*CAPÍTULO 7*
Decidió vestir muy linda y fresca para la noche, dejó su cabello suelto, cayéndole en largas ondas, se puso un poco de maquillaje sencillo y muy sobrio, y además se colocó un vestido pálido y sencillo. Al mirarse al espejo se sintió satisfecha. Y se encaminó al salón donde era esperada para ir a cenar.
La cena se llevaba tranquilamente. Aisha, no dejaba de coquetear con Zahir y hacer siempre un comentario que dejaba traslucir que compartían algo más intimo. Zahir, por el contrario estaba muy serio y parecia pensativo, hasta que la voz de Isabella, reclamó su atención no se una manera agradable.
-Vetty. . . ¿llamaste a James?- Ivette, levantó la vista hacia Isabella, y frunció levemente el ceño, descubrió un brillo malicioso en sus ojos, y se preguntó a qué estaría jugando.
-No Excelencia, aún no lo hago, pero seguramente mañana podré comunicarme, mi celular se ha quedado sin batería.
-No tardes en hacerlo cariño, estoy ansiosa por tener a James, en Palacio- sonrió ampliamente- seguramente podremos divertirnos un montón, podrás pasear con él y mostrarle los alrededores.
-Si me disculpa, Majestad- intervino Zahir- eso no sería muy prudente, aunque muchos bárbaros han accedido a su proclama de unificación y vida tranquila, sabemos que en el desierto aún quedan muchos. No querríamos pasar un susto al saber que podrían llevarse a la señorita Cooper.
-Eso no sucederá- aseguró Isabella- tengo entendido que James, la adora, jamás permitiría que se la llevasen- Ivette, se sintió realmente incómoda, no sabía qué estaba tramando Isabella, pero no parecía ser nada bueno.
-Sí, seguramente James, preferiría que lo matasen antes de perder a Vetty- aseguró Suseth.
-Sería perfecto. . . – susurró Zahir con la mandíbula contraída.
-¿Qué dice Alteza?- Preguntó Isabella con una sonrisa burlona.
-Que Inglaterra, no es el desierto- aseguró con una falsa sonrisa.
-No se preocupe, Alteza- le aseguró Aisha- seguramente James, el caballero del que hablan, la protegerá bien- le dijo empequeñeciendo los ojos.
-Llámale mañana Vetty, quiero que venga pronto- pidió Isabella, con los ojos llenos de brillo.
-Claro que si, Majestad.
Zahir. . .
Me retiro a mis habitaciones sintiéndome enojado y frustrado.
¿Es que todo el mundo se puso de acuerdo para hablar de James? ¿Quién diablos es James?
Ivette, le interesaba realmente, recordaba como su boca se había abierto a él, ella le había dado el beso más perturbador de su vida y no descansaría hasta hacerla ceder y tenerla entre sus brazos, ahora venía y aparecía este hombre, James.
¿Cómo se atrevía Isabella a invitar a ese extraño a Palacio?
Si no fuese porque es la Soberana y su hermano la adoraba, le hubiese hecho retirar la invitación a ese imbécil. Estaba ardiendo en furia, no quería que él llegase a Palacio, no quería que Ivette volviese a Inglaterra porque sabía que estarían juntos.
-¡Por Alá!- gritó frustrado golpeando el aire, sentía como si se lo estuviese llevando el mismísimo demonio.
La puerta de su habitación se abrió y se giró encontrándose con los hermosos ojos de Aisha, pero ni siