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Capítulo 3 Alessandro.

Sicilia es la isla más grande de Italia, separada del continente por el estrecho de Messina y bañada por el Mar Jónico, el mar Tirreno y el Mediterráneo.

Es una de las joyas del sur de Italia, que se puede descubrir, conocer y vivir a través de una serie de rutas, dependiendo de los gustos y necesidades, se pueden desarrollar a través de la naturaleza, la historia o la tradición.

La naturaleza parece haber destinado a esta tierra todas sus maravillas: montañas, colinas y, especialmente, el mar, En esta tierra, el Mediterráneo ofrece escenarios, olores y sabores únicos e intensos.

Pero además de poseer toda esta belleza, guarda un secreto mayor, en algún lugar de sus territorio, la familia Santoro ha sabido manejar todos sus negocios y pasar desapercibidos, o por lo menos el jefe de la mafia así lo hizo, Alessandro Santoro quienes muchos conocen por el apodo de l’ombra o la sombra en castellano, lleva una vida intachable para muchos, bajo la fachada de respetado empresario, el hombre de 30 años logro llevar el negocio familiar a su más alto alcance, mientras que para la sociedad en general, solo es un viudo amable, rico, respetado, que cría a su hija Estefanía de 7 años y quien se hizo cargo de terminar de criar a su hermano menor Luis cuando sus padres murieron, si, para todo el mundo Alessandro Santoro es un buen hombre, pero sus más allegados saben realmente quien es realmente.

Alessandro Santoro se ganó su apodo a pulso, ninguno de sus enemigos conoce su rostro, y quienes lo han visto han muerto, algo que aprendió de su padre, su identidad es lo más valioso a guardar y proteger, es lo único que garantizara que sus hijos vivan tanto como para tomar su lugar en la mafia y que sus hijas puedan hacer una vida normal lejos de todo ese ambiente, el único rostro visible que tiene su organización es su mano derecha, Fabrizzio, quien fue detenido hace dos meses gracias a la intervención de Eros Zabet, actual esposo de Lucero Bach, algo que lo tiene de muy mal humor, sabe que si quiere seguir llevando una vida más o menos normal, tiene que liberar a Fabrizzio y lo hará, cueste lo que cueste, le pese a quien le pese.

— Alessandro, esta es toda la información que pudimos recaudar en estos dos meses.

Uno de sus hombres de confianza dejo una serie de carpetas sobre su escritorio de madera de roble, llamando la atención del hombre caucásico de estatura media alta y cabello negro. Alessandro dejo de ver por la ventana como su pequeña hija jugaba en el jardín, para clavar sus ojos marrones con motas negras en su empleado.

— Ahórrame el trabajo de leer toda esa mierda y dime a quien debemos matar para que Eros liberé a Fabrizzio. — Su voz fría denotaba cansancio, luego de pasar una noche torturando a un infiltrado para finalmente matarlo, no estaba de humor para lidiar con cosas como esas.

— Su mujer y su hijo son intocables, atacar a un Bach no solo es una misión suicida, es algo realmente imposible, por lo que investigamos a sus padres y hermanos.

— Te noto inquieto y me están inquietando y sabes mejor que nadie que eso no es bueno. — el jefe miro a su empleado como si estuviera decidiendo si matarlo o no.

— No me gustaría inquietarlo jefe, pero luego de investigar descubrimos que Eros Zabet es sobrino del Ángel de la muerte. — el joven tenía gotas de sudor en la frente, mientras rezaba porque la pequeña Estefanía se le ocurriera visitar a su padre en el despacho, solo así saldría vivo.

— Y yo soy la sombra, ¿acaso crees que alguien podría conmigo? — el golpe que le dio al escritorio le dejo claro su falta, por lo que bajo la cabeza de inmediato.

— No, por supuesto que no, solo… tendremos demasiadas perdidas si atacamos el hogar de los Zabet, sus hermanos están en diferentes universidades, pero atacarlos seria iniciar una guerra con otras organizaciones, el ángel de la muerte pidió a distintas organizaciones que los protegieran, están en Canadá, China, Rusia y la única que está a nuestro alcance es Ámbar que está en España, pero está viviendo en el mismo edificio que los mellizos Constantini Zabrek.

— ¿Los nietos de Marco Constantini? ¿Qué hacen dos niños de 12 años en España?

— Están de vacaciones y si atacamos ese lugar no solo Marco podría creer que es un atentado a ellos, también Noha Zabrek vendría por nosotros, ya sabe que acabo con los Rizzo solo por amenazar a su esposa.

— Entiendo y tienes razón, Noha no es muy compasivo, menos cuando se trata de su familia, además tenemos varios negocios con él. — el dolor de cabeza aparecía una vez más en Alessandro, mientras tomaba las carpetas y le daba una ojeada, debía encontrar algo, alguien importante para quitarle, una lección para que nunca olvide que con LA SOMBRA no debía meterse, ni él ni nadie...

— Zafiro esta con Neri, tampoco nos sirve. ¿Y esto? Aquí dice que tiene hermanos quintillizos, ¿porque solo hay información de cuatro en las universidades?

