Capítulo 5 Te veo.
Pasaba del medio día en Sicilia, Alessandro había enviado a su hija de fin de semana a la casa de su hermano Luis, el joven tenía un departamento en la ciudad, necesitaba la finca libre de los ojos curiosos de su pequeña para darle la bienvenida a la ciega.
Alessandro ya había sido informado de la maniobra que la joven había realizado para ayudar a escapar a su hermana adoptiva, por lo que este hombre sabía que dentro de poco estaría frente a alguien con agallas, algo que lo excitaba de sobre manera, en ese momento creyó que las cámaras que coloco en la habitación de la joven fue una maravillosa idea, quería saber que tanto hacia y se comportaba una persona impedida visualmente, esa idea lo cautivaba, además que estaba fascinado con la supuesta capacidad para el dolor que la joven parecía poseer, ya que le dio la orden a sus hombres de no atender su dislocación, ella se la había producido, por lo tanto tendría que soportar las consecuencias, su curiosidad aumento aún más cuando fue informado que la joven no mostro dolencia alguna, aunque su mano se estaba poniendo roja y se estaba hinchando.
Al fin los automóviles se detuvieron en la entrada, y Alessandro salió de su oficina para dirigirse a la entrada, justo en ese momento sus empleados más capacitados hicieron su entrada, la luz del sol pasaba por la puerta dando la apariencia de un halo de luz, que fue dividido por la figura de un ángel, pues eso fue lo primero que pensó Santoro cuando vio el pequeño cuerpo enfundado en un vestido estilo griego color celeste, que lo único que provocaba era darle una imagen más celestial a la pequeña rubia, pero su cara era otra cosa, Alessandro Santoro perdió el habla cuando vio su rostro, su piel pálida, labios rosados y gruesos, una nariz perfectamente definida pero pequeña, su cara ovalada guardaba alguna clase de maravilla a la vista, que te obligaba a mirarla y eso eran sus ojos, un brillo único en ellos, de un color exótico, verdeazulado, no parecía ser ciega y a pesar de que tenía cierto parecido con sus hermanos y en especial con Ámbar, en las fotos que el mafioso observo, no vio reflejada tal belleza.
Pudo detallar que la joven dio tantos pasos como sus guardias lo hicieron, tenía buen oído.
— Victoria Zabet, bienvenida a tu infierno. — fue lo primero que dijo cuándo recordó cómo hablar.
— Diría que es un gusto estar aquí, pero me enseñaron a no mentir señor… — dejo la frase incompleta mientras levanto su mano a modo de saludo, hacia delante, donde había escuchado la voz profunda de aquel hombre misterioso.
— Alessandro, es todo lo que sabrás. — el hombre no tomo la mano que la joven le ofreció, en su lugar tomo la mano herida y de un rápido movimiento, coloco el hueso otra vez en su lugar.
—Mmm. — fue todo lo que se escuchó, Vicky apretó sus labios y no hubo forma de que el grito saliera de ellos, aunque si unas lágrimas resbalaron por su mejilla.
— Te expusiste a un gran dolor por una hermana adoptada, eres valiente o tonta. — La voz le dejo saber que el hombre sonreía.
— Adoptada o no, por ella cortaría mi mano de ser preciso. — El coraje se estaba filtrando de sus labios, ella era una Ángel después de todo, ellos eran fuerte.
— Espero que Eros sea tan filial como tú, de su cooperación dependerá tu regreso o tu muerte. — dijo de manera fría aun perdido en sus ojos.
— En ese caso no deberá preocuparse, mi hermano le dará lo que pida, si tan solo me permitirá hablar con él. — Alessandro se había movido a un lado mientras ella permanecía hablando al aire, donde se suponía que él se encontraba.
— En ese caso, lo llamare. — El rostro de Victoria giro de forma brusca, desorientada por no a ver sido capaz de escuchar los pasos del hombre cuando se cambió de lugar. Y Santoro sonrió ante aquel gesto. Le gustaba ver confusión en aquel rostro, lo cautivaba.
— Permíteme.
Alessandro les hizo señas a sus hombres y estos se retiraron, mientras él tomo del brazo con delicadeza a la joven y la guiaba a uno de los sillones de la sala, si, Santoro tenía experiencia en guiar a mujeres que no podía ver, claro que las que él conocía era porque vendaba sus ojos.
