Capítulo 4 Sola.
Los días que siguieron en la mansión Zabet se encargaron de despedirse de sus hermanos y darle consejos, los cuales deberían seguir al pie de la letra. La primera en salir con sus maletas fue Ámbar, su destino España.
— Ámbar, por lo que más quieras, recuerda que, si llevas un escote provocador, lo demás debe estar cubierto, no muestres de más o te verás vulgar.
— Vicky tu naciste con la decencia y yo con el descaro. — Ambas jóvenes rieron por sus comentarios.
— Solo no olvides de usar condón y si sucede algo, regresa a casa, no cometas los errores de Zafiro.
— No lo haría, yo jamás podría hacer eso.
— Deja de juzgarla, ella estaba asustada.
— ¿En verdad? Vamos, conoce a nuestra madre…
— Ella le temía a lo que Neizan pudiera pensar.
— Sabes que aún no lo termino de aceptar, en fin, yo no podría abortar.
— Deja de juzgarla, es fácil criticar el camino que uno no ha recorrido, mejor mira bien tu camino y trata de no tropezar con ninguna piedra, aunque si llegas a caer, solo llámame e iré a ayudarte.
— Tienes razón, y tú no hagas nada interesante en mi ausencia.
— ¿Qué podría hacer?
— Tú… eres la más astuta de todos y la más hermosa, por lo tanto, quiero que me prometas que te cuidaras, regresare pronto.
— Lo hare Ámbar, lo hare.
El día siguiente se fue Felipe.
— Por favor, no hagas nada imprudente, recuerda que vas a Canadá.
— ¿Yo? Sería incapaz.
— Por favor, Fely promételo.
— No te preocupes, el Felipe bromista se queda aquí a tu lado cuidándote, cuando regrese seré un hombre tan aburrido como papá.
Victoria extrañaría las historias de su hermano, a través de los años la joven había aprendido a ver el mundo a través de sus ojos, pero debían seguir adelante, mientras ella quedaba estancada allí, en su hogar, en su casa de cristal.
— Stefano Zabet, te prohíbo que pelees, me oyes, si me llego a enterar que te involucras en un solo pleito iré a Rusia y te traer de una oreja. — le advirtió mientras lo apuntaba con un dedo y su hermano se colocaba delante de ella, sin decirle que estaba apuntando al aire minutos antes.
—… — Stefano no pudo decir palabra alguna, solo la abrazo, tan fuerte, como queriendo dejar una parte de él en ella, un pedazo de su ser para proteger a su pequeña hermana.
— No me pasara nada, me quedo con papá y mamá, ellos me cuidaran. — se apresuró a decir, ella conocía a sus hermanos.
— De todos tu eres la más fuerte. — le susurro en el oído, para luego subir al vehículo que lo llevaría al aeropuerto.
Mateo estuvo escapando de ella toda la semana, y la joven sabía muy bien porque lo hacía. Por lo que uso uno de sus trucos, no le gustaba jugar sucio pero llegado el caso no tenía escrúpulos, camino decidida en dirección a la piscina, sabiendo que su hermano estaba en algún lugar del enorme jardín trasero.
Mateo escucho el chapoteo en el agua junto con el grito de Vicky, no lo pensó dos veces y salto a la piscina, llego a su lado en solo unos segundos, sabía que Victoria sabía nadar, pero desde su pérdida de visión a la joven no había poder humano que la haga entrar al agua, el hecho de quedar sumergida y privado del sentido del oído era más que suficiente para que se alterara y tuviera algún ataque de pánico.
— ¡Vicky! ¿Estás bien hermana?
— Si, si no fue nada.
— ¿Pero qué rayos hacías?
— Llamaba tu atención. — respondió tiritando de frio y su hermano se apresuró a cubrirla con una toalla.
— ¡Estás loca!
— No, solo desesperada, ¿acaso te iras como ladrón en la noche? ¿No piensas despedirte de mí?
El silencio se hizo presente y la joven supo que su hermano estaba llorando en silencio, Mateo era el más serio de todos, pero si se trataba de Victoria él era el más sensible, al igual que Amir no soportaba ver a su hermana viviendo en la oscuridad.
