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Capítulo 5. Pizza y cerveza

Por Ornella

Almorzamos los cuatro, al rato estábamos tomando sol y tal como lo supusimos Franco se acercó nuevamente para seguir dándonos la lata con lo de no tomar alcohol.

—Se los digo por última vez, no me gusta repetir.

—No te gusta repetir pero siempre que nos retas, lo haces durante varios días.

Tiene razón Mili, a veces se ponía cargoso, como ahora.

—Es que necesito que entiendan que les podría haber pasado cualquier cosa.

—Ya entendimos Franco ¿Mili me ponés bronceador en la espalda?

—Ya estoy acomodada, que te ponga Franco.

Ok amiguita, pienso, quiere zafar ya de la situación, bueno, no está mal que Franco me ponga bronceador, de paso siento sus manos en la espalda.

Le paso el bronceador a Franco, quién ya se calló la boca y me miró sin hacer nada.

—Franco, dice tu hermana que me pases...bronceador.

Abre el pomo, yo me corro el cabello hacia adelante y me acuesto sobre una reposera.

Está pasándome bronceador, desparramando la crema solo en el centro de mi espalda, teniendo cuidado de que sus manos no se vayan hacia otro lugar.

Ok, me voy a divertir y…disfrutar.

—Franco, desparramalo bien arriba y en mis hombros.

Cuando sus manos se deslizaron hacía mis hombros y luego hasta mi cuello, acariciándolo, yo pegué un involuntario salto.

Me incorporé agitada.

Nuestros ojos se encontraron.

Su mirada estaba llena de deseo, supongo que la mía estaba igual.

Siento que sus ojos bajan hasta mi boca.

Mi respiración sigue descontrolada, mi pecho sube y baja y él lo mira descaradamente.

—Terminé.

Dice dándome el pomo del bronceador.

—No, te falta mi cintura y yo no llego…

Me mira, controlandose, creo que está a punto de maldecir o de besarme...

—Date vuelta.

Me puso bronceador en la cintura, fue todo un caballero, no bajo ni un poquito demás.

—Un poco más abajo.

Me agarra el brazo y me gira.

Yo le hago un puchero, él me está mirando, me muerdo el labio inferior y se me acerca un poco más, no puede hablar porque está su hermana, Mili no nos vé, pero nos está escuchando.

Cuando me mordí el labio y él pasó su mano por su cabello, ese gesto lo hace cuando está nervioso, me mira la boca y niega con la cabeza.

Se fue sin decir palabra.

—Esta vez me pasé.

Digo acostándome boca abajo sobre una reposera, mientras me desataba la tirita del corpiño de mi malla, para que no me queden marcas de bronceado.

—¿Qué pasó qué te paraste?

—Me estaba acariciando el cuello.

—Amiga mía, vas a ser mi cuñada, no sé cuándo, pero lo vas a ser.

Trato de pensar en otra cosa que no sea en Franco, porque terminaría corriendo hacia él para pedirle que me vuelva a besar.

—Ya que no vamos a poder salir ¿Te parece que organicemos algo acá?.

Nos sentamos pensando las posibilidades, si de día o de noche, obvio, ganó la noche, eso no implica que no terminemos en la pileta.

—Ok, organicemos la fiesta, comida, bebidas.

—Lo más difícil va a ser las bebidas.

—¿Cuántas personas?

—¿50 o 60?

—Sí, con juegos en el agua.

—Podemos hacer juegos afuera y las prendas es tirarnos al agua y así terminamos todos en la pileta.

—Franco va a estar de cuida, o chaperón.

—Qué palabra más antigua.

—Esa le queda bien a Claudia.

Nos reímos a carcajadas.

Franco se asomó desde su habitación, lo vimos en el balcón.

Bajamos más la voz.

—¿Cómo se lo preguntás?

—Amiga, una vez más tenés que ser la distracción.

—Sí, el tema es que no quiero que se salga todo de mis manos…no dejo de pensar en él .

—¿Tanto te gusta?

