2
HARRY
—¡Señor! —Jared me toma del brazo y me hace cruzar el puente, hacia la carretera. No puedo creer que estuve a punto de morir, aunque ese era mi pensado desde un inicio, sin embargo no pensaba con claridad. Los pensamientos malos se quisieron apoderar de mi y vencerme.
—Jared —musité su nombre, estaba borracho, eso era obvio.
—Venga conmigo —me ayudó a caminar hacia el coche, sentándome en los asientos traseros. En mi mente solo estaba Isabella y en lo que pudiera estar haciendo esta noche con Noah.
ISABELLA
—¿Isa? —Noah llega hasta donde mi y me sostiene, había sentido una especie de mareo. La verdad es que no me sentía bien, tenía preocupación en mi pecho. Me sentía mal. Tenía una necesidad de ver a Harry de inmediato.
—Me siento un poco mareada —le dije, poniéndome de pie. Quería llegar a casa y recostarme un poco.
—Ven conmigo —Noah me cargó entre sus brazos—Discúlpame, te he tomado por sorpresa —musitó. Sé que se refería a lo del matrimonio, pero no era por eso por lo que me había puesto así, sino que era otra cosa. Noah se miraba un poco triste, pero no era el momento de hablar de eso.
—No es eso —respondí— Solo no me siento bien —me sentía soñolienta.
—Vamos a casa.
•
Al llegar a casa Noah me recuesta en la cama, tenía ganas de tomar el celular y llamar a Martha para preguntarle por Harry, solo así estaré tranquila. Pero no podía con Noah aquí.
—¿Necesitas algo? —me pregunta, se mira preocupado.
—Quisiera un té—respondí. Afuera empezaba a llover muy fuerte, incluso habían rayos muy fuertes. Daba miedo.
—Está bien —me dio un beso en la frente— Vuelvo en seguida —Noah salió de la habitación. Aproveché para tomar mi celular con manos temblorosas y llamar a Martha, respondió segundos después. No entendía qué me pasaba. Esto que sentía dentro de mi.
—Hola, ¿Isa? —respondió.
—Martha, ¿donde estas?
—En... estoy en casa del señor Lee.
Lo sabía
—¿Y... él...? —carraspeé—... ¿está ahí?
—Sí, Jared lo acaba de traer. Está muy borracho, está dormido justo ahora.
Respiré tranquila.
—¿Está bien?
—Sí, solo se nota triste pero ya sabemos por qué.
Asentí, sintiendo algo en mi pecho.
Al menos estaba bien y eso era lo único que me importaba. De pronto me empecé a sentir bien, más aliviada. Harry estaba bien.
Mi amor estaba bien.
Qué locuras se me vienen a la cabeza a veces.
—Gracias, Martha.
—Por cierto, aprovechando que me llamas... el puesto en Café y Letras está disponible para ti. Mi jefa me dijo que podías empezar mañana. Felicidades.
—¿Y tú? —quise saber, aunque la respuesta era más que obvia.
—El señor Lee necesita de alguien aquí—murmuró un poco apenada. Es mejor por ella, su pago será más. Al menos Harry no estará solo y eso me consuela. Aunque no sé por qué me sigo preocupando por el.
—Gracias, ¿tu jefa sabe que llegaré por las tardes?
—Sí, tranquila.
—Está bien, hablamos luego.
—Adiós.
Noah llegó segundos después con dos tazas de té. Le sonreí, me gustaba que estuviera alguien conmigo en estos momentos.
—Aquí está el té, le puse un poco de miel —me dio la taza. La tomé. Recordé la vez que le hice un té a Harry y le agregué miel. Son tantas cosas. Respiré profundo y encendí la televisión. Necesitaba distraer mi mente. Noah se acostó a mi lado, hacía muchísimo frío por estar en invierno. En la televisión pasaban algún programa de caricaturas.
—¿Sabes? Estuve pensando en que podías tomar clases de yoga —me dijo. Lo miré de inmediato.
—¿En dónde? —quise saber, la verdad es que me gustaría. Pero no sabía si me daría tiempo porque ahora con el trabajo por la tarde y la universidad por la mañana será un poco más difícil. —Olvidé decirte que trabajaré en Café y letras. Martha me lo dijo hace rato.
—Eso es genial —sonrió—Cerca de la universidad hay un lugar que se llama Yoga y meditación, me pareció buena idea que fueras ahí. Has estado muy estresada últimamente. Eso te ayudará.
Quizás tenía un poco de razón.
—Los horarios son flexibles, podrías ir una hora diario o día de por medio. A cómo te consientas mejor.
Tomé un sorbo de mi té, estaba tibio y sabía rico. Sin duda esto me relajaría.
—Tendría que acomodar mis horarios —musité—A la librería iré a las tres y salgo a las nueve. Por la mañana... las clases empezarán a las nueve así que quizás vaya tipo ocho, ¿no crees?
—¿Lo ves? Te ajustas bien y empezarás el día relajada. Te acompañaría pero mis clases son a las ocho —hizo puchero.
—Tranquilo —descansé mi cabeza en su hombro— ¿Qué harás después de clases? —quise saber.
—No lo sé, te dije que buscaría un trabajo y tengo varias opciones. Mañana mismo empezaré. Si todo sale bien en estos días también empiezo a trabajar.
—Estoy segura de que todo saldrá bien —me reincorporé y seguí tomando de mi té. En ese momento se vino un enorme rayo que me hizo saltar del susto. Me escondí en el cuello de Noah por el miedo. Él solo me sobó la cabeza cuando pasó el estruendo. —Qué horrible —salí de mi escondite. Pero en ese momento la propuesta de matrimonio volvió a mi mente. Ya me sentía mejor y teníamos esa platica pendiente. —Noah, sobre lo que me propusiste...
