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Capítulo 3

Despertar de mis pensamientos es un ligero golpe a mi puerta.

- Pasa. -

Respondo antes de ver entrar de nuevo al mismo chico de antes.

- Disculpe si la interrumpo señorita.-

Es tan dulce y amable que si fuera humana lo pensaría un poco.

- No te preocupes, dime qué te pasa.-

Me levanto de la cama para caminar hacia la puerta.

- A mi madre le gustaría saber si mañana por la mañana tendremos que despertarte para ir a la escuela.

Bueno, sí, puede que tenga quinientos años, puede que incluso haya participado personalmente en esas guerras de las que tanto hablan los libros de cuentos, pero lo cierto es que para no llamar la atención tengo que empezar de nuevo a ir a la escuela y a fingir ser como los demás.

- Claro que la escuela, si, gracias, me haría un gran favor.

- - De nada, señorita. -

Estaba bien que me llamaran "lei" cuando todavía intercambiaban cartas con las palomas mensajeras, pero desde entonces Estamos en , creo que también puedes llamarme "lo siento".

- Llámame Gigi.-

El chico frente a mí me sonríe y me tiende la mano.

- Soy Duncan Harris-

- Nos vemos mañana Duncan-

le respondo antes de verlo salir nuevamente y cerrar la puerta.

No era necesario, ahora tengo que ir a la escuela y estudiar cosas que he vivido de primera mano a lo largo de mis años, cuando debería estar andando buscando a Valter y sus tres amigos. Esto significa que tendré que buscarlos por la tarde y tardaré más de lo que me gustaría.

La noche no es nada tranquila, lo único que puedo hacer es escuchar los gritos de mujeres, hombres y niños, que gritan como si alguien los estuviera matando. Me viene a la mente un pensamiento que me hace levantarme de la cama, definitivamente serán vampiros.

Me visto rápidamente y luego salgo de mi habitación y bajo las escaleras del hotel con velocidad de vampiro para que no puedan escucharme.

Me acerco a la casa donde escucho mayor alboroto, dentro hay un vampiro que está desangrando a una pobre mujer.

- Déjala ir inmediatamente si no quieres que te mate enseguida.-

Digo irrumpiendo en la casa, sin preocuparme por las consecuencias.

- Por fin has llegado, Valter empezaba a cansarse de tu demora. -

Escucho responder al vampiro mientras aún tiene a la mujer en sus brazos

- Walter deja a esa mujer antes de que te empale. -

De repente lo veo salir del cuerpo de la mujer. y tierra sin vida.

Y exactamente como lo recuerdo, alto con un poco de barba despeinada y ojos verde muy claro, aún con esa pulsera que le regaló la bruja Esmeralda, una pulsera de plata con tres piedras engastadas en el frente que le permiten caminar a la luz del sol. el sol.

- Estás feliz.-

- No te imaginas cuánto.-

Aprieto los dientes con tanta fuerza que duele.

- ¿Qué quisiste decir con Valter? Te estaba esperando.-

- Significa que él fue quien te envió a Alex, estaba cansado de fingir jugar al gato y al ratón y luego te necesita.-

Esto es hermoso, el hombre al que he querido matar durante más de cinco siglos que me ha necesitado.

- Y qué le hace pensar que lo ayudaré, vine aquí para matarlo y matarte a ti y a tus amigos.-

- Hablarás de eso mañana solo.-

Me responde antes de desaparecer en la oscuridad total. Siempre odié la forma de actuar de Walter, su forma de dejar siempre abierta una conversación.

Dios, odio a esos vampiros.

Lo que Víctor y sus amigos no saben es que ahora que los tengo bajo mi control siguen mis reglas, así que si ese monstruo quiere hablar conmigo antes de morir tendrá que esperar hasta que salga de la escuela.

Y con estos pensamientos y mil otros que tienen como protagonista la futura muerte de Valter y sus tres amigos vuelvo al hotel.

Pero una pregunta surge repetidamente en mi mente, una pregunta que no me deja dormir en toda la noche.

¿Por qué Víctor me necesitaría?

Pero, sobre todo, ¿qué le hace creer siquiera que le ayudaré?

Hace mucho que no siento el sol en mi piel, más precisamente desde hace años y días, más precisamente desde que le rogué a Sandro que me dejara conseguir un anillo solar para perseguir a Valter en Francia. Pero él se resistía, tenía miedo de que si me daba el anillo yo huiría y no volvería jamás o que me rebelaría contra él. Logré tranquilizarlo prometiéndole que seguiría a Valter, lo mataría, luego regresaría con él, rompería el anillo ante sus ojos, como ya lo había hecho en el pasado, y continuaría ayudándolo en su causa. No hace falta decir que seguí a Valter a Francia, pero huí y me vi obligado a regresar a los bosques del norte de África y destruir el anillo solar frente a los cazadores para demostrarles que permanecería con ellos hasta hoy.

- Señorita Gigi, pensé que debería haber venido a despertarla.-

Me siento acogido en el pequeño salón del hotel. Donde bajé a desayunar.

- No se preocupe señora, anoche no pude dormir mucho así que me levanté temprano.-

Le respondo mientras me siento.

- ¿Quieres un café? -

Sé que soy un vampiro, y que normalmente solo nos alimentamos de sangre pero a veces nos encanta volver a fingir ser humanos y alimentarnos normalmente.

- Sí, gracias, y de todas formas usted me llama simplemente Gigi, señorita, me hace sentir un poco vieja. - Ya

sé que soy muy, muy mayor, pero oírme llamar señora o señorita siempre me molesta mucho.

- Claro, si quieres puedes llamarme Elis.-

- Entonces buenos días Elis.-

- Buenos días Gigi.-

Responde sonriéndome, realmente es una buena mujer, solo me pregunto qué estará haciendo en un pueblo. perdido en medio de la nada y muy lejos de una zona residencial.

- ¿Puedo hacerte una pregunta Elis? -

Pregunto mientras la veo servirme un poco de café en una taza.

- Por supuesto, dímelo.

- - Anoche escuché gritos, y me pregunto ¿por qué, por casualidad, pasó algo? -

Veo que la mujer de repente se queda en silencio sin saber en qué dirección moverse. Estaba seguro de que no fui sólo yo quien escuchó esos gritos.

- Son los monstruos de la noche.-

Escucho intervenir a Duncan mientras baja las escaleras con su mochila en mano.

- ¿Los monstruos de la noche? -

Pregunto, ¿cómo puede ser que Valter haya sido tan ingenuo como para dejarse descubrir?

- Llegaron al pueblo hace aproximadamente un año y sembraron el terror.-

continúa Duncan, mientras coloca su mochila en un pequeño sofá ubicado cerca de la entrada.

- YA BASTA.-

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