse blancos favoritos.

Todos la miraron con desprecio, su papá rodó los ojos antes de abrir la puerta de la casa, las mujeres estaban alegres porque pronto se libraría de ella y otro la haría sufrir.

La boda era el registro civil.

Kyle no quería fiesta, solo firmar en el registro, que pasara un año, divorciarse y seguir con su vida como hasta ahora.

En el registro estaban, el abuelo Hugo, Sussan, los padres de la novia, la hermana y la novia sentada en su silla frente al escritorio del juez, quien estaba impaciente porque el novio no había llegado.

—Este muchacho, si le gusta verme molesto, mira la hora que es y no ha llegado, —dice el anciano mirando su reloj.

—Ya va a llegar, él sabe que si no se casa, le quitas la presidencia —dice Sussan mirando con desagrado a la novia.

El anciano observó a su hija, miraba a la chica, y dándole un pequeño toque, él en brazo dijo:

—Que las apariencias no te engañen, hija, tengo fe en esta chica.

En ese momento entró al registro una figura imponente, seguido por su asistente.

—Viste papá, te dije que iba a venir.

Lindsey al escuchar que hablaban volteo, trago en seco al ver un hombre moreno vestido con un traje negro a la medida, calculo que mide aproximadamente 1,90 cm, traía gafas negras, se acerca al escritorio quitándose los lentes para mostrar sus fríos ojos azules, ella solo pudo acomodarse en la silla.

—¡Aquí estoy! ¿Dónde debo firmar? —expresó Kyle sin emoción.

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