Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 4. El plan perfecto

Por Franco

No sé qué me pasa con Ornella, bueno, sí, sé, tiene un cuerpo espectacular para darle y darle mil veces, pero sé que no puedo hacer con ella todo lo que imagino, no, no puedo aunque quiera.

Tengo novia y una cosa es que me vaya por ahí de vez en cuando y otra es que me acueste con alguien cercano, de todos modos, tampoco podría acostarme con Ornella y ya.

¿Después como la miro a la cara?

Con Ornela tendría que ser algo serio, si es que alguna vez pasa algo y yo estoy comprometido con otra mujer.

Por otro lado, ella es muy joven, tiene que vivir, pero no la quiero imaginar en brazos de otro, eso hasta me duele al pensarlo.

Aunque me coquetee y me busque y yo termine huyendo, lo prefiero ¿O será así con todos?

No, eso es imposible.

A lo mejor está deslumbrada conmigo o está buscando su identidad.

Después de todo soy el hombre que siempre estuvo cerca de ella y sé que son un tipo muy atractivo, tengo buen físico, las mujeres se me tiran a mis pies, siempre.

Pero Ornella, con ese aire de nena mezclado con mujer fatal, hace que no la pueda sacar de mi cabeza.

Con qué ganas me daría un revolcón con ella, ya sé que es imposible, ella sabe como me pone y a ésta altura sé que lo hace a propósito, no sé bien por qué.

Aunque esta vez fui yo quién entró a la habitación de mi hermana, sabiendo que estaba Ornella, pero realmente pensé que estarían las dos durmiendo y pensaba abrir las persianas y darles un sermón, necesito que entiendan que no se pueden emborrachar, Mili estaba desmayada y a Orne le faltaba poco.

Pienso en eso y me vuelvo a enojar.

No es que yo no haya tomado de más alguna vez, pero es distinto a exponerse en una discoteca.

Son dos bellezas y se visten muy provocativas, es verdad que para ir a bailar, las chicas se visten así, pero ellas son distintas al resto de las mujeres.

No las voy a dejar salir más, aunque sea por ahora.

Tienen que aprender a comportarse.

No significa que porque ya son mayor de edad e ingresaron a la facultad, van a ir por ahí, exponiéndose.

Estoy casi aterrado, pensando en las consecuencias.

Cuando se despierte Mili, también me va a escuchar.

Por Ornella

Franco salió de la habitación de Mili.

Giré y la miré.

—Cobarde, me dejás todo el trabajo a mí.

—Shhh, bajá la voz que encima me duele la cabeza.

—Es que en cualquier momento se va a dar cuenta y…

—Pero es el plan perfecto.

—Ya lo sé, pero…este juego me está gustando de verdad, no solo seducirlo, me gusta que se ponga así, no va a mover un dedo aunque sé que le gusto y sentirlo, tratando de controlarse…

—¿Te sigue gustando? Pensé que era cuestión de tiempo que se te pase…

—Cada día me gusta más…

Lo confieso sin pudor.

—No te olvides que sale con esa tipa del orto.

Mi amiga tampoco soporta a Claudia, es más, creo que la odia más que yo.

—Sí y nuestro plan por hacer que se peleen no da resultado.

—Eso sí creo que es cuestión de tiempo.

—Esperemos, cada vez soporto menos verlos juntos y hasta me duele.

—Amiga, prima y cuñada, estaría buenísimo.

—Siiii

Le digo entusiasmada.

—A él le gustás mucho, ni se enteró cuando le pregunté si podíamos salir ayer, te juro que me mataba de risa, aunque estaba mirando para otro lado, me imaginaba la cara de mi hermano mirándome cuando te incorporaste.

—Se le fueron los ojos a mis tetas, no me quería tentar… El otro día que pasé por la oficina, estuvo a punto de darme un beso.

Mili pegó un salto en la cama.

—¿Quééé? No me contaste.

—Es que…fué la primera vez que se me acercó tanto...y lo sentí tan cerca que sentí...su...cosa dura y caliente…

—¿Qué?

Mili me miraba con una sonrisa que no le cabía en su cara.

—¿Se te pasó el dolor de cabeza? ¡Dejá de gritar!

Le digo riendo.

—Es que no me habías contado nada…

—Me da hasta pudor decirte como se calienta tu hermano conmigo.

Se lo digo sinceramente.

—Es verdad, pero en base a eso armamos nuestros planes para salir.

—Bueno… recién también estaba así, porque lo abracé para que me deje de gritar y de retar y yo estaba con el toallón y… lo sentí, te repito, este juego me está gustando demasiado.

—Por favor…es mi hermano.

—Sí, pero está buenísimo y es tan…

No sé ni cómo describirlo, me parece simplemente maravilloso y cada día me gusta más, deliro por él.

—Sí, reconozco que es lindo mi adorado hermanito.

—Y te cuento otra cosa, pero no grites.

—Esperá.

Se levantó y fue a buscar dos aspirinas para el dolor de cabeza, yo aproveche y también tomé dos, me dolía la cabeza, de verdad habíamos tomado mucho y la resaca es jodida.

