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1

—¡No quiero, me niego! —me subí a mi cama y empecé a tirar las almohadas al piso. Mi madre estaba con su típico traje de azafata esperando por mi.

—Vamos, Kenzie, sabes que no tenemos elección. Viajo mucho y tu padre también. —se excusó— tampoco queremos que estés en colegios nuevos cada mes, queremos que hagas amigas y estés en un solo lugar.

—Claro, pero estaré sola en un solo lugar —me crucé de brazos mientras me dejé caer en la cama. No podía creer que me estuvieran haciendo esto. En tan solo un mes cumpliría catorce años y tendré que vivir en un internado a partir de hoy. Es lo malo de tener una madre azafata y un padre piloto. Primero nos vinimos de Janesville y ahora me tendré que ir de aquí.

—Tranquila —mi madre se acercó a mi y se sentó en el borde de la cama, procurando no arrugar su perfecto uniforme. Eran jóvenes para ser padres, no sabían cómo hacerlo. Supongo que tenía que empezar a valerme por mi misma a partir de ahora. Hacerme responsable de mi, de mis cosas. Como si fuera huérfana. Aunque sé que una persona huérfana diría que soy egoísta por tener padres y hablar así. —Te visitaremos seguido y podrás venir a casa cuando nosotros estemos aquí. Sabes que estamos una semana a finales de cada mes. Tu padre y yo no queremos que estés sola. En el internado te podrán cuidar, atender, harás nuevos amigos.

—Como sea —me sobé la sien.

En eso mi padre entra a mi habitación dando dos golpecitos en la puerta.

—¿Están listas?

—Yo lo estoy —mamá se pone de pie y empieza a buscar las maletas con mi ropa que ella misma había hecho porque yo no las haría. Se supone que el internado es cerca de aquí.

—Ustedes no saben ser padres —me puse de pie en modo de objeción y salí de mi habitación. No rogaría por atención, no rogaría por querer tener a mi familia conmigo. Estaba cansada de la misma situación. Ellos nunca cambiarían. Bajé a la planta baja y le di una ultima mirada a mi casa para después salir. Afuera hacía muchísimo frío, era temporada de invierno, había nieve por todas partes. Todo se miraba blanco. Corrí al coche y me subí en la parte trasera. Cumpliré catorce en un mes. Y estoy segura de que la pasaré sola.

Mis padres salen de casa con mis maletas y las suyas, papá las mete en la cajuela del coche mientras mamá se monta en el asiento copiloto.

—Todo lo que hacemos es por tu bien —repitió.

Rodé los ojos y busqué mis audífonos en los bolsillos de mi abrigo. Al colocarlos miré un mensaje en mi celular, era de Carolina:

¿Cómo estas, Kenzie?

De ves en cuando nos saludábamos, habíamos sido amigas desde pequeñas en Janesville pero como siempre tuve que dejar uno de mis hogares.

Le escribí una respuesta:

Mal. Mis padres me dejarán en un internado. Esto es una pesadilla.

Noté a mi padre subir al auto y arrancar.

De Carolina:

Lo siento mucho, ambas sabemos cómo son por su trabajo. Ánimos, amiga :(

   De Kenzie:

Como sea, como vas tú?

  De Carolina:

Muy bien. Will y yo cumplimos un mes de novios :)

Sonreí para mis adentros, al menos Carolina podía vivir en un solo lugar, tener amigas de la infancia y ahora un novio. Yo no tenía nada de eso. Mis padres me lo arrebataban todo.

De Kenzie:

Felicidades, espero seas muy feliz con Will.

   De Carolina:

Gracias. Tú también encontrarás a alguien pronto, tengo la intuición ;)

Reí para mis adentros porque eso era casi imposible. ¿Quién se podría fijar en alguien como yo? Carolina era de mi edad y ella ya tenía novio. Conozco a Will desde niños y sabía que él estaba detrás de ella, igual, las almas gemelas siempre se encuentran. Estén donde estén.

De Kenzie:

No lo creo, te hablo luego para contarte sobre el internado.

De Carolina:

Claro, cuídate :)

Bloqueé el celular y me dediqué a ver por la ventana el bosque lleno de nieve. Estábamos saliendo de la ciudad y adentrándonos a un desvío. Decía Internado Weighel. Ya había escuchado de este internado, estaba alejado de la ciudad, rodeado de bosque y de un lago. Era grande y asistían los de mejor familia. Pero su fachada era oscura y hasta daba miedo porque era un poco oscuro. E igual no me importó. Estaría sola y aburrida.

Mis padres iban hablando pero no los escuchaba. Y si era conmigo no me importaba.

Al llegar al internado nos esperaban dos personas en la entrada, un señor y una señora. Me quité los audífonos volviendo a la realidad y bajé del coche. Mis padres también bajaron. Pude notar a varios chicos en una esquina platicando y riendo. Parece que eran más o menos de mi edad. Apenas iría a segundo año de preparatoria.

—Buenos días, señora Weighel, es un placer conocerla —mi madre la saludó— Ella es mi hija Mackenzie Coleman.

Medio le sonreí.

—Es un gusto tenerla aquí por fin, pueden irse tranquilos porque este es un lugar muy seguro. Además hay muchas chicas, estoy segura de que hará amigas de inmediato. —me sonrió la rectora del lugar.

—Claro, estaremos llamando cada que podamos para cualquier cosa que necesite —mi padre sacó mis maletas.

—No se preocupen —dijo la rectora— Mackenzie se sentirá cómo en su casa.

—Kenzie —la corregí.

—Claro, Kenzie.

—Cuídate mucho, Kenzie —mamá me abrazó y me dio un beso en la mejilla.

—Te llamaré cada noche —papá también me abrazó— No hagas cosas malas.

Los vi entrar al coche e irse lejos de mi.

Tenía ganas de llorar pero no lo haría.

—Ven, querida, vamos dentro, te llevaré a tu habitación.

La rectora me llevó dentro, el salón principal era grande, habían muchos chicos con su uniforme de clases. Algunos eran más grandes ya. Pasamos por el comedor, por las aulas de clase donde algunos recibían sus clases, pasamos por la sala de lecturas hasta dar con los dormitorios. Llegamos a una puerta y ella abrió. Dentro habían dos chicas más o menos de mi edad.

—Aquí será tu dormitorio—señaló mi cama. Estaba cerca de la ventana.

—Está bien —asentí, tomando mis dos maletas grandes y llevándolas a ese lugar

—Ellas serán tus compañeras de cuarto Lidia y Tessa —las presentó.

Ellas sólo elevaron la mano en forma de saludo.

—Instálate porque por la tarde empezarán tus clases. Las chicas te podrán poner al día de los horarios y las horas libres. Y también de ciertas reglas que tienes que cumplir. —dijo— Ahora me tengo que ir. Que tengas un buen primer día —dio media vuelta y salió de la habitación.

—Mucho gusto, soy Tessa —una niña pelo rojo se aproximó a mi y me tendió la mano. Le estreché la mía para no ser maleducada.

—Y yo soy Lidia —la otra niña pelo amarillo se acercó a mi— ¿lista para saber todo sobre el internado Weighel?

Pero no lo estaba.

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