Asiento con la cabeza.

—¿Chicas, podemos hacerles compañía?

Preguntaron mi madre y Luisa.

Ellas tampoco están de acuerdo con la relación de Franco y Claudia.

Algo tenemos que inventar, programar, no sé qué, pero algo vamos a hacer para que se peleen.

¿Si estaría tan enamorado...se le pararía su miembro así cuándo estamos cerca? ¿Me besaría como me besó la otra noche?

Delante de nuestras madres no podemos hablar de nuestros planes para el próximo fin de semana.

Tampoco podemos decirles que nos salimos con la nuestra, por mis coqueteos con Franco.

—Chicas, ésta noche salimos con María.

—Qué bueno ¿A dónde van?

¿Se pusieron coloradas las dos o me pareció a mí?

—A cenar.

Sin más explicaciones, cambiaron de tema.

Ambas eran viudas, tenían derecho a rehacer sus vidas, me dolería que reemplace a mi padre, pero mi madre es joven aun y yo ya soy mayor de edad, tengo mi vida y debo reconocer que estoy más en la casa de Mili que en la mía.

Puede salir a pasear…

Cuando estoy en mi casa, también estoy con Mili.

Luisa también es joven, ambas son hermosas y me imagino que tienen una conexión de amistad como la tenemos Mili y yo.

Tienen 50 años y les queda mucho por vivir.

—Bueno, nosotras nos quedamos acá, supongo que Franco no nos va a dejar salir.

—Orne ¿Qué pasó anoche?

Mi madre está preocupada, pero creo que está exagerando.

—Mamá, no pasó demasiado, ustedes saben que Claudia le llena la cabeza y que Franco es exagerado, se cree el responsable del universo.

—Chicas, Franquito las cuida, es verdad que se siente responsable por ustedes, pero eso nos tranquiliza a las dos y es mejor que les hagan caso.

—A ésta altura vamos a quedarnos solteronas las dos.

Se rieron las dos a carcajadas.

—¡Tienen 18 años! Toda la vida por delante.

—Por eso, con 18 años tenemos que salir más.

—Hoy sigue enojado, en la semana le hablamos.

—Les tomo la palabra, estoy segura que si no estuviera con esa, sería distinto con nosotras.

Se acerca Franco, para saludar porque estaba por salir, Luisa le dijo que ellas iban a cenar afuera ésta noche, no le gustó demasiado, es celoso hasta de su madre y de la mía, pero no dijo nada sobre eso.

—Ok, vengo temprano.

—Pero sin Claudia, porque no nos quiere.

Dijo Mili.

—Es verdad, siento que me odia.

Dije con sinceridad.

Cuando me miró le hice un pucherito con la boca, su mirada se fue hacia ella pero desvió enseguida su mirada.

—Vengo solo, porque mañana es lunes y madrugo.

Se fué, lo seguí con la mirada, que lindo que es...que espalda, que cola ¿Desde cuándo miro la cola de los hombres?

Desde nunca o desde que Franco se aleja dándome la espalda, me doy cuenta que siempre lo seguí con la mirada.

Suspiro y todas me miran.

—Que sueño que tengo.

Digo para disimular.

Mi madre y Luisa se miran, no, no puede ser que sepan mi secreto, no pueden saber que estoy enamorada de Franco…

Sí, es más que un simple chico que me gusta, es su mirada de fuego que me pierde, me muero porque de una vez por todas me bese estando yo conciente, me muero por sentirlo pegado a mí, emanando ese calor en su zona y sentir su miembro ponerse duro por mí, quiero que me haga el amor y que no vuelva nunca más con Claudia.

Vuelvo a la realidad, todas siguen mirándome.

—¿Qué?

Digo y estoy segura que me puse colorada, porque siento que penetraron en mis pensamientos.

Por suerte no dijeron nada.

Cuando nos quedamos a solas, Mili me dice.

—Amiga, estabas rebabeando por mi hermano.

—¿Se notó?