— Victoria es ciega, ella no sale de su mansión, por lo menos no la hace seguido, ni siquiera pudimos obtener una fotografía de ella.

— ¡MALDICION! — Renzo se veía muerto de un momento al otro, por lo que se apresuró a hablar.

— Pero podemos ir por la adoptada, Rosita, ella está trabajando en la empresa de Vincent Bach, vive en un departamento sin seguridad.

— No le afectara la muerte de una joven que no lleva su sangre. — Alessandro miro por un momento su arma, mientras pensaba donde estaba su hija y si escucharía cuando le volara la cabeza a su empleado.

— Tengo entendido que la aprecian, quizás si la secuestramos podamos conseguir resultados rápidos, si el la ve sufrir, si oye sus gritos, estoy seguro de que sedera.

La mente del mafioso comenzó a trabajar, trazando un plan de torturas al que estaba más que seguro Eros sedería a lo que él le pidiera y por fin después de dos meses, Alessandro sonrió.

— Prepara todo, tendremos una invitada, pero no será la adoptada, quiero a la ciega.

— Pero Alessandro… — Renzo dejo de hablar cuando el mafioso dejo su arma arriba del escritorio.

— No me importa cuánto tengan que esperar, en algún momento saldrá y será ahí cuando actúen, la traerán directamente aquí.

— ¡A la finca!

— Si, estará en esta casa, nadie sabe quién soy y nadie nunca lo sabrá, si ella es ciega jamás vera mi rostro.

— Creo que es mejor llevarla a la otra residencia.

— Así atraparon a Fabrizzio ¿Quién dice que no tengan todas las direcciones de nuestros lugares? Solo esta casa es segura. Ahora escucha bien lo que te diré, esperaremos un poco más, si en un tiempo ella no sale, la obligaremos a hacerlo.

— Pero ¿cómo?

— Un incendio, un terremoto lo que sea, ¡pero tienes dos meses máximo para traerla!

— Lo entiendo.

— Eso espero.

— Papy. — La voz de su hija lo alerto de que debía cambiar su expresión, ella jamás debía sabe quién era él y mucho menos lo que le hizo a su madre.

Alessandro era un hombre de sangre fría, despiadado, un ser sin alma, la razón, había nacido sin ella, pero cuando su hija nació descubrió que quizás si tenía un poco de humanidad, solo un poco, no lo suficiente como para perdonarle la vida a Fabiola, la joven que fue su novia y juro amarlo en aquella iglesia pero lo traiciono poco tiempo después de dar a luz, no solo durmió con otro hombre, sino que también tenía todo organizado para desarmar la organización, de un momento a otro Fabiola quería dejar aquella vida, él la hubiera dejado marchar, pero la joven era codiciosa, y creyó que si entregaba a Alessandro, ella podría quedarse con todo, lo único que consiguió fue que el mismo hombre que juro protegerla la matara de un disparo limpio y certero.

—Hola princesa.

— Hola Papi, hola, Renzo.

—Hola pequeña, bueno yo me retiro.

— Bien y no te olvides de conseguir a la niñera que te pedí. — La cara de Renzo por un momento se arrugo, pero entendió al siguiente.

— Ha, si, bien, hare todo lo que pueda.

— Y lo que no también. — Si, Alessandro no estaba acostumbrado a que no se cumpliera lo que él decía.

— ¿Porque tendré una niñera? Ya soy grande. — contradijo la pequeña.

— No es una niñera común, es una joven ciega, y tú serás su niñera, tómalo como un nuevo juguete.

— ¡Poder elegir su ropa y darle de comer! — el entusiasmo de la pequeña morena de rizos negros brotaba por los poros.

— Si podrás hacerlo y si ella se niega, podrás castigarla. — Alessandro sabía que para toda joven rica y mimada no había nada peor que ser tratada como un juguete, un cachorro, el no solo la torturaría físicamente, el destruiría su mente poco a poco y su inocente hija lo ayudaría, aun sin darse cuenta.

— ¿Cómo castigarla?

— Recuerdas cuando Rodolfo era cachorro y mordía las cosas, ¿Qué le hacía para que aprendiera a comportarse?

— Lo golpeabas con el periódico en el hocicó.

— Muy bien, tú podrás golpearla con la fusta de tu caballo.

La niña solo sonrió, no estaba muy segura de poderlo hacer, después de todo tampoco le gusto ver cuando su padre le pegaba a Rodolfo, por suerte tiempo después Rodolfo escapo a la granja donde viven los perros, o eso fue lo que su padre le dijo, ya que en realidad el pobre cachorro había mordido unos documentos importantes para Alessandro y decidió dormirlo mientras su hija estaba en el colegio.

Alessandro Santoro, disfrutaba viendo sufrir a sus enemigos, y Victoria Zabet sin saberlo se había convertido en el medio para llegar a su hermano Eros.