—Tranquila, no te estreses por ahora. Piénsalo bien y me respondes luego —sonrió con calma. Le sonreí de vuelta, al menos no me sentía presionada en ese aspecto. Me tomé todo el té y me acurruqué junto a Noah, mañana sería un mejor día. Aunque tenía la clase de ética a primera hora.
•
HARRY
Mi cabeza dolía. Afuera seguía lloviendo, había pasado así toda la noche. Me puse de pie, mirando el reloj de mesa: eran las siete en punto. Al menos tenía tiempo para asearme antes de irme a la universidad. Le daría clases a primera hora a Isabella, verla me hará sentir bien. Me dirigí a la ducha y me bañé con agua helada, eso era lo que me merecía para poder despertarme. No recordaba bien qué hice anoche ni cómo llegué aquí. Lo que sí era seguro es la borrachera que me puse. No vuelvo a tomar.
Minutos después apago la ducha y salgo del baño con la toalla puesta. Necesito vestirme y desayunar, tengo que llegar un poco más temprano. Busqué mi ropa y me la puse inmediatamente, todo impecable. Me peiné un poco para no parecer vagabundo, tomé mi celular, el maletín y salí a la cocina. Olía bien, hace meses que no sentía un olor a comida agradable. Supuse que era Martha porque ayer me había encargado de decirle a Jared que la buscara para que volviera. Al llegar a la cocina lo comprobé.
—Buenos días, señor Lee —me dice en cuanto me ve— El desayuno está liso —miré la mesa y sí, todo estaba puesto ya.
—Buenos días, Martha, me alegra tenerte de nuevo aquí —me senté en la isla. Había jugo de naranja, tortitas de carne, pan tostado y mucho más.
—A mi me alegra estar de vuelta —me sonrió—Oh, tómese esta pastilla para la resaca —me la dio así que me la tomé.
—Gracias.
—Ha estado lloviendo toda la noche y creo que así pasará todo el día —murmuró mientras desayunaba.
—Es lo más seguro —tomé jugo. Tenía mucho tiempo que no me alimentaba a como era debido. Era obvio que tendría mucha hambre.
Habían relámpagos y rayos muy fuertes, me acordé de Isabella, a ella le asustaban estas cosas.
—¿En donde trabajabas antes? —quise saber.
—En una librería cerca del mar, se llama Café y letras, pero al menos ahora que estoy aquí Isa... —se detuvo en seco, quizás por mi.
—¿Isa? Anda, habla sin pena.
—Isabella trabajará allí —finalizó la frase. Conocía ese café.
—Bien por ella —me hice el desentendido, era obvio que me pasaría por ahí luego. Aunque parezca un acosador.
Después de desayunar me fui a la habitación para cepillarme los dientes. Busqué un paraguas y salí a mi coche, adentro se sentía todo más cálido. Encendí el carro y arranqué.
•
Llegando casi a la universidad me detuve por el tráfico, al parecer se había caído una rama de un árbol en medio de la carretera, por eso el tráfico. Miré mi reloj de mano: eran las ocho y media de la mañana. Se supone que estaría a las ocho en la universidad para preparar la clase de hoy. Toqué el claxon repetidas veces para que se dieran prisa. Ya estaban quitando la rama. Por la ventanilla pude ver un local llamada Yoga&Meditación, lo ignoré, sin embargo cuando miré una silueta conocida volví a ver rápidamente. Por el vidrio pude notar que era Isabella. ¡Era ella! Ponía una lona en el piso, habían más mujeres. Ella llevaba una licra negra, camisa de tirantes en blanca. Su cabello estaba amarrado en una cola alta y estaba en calcetines. ¿Acaso recibe clases de yoga ahora? Me sorprendió un poco, pero no tanto ya que era su estilo. Noté que ciertos hombres que pasaban se quedaban viendo a las chicas y más cuando hicieron una posición de perrito en donde enseñaban el trasero al cristal. ¡Y los hombres viéndolas! Admito que me prendió ver a Isa en esa posición. Toqué el claxon repetidas veces para llamar su atención. La coordinadora del grupo pareció darse cuenta, se levantó y corrió una cortina a lo largo del cristal impidiendo la vista a todos esos hombres morbosos.
La rama es quitada y todos los autos empiezan a circular, incluido yo.
ISABELLA
Mi primera clase de yoga había finalizado con éxito, me sentía más relajada, más ágil, más tranquila. También hicimos algunos ejercicios de respiración y meditamos un poco. Venir aquí había sido lo mejor que pude hacer, me sentía soñolienta pero renovada.
—Nos vemos mañana, Isabella —se despidió Jimena, la coordinadora.
—Hasta mañana —me despedí también, saliendo del lugar. Me había cambiado antes en los baños porque no llegaría con ropa deportiva a la universidad. Sencilla: pantalones flojos, converse sucios, camisa pequeña y la chaqueta. Abrí mi paraguas y caminé por las aceras lluviosas. La universidad estaba cerca, pero antes compré un vaso de café descafeinado y unas galletitas de avena. Algo para no sufrir de hambre mientras llegaba la hora del almuerzo. Estaba preparada para ver a Harry en unos minutos.
•
Después de comer llegué a la universidad, cerré el paraguas y busqué mi aula de clases. Noah estará en sus clases ya. Al llegar estaba Harry en el escritorio, estaba solo, no habían venido los demás estudiantes aún. Genial. Pasé y me senté en el mismo lugar de siempre, frente a él. No me quité la chaqueta porque aún hacía frío y aún llovía a mares afuera.