Victoria se dejó guiar y es que estuvo pensando todo el camino, sabía que estaba en otro país, el viaje en avión y las horas de vuelo lo dejaba en claro, estaba casi segura que era Italia, por el idioma, pero también podría ser que estuvieran en cualquier país europeo, desde un principio y gracias a Rosita supo que se trataba de un secuestro, decidió salvar a su hermana a como diera lugar, no solo por la deuda que su familia tenía con Miguel, también era el hecho que solo ella estaría segura, era ciega, los secuestradores no temerían a mostrar su rostro, ella jamás los podría reconocer y si cooperaba en pocos días estaría de nuevo en su mansión.
Alessandro Santoro le pidió el número para comunicarse con su hermano y ella se lo dio. No antes de decirle lo que tenía que pedir al mayor de los Zabet.
— Diga. — La voz de su hermano sonaba estresada y angustiada y sin poder evitarlo unas lágrimas cayeron de sus hermosos ojos. No por ella, sino por él.
— Eros. — dijo en un susurro, de pronto su garganta se sentía seca.
— ¡VICTORIA! ¿Dónde estás? ¿Quién te llevo?
— Sabes que esas son cosas que no sé, pero no te preocupes, por ahora estoy bien, él dice que en cuanto liberes a Fabrizzio, su jefe, me dejara ir. — Alessandro le hizo creer a la joven que él era solo la mano derecha de Fabrizzio, nadie debía saber que él era la Sombra.
— En ese caso estas en Europa, no te preocupes te encontraremos…
— Eros, solo libera a ese hombre.
— Eso no depende de mí, solo lo entregamos él está en espera de un juicio.
— Hermano… — la voz de Victoria tembló al sentir la mano de Alessandro sobre su muslo, acariciándola.
— No temas Vicky…
— Él dijo que, si no liberas a su jefe, deseare morir mucho antes que mi hora llegue… Eros siento como me observa y no me gusta. — antes que la joven pudiera decir algo más, Alessandro le quito el móvil y termino la llamada.
— Asique ¿sientes cómo te observo? — la burla bailaba en cada palabra mientras el hombre tomaba un mechón de cabello dorado y lo colocaba detrás de su oreja.
— Solo lo dije para que libere a su jefe, y deje de tocarme por favor, no me gusta. — Victoria movió su mano sin temor alguno ya que el hombre aun tocaba su cabello sabía perfectamente a donde dirigir su mano para alejarlo.
— Bien, ya que no quieres que te toquen, te entregares esto y te llevare a que conozcas tu nuevo hogar, sé que le llevara un tiempo a tu hermano planear la fuga de Fabrizzio y mientras tanto tú serás el juguete de mi hija. — Alessandro se levantó al tiempo que dejaba el basto blanco en las manos de la joven, tomándola por sorpresa y aturdiéndola por un momento.
— Entiendo tu confusión, me olvide de decirte ese detalle, serás el juguete de mi hija, su muñeca personal, y si en algún momento mencionas cosas como, secuestro mafia, muerte o cualquier otra cosa, te entregare a mis hombres y luego te regalare al peor prostíbulo que exista, donde lo más probable es que mueras en los primeros días. — Alessandro se perdió en un monologo demostrando el poder que tenía, creyendo que el malestar de la joven se trataba por el detalle de ser el juguete de su hija, sin saber que Victoria se estaba enfrentando a un demonio mayor que él, Victoria se enfrentaba a ella misma.
— Ya le dije señor que no causare problemas, no me importa ser una muñeca para su hija, solo… — Santoro la miro un minuto y la descubrió temblando.
— El bastón, no lo usare. — y mientas lo dijo lo dejo a un lado y se puso de pie.
— ¿Disculpa? ¿Cómo piensas moverte por la casa?
—…
El silencio reino en aquel lugar, Victoria había usado el bastón en pocas ocasiones, cuando recién había perdido la vista, solo fue un tiempo mientras memorizo su casa, pero ahora no estaba en su casa, esa era una de las razones por la que ella no salía de su mansión.
— Lo usare hasta que sepa cómo están ubicadas las cosas. — la carcajada de Alessandro fue como una bofetada para la joven.
— No te gusta mostrarte como la ciega que eres. — dijo divertido el hombre.
— No me gusta que me miren con lastima. — contradijo de inmediato con voz dura, Victoria tenía mucho de Candy, en realidad tenía mucho de la familia Ángel y eso también incluía el orgullo y frialdad de su tío Matt.
— Eres orgullosa.
— Soy Victoria Zabet- Ángel, este será su infierno, pero nadie conoce lo oscuridad como yo, ni siquiera usted, L’ombra.