Luego de que su pequeña Estefanía se durmiera, salió con destino a uno de los más lujos hoteles de la ciudad, fue directo a la habitación que siempre tenía reservada y donde siempre lo esperaba una mujer, cada noche una joven distinta era llevada a aquel lugar, la traían de cualquier otra cuidad, solo las mejores y las más dispuestas a hacer cualquier cosa que él quisiera.

— Quítate todo y recuéstate boca abajo. — ordeno apenas ingreso, casi sin ver a la pelirroja que allí se encontraba, apenas cubierta con unas diminutas bragas.

— Lo que digas.

— No hables. — la mujer simplemente obedeció, Alessandro prendió unas velas aromáticas que se encontraban en aquel lugar y procedió a desvestirse.

Una vez que se liberó de todas sus prendas, tomo de uno de los cajones unas correas de cuero, sin decir palabra alguna tomo una mano de la pelirroja puso una de la correa en su muñeca y el otro extremo lo ato en el tobillo, repitió la misma acción con las otras extremidades. Dio unos pasos atrás y se quedó viendo inmovilizada a la joven quien quedo con las rodillas dobladas haciendo presión en sus pechos, la cara a un lado completamente apoyada en la cómoda cama y su trasero y vagina expuesto a él, tomo una de las velas y con la otra mano libre corrió el cabello de la mujer, a quien ni siquiera le pregunto el nombre, pues no le importaba.

Bajo con esa misma mano por la espalda pecosa y suave, hasta llegar a su trasero, el cual acaricio para luego dar una nalgada, que provoco que un leve gemido saliera de los labios carnosos de la pelirroja.

— Sí que te gusta, ya estas mojada. — lo dijo con cierta burla, mientras su pene crecía de tamaño, le excitaba saber que tanto se calentaban las mujeres cuando las sometía.

— Veamos que tenemos aquí. — Mientras hablaba ingreso dos dedos en su vagina, como si realmente estuviera buscando algo, y la mujer no pudo evitar gemir, y cuando lo hizo Alessandro dejo caer un poco de cera en su espalda.

— DIOS. — se quejó al sentir el calor bajar por su espalda.

— No finjas que no te gusta, mira cómo te pones. — y en ese momento ingreso un tercer dedo, que comenzó a mover hacia abajo, presionando su interior, lo que provocó que ella volviera a gemir.

— ¿Lo ves? No eres más que una puta y una muy buena. — hizo su observación cuando ella comenzó a mecerse, buscado más de sus dedos.

La siguió torturando con cera y sus dedos hasta que ella se dejó ir, esta mujer jamás había tenido un orgasmo como ese, estaba adolorida, con gotas de sudor por todo su cuerpo, mientras sus manos y piernas, temblaban por la posición, sin embargo él recién comenzaba, fue hasta el cajón de uno de los muebles y se colocó un preservativo, a la vez que tomaba lubricante y un butt plug negro de un tamaño medio, del momento que vio su asterisco rosado supo que ella ya tenía experiencia sexual en la penetración anal.

Subió a la cama y se posiciono entre sus piernas que por cómo estaba atada estaban abiertas, dejo caer abundante lubricante entre sus nalgas y luego unto el plug.

— ¿Qué ES ESO? — Alessandro dejo salir una carcajada, ante la aparente inocencia de la pelirroja.

— Esto es lo que te han colocado más de una vez, tantas que mira con la facilidad que entra.

Y mientras hablaba lo introdujo, sin vacilación alguna, ejerciendo apenas un poco de presión la lleno con el juguete sexual, mientras la mujer solo gemía en respuesta, una vez que quedo en su lugar comenzó a penetrarla, lleno su vagina y ella simplemente comenzó a moverse, pidiendo más, Alessandro la embestía fuerte y rápido al igual que las nalgadas que le daba, solo los gemidos de ella pidiendo más llenaban el lugar, mientras él solo mordía sus labios, jamás le había gustado hablar al momento de tener sexo, ni siquiera con Fabiola lo había hecho, para Alessandro el sexo era que ellas giman y griten y mientras más fuerte mejor, así de esta forma se vació dentro del preservativo luego de que ella lo hiciera dos veces más.

Definitivamente Alessandro era un hombre peculiar y un poco sádico, solo a su hermano Luis de 18 años y a su hija de 7 le mostraba la poca luz que poseía.

Este hombre tenía muchos fetiches, no solo disfrutaba inmovilizando a sus acompañantes sexuales, también les encantaba vendarle los ojos, el verlas mover su rostro desorientadas, y la desesperación por tratar de saber lo que le haría lo calentaba a niveles insospechados, en los siguientes días, disfruto cada noche como siempre lo hizo de las mujeres más osadas y predispuestas a entregarse a él, pero aún más, se divirtió equipando el cuarto donde se hospedaría su próxima víctima, definitivamente Alessandro se divertiría con la ciega, como la llamaba, pero mejor aún se vengaría de Eros Zabet, jamás le quedarían ganas de volver a meterse con su gente, si todo salía bien, Alessandro le regresaría a Victoria a cambio de que liberara a Fabrizzio, aunque él no podía garantizar que la joven siguiera siendo la misma, después de todo, al lado de la sombra, reinaba la oscuridad.

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