—Buenos días, señorita Fox —me dijo el. Lo miré mal, ¿a qué jugaba con decirme señorita? Pero recuerda lo que dijo la coordinadora, Isabella: repisara profundo antes de actuar. Eso hice, respiré profundo y le sonreí a Harry. No me arruinaría la mañana tan temprano.
—Buenos días, profesor Lee —saludé en el mismo tono que él lo había hecho.
—Llegas temprano —miró su reloj. Quizás faltaban cinco minutos para las nueve. Apenas estaban llegando los demás, abrigados y con sus paraguas en mano. Me gusta el invierno, lo admito.
—Me gusta ser puntual —contesté, sacando mi cuaderno. Alberto aparece por la puerta y me sonríe, sentándose junto a mi.
—Buenos días, Isabella.
—Buenos días, Alberto.
—Pareciera que el cielo se está cayendo —comentó.
En eso se vino un enorme rayo que me hizo tomar a Alberto de la mano, apretándolo.
—Lo siento —arrugué mi cara.
—Tranquila.
Los demás estaban llegando hasta que la clase estuvo completa, la campanilla había sonado anunciando el inicio de las clases.
—Buenos días a todos —Harry se puso de pie y se dirigió a la pizarra— Hoy veremos algo sencillo —explicó, escribiendo la fecha y el tema.
Escribí lo que él ponía en mi cuaderno, al igual que todos.
—Pero primero haremos presentaciones —nos miró. Fruncí el ceño porque no entendí lo que quiso decir con presentaciones. Harry no encontraba que hacernos. Alberto sacó sus cosas y escribió lo mismo.
—Anoche me encontré a Martha —me explicó, mirándome.
—¿En serio? ¿Y qué pasó? —quise saber— Jamás me dijste por qué terminaron. Si ustedes se miraban bien juntos.
—Te lo contaré en algún momento.
—Está bien. ¿Pero de qué hablaron? —le cuestioné.
—Fui al supermercado antes de que empezara este vendaval de lluvia y allí estaba ella. La saludé normal y me contó que volvería a casa de Harry, de hecho compraba cosas para la casa. Fue extraño —Alberto bajó la cabeza— La extraño, Isa.
—Estoy segura de que ella también te extraña.
—No lo sé, jamás me había pasado esto con nadie más. Solo con ella. Y Martha es una chica muy complicada, no se apega a las cosas y menos a las personas. Es lo que más miedo me da porque un error que haga y se aleja de mi. Como lo qué pasó hace meses.
—Me contarás cuando estés preparado.
—Está bien, gracias por entenderme.
—Para esos somos amigos.
—Muy bien, ya que les gusta hablar en clase... —Harry nos sacó de nuestra plática—... Alberto, pasa al frente por favor.
Miré a Alberto y él también me dio una mirada rápida, pero después se puso de pie y caminó al frente.
—Cuéntanos sobre ti, a qué te dedicas justo ahora, de donde vienes y qué planeas hacer dentro de cinco años.
Alberto quedó desconcertado un momento pero habló. Sabía que mi amigo no se inmutaría por Harry.
—Soy Alberto Gonzales, vengo de una familia latina. Tengo dieciocho años, me gusta leer, hacer deporte y escribir historias. No tengo novia, estoy soltero —la clase rió— Vivía con mi madre en Janesville, pero ahora vivo solo en un departamento pequeño en el centro de la ciudad. Trabajo en una ferretería por las tardes para pagar mis cosas. En cinco años planeo estar graduado como psicólogo para sacar mi especialidad de psicología clínica. —miró a Harry, había terminado su presentación. Sonreí ante lo que había dicho Alberto, me había parecido bien y tierno a la vez. Pero a la mayoría de estos payasos de aquí les dio risa.
—Bien, puedes sentarte Alberto.
Alberto avanzó y se sentó.
—Isabella, tu turno.
Lo miré mal. Tragué grueso pero me tranquilicé, poniéndome de pie y avanzando hacia el frente.
—Hola —saludé— Mi nombre es Isabella Juliette Fox, tengo dieciocho años. Vivo en un departamento con mi novio Noah, trabajaré en una librería. Me gusta leer, escribir y cantar. En cinco años quizás esté graduándome de psicología y, cómo había dicho Alberto hace un momento, sacaré la especialidad de psicología clínica. Quizás me case en el transcurso de estos cinco años —noté que Harry me miró— Y eso es todo —lo miré a él. Pero en ese momento se vino un rayo muy fuerte que me hizo actuar sin pensar: me acerqué a Harry y lo abracé.
Todos en ese preciso momento se llevaron sus manos a la boca de manera sorpresiva y al instante me sonrojé por lo que había pasado tanto así que en cuanto reaccioné me separé inmediatamente del cuerpo de Harry.
—Muchas gracias por su participación, señorita Fox—me dijo—ahora regrese a su pupitre por favor— bajé la cabeza apenada y me senté, pero al menos creo que había logrado mi cometido y es que necesitaba desconcertar a Harry, aunque la verdad lo que había dicho era cierto, tenía planes de casarme con Noah.
La clase continuaba, los demás compañeros de clase pasaron uno a uno presentándose de forma personal, sus planes, pasatiempos entre otras cosas, mientras tanto podía observar que Harry y yo frecuentemente chocábamos nuestras miradas, me resultaba un poco incómodo después de lo que había pasado, lo único que deseaba era escuchar el timbre de la siguiente clase, y así fue, afortunadamente se escuchó.
—Muy bien, jóvenes, gracias a todos los que participaron hoy, los que quedaron pendiente lo realizarán mañana y que tengan un buen día—todos salieron de clase tomando sus mochilas, Harry estaba organizando algunos documentos en su maletín, pero obviamente yo también tendría que salir del aula.
