Capítulo 1
Soy Kala Olet, tengo veintiocho años, soy empresaria, estoy casada con el hombre de mi vida y lo único que falta en mi vida para completarla es un hijo.
- Amar ? - llamo, llamando la atención de Thales, mi marido, hacia mí - Estaba pensando en dejar de tomar anticonceptivos.
Espero alguna reacción de él, pero él solo me mira estáticamente.
- ¿Qué quieres decir con dejar de tomar anticonceptivos? - pregunta tenso.
- Detente, yo ya tengo veintiocho años, casi treinta, tú tienes veintinueve, nos va bien profesional y económicamente, así que pensé que ya era hora de que tuviéramos nuestro primer hijo - respondo con aprensión.
- ¿Y esto lo decidiste sin decírmelo? - se cambia y me encojo en la silla.
- No, te lo digo ahora.
Se pasa una mano por el cabello nerviosamente, levantándose de su silla y guardando su teléfono celular en su bolsillo.
- Kala hablamos luego, ya me voy a trabajar – se va antes de que pueda decir algo.
Mis ojos empiezan a lagrimear, pero estoy tratando de no llorar, no voy a dejar que esto me deprima, solo lo pillé en un mal momento, sí, eso es todo.
- ¿Estás bien? - Pregunta Marília, nuestra cocinera y ama de llaves, entrando al comedor.
- Sí, simplemente lo tomé desprevenido - suspiro, levantándome, agarrando mi bolso - Voy a la revista, adiós Marília.
Nací en una familia de clase alta, al igual que Thales, solo tengo una hermana mayor, digamos ser Olet y el menor de la familia me permitió tener algunos beneficios, soy licenciado en administración y soy director de la revista "Positiva". Una revista fundada por mi bisabuelo, hace más de cincuenta años.
Juliana, mi hermana mayor, es licenciada en derecho, es una gran abogada y me ayuda mucho con los trámites burocráticos de la empresa, está casada y es madre de Rafael, mi sobrino de doce años.
Mi historia con Thales comienza en la escuela secundaria, en el tercer año, él era el estudiante transferido, empezamos como amigos solo cuando entramos a la universidad empezamos a salir, nos comprometimos un año después y nos casamos seis meses después, hemos estado Estamos casados desde hace nueve años y llevamos casi once años de relación y después de tanto tiempo creo que es hora de que tengamos un hijo.
Estaciono mi auto, un Ford Mustang GT, en mi lugar presidencial, miro a mi alrededor y me doy cuenta que el auto de mi hermana está en su lugar. Cuando llego a presidencia encuentro a Juliana hablando con su asistente personal, con un simple gesto entiende que necesitamos hablar.
Dos minutos fue el tiempo que le tomó entrar a mi habitación como un huracán sonriente, pero al ver mi condición su sonrisa murió.
- ¿Qué sucedió? ¿Qué hizo tu marido bastardo? - pregunta sentándose en la silla frente a mí.
- Creo que no quiere tener hijos - respondo rompiendo a llorar, ahora no hay forma de contener las lágrimas.
- Espera, ¿te dijo eso?
- No, pero tu actitud lo ha dicho todo – digo secándome las lágrimas testarudas que insisten en caer, sin permiso – Creo que me voy a rendir.
- Ay, hermana mía – dice levantándose, rodeando la mesa y abrazándome.
"Un mes y medio después"
El día empezó mal para mí, tuve otra discusión con Tales, ahora de esto se trata nuestro matrimonio, una discusión tras otra, luego comencé a sentirme mal durante el trabajo, hasta que me fui temprano por eso.
Al principio era solo un dolor en la espalda, pero ahora se ha extendido hasta el pie del estómago, hasta hace dos horas era un dolor pequeño pero ahora es más fuerte.
- Aumenta - Gimo al sentir un dolor muy fuerte en mi bajo abdomen, me levanto agarrándome de la mesilla de noche, miro el colchón donde hay una mancha de sangre, con manos temblorosas recorro mi privado. partes y me aterrorizo al darme cuenta que estoy sangrando - Dios mío, Marília - grito desesperadamente.
- ¿Me llamaste?
Para entonces ya había sangre corriendo por mis piernas y el vestido que antes era blanco ahora es rojo.
- Llama a una ambulancia - pregunto.
- Le llamo señora, le llamo, quédese tranquila - pregunta, más nerviosa que yo.
No sé cuantos minutos tardó en llegar la ambulancia, ya estaba perdiendo la noción de tanto dolor.