— No voy a irme. — dijo finalmente con la voz rota.
— ¿De qué hablas? Debes ir a China, la universidad…
— Yo no te voy a dejarte, jure que sería tus ojos, y lo voy a cumplir.
— Bien porque si es así, debes ir a estudiar a China, yo te esperare aquí y tú me contaras como es todo, quiero que cundo vengan de visita me describan como es el mundo.
— Ven conmigo. — suplico como lo habían hecho cada uno de sus hermanos.
— No, este es mi lugar, aquí siempre estaré esperando a que regresen, mis hermanos, mis amigos, descubre el mundo por mí y luego ven a contarme como es.
Mateo obedeció a su hermana, cada uno de los cuatro salió de esa mansión dejando un pedazo de su alma en aquel lugar, era la primera vez en 18 años que los quintillizos se separaban, a cada uno le esperaba una aventura diferente, incluso a Victoria.
Cuatro meses habían pasado, todo estaba bien, como de costumbre, Candy solo tenía a Victoria en casa, ya que Rosita había comenzado a trabajar para Vincent Bach y tuvo que mudarse a la ciudad, la joven morena quería valerse por sí misma y Candy lo respetaba, pero para Amir era otro golpe, el patriarca de la familia era el más apegado a sus hijos, en especial a sus hijas, ya Eros se había casado unos años atrás, Zafiro también se había marchado con su Ruso mafioso y si bien Amir detestaba que su Zafiro estuviera lejos, se conformaba con tener nietos, y eso le encantaba, que lo llamaran abuelo Amir, el hombre se sentía caminar en las nubes cada vez que sus nietos lo iban a visitar, pero la mansión se sentía muy vacía y grande, en aquel lugar crecieron 10 niños que corrían, gritaba y jugaban por todas partes, ahora solo les quedaba su pequeña Victoria.
— Mamá, sabes que no me gusta salir de casa. — se quejó ante la insistencia de su madre.
— Hija, es la boda de las primas de Lucero.
— Es normal que Eros tenga que ir porque es primo político de Linda y Rene, pero yo no tengo nada que ver con los Bach.
— Lucero es tu cuñada.
— Sabes a lo que me refiero, no conozco a nadie.
— ¡Pero mira que caprichosa se ha vuelto! — el grito de Rosita la hizo girar con dirección a la puerta.
— Hermana. — respondió mientras abría los brazos y esperaba que Rosita llegara a ella. Luego de fundirse en un abrazo, tomaron asiento.
— Bien, como sé que Rosita te convencerá, yo saldré con Mel a comprar unos lindos vestidos para este fin de semana. — Candy dejo a sus hijas sola y Rosita aprovecho para poder hablar con su hermana.
— Necesito que estés en esa boda. — dijo la morena en tono preocupado.
— Rosita, sabes que no me gusta salir, sé que me ven con lastima y no me gusta.
— Hazlo por mí.
— Tú te divertirás más si yo no voy.
— Tengo una relación con Vincent Bach. — Termino confesando la mayor, mientras el silencio reino por unos segundos.
— ¿Estas bromeando?
— No.
— ¿Tu jefe?
— Si.
— ¿El primo de la madre de Lucero?
— Si.
— ¡El que te lleva más de 20 años!
— Deja de gritar. — Rosita miro a todos lados, hacia dos meses habían aumentado la seguridad en la mansión, Eros había ayudado en la captura de uno de los mafiosos más buscado y todos estaba en peligro.
— ¿Pero en que rayos estás pensando? La ciega y desesperada soy yo no tú.
— ¿A qué te refieres?
— Que yo me conforme con un vejestorio estaría bien, después de todo quien querría a una ciega, ¿pero tu Rosita?
— Deja de decir idioteces o te golpeare, eres hermosa cualquier hombre seria afortunado de tenerte y Vincent es… Dios tan sexy, con sus músculos duros y esos labios, y ese pe… estoy perdida.
— ¿Ibas a decir pene? — las risas de Victoria llenaron la sala, y a Rosita no le importo, era su hermana y con ellas no tenía secretos, bueno al menos con Ámbar y Victoria.