—¿Dónde irás a comer?— Alberto iba a mi lado, nos habíamos vuelto muy buenos amigos todo este tiempo, creo que él si era un amigo de verdad no como aquellas víboras de Piper y Trisha, que por cierto gracias al cielo no me las he topado.
—No sé, aún no tengo idea, pero creo que iré al mismo de siempre, en ese cafetín hay buena comida y respecto a los precios son bastante accesibles—pero sentía un olor bastante intenso viniendo desde atrás que me hizo girar mi cuello a lo inmediato, ese olor lo reconocía a kilómetros—no puede ser—susurré.
—¿A qué te refieres?— Alberto levantó sus manos en forma de paz, pero parece que él también había sentido el mismo olor que giró su cuello hacia atrás—¡oh! Ahora lo entiendo, ¿quieres que te ayude con esto?
—No te preocupes, Alberto, quizás sólo viene en la misma dirección, pero cuando giremos hacia la izquierda quizás él camine derecho— y así fue, giramos a la izquierda en busca del cafetín pero Harry venía aún detrás.
—Te lo dije—Alberto miraba de reojo hacia atrás—nos viene síguiendo, Isa, deberíamos de frenar para ver qué pasa, ¿no crees? Quizás pase de lado.
—Está bien—asentí frenando de golpe.
—Necesito hablar contigo—finalmente el señor Lee se había expuesto más de lo que lo había hecho todo este tiempo.
—Oye, amigo—Alberto se colocó frente a él impidiendo verme—Si quieres puedo ayudarte con esto— me tomó de la mano, definitivamente Alberto era un gran tipo, quizás Martha debería de aprender a valorarlo.
—No es necesario que te metas a problemas— le dije dando unos pasos hacia el frente— lo que sea que tenga que decir el señor Lee lo dirá frente a los dos, ¿no es así, querido profesor?—lo fulminé con mi mirada, ya los días en que él era el que tomaba el control se habían ido, ahora era mi etapa en donde yo ponía las reglas y se debían de hacer las cosas tal y como yo quisiera.
—Vamos, Isabella, no creerás que hablaré frente a este chico, ¿ o si?—frunció el ceño tomándome de la mano.
—¡Sueltala!—Alberto espetó—ella no es ningún juguete tuyo— estaba apunto de ocurrir un pleito y realmente no quería que la situación en la universidad con Alberto se viera complicada, era un buen muchacho y no se merecía meterse en estos líos menos por mi.
—Espéranos acá, Alberto, el señor Lee y yo hablaremos, pero no creo que duremos—empuñé mis labios y caminé junto a él—¿ qué se supone que haces, Harry? Primeramente te vuelves Profesor y en segundo lugar montas todo ese circo en la clase, ¿que se supone que vas a lograr con todo eso?
—¡Verte! eso es lo que pretendo todo este tiempo, Isabella—me sorprendió la forma directa en que hablaba Harry, esta vez no andaba con tantos rodeos, pero eso no le serviría de nada, no después de lo que me hizo.
—Bueno, pero ahora me ves diario, por favor te pediré un gran favor—me detuve en seco viéndolo a los ojos, aunque en el interior sentía cosas cuando miraba esas pupilas dilatadas— desde ahora en adelante quiero que siempre me trates como a cualquier estudiante que tengas a cargo, el hecho de que haya pasado algo entre nosotros en un pasado no quiere decir que tengas el derecho de querer hablar conmigo cuando tú quieras, Las cosas no funcionan así y espero me respetes, porque de lo contrario yo misma me quejaré con el rector de esta universidad, no creo que querrás tener la fama de acosar a una chica, ¿o si?
—No lo harías—sonrió— ambos sabemos lo que sentimos el uno al otro, Isabella, no intentes engañarte a ti misma estando con alguien a quien no amas, una vez tuvimos una plática y te fui muy claro, te dije que desde que llegaste a mi vida no habría otra mujer en mi corazón y de la misma forma te dije que, pase lo que pase, tú siempre serás mía—sentí muchas sensaciones en mi estómago, tanto así que empecé a sudar un poco helado, era injusto porque por más que yo me opusiera a la atracción que tenía hacia Harry, al final los deseos me vencían, creo que si esta conversación la hubiésemos tenido en un lugar a solas y en la oscuridad no sé qué cosas hubiera pasado—pero ahora cuéntame, ¿en realidad piensas casarte con ese tipo?— esta vez me tomó con autoridad, afortunadamente donde estábamos no habían personas, había un pequeño jardín oculto entre dos aulas y sólo habían dos bancas.
—¡Por supuesto que lo haré! ¿o acaso hay algo que me lo impida?—bufé— él es mi novio y yo soy su novia o mejor dicho, su mujer...—musité, no sé pero me encantaba ver el rostro de Harry enfurecido, quizás sólo estaba dándole una cucharada de su propia medicina.
—¡Te lo prohíbo!— dio un golpe en la banca— tú, no te casaras con ese imbécil y con nadie más que no sea yo, Isabella Fox—miré como moría fuerte de rabia.
—Por favor, Harry,— sonreí de manera burlesca— tú no me vas impedir nada, nosotros no somos absolutamente nada, tú tienes a tu mujercita y a un hijo en camino, deberías de preocuparte más por esas cosas que por intentar conquistar a alguien que la perdiste definitivamente—me levanté de la banca— creo que esta plática ha llegado a su final, Alberto me está esperando y creo que sería de muy mala educación dejarlo ahí por mucho tiempo, espero que ya no haya más temas entre nosotros, creo que te he aclarado lo más preciso tus inquietudes así que si me disculpas, queridito, chao—giré sobre mis talones enganchando mi bolso al hombro y salí como una mujer muy segura de sí misma, ya era el momento de ponerlo en su lugar y no demostrarle que soy frágil cada vez que estoy tan cerca de él, no debo de mostrarle ni un poco de debilidad, lo conozco muy bien y creo que ese sería la mecha que prendería esa gran bomba.
