Capítulo 3
Sé que soy diferente, desde que murió mi esposa dejé de preocuparme por mi apariencia, sé que mi cabello y mi barba son demasiado largos.
- Le avisaré, puedes esperar ahí sentada – señala las sillas cerca del pasillo, hacia donde me dirijo, mientras habla por teléfono.
Luego de dos minutos de espera sale por una puerta al final del pasillo una señora de unos cincuenta años, ella es baja, de cabello largo, morena de ojos cafés, viste ropa formal.
- ¿Mauricio Harper? - llama y me levanto caminando hacia ella - Me sorprendí bastante cuando tu madre te hizo una cita - dice cuando entramos a su habitación.
- No sabía que conocías a mi madre – digo sorprendida también.
- Tu madre y yo somos amigas desde hace mucho tiempo, desde la universidad concretamente – dice riéndose de algo que no sé - Entonces, ¿qué te trae por aquí? - pregunta poniéndose serio.
- No lo sé, solo vine por insistencia de mi madre – respondo sinceramente.
- Hagamos lo siguiente, te preguntaré cosas al azar y tú respondes si te sientes cómodo - propone y yo acepto - ¿Por qué no me cuentas cómo fue tu infancia? - pregunta.
- Fue lo mejor que un niño pudo tener, creo, con la señora Angelina y Carlos como padres, mis días nunca fueron los mismos – le digo y ella sonríe.
- ¿Y qué hay de tu adolescencia?
- Jamón, lo aproveché lo que pude, iba a fiestas, me emborrachaba, era un irresponsable, casi me convertí en padre de una de las tantas novias que tuve, fue entonces cuando vi que la vida era más que fiestas, Bebidas y chicas. Empecé a estudiar gastronomía, algo que me encanta hacer y pronto abriré mi restaurante...
- Puedes continuar cuando quieras – dice y sólo entonces me doy cuenta de que me quedé en silencio.
- Fue en mi restaurante donde conocí a Eva, mi mujer, nos hicimos amigos enseguida, pero nuestros sentimientos empezaron a ser diferentes, no pasó mucho tiempo hasta que empezamos a salir... - los recuerdos empiezan a apoderarse de mi mente y el dolor sale a la superficie.
- Manuel, aún no estás listo para contarme todo, lo entiendo, dejemos eso para la próxima sesión. No estoy aquí para hacerte sufrir, sino para ayudarte, quiero que me veas como un amigo y no sólo como tu terapeuta, ¿vale? - pregunta de comprensión.
- Está bien – respondo.
- Hasta la próxima sesión - dice extendiendo la mano.
- Nos vemos – digo mientras le tomo la mano.
Me despido de ella y salgo de la oficina, el tránsito hacia el restaurante tomó más tiempo de lo esperado debido a un accidente entre un camión y un BMW.
Nada más poner un pie en el restaurante, Hélio, el maitre, viene a recibirme, como todos los días, y contarme las novedades.
- Buenos días jefe, el restaurante está lleno, pero el personal de cocina está ocupado... Ah, antes de que lo olvide, Anne no vino porque se sintió mal, fue al hospital y todo - dice mientras avanzo a la cocina.
- ¿Se encuentra ella bien? - pregunto preocupada.
Anne es una de mis cocineras y una de las mejores, aquí en mi restaurante nos tratamos como una gran familia, si una persona sale mal nos preocupamos todos.
- Ahora su madre se ocupa de ella, sólo necesita descansar unas horas - explica.
- Mándale el especial del día y flores con una tarjeta de que te mejores - le pregunto y él asiente.
Mi vida ha estado muy ocupada desde que anuncié que me iba a divorciar de Thales, todavía no he contado el motivo de la separación, los únicos que saben lo que pasó son Soraia y los empleados de la casa, pero ya están al tanto. que no deberían decir nada.
He estado manteniendo mi rutina normal, he estado pensando en ir a ver a un terapeuta, ella es amiga de mi madre desde su época universitaria.
- Tía, pareces diferente - dice Rafa tomándome por sorpresa.