—Nos vé y va a decir que nos drogamos.

Las dos nos reímos.

Mili se duchó, ya las dos cambiadas, retomamos la conversación.

Las cortinas seguían cerradas, porque si la abríamos significaba que estábamos despiertas, desde el parque se ve y él podría estar en la piscina, subiría y lo tendríamos otra vez retándonos.

—Te cuento otra cosa, pero no grites.

—Desde hace rato me venís diciendo eso.

—Anoche, nos llevó de a una a upa a la camioneta, vos estabas nocaut, la cara de Claudia era impagable.

Mili sonríe con maldad.

—Luego nos subió, también a upa, por las escaleras, primero te subió a vos y después a mí, yo me hice la dormida…

—Algo me dice que ésto no termina acá.

—Baja la voz...cuando me acostó a mí, yo tenía mis manos en su cuello, me estaba agarrando de él...y quedamos muy cerquita...y...me beso.

—¿QUEEEEEEEEEE?

Le revoleo una almohada.

Por sus gritos se van a enterar que estamos despiertas.

—Callate… yo le devolví el beso, nunca, nadie, jamás, me había besado así y por supuesto, sentí cosas que no había sentido por nadie.

—¿Hoy no te dijo nada?

—Debe pensar que estaba demasiado borracha y que no me acuerdo.

—Mi hermano se pasó si te besó estando vos borracha.

Pienso que a lo mejor de otra manera no se anima, pero lo voy a buscar y a seducir hasta que me haga delirar con un beso.

—Sí, ya lo sé, pero disfruté ese beso como ninguno.

—¿Y qué pasó después?

—Me dejó de besar cuando escuchó que Claudia lo llamaba, me pareció que ella estaba subiendo las escaleras.

—¡Esa bruja!

—Tengo que ir a casa ¿Venís?

—Quiero dormir, pero antes de irte, almorcemos acá y después quédate en la pileta un rato, que mi hermano se enoja menos cuando te mira, ya sabés que hacer si se pone denso.

Ambas nos reímos cómplices.

Aunque estoy sintiendo que ésto se va a ir de nuestras manos…

En especial lo que estoy sintiendo por él.

Me está gustando demasiado sentirlo cerca, y sentir ese fuego en mi vientre que me nace en las entrañas y que se agudiza cuando el miembro de Franco se pega a mí...

Después del beso que me dio, es peor, ésta mañana, si no hubiera estado Mili, me hubiese soltado el toallón del todo.

No sé qué hubiese pasado…

Solo de pensarlo, siento humedecer mi zona íntima.

Es tan intenso lo que me hace sentir, que no se lo puedo confesar a mi amiga.

Algunas cosas sí, tampoco soy mentirosa, pero la pasión que me desata, el fuego que

nace en mí, y las ganas que tengo de besarlo, y de...entregarme a él…

Eso no me lo puedo confesar ni a mí misma.

—Sí, no hay problema.

Bajamos juntas a almorzar, estaba Luisa esperándonos para hacerlo juntas, aunque con cara larga, mierda, Franco le debe haber dicho que anoche cuándo nos fue a buscar a la discoteca estábamos las dos borrachas.

—¿Chicas, qué pasó anoche?

Lo sabía.

—Nada, tomamos un poco de más y llamamos a Franco, para que nos vaya a buscar y él que estaba con la señorita agradable, que quién sabe lo que le dijo de nosotras, se enojó.

Entra Franco, en ese momento, estaba escuchando la explicación de Mili.

Mierda, delante de Luisa no puedo coquetearle.

La miro a Mili, para que entienda lo que pienso, tal vez le lleguen mis pensamientos por ondas mentales.

Bueno, aunque sea que deduzca mi pensamiento.

—¿A estar desmayada por el alcohol decís que es nada?

—Franco, no te pongas así.

Dijo Luisa.

—Mamá, estaban perdidas las dos y con unos tipos cerca, que si no llegaba yo, quién sabe dónde terminaban, sí, estoy furioso.

—Estás así porque tu novia te llena la cabeza, hablando mal de nosotras.

Soltó Mili.

Me parece que va por mal camino.

—No hace falta que alguien me llene la cabeza, las tuve que subir en mis brazos a la camioneta y después hasta el cuarto, vos estabas casi desmayada.

—Yo podía caminar, me acuerdo que…

Comienzo a decir.

Nuestras miradas se cruzaron y creo que él supo que recordaba su beso.

—No pueden hacer eso, es peligroso.

Dijo en un tono mucho más calmado.

Mili me miró, casi sonriendo, por favor espero que aguante la risa, depende de eso nuestros futuros planes.

—Aparte, te llamé como dijimos que íbamos a hacerlo, para que nos busques.

—No quiero que vuelvan a tomar así, ninguna de las dos.

Nos dijo, aunque seguía enojado, fue más suave al hablarnos, creo que está pensando en el beso.

—Perdón.

Dijimos las dos a la vez, ya estaba calmado y si le seguíamos discutiendo, volvíamos a cero.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.