—¿Todo bien con ese sujeto?— Alberto parecía un poco preocupado.
—Si, no te preocupes, creo que a nuestro querido profesor le han quedado muy clara ciertas cosas y no creo que nos vuelva a molestar—enganché mi brazo derecho en su hombro y caminamos directo a la cafetería, respiré aliviada porque en el fondo me había desahogado un poco, aunque tenía muchas cosas más por decirle en la cara a Harry, pero creo que con lo de hoy había sido más que suficiente.
NOAH
—Vamos, Noah, respira profundo y sólo tira del gatillo tan fácil como te lo estoy explicando— Ricky, uno de los mejores hombres de mi jefe, me estaba entrenando para el siguiente trabajo— Dame esa arma, te enseñaré como se hace— disparó al maniquí que teníamos a unos diez metros, le había dado justo en la frente y sonreía con euforia— ¿viste que sencillo lo hice? ahora hazlo tu, chico—me dio el arma en mis manos, estaba completamente nervioso, nunca en mi vida había tenido una arma y menos para lo que estaba destinado, apunté a la cabeza del maniquí, pero desafortunadamente los nervios me estaban ganando tanto así que cuando disparé ni siquiera le di al cuerpo sino a la pared.
—Vaya, vaya...—otro sujeto había llegado—creo que las cosas con el muchacho van un poco atrasadas y lo peor de todo es que nuestro jefe ya le dio un pequeño adelanto, estamos mal, Ricky,— negó con la cabeza— creí que este chico sería bastante útil para nosotros, pero veo que...—mostró un poco el arma que traía en la bolsa del pantalón—nos podríamos deshacer de él, ¿ no lo crees?— tragué grueso cuando escuché esas palabras creo que estaba en peligro.
—Opino lo mismo, compañero— le dijo Ricky sonriendo.
—¡Un momento!—levanté mis manos— por favor déjame que haga un tiro más— le supliqué— te prometo que el próximo acertaré, sólo eso, dame una simple oportunidad— mi voz sonó quebradiza, se podía escuchar fácilmente que estaba muerto de nervios.
—No, lo siento mucho, pero en este trabajo no hay dos oportunidades así que lo siento, amigo,— sacó su arma, la cargó y la colocó en mi frente, por poco y me hago en mis pantalones del miedo que pude sentir— hasta nunca, chico,—tiró del gatillo y en ese preciso momento cerré mis ojos y arrugué mi cara —Ambos empezaron a reír una y otra vez llevando sus manos a su abdomen, no entendía lo que estaba pasando tan sólo escuché un pequeño clip al momento que tiró del gatillo pero ni una bala me había atravesado
—¿De qué se ríen?—les pregunté desconcertado, a la vez empecé a reír sin ninguna gracia.
—De ti —dijo Ricky sacándose las lágrimas de su mejilla—acaso, ¿no ves la cara que acabas de poner cuando mi compañero te puso su arma en la frente? si tan sólo la hubieras visto, parecía que estabas viendo un fantasma, Noah—palmeó mi hombro—¿Cómo se te ocurre que te vamos a matar solo porque has fallado un disparo? Tranquilo, las cosas son poco a poco, lo más importante es que te metiste a este negocio y eso es lo que no tienen las demás personas, esa valentía de haber aceptado entrar a nuestra organización, así que vamos, vuelve a hacer otro intento— respiré más profundo, tomé el arma, la coloqué al frente y la tomé con mucha firmeza, achiqué mis ojos de manera que tenía un mejor enfoque, tiré del gatillo y sonreí cuando miré que la bala había atravesado la frente de ese maniquí.
—¡Bravo, bravo!—el otro sujeto empezó a aplaudir—teníamos que hacer esto para que entraras en miedo y tomaras las cosas con más seriedad, Noah, así se trabaja acá, pero con el tiempo te irás dando cuenta muy bien como son las cosas, pero lo importante es que de ahora en adelante, dinero es lo que te sobrará chico—se acercó a mí y me dio una medalla—esta medalla siempre me traía mucha suerte cuando quizás yo tenía más o menos tu edad, creo que ahora te servirá más a ti que estarás en Acción todo el tiempo, el jefe estará encantado contigo— Ricky y él se retiraron y yo sólo quedé contemplando el gran disparo que había hecho. Miré el reloj y noté que estaba bastante retrasado con mi primera clase, quizás ni siquiera me daría tiempo de llegar, pero al menos tendría que entrar a la siguiente clase, una de las cosas que no me estaba gustando es que de cierta forma estaba desatendiendo mis estudios, no era justo para mis padres, ellos en su casa están confiando en su hijo que estaba tratando de superarse y yo estaba siendo el chico más mentiroso de esta vida, porque no sólo le estaba mintiendo a mis padres sino también a Isabella.
HARRY
Ya era más de mediodía, yo me había estacionado un poco cerca del café que me había dicho Martha, en donde trabajaba Isabella, quizás parecía un acosador, pero necesitaba estar cerca de ella todo este tiempo, aunque no tuviera esperanzas a que ella quisiera hablar conmigo, se miraba tan hermosa de cualquier forma vestida, creo que me estaba volviendo un loco o quizás un obsesionado, Mírenla, con su delantal negro y con esa ropa que la hace ver tan sexy, lo más seguro es que todos esos malditos deben de estar de morbosos, afortunadamente traía ropa que no llamaría la atención, me coloqué una chaqueta de cuero negro, unos vaqueros rasgados, unos zapatos deportivos, lentes oscuros con forma de óvalos y una gorra con una peluca añadida, más bien parecía un indigente, creo que esta forma Isabella no se daría cuenta que era yo. Cerré la puerta y salí, dentro del lugar había música ambiente, un estante de libros, ahora sé por qué quería trabajar acá, algunos tipos tomando café con su celular en mano.