—No sé si lo notaron, para nuestras madres seguimos siendo nenas, pero yo, si noté como te lo comías con los ojos cuando se iba y el suspiro…

Se ríe de mí la muy maldita.

Terminé riendo con ella.

Pedimos una pizza y abrimos una botella de cerveza.

Ya habíamos terminado de cenar y nos tomamos una botella de cerveza entre las dos, luego abrimos una lata para compartir.

En realidad ni era tanto, pero no estábamos acostumbradas a tomar demasiado.

Llegó Franco y nos vio tomando cerveza.

—¿Qué piensan qué hacen?¿Otra vez tomando?

—Estamos en casa y es una cerveza entre las dos.

—No quiero que tomen alcohol.

—Estas exagerando.

Le digo yo.

—No señoritas, no exagero.

Mili fue al baño y me dejó a solas con él.

Es la estrategia para que lo ablande.

—Franco, comimos una pizza con cerveza, de verdad no es para tanto, puedo pararme y hacer el cuatro…¿cuatro se dice no?

Creo que hay una posición sexual a la que se le dice cuatro, pero los policías, en algunas series viejas, tambien le dicen hacer el cuatro al levantar un pie, apoyarlo en la rodilla contraría, estirar los brazos y llevarse una mano hacia la nariz, era para comprobar si la persona que estaban deteniendo, estaba alcoholizada, en ese momento no existían las pipetas que se soplan y miden los centímetros cúbicos de alcohol en sangre.

Me acerco a él y noto que se pone tenso.

—Franco, no sé porque siempre estás enojado, ¿Te molesta verme?¿No querés que venga más a tu casa?

Dije mirándolo a los ojos, haciendo mohines con la boca.

—No, cielo, ¿Cómo me vas a molestar?

—Es que siempre estás enojado

—Yo…no estoy enojado.

Me acerqué más a él, tenía que buscar una excusa rápido para un abrazo.

—Este último tiempo lo parecés y más conmigo que con Mili…

—Orne, no…

—Porfi...decime que te pasa qué estas así…

Me acerqué a él, estamos a un paso.

—Onella, por favor…

Lo abracé, pegándome a él.

Se separó rápido.

—Orne, no me podés abrazar continuamente.

—¿Por qué?

—Porque soy un hombre y vos una mujer.

—Si soy una mujer puedo salir, ir a bailar, tener novio…

—No.

—Decidite, no te puedo abrazar como antes y no puedo ir a bailar ni tener novio…

—Orne, Claudia se pone celosa cuando me abrazas.

—Pero ahora ella no está y vos dijiste que no te puedo abrazar porque soy una mujer, y no querés que tenga novio, no sé qué querés que hagamos con tu hermana ¿Querés que me quede solterona?

—Ornella, vos sabés que…

Lo miro a los ojos, estamos bien cerquita.

—¿Qué?

Me mira la boca y yo miro la suya, se me acerca peligrosamente a mi cara, yo le pongo una mano en su pecho.

Él se sobresalta.

Siento como su respiración cambia pero de golpe se aleja, se pasa una mano por su pelo, está buscando relajarse, dejándola detrás de su nuca, yo me separo un poco.

Entra Mili, sé que estuvo escuchando y seguramente hasta espiando todos nuestros movimientos.

Yo lo vuelvo a mirar y antes le hago una seña a Mili para que le pregunte sobre el sábado próximo.

Ella así lo hace, yo me acerco de nuevo a él.

Está nervioso, le vuelvo a mirar su boca y él sigue mi mirada.

—Decime qué sí.

Dice Mili.

—Franco...decinos que sí, total es acá…

Repito, acercándome más a él.

—¿Acá?

Nos pregunta, sé que no estaba prestando atención, porque yo, en el medio de la pregunta me mordí el labio inferior y su mirada ya no se apartó de mi boca.

—Bueno, pero decime de qué se trata.

—Te lo dijimos recién, ¿Estás sordo?

Mili goza cuando dice esas palabras.

—Franco, dale.. es una reunión con amigos el sábado a la noche, porfis…

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