— ¿Terminaste de burlarte?
— Sí, lo juro, ahora dime, ya lo han hecho.
—… Si y es uff, no sé cómo describirlo.
— No lo hagas, ya Ámbar me traumo lo suficiente.
— En verdad Vicky, estoy perdida, él no quiere nada serio conmigo, sé que solo soy su juguete, pero…
— Estas enamorada. — la joven era ciega pero no tonta, ya había oído ese tipo de miel en la voz de su hermano mayor y de su Hermana Zafiro cuando hablaban de los que hoy eran sus parejas.
— Si, y no sé cómo hacer para no sentir lo que siento. — Rosita estaba sufriendo por amor, parecía que ese era el destino de los Zabet.
— Lamento no poder ayudarte con eso, Ámbar es la experta en sacarse a los hombres de encima, pero si has conseguido que mi curiosidad surja, iremos a esa boda, quiero conocer al vejete.
— Deja de llamarlo así. — si hubiera sido Ámbar con la que estuviera hablando la hubiera golpeado, pero contra Vicky no podía hacer nada más que reír.
— Sabes que papá lo matara si se entera que te está despreciando y no hablar de mamá… oh, Dios, HADES VA A MATARLO. — Su primo quería a Vicky, pero adoraba a Rosita, el sentía una deuda eterna con la joven, ya que vio como Miguel moría por protegerlos ese fatídico día, aun sabiendo que Rosita quedaría sola.
—No puedes decir nada, sabia donde me estaba metiendo, él no tiene ninguna responsabilidad conmigo, solo fui yo, me enamoré sin darme cuenta.
— ¿Se están cuidando?
— Sí, él es muy cuidadoso y experimentado.
— Pues claro si es un hombre de 42 años.
— ¿Crees que es malo enamorarse de alguien mayor?
— No puedo opinar de amor y lo sabes, solo digo que es lo mínimo que debe hacer, tratarte como una princesa.
— Él se colocó una inyección que dura tres meses, por lo que no debemos preocuparnos por tener bebés.
— Eso está bien. Pero quiero que me prometas algo.
— ¿Qué?
— No dejaras que nadie lastime tu corazón Rosita, ni un hombre, ni un pendejo, nadie puede lastimarte.
— No debes preocuparte, no lo permitiré.
Los días pasaron y Victoria se sentía cada vez más sola, ella estaba segura de que jamás experimentaría lo que era el amor, pero por lo menos sabría lo que era el amor por las experiencias de sus hermanas.
El día de la boda llego y un estilista fue a la mansión, para ayudar a Candy y Victoria a lucir más hermosas si eso fuera posible, llegaron a la boda doble de las hijas de Sam Bach arrancando suspiros, por suerte para Amir su sobrino Hades también se encontraba allí y mientras el espantaba a cualquiera que mirara a su esposa, Hades estaba atento a Victoria.
— ¿Cómo esta lo niña más hermosa? — dijo el ángel de la muerte dejando un beso en la mejilla suave de su prima.
— Hades, me alegra oír tu voz.
— Perdona pequeña, no he tenido mucho tiempo…
— ¿Para superar a Lucero?
— Vicky, eso ya paso. — dijo avergonzado el pelinegro.
— En algún momento encontraras a tu propia estrella, te lo mereces.
— Eres una pequeña muy lista y hermosa. — no pudo evitar abrazarla.
— Si claro, soy ciega no tonta.
— ¿A qué te refieres?
— Acaso no ves que estoy sola, si fuera hermosa, ¿dónde están los hombres?
Hades dejo salir una suave risa, claro que el joven de 25 años no le diría que ya había espantado con la mirada a varios de los jóvenes Bach y otros niños ricos que estaban deseosos de estar al lado de la joven.
— Podrías disculparme acabo de ver a Rosita, la iré a traer con nosotros.
— Claro.
— Y no hables con nadie, ¿de acuerdo?
— Hades, ve por Rosita y cierra el pico.