—¿Desea ordenar algo?— ella se acercó a mí con una libreta en mano, creo que si escuchaba mi voz se daría cuenta, así que sólo señalé lo que quería pedir, ella lo anotó y se retiró, creo que mi plan está funcionando a la perfección.
Estaba pendiente a todo lo que pasaba a mi alrededor especialmente con los hombres, las malas miradas, los malos gestos, nada podría pasar desapercibido si yo estaba presente, en ese aspecto creo que Isabella era un poco inocente, pero para eso me tenía a mí, para defenderla de todos estos sujetos enfermos.
—Acá tiene, señor,—colocó un capuchino y unas galletas de avena— buen provecho—me sonrió amablemente y se retiró. Qué bien se sentía que ella me atendiera como antes. Las cosas que uno hace cuando se está enamorado.
El tiempo transcurría y nada relevante estaba sucediendo, Al menos por esa parte está un poco tranquilo; le hice seña con mi mano para que me trajera la cuenta.
—¿Desea ordenar algo más?— me preguntó, pero noté que ella estaba un poco atareada.
—No, señorita, sólo me gustaría que me trajera la cuenta por favor—ella se dio la vuelta y se dirigió a la caja, tomó una carpeta y me la entregó, en el recibo salía el valor de diez dólares por lo cual me llevé la mano al bolsillo y tenía dos billetes de cien dólares, lo dejé dentro de la carpeta y la volví a llamar— muchas gracias todo estuvo muy delicioso— me levanté pero ella de inmediato me tomó de la chaqueta—¿pasa algo?—levanté en mis manos en forma de paz.
—Así es, señor, lo qué pasa que en el recibo decían diez dólares, pero usted me está dando doscientos dólares, creo que se equivocó— me estaba regresando uno de los billetes y estaba cambiando el otro, pero antes que se marchara la tomé del brazo, carraspeé un poco para que no se me notara la voz.
—No te preocupes, sólo es propina para ti, sé que te toca atender muchas personas a la vez y no es nada fácil sólo tómalo—insistí, pero ella se negó.
—Por supuesto que no, el dinero cuesta y no soy de las personas que le gusta el dinero fácil— ella se dio la vuelta y había pasado algo que hizo explotar mis sentidos, pues un tipo pasó a su lado, disimuladamente rozó sus manos en el trasero de Isa, nadie lo había notado, pero yo si.
ISABELLA
¡Maldito morboso! Sentí claramente cómo rozó sus manos en mis nalgas, me iba a girar para decirle sus cuánta verdades, pero en cuando lo hice, el hombre que recién me había dejado propina se me adelantó: le dio un golpe en la mejilla que lo hizo caer de espaldas sobre una de las mesas.
Desastre. Eso pasó. El hombre morboso se reincorporó y fue hacia el hombre, lanzándose encima. Ellos dos cayeron al piso, golpeándose.
—¡Eres un maldito! No vuelvas a tocarla —espetó el chico que me defendía. Fruncí el ceño ya que esa voz me resultaba familiar, pero estaba en shock viendo la pelea al igual que todos. En eso llegó mi jefa por el alboroto que había. El hombre tomó del pelo a mi defensor, pero justo en ese momento su cabello se desprendió. Quedé atónita. Pues no era nada más ni nada menos que Harry Lee disfrazado.
No puede ser.
Otros hombres se metieron a la pelea y los separaron.
—¡Suéltenme! —el morboso se zafó del agarre de los demás y salió corriendo de la cafetería.
—Tranquilo —le dice un hombre a Harry.
—¿Pero qué pasó aquí? —inquiere mi jefa— ¿Qué demonios haces? —le espetó a Harry. No puedo creer que él haya caído tan bajo y haya llegado al punto de disfrazarse para poder estar aquí. ¡Me quería engañar! Y ahora había dejado un desastre en la cafetería que yo tenía que limpiar.
—Lo siento, no podía permitir que se sobrepasaran con ella —respondió Harry en su defensa.
—¿Cómo? ¿Quién se sobrepasó con Isabella? —cuestionó mi jefa.
—Un tipo la manoseó. Yo solo la defendí.
—Isabella, lo siento mucho. Tu primer día y pasa esto. Iré a buscar algo para ayudarte a limpiar. Y gracias a ti —le dijo a Harry, yéndose después.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —me acerqué a él y lo miré amenazante.
—Defenderte —puntualizó.
Reí sarcástica.
—No necesito que nadie me defienda, puedo hacerlo sola. ¿Por qué has fingido ser otra persona? ¿Por qué? —puse mis manos en mi cintura.
—Yo... no lo sé, quería verte.
—Estas mal, Harry.
—Estoy mal pero por ti —me miró con esos ojos negros. Su mirada era intensa.
—Como sea, vete por favor —me agaché y empecé a recoger vidrios rotos de platos.
—Déjame ayudarte —se inclinó junto a mi.
—¡No! Deja eso —exploté, tomándolo de la mano y llevándolo hacia la salida— Por favor, Harry, deja de acosarme —llevé una mano a mi cabeza. Me sentía exasperada— Primero en la universidad y ahora en mi trabajo, ¿qué falta? ¿Qué asistas a mis clases de yoga?
