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Capítulo 2

Camino por la casa que fue mi hogar durante mucho tiempo, la conozco como la palma de mi mano, cuando llego al jardín encuentro a papá, mamá y a Juliana sentados en la mesa y a Rafael en el columpio debajo de un árbol, jugando en su celular.

- Hija, qué sorpresa - dice mamá levantándose.

La abrazo y hago lo mismo con papá y Juliana, le mando un beso a Rafa, me siento al lado de mi hermana.

- Tengo noticias - digo mientras me sirvo jugo de naranja.

- ¿Se trata de los resultados del examen? - pregunta papá, dejando a un lado su periódico.

- Sí, entonces el médico dijo que por el uso del DIU y las pastillas sin el necesario descanso, terminó dañando mis hormonas. Pero el médico dijo que puedo hacerme un tratamiento hormonal y que hay un % de posibilidades de que funcione... - Le explico todo lo que me dijo el médico - ¿Entiendes? Podré tener a mi hijo.

Junto mis manos frente a mi boca, mis ojos están llorosos, espero su reacción, pero ellos simplemente se quedan ahí en silencio, noto que apartan la mirada de mí cada vez.

- Kala - comienza mamá un poco incómoda - Hija, ¿no crees que es hora de que dejes esta obsesión y tengas un hijo?, tu padre y yo estábamos pensando, ¿por qué no vas a terapia, sola, sin tu marido?.

- La madre no es una obsesión - digo indignada.

Como ella no puede comprenderme, ella es mi madre, debe comprender mi deseo de ser madre.

- ¿Y qué es eso? - pregunta levantándose y arrojando la servilleta sobre la mesa.

- Es un deseo, es mi sueño. Me acerco a los treinta, ¿sabes lo difícil que es para una mujer de treinta años quedar embarazada, especialmente en mi condición? - exploté gritando.

Están asustados por mi actitud, nunca antes les había gritado a ninguno de ellos.

- Hija, quédate tranquila - pide papá.

- No quiero quedarme tranquilo, papi, me voy a casa.

Me levanto agarrando mi bolso, salgo lo más rápido que puedo, no sé cómo llegar a casa sin causar un accidente automovilístico, desde la sala voy directo a mi dormitorio, pero lo peor está por llegar.

Cuando abro la puerta del dormitorio veo a mi marido, el chico que consideraba el amor de mi vida, en nuestra cama con otra mujer.

- Thales – grito, dejando caer todo al suelo - ¿Pero qué significa eso?

- Bebé, no es lo que parece - dice, colocando la almohada frente a sus partes íntimas.

- No quiero saber, quiero que esta puta zorra salga de mi casa y tú tienes exactamente treinta minutos para tomar todas, todas tus cosas y largarte de mi casa y de mi vida - Señalo de uno a otro. otro.

- Kala, te lo puedo explicar, fue sólo un desliz, estaba necesitada - intenta explicarse mientras se viste.

- Y ya dije que no quiero saber, y usted, señorita, hizo un mal negocio, no sabe cómo satisfacer a una mujer – le digo a la morena que estaba con él.

- No te ofendas, Kala - protesta Thales, intentando acercarse a mí, pero lo esquivo antes.

- ¿Ofender? Te digo la verdad, siempre tuve que satisfacerme después, cada vez fue solo una frustración, todavía me pregunto cómo lograste dejarme embarazada. ¿Qué sigues haciendo aquí niña? - pregunto y ella inmediatamente intenta salir corriendo de la habitación - Y tienes media hora para salir de mi casa y si dejas algo atrás puedes estar seguro de que lo quemaré todo.

- Sabes qué, no me voy a ir, es mi casa también – dice deteniéndome en seco.

- Sí, saldrá, porque la casa es mía, mi padre me la regaló antes de casarnos, ¿se te olvidó? Separación de bienes, querida.

Mi nombre es Manuel Harper, tengo treinta y dos años, quedé viudo hace dos meses y soy padre de un niño, que se parece a mí, Matteo Emanuel Harper.

Conocí a Eva en el restaurante donde soy dueño y chef, al principio éramos solo amigos hasta que nuestros sentimientos florecieron y se convirtieron en amor, nos casamos hace dos años. El año pasado Eva me dio una noticia maravillosa, íbamos a ser padres, disfrutamos todas estas etapas hasta el momento del nacimiento, algo salió mal durante la cesárea, estuvo en coma una semana, pero sus órganos estaban fallando y ella Murió, pero nada. Se me sale de la cabeza que fue error de ese médico y por eso lo estoy demandando a él y al hospital, que no hizo nada.

- Manuel, tu hijo está llorando, levántalo - dice mamá despertándome de mis pensamientos, con mi hijo en su regazo.

- ¿Qué haces aquí, mamá? - pregunto tomándolo de sus brazos.

Hoy me tomé el día libre para quedarme en casa y ella lo sabía, así que no entiendo que vino a hacer hoy aquí, mamá cuida a Matteo por la tarde hasta las nueve de la noche, es una verdadera abuela, ya que Eva Perdió a sus padres a una edad temprana y fue criada por sus abuelos, pero ellos también fallecieron.

- Vine a cuidar de mi nieto y de mi hijo - responde.

- Mamá, ¿a quién intentas engañar? La señora sabía que yo no estaba en el trabajo; la conozco muy bien.

Mamá no sabe mentir.

- Manuel, te he citado con un terapeuta - dice, haciéndome mirarla de inmediato.

- Mamá, ya hablamos de esto, no necesito psicólogo – Me emociono y con eso termino asustando a Matteo, quien se pone a llorar.

Me levanto del sofá, sacudiéndolo para calmarlo, cuando consigo que lo acueste en su cochecito, luego vuelvo mi atención hacia mi madre.

- Hijo, es hora de que te desahogues con alguien, un especialista, no puedes seguir hundiéndote cada vez más en el dolor, entiendo que estés sufriendo más, tienes que cuidar a tu hijo, él depende de ti - dice, emocionándose.

- Lo sé - digo estremecido.

- Entonces, por favor, acéptalo - insiste.

- Lo pensaré - suspiro derrotado.

- Bueno, eso es un comienzo.

Media hora después ella se va y me paso la tarde cuidando a mi hijo y pensando en lo que dijo mamá, sé que me estoy hundiendo en el dolor y que esto está haciendo sufrir a mi familia, entonces decido hacer lo que mi mamá me pidió.

- Sí hijo, parece que papá va a terapia - digo mirando a Matteo en su cochecito de bebé, mirándome con curiosidad.

Estaciono mi auto frente a la oficina que mamá reservó para mí, antes de venir fui a su casa para dejar a Matteo con ella, sé que debería contratar una niñera pero si hago eso, la Sra. Angelina podría darme una paliza. .

- Buenos días, tengo una cita con la Sra. Marques - Le informo a la recepcionista, una rubia que no deja de mirarme.

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