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3

JAY

Cuando vi su rostro con esas vendas sentí que me desprendían parte de mi alma, aún no me lo podía creer, tomé su mano y coloqué el anillo que le había prometido, le quedaba a la perfección y tenía un remordimiento terrible al recordar cuántas veces ella se lo quiso probar y yo no lo permití. Besé una y otra vez esas manos, esas manos que hace algunas horas acariciaba mi rostro.

DANA

Al llegar al hospital había una sala en donde estaban algunos familiares, mis hermanas y mi cuñado, por supuesto mi madre estaba totalmente destrozada y ni siquiera tenía el valor de ver a mi padre en esas condiciones.

—Señorita— Uno de los oficiales se acercó— tienen que decidir quién entrará a la sala a reconocer el cuerpo— todos nos quedamos viendo el uno al otro, nadie tenía la valentía de ver el cuerpo de mi padre, pero si nadie lo hacía lo tendría que hacerlo yo aunque estaba completamente nerviosa.

—Yo lo haré—elevé mi voz—yo lo acompañaré— seguí al policía por un pasillo en donde la intensidad de las luces variaba poco a poco, un escalofrío recorría mi cuerpo desde mis pies hasta mi cabeza, me enfrentaría a una cruda la realidad a la cual no quería caer en cuenta todavía. Al final del pasillo pude ver un joven que venía secando sus lágrimas, era bastante alto, llevaba una chaqueta de color negro, su cabello era negro y tenía una barba densa. Creo que este era el lugar en donde los sentimientos encontrados de las personas se veía reflejado en cada lágrima.

—Es aquí señorita— el oficial abrió la puerta y habían dos cuerpos, señaló el que estaba a la izquierda—por favor cerciórese de que es Alejandro Miller— bajé un poco la sábana de manera que el rostro de mi padre había quedado expuesto, cuando miré sus heridas un enorme sentimiento de dolor había albergado mi corazón, mis lágrimas no las podía contener.

—Por favor déjeme un minuto a solas— le sugerí al policía mientras abrazaba a mi padre.

—¿Es Alejandro Miller?— preguntó.

—Así es—musité.

—Lo siento mucho, señorita,—se retiró.

Quedé a solas con mi padre, lo besaba por todo su rostro y mis lágrimas empezaban a caer como gotas de lluvia en su rostro, esto no se podía quedar así tenía que encontrar al culpable de esta fechoría.

—Señorita—el oficial había llegado nuevamente— por favor acompáñame.

—Aún quiero quedarme un poco más— le supliqué acariciando a mi padre.

—Comprendo perfectamente su dolor, pero créame que estará complicando las cosas de esta manera, el cuerpo todavía no ha entrado a la autopsia y no es conveniente que usted ponga sus manos sobre el— colocó nuevamente la sábana en su rostro y le di un último abrazo.

Salí de la sala dirigiéndome donde estaban mis familiares, llevaba el corazón en mis manos y mis lágrimas seguían saliendo, al llegar todos estaban a la expectativa de la noticia, mi madre, mi pobre madre me quedaba viendo quizás esperando que le dijera que no era él, pero un milagro a esta altura ya no podría ocurrir.

—Hija, ¿es él?—sus manos estaban temblorosas.

—Sí, mamá, lamentablemente es papá— todos empezaron a llorar abrazándose el uno al otro, este era el día más negro de mi vida.

—Señora Miller, sé que no es un buen momento para conversar de estas cosas, pero debe acompañarme a la estación para hacerle unas cuantas preguntas acerca de su esposo—el detective se nos acercó, quizás era parte del proceso.

—Y ¿Qué se supone que tengo que decirles?—mamá se había enojado—¿Que mi esposo salía con una chica que era el doble más joven que el? Por supuesto que no tengo cabeza para responder sus estúpidas preguntas.

—No se preocupe señor oficial yo lo acompañaré— al fin y al cabo quería saber qué era lo que había pasado esa noche.

Al llegar a la estación habían demasiados medios de prensa y en este momento era con lo menos que quería lidiar, no quería que me preguntara acerca de lo sucedido, mi cabeza no está para ese tipo de cosas.

—¿Hay otro acceso hacia la estación?— le pregunté al detective.

—Lamentable no, señorita, por favor acompáñame—nos bajamos del coche. Enseguida los medios de prensa nos cayeron como hormigas atacándonos con muchas preguntas incómodas.

—¿Es cierto que su padre tenía una relación oculta con la joven que lo encontraron en el coche?

—¿A quien le quedará la enorme fortuna de Alejandro Miller?

—¿Su padre estaba metido en la mafia?