Sonrió de lado.
—No sería mala idea.
Le pegué en el hombro.
—No es una maldita broma. Por favor déjame en paz, busca a Helena, no lo sé, ve a ver cómo va su embarazo —sabía que decirle eso lo haría sentir mal—Pero a mi déjame vivir. Entiende que tú y yo no volveremos a estar juntos.
—Eres muy cruel —musitó. Su mirada ahora parecía caída— Yo solo quería verte. Me arrepiento de no haber hablado con la verdad en su momento, pero es que sabía que si te decía te alejarías de mi. Solo buscaba el momento indicado.
—Igual me enteraría, ¿crees que podrías mantener un hijo en secreto por siempre? Lo siento pero lo que más odio es la mentira y menos que sea de ex novias o ex esposas. ¡Estoy harta de eso! Estoy con Noah ahora y me casaré con él—en cuanto dije eso me tomó de los brazos de manera posesiva, su expresión había cambiado a enojo.
—No vuelvas a decir esa estupidez —espetó entre dientes— El hecho de que no estemos juntos no significa que hayas dejado de ser mía. Estoy conteniendo mi rabia para no ir donde ese imbecil de Noah y hacerlo pedazos por tocarte. Lo estoy haciendo por ti, porque sé que me odiarías más si lo hago. Pero tengo tantos celos dentro de mi, el imaginarte con él haciendo... —se quedó callado. Parece que le afectaba mucho—... eso.
—Suéltame —me quise zafar, pero era obvio que era más fuerte que yo— Hablas de estar con otras personas, ¿y tú qué? Cuando te follabas a Helena viviendo bajo el mismo techo que yo. ¿Disfrutabas hacerlo? Y dices que no era amor. Pero así son los hombres —lo reté con la mirada. Tenía muchos argumentos para hacerlo sentir mal. Era consciente de que estábamos haciendo un show aquí afuera.
—No puedo cambiar el pasado.
—No y eso me pone mal —ahora sí me solté—Lárgate y no vuelvas —me adentré al local, dándole una última mirada llena de rabia. Sabía que volver a California sería una mala idea porque Harry estaría detrás de mi, pero no podía dejar todo tirado por un hombre que no valía la pena. Me agaché junto a mi jefa y empecé a recoger el tiradero que Harry había dejado.
•
Eran las nueve de la noche, estaba dejando todo ordenado para luego irme a casa. Noah estaría aquí en unos minutos, me sentía agotada por todo lo de hoy. El hecho de que Harry se hubiera disfrazado y hubiera golpeado a un tipo me daba estrés. No sé por qué hacía todas cosas. Me llevé una mano a la cabeza y me senté un momento, no había nadie ya. Las calles estaba oscuras y por la ventana de cristal se miraba el mar. Sonreí al verlo, era lo único que me generaba paz.
En eso llega Violeta y pone una taza de té frente a mi.
—Has tenido un día muy ajetreado, relájate un poco —se sentó frente a mi.
—Gracias —le sonreí tomando del té.
—Noté que ese chico estaba aquí por ti, te defendió. Son pocos los que se enfrentan con otros ahora.
—Sí, pero él es muy impulsivo.
—Lo miré muy interesado. El hecho de que haya un morboso en mi librería me pone mal. Nunca había pasado algo así. Tengo que ponerle mente a los clientes que vienen aquí.
—Está bien, quizás deba cambiar un poco mi vestimenta.
—No digas eso, los hombres son los que tienen que respetarnos. Podríamos andar desnudas pero eso no les da el derecho de ponernos una mano encima.
Violeta tenía razón, no sé por qué pensé eso.
—Es verdad. Pero hoy en día los hombres son así, no podemos cambiarlos.
—Al menos siguen habiendo caballeros como ese chico, ¿como era su nombre?
—Harry —respondí. Aún recuerdo la acalorada pelea que tuvimos afuera del local. Poco a poco empezábamos a reprocharnos cosas que no pudimos en su momento. Siento ganas de decirle más, aún tengo mucho qué gritarle.
—Es abogado, ¿no? Lo he visto en revistas y en periódicos.
—Así es.
—Mira, llegaron por ti.
El auto de Noah se estacionó frente a la librería. Terminé de tomarme el té de un sorbo y tomé mi bolso.
—Nos vemos mañana, Violeta.
—Hasta mañana.
Salí de la librería y me monté al asiento copiloto.
—¿Cómo te fue en tu primer día? —me preguntó Noah arrancando.
—Bien, al menos me voy adaptando rápido a este empleo.
—Me alegro por ti —se inclinó y me dio un beso rápido en los labios.
•
HARRY
Cuando llegué a casa me dirigí a la parte trasera, en donde tenía todas las máquinas de hacer ejercicios, así que entrené un poco. Necesitaba despejar mis pensamientos y pensar con claridad, nada de lo que hacía le agradaba a Isabella, era verdad que fingí ser alguien más solo para verla y cuidarla un poco, pero es que no me dio otra elección. Me sentía derrotado, a veces pensaba que ella jamás volvería conmigo. ¿Y si me dejó de amar? Una punzada se cruzó por mi pecho cuando esa posibilidad se me pasó por la mente.
—Señor Lee —Martha entra.
—¿Qué quieres, Martha?
—Lo busca la señora Helena.
—Dile que no estoy.
—Tarde —ahora fue Helena quien apareció— Ya estoy aquí.
—Con permiso —Martha se fue. Dejé de hacer pesas y la miré. Estaba sudado, la panza de Helena iba creciendo rápido. ¿Cuánto tenía? ¿Tres meses o cuatro?