- Llama a Juliana – digo mientras los paramédicos me llevan.
Perdí el conocimiento incluso antes de llegar al hospital, cuando desperté ya estaba en una habitación conectada a varios dispositivos.
- Señora Galvea, ¿cómo se siente? - Enfoco mi atención en el doctor canoso.
- Con un poco de dolor - responde todavía aturdido.
- Esto es normal para una mujer que acaba de sufrir un aborto espontáneo - dice, anotando algo en su portapapeles.
- ¿Qué quieres decir con aborto espontáneo? - pregunto, porque creo que escuché mal.
- Estabas embarazada, ¿no lo sabías?
- Na-no – shock es todo lo que siento recorriendo mi cuerpo, al escuchar sus palabras.
Cinco minutos después entra Juliana, su cara lo dice todo.
- Ay hermana mía, ya estoy aquí – dice tomándome de las manos.
- ¿Él ya lo sabe? - pregunto, refiriéndose a Tales.
- Sí, y no parecía muy contento - responde.
- Yo imaginé eso.
No sé cuánto tiempo sobrevivirá mi matrimonio así.
- ¿Qué está pasando con tu matrimonio? Has estado muy triste últimamente. Juliana me conoce mejor que yo mismo.
- No quiero hablar de eso. ¿Puedes preguntar cuándo me voy a casa? - pregunto y ella asiente y luego se va dejándome solo.
Mierda.
Cuando por fin mi vida podría estar volviendo a encaminarse, me pasa esto, hasta cuando tendré que pasar por esto, mi matrimonio se está desmoronando cada vez más y ahora me quitaron un hijo que ni siquiera sabía que existía. .
Después de mi primer aborto, tuve dos más entre períodos de tres y seis meses, en ningún momento Tales se quedó a mi lado, dijo que era ridículo seguir intentándolo, a veces creo que dejó de quererme, desde la vez que lo traje. Cuando menciono el tema "hijo", ha estado actuando diferente.
Thales ha estado llegando a casa cada vez más tarde, sé que su carrera como cirujano le exige mucho, pero parece que está usando su trabajo como excusa para alejarse de mí, ya no sé qué hacer. Le sugerí terapia cardíaca a la pareja y él dijo que no tenía tiempo que perder en tonterías.
Después de mi último aborto, decidí buscar un médico especialista para saber qué tenía.
Esta espera me está poniendo aún más nerviosa, nunca he sido una persona muy tranquila, siempre he sido ágil y no me quedaba quieta, a mamá le costaba mucho mantenerme callada cuando era niña.
- Perdón por el retraso, señora. Galvea, tenía que atender una llamada importante, relacionada con otro paciente - explica el Dr. Robert mientras entra a su consultorio.
- Bien, ¿cuáles son los resultados? - pregunto, sin poder soportarlo más.
- Entonces, me explicaste antes que usaste el DIU y luego cambiaste a pastillas normales - comienzas y yo confirmo - El DIU a veces puede dificultar las cosas cuando una mujer intenta quedar embarazada y para ti que no tomaste un descanso. Empezar a usar las pastillas lo hará mucho más difícil.
- ¿Estás diciendo que ya no podré tener hijos? - pregunto anestesiado.
- Señora Galvea, para llevar a término su embarazo tendrá que someterse a tratamientos hormonales - me explica tranquilizándome.
- ¿Y esto realmente funcionará, doctor? - Pregunto un poco más emocionado.
- Señora Galvea, tenemos un % de posibilidades de que todo salga bien y el % restante es muy raro que suceda, así que sí, funcionará.
Su respuesta me alegró aún más, me despedí de él con los pensamientos más positivos, que ahora mi hijo está más cerca.
Al salir del hospital decido ir a casa de mis padres, Joao Ricardo y Raiane Olet, son los mejores padres que cualquier niño podría pedir, son cariñosos y atentos, nos enseñaron el valor de la vida y las cosas y a valorarlo todo. tenemos, y nunca juzgamos a alguien por su clase social o color, sino por su carácter.
Soraia, ama de llaves de casa de mis padres desde antes de que naciera mi hermana, sonríe nada más verme al abrir la puerta.
- ¿Hola chica, Cómo estás? - pregunta cuando la abrazo.
- Mejor ahora, ¿dónde están mis padres? Tengo una gran noticia que contarles.
- Están en el jardín, tu hermana está ahí con Rafa - responde cerrando la puerta.
- Gracias Soraia.