Todas estas preguntas retumbaban en mi mente y lo único que hacían eran lastimarme, personas como ellas no tenían corazón y ni siquiera se apiadaban. Al llegar a la sala de interrogatorio había un chico de tez blanca, cabello rubio y una chaqueta de color azul al lado de otro sujeto que tenía una computadora.

—Puede tomar asiento, señorita,—me senté frente a él, no me sentía nerviosa en lo absoluto— podría decirme, ¿cuáles fueron las últimas palabras que pudieron intercambiar su padre y usted?

—Sí— me acomodé—La última vez que hablé con mi padre fue en la fiesta de cumpleaños que él mismo me organizó, estuvimos hablando un poco y de pronto dijo que tendría que ir a la empresa a resolver ciertos problemas lo cual no lo vi nada relevante ya que mi padre por lo general siempre trabajaba muy noche.

—¿Recibió amenazas o algo por el estilo?

—No—espeté— por supuesto que no, es decir, no lo creo, papá en su juventud fue alguien de escasos recursos y las empresas que llegó a obtener lo hizo por medio de muchos sacrificios y todo ese tiempo lo único que hizo fue ayudar a los más necesitados, en sus empresas la mayoría de los empleados lo amaban y lo respetaban mucho, no entiendo como habría alguien que lo odiara tanto—empecé a llorar un poco—lo siento—sequé mis mejillas—sólo que no entiendo quien podría ser el culpable de todo esto.

—Entiendo, pero dígame, la mujer que estaba con su padre, Pilar Pills—mostró una fotografía de una chica muy linda—¿usted la conocía?— la observé detalladamente para hacer memoria si alguna vez la había visto, pero me fue imposible.

—No la conozco—negué con la cabeza.

—¿Conoce si su padre tenía oculta una relación con esta joven?

—En realidad no lo sé— tampoco creía capaz a mi padre de hacerle eso a mi madre, lo conocía era un hombre justo y recto.

—¿Alguna vez su padre en alguna conversación pronunció el nombre de Pilar?

—Discúlpeme, señor oficial, pero creo que sus preguntas deberían de ser en otra dirección, ¿no cree?—empecé a molestarme por la forma que estaba acusando a mi padre de infiel—usted está asegurando que entre ellos dos habían un amorío o algo por el estilo, pero creo que la pregunta del millón no debería de ser esa, sino que en ese coche habían dos personas asesinadas brutalmente.

—Está mal interpretando todo, señorita—intentó disculpase—mi intención no es hacerla sentir mal, tampoco estoy tratando de acusar a su padre de infiel, pero entienda que es importante saber el por qué estaban juntos, de esa forma podemos llegar a una conclusión así que por favor concentrece un poco.

—¡Cierre la maldita boca!—defendería a mi padre— ya le he dicho toda la verdad y usted está empeñado a que le dé una versión que ni siquiera yo conozco.

JAY

Estaba acompañando a la madre y a la hermana de Pilar a la salida de la estación cuando de pronto escuché los gritos de una mujer que estaba acusando a Pilar de ser una mujerzuela, no podía quedarme de brazos cruzados así que primeramente fui a dejarlas y Enseguida me regresé entrando a la sala en donde estaba haciendo interrogada por mi amigo Terry.

—¿Cómo se atreve a hablar de mi novia de esa forma?— abrí la puerta de golpe viéndola frente a frente—¿No le da vergüenza? usted no puede hablar así por así de mi novia.

—¿Podría bajar su tono de voz?— ni siquiera me miraba a los ojos—Voy a seguir dando mi declaración así que por favor no interrumpa.

—¡No digas estupideces!— Terry intentó calmarme—¡Suéltame por favor! tengo que decirle unas cuantas verdades a esta señorita, quizás los de su clase nos ven como simple basura, pero Pilar era una mujer decente y trabajadora, jamás se acostaría con su padre por dinero.

—Tú no tienes el derecho de hablarme de esa forma—se levantó de su silla enfurecida— estúpido— susurró a lo bajo.

—¿Disculpa?—espeté—¿que acabas de decir?

—Por favor quita lo de mi vista o de lo contrario pondré una denuncia en su contra—demandó.

—Puedes hacer lo que quieras pero antes debes de retirar las palabras que has dicho de mi novia—le grité en su cara.

—Tú no me vas a obligar de cómo tengo que dar mi declaración, tan sólo eres un recién aparecido y quieras exigirme cosas—esta mujer estaba colmando mi paciencia.

—Sal de acá, Jay,— Terry me tomó de los brazos y empezó a sacarme de la sala de interrogatorio.

—¡Te juro que esto no se quedará asi!— fue lo último que le dije cuando la puerta se cerró frente a mi cara.

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