—¿Qué quieres? Si quieres dinero habla con mi contador, el sabe lo que te da cada mes —me puse de pie y me dirigí a tomar agua.
—Ya me ha pasado lo de este mes, solo vine aquí para saber si me acompañarás mañana al doctor. ¿No quieres ver a tu hijo?
—Mañana tengo trabajo.
—No me importa, tienes que estar ahí. Es tu hijo, Harry, al menos finge que te importa.
—Helena, no puedo fingir algo que no siento. Mira, no sé si estoy mal o qué pero... no siento nada de amor por ti ni por tu hijo. —Yo sé que me estaba portando como un puto hombre, pero era verdad. Incluso necesitaba hacerme esa prueba de paternidad lo antes posible. —¿Cuando me podré hacer la prueba de paternidad? —le cuestioné.
Me abofeteó.
—¿Cómo puedes hablar así? Yo jamás te he fallado mientras estuve contigo. No puedo creer en lo que te has convertido. No te conozco.
—Mañana iré a ese doctor y yo mismo le preguntaré cuándo podré hacerme la prueba de paternidad.
—Como quieras —me dio una tarjeta, era la dirección del hospital y el nombre del médico— Estaré ahí a las nueve. —se giró y se fue.
Me senté en la silla y llevé mi mano a la cabeza, ¿en qué problemas me he metido? Todo me salía mal, siempre que intentaba ser feliz había algo que me lo impedía. Odiaba mi vida a veces. Guardé la tarjeta y seguí haciendo mis ejercicios.
ISABELLA
Noah y yo pasamos cenando en un restaurante un poco caro, me preguntaba de donde sacaba tanto dinero si no trabajaba aún. Pero no le quise decir nada, no quería empezar a agobiarlo con mis cosas. Después de cenar fuimos al departamento, ambos vimos una película pero después nos pusimos a hacer lo deberes de la universidad. Tenía ética a las diez y media de la mañana. ¿Por qué tuvo que tomar la clase que más recibía? Parecía que lo planeó todo muy bien. No podía decirle a Noah que Harry me estaba dando clases porque sabía que se enojaría, me sorprendía que aún no se haya dado cuenta. Pero en algún momento lo hará. Así que será mejor que se entere por mi y no por otros.
—Noah —lo llamé. Me miró.
—¿Si?
—Hay algo que no te he contado.
—¿Qué cosa?
—No te vayas a enojar si.
—Isa, no me asustes. Habla, puedes confiar en mi.
Me quedé en silencio unos segundos, la verdad no sabía cómo decirle.
—Se trata de Harry.
—¿Ahora qué hizo ese? —bufó.
—Lo que pasa es que ahora es profesor de la universidad—confesé— Y me da clases a mi.
Frunció el ceño un poco desconcertado.
—¿Qué? ¿Y cómo es que no me habías dicho?
—Apenas pasó ayer y no quería que te enojaras conmigo.
—No puede ser, ¿que le pasa a ese tipo? ¿Qué quiere con eso? Claro, quiere verte y estar cerca de ti. Es obvio.
—Cálmate —me acerqué a él y le tomé la cara para que me viera— Yo estoy contigo, Noah, el hecho de que Harry está ahí no significa nada. Es más, puedes preguntarle a Alberto sobre la actitud que tengo hacía el. Quiero estar lo más alejada posible y lo sabes bien. Confía en mí por favor.
—Confío en ti. Pero en el no.
—Ya —le di un beso en los labios— No hablemos de Harry, solo quiero que hablemos de nosotros.
Me tomó de la cintura y me hizo sentarme encima de él.
—Me parece buena idea.
HARRY
A la mañana siguiente me vestí rápido, desayuné y me dirigí hacia la clínica que Helena me había dicho. Eran las nueve, al salir y buscar por los pasillos me la encontré frente a una puerta. Al parecer me estaba esperando.
—Sabía que vendrías.
—Acabemos con esto de una buena vez —le dije, mirando mi reloj. Eran las nueve y media. Tenía que estar puntual para dar mi clase. Entramos al consultorio, había una mujer ahí y había una cama, con aparatos de ultrasonido.
—Buenos días, señorita Helena.
—Buenos días, él es Harry, el padre.
—Mucho gusto en conocerte —me dijo.
—Igual —respondí seco.
—Bueno, acuéstate aquí —le dijo a Helena. Ella se acuesta y se sube la camisa, dejando ver su panza creciente. La doctora vierte un líquido sobre la panza para después pasar encima de ella una especie de aparato. Yo no entendía de estas cosas, pero en la pequeña pantalla aparecían imágenes.
—El bebé crece sano, aún no podemos saber el sexo. Es pronto. —explicó.
—¿Cuando podremos hacer la prueba de paternidad? —le pregunté a la doctora. Helena me miró mal.
—Harry —me dijo—No es momento de hablar de eso.
—En casos especiales sí se podría hacer ahorita —me dijo, eso me hizo sentir aliviado— Pero en el caso de Helena no, tenemos que esperar hasta que nazca.
Maldita sea.
•
—Gracias por estar aquí —me dijo Helena al salir del hospital— Toma —me dio fotos del ultrasonido. Las tomé para no ser insensible.
—Tengo que ir a trabajar. Te veo después.
—Claro, adiós.
•
Cuando llego a la universidad los demás estaban en el aula de clases ya, quizás había llegado diez minutos tarde, cosa que me disgustó. Isabella estaba en su mismo lugar con Alberto, iba tan apurado que cuando abrí el maletín varios papeles cayeron al piso, lejos de mi y cerca de Isabella. Ella se inclinó a recogerlos, pero no eran papeles, sino las fotos del ultrasonido. Las miró y me miró, no puedo describir el dolor con que lo hizo.