Lo miro, sentado en la tumbona a mi lado, hoy decidí pasar el domingo en casa de mi hermana, hacía tiempo que no llegaba a su casa, solo nos veíamos en la empresa y en casa de nuestros padres. .
- Oh sí, ¿diferente cómo? - pregunto con curiosidad, girándome hacia él.
- Es más bonita, con sus ojos brillantes, es aún más joven - responde haciéndome reír.
- Gracias querido sobrino, esos son tus hermosos ojos azules – digo.
Rafael es un chico cariñoso, educado, juguetón y muy inteligente para su edad, es mimado por todos en la familia, es un chico inteligente, ya sabe a qué universidad irá en el futuro, derecho, seguirá sus carrera de los padres.
- El almuerzo está en la mesa - Aparece Juliana en la puerta, que conduce a la piscina, donde nos encontramos.
- Ya nos vamos - responde levantándose - Vámonos antes de que ella venga a buscarnos por las orejas - Paso mis brazos por sus hombros.
Me encanta venir a casa de mi hermana a comer o cenar porque ella cocina muy bien, a diferencia de mí que es una negación, por eso tengo a Soraia en casa.
Por la tarde volví a casa, de vuelta a mi realidad, desde que eché a Tales de casa y pedí el divorcio, comencé a dormir en otra habitación y cerré la antigua, no soporto entrar allí, cuando superar todo lo que pasó, entonces veo el ¿Qué hago con esa habitación?
Después de unos minutos en el baño, me siento más relajada y aprovecho para contestar algunos correos electrónicos de mi madre, ella no es muy partidaria de enviar correos electrónicos.
{ Cariño, me tomé la
libertad, como tu
madre, y concerté una
cita con el terapeuta, que
es mi amigo, para
ti. }
( ¿Para cuando?. )
{Mañana, a las nueve de la
mañana. }
No sé qué hacer con mamá, a veces creo que todavía piensa que Juliana y yo somos niños.
Conduzco el auto hasta la oficina programada por mi madre, estaciono mi Mustang en un espacio cercano, cuando entro a la recepción hay una rubia en el mostrador y un hombre sosteniendo a un bebé sentado en una de las sillas de espera.
- Tengo una cita con la Sra. Marques, soy Kala Olet - informó la recepcionista.
- Te avisaré que has llegado – dice cogiendo el teléfono y cogiéndolo cuando lo oye – Ya puedes entrar.
Le doy un gesto de agradecimiento y camino hacia la puerta al final del pasillo, llamo a la puerta dos veces.
- Pasa - habla una voz femenina desde el interior.
Abro y cierro la puerta detrás de mí, la bajita rubia de cincuenta años me recibe con una sonrisa amistosa.
- Hola señora. Galvea - me saluda extendiendo la mano.
- Puedes llamarme Olet, ese era mi apellido de casada y ya no estoy casada - le digo estrechando su mano.
- Muy bien, siéntate – pide señalando el sillón azul marino frente a su escritorio – Tu madre me dijo que está pasando por momentos delicados, ¿quieres hablar de eso? - pregunta.
Suspiro antes de abrir la boca.
- Esta pesadilla comenzó cuando hablé con mi ex marido sobre tener un hijo, él se salió de control pero aun así lo intentamos y luego sufrí el primer aborto, poco después el segundo y el tercero... Tales cada vez se volvía más distante. ... cada vez más de mí y luego, hace dos semanas, lo pillé en nuestra cama con otra persona.
Siento que voy a derrumbarme en cualquier momento, mis ojos ya están llenos de lágrimas no derramadas.
- ¿Y cómo te sentiste cuando viste a tu marido en la cama con otra persona? - pregunta y me muevo incómoda en el sillón.
- Me sentí conmocionado, traicionado. Pensé que él era el amor de mi vida, ver mi matrimonio terminar día tras día era doloroso, llevábamos nueve años casados. Pero ya tenía sospechas: revelé algo que ni siquiera le conté a mi abogado.
- ¿Como asi?.