Luego de unos segundos la joven rubia que se había quedado parada junto a la mesa de aperitivos oyó la voz enfadada de su primo, y supo que algo sucedía con Rosita, por lo que con cuidado siguió la larga mesa hasta llegar a donde se encontraban su hermana mayor y su primo.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué discuten? — quiso saber, además de hablar para que la ayudaran a llegar a donde ellos estaban.
— No es nada. — se apresuró a decir Rosita.
— ¿No es nada? Acaba de insinuar, mejor dicho, decir que saltas de cama en cama, le volare la cabeza y me importa una mierda que sea tu jefe o un Bach. —Hades estaba a punto de mostrar su verdadero rostro, el asesino estaba rasguñando por salir a la superficie.
— Dios. — dijo la rubia llevando una mano a su cabeza.
— ¿Qué sucede Vicky? — preguntaron al unísono sus acompañantes.
— Me duele la cabeza, Rosita, ¿me acompañarías a casa? — Rosita supo que la estaba ayudando a su manera, y se lo agradeció internamente, si había algo que hiciera desistir a Hades de matar a alguien eran ellas.
—Claro vamos.
— Les avisare a los tíos, vallan directo a la mansión las alcanzare en unos minutos.
Hades amaba viajar en su moto de cilindrada grande, por lo que las jóvenes irían en la camioneta, él les informaría a sus tíos y luego seguiría discutiendo con Rosita hasta que le explicara lo que había sucedido, una vez en la camioneta Vicky dejo de actuar, mientras el chofer conducía.
— ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué Hades esta tan decidido a matar a un Bach?
— Es Vincent, creo que se molestó por verme con Hades. — Los nervios de Rosita eran visibles aun para Victoria.
— ¿Se molestó? ¿Ustedes tienen o no una relación además del sexo? — Vicky estaba confundida, pero antes que Rosita le aclarara algo, un automóvil las impacto de un lado, provocando que la camioneta se volcara y deslizara unos metros
— ¡¿DIOS VICKY ESTAS BIEN?!
—Sí, sí y ¿tu? — respondió la rubia moviendo sus manos con desespero para tocar a Rosita.
— Estoy bien, pero el chofer esta inconsciente.
Antes que las jóvenes pudieran decir algo más, unos hombres aparecieron, abrieron la puerta de la camioneta y las bajaron sin nada de delicadeza, solo para ingresarlas a otro vehículo.
— ¿Qué sucede? — el terror en la voz de Victoria era palpable.
— Creo que nos están secuestrando, estos hombres están encapuchados. — en el momento que Rosita hablo uno de los hombres saco un teléfono y hablo. Mientras otro coloco unas esposas sujetando una mano de Vicky y otra a Rosita.
— jefe, tenemos a las hermanas Zabet, vamos en camino. — Victoria sabía muy bien lo que sucedería, debía salvar a su hermana, se lo debía después de todo si Miguel no hubiera salvado a su madre Candy ni ella ni sus hermanos existirían.
— No te preocupes Vicky, no te dejare sola.
— No, eso es precisamente lo que vas a suceder, debes dejarme sola.
— ¿De qué hablas?
— Mira el mundo por mí. — Rosita miro asustada a su hermana, eso sonaba como una despedida y no le gustaba.
— Ustedes dos, silencio.
Victoria sabía que Rosita estaba del lado de la puerta, ella en el medio y un hombre a su lado, se suponía que una ciega no causaría problemas y se suponía que Rosita no intentaría nada al estar atada a una inútil ciega, pero Victoria no era inútil y más que ella importaba Rosita, por lo que en el momento que oyó la moto de su primo acercarse se disloco la unión del hueso del pulgar, mordiendo sus labios aguantando el dolor, saco la mano y en un movimiento rápido abrió la puerta del automóvil empujando a la vez a su hermana.
El automóvil recién comenzaba su marcha, y mientras el hombre que iba a su lado la tomaba del cabello evitando que Victoria también callera por la puerta, los primeros disparos se hicieron presentes.
— ¡HADES! — grito por solo fastidiar, sabía que su primo era tan conocido como su tío, como también sabía que Hades no dejaría tirada en aquella autopista a Rosita. El automóvil aumento la velocidad y la moto de su primo ya no se oía, estaba sola, por primera vez en la vida, estaba sola.