Alessandro dejo de respirar por uno segundo, esta joven en cuestión de minutos lo había descubierto, solo el hecho de que era ciega la mantenía con vida de otra forma ya le hubiera disparado en medio de la cabeza, en un arrebato de ira la sujeto con fuerza del brazo y la zamarreo mientras gritaba.
— SI DICES ALGO ASI EN FRENTE DE MI HIJA…
Dejo la amenaza en el aire, cuando levanto su mano para golpear a Vicky vio su rostro y lo ajena que estaba a todo, ya que no veía como él estaba a punto de golpearla, el miedo a recibir un bofetón no se reflejaba en el rostro de la joven, solo las lágrimas que rodaban por su mejilla ante la presión que el hombre ejercía en su brazo, pero de su boca no salió queja alguna. La soltó con brusquedad haciéndola caer en el sofá.
— No debe preocuparse por nada, no podría torturar y mucho menos atormentar a una pequeña por lo que su padre hace, además usted no es el primer asesino que conozco, ni será el último.
El hombre comprendió por qué aquella joven no sentía miedo con su presencia, ella tenía de tío y primo a dos grandes asesinos, además que sabía muy bien de lo que era capaz de hacer la madre de la joven por defender a sus seres queridos, en ese momento supo que mantener cautiva a Victoria, podría costarle más a él que a ella.
— Espero que así sea, nunca olvides que te veo, mis ojos están en ti.
Victoria trato de mantener la calma todo lo que pudo, desde su niñez ella al igual que sus hermanos fueron adiestrados en qué hacer en caso de secuestros, el trabajo que un día fue de sus tíos sumado a el lugar que ocupaba su hermano Eros en la familia Bach y que Hades seguía con el legado familiar de los Ángel, y por supuesto como olvidar que su hermana se había casado con el sucesor de la mafia rusa, si ellos eran posible blancos para la venganza de cualquiera de la extensa lista de víctimas que sus familiares habían dejado a lo largo de la historia, debía estar a la altura de sus hermanos, debía demostrar que el hecho de que era ciega no la convertía en débil, pero cuando por fin Alessandro la dejo sola en aquella que sería su nueva habitación no pudo evitar dejar caerse sobre la cama, para llorar y gritar contra la almohada toda la frustración que sentía, mientras su mente gritaba todos los escenarios diferentes que hubiera ocurrido si ella pudiera ver, como Ámbar, su hermana practicaba tiro al blanco y era tan buena como Hades, pero ella no, ella seria siempre la pobre ciega, lo que no sabía Victoria que lo que más la limitaba a vivir era ella misma, y la lástima que creía recibir de su entorno, solo eran su propia lastima, si, ella sentía lastima de sí misma, dicen que no hay peor verdugo y juez en la vida que nosotros mismos y ella era un ejemplo de ello.
Alessandro ingreso en su recamara, que quedaba al lado de la de la joven y encendió el gran monitor que había mandado a instalar, cada rincón de la casa tenía cámaras, más la habitación de la joven, selecciono las cámaras que quería ver y allí estaba, subió el volumen y se deleitó con el llanto de Victoria y esos gritos amortiguados por la almohada, luego de unos minutos la joven decidió dejar de ser tan lamentable, se levantó y sin ayuda del bastón blanco comenzó a contar los pasos en la habitación, camino de un lado al otro, con sus manos por delante y pequeños movimientos para no chocar con nada.
Al cabo de unos minutos la joven abrió la puerta del vestidor, toco cada prenda que allí se encontraba, eligió unos pantalones ajustados y una blusa de algodón, se preguntaba como hizo aquel hombre para saber su talle, ya que solo con tocar la ropa supo que le quedaría bien, cuando llego al cajón con lencería la cara de la joven mostro asombro, y Alessandro dejo salir una pequeña risa, él había puesto cámaras en cada rincón literalmente, tenía más cámara que la casa de gran hermano.
Victoria arrugo su entrecejo y segundos después levanto sus cejas, cada prenda que tocaba era de encaje, una más diminuta que la otra, cada braga estaba enganchada al sujetador que hacía juego con un clip.
— Que, considerado, por lo menos si me matan tendré la ropa interior a juego para cuando realicen mi autopsia. — dijo en voz alta la joven de forma irónica y Alessandro rompió a reír con ganas desde el sillón en su habitación.
Dejo cada prenda arriba de la cama y se dirigió al baño, realizo el mismo procedimiento que hizo con el dormitorio, conto cada paso, mientras llenaba la bañadera, luego cerro con seguro la puerta del baño, mientras tanto Alessandro se sirvió una como de vino y observando el monitor dijo.
—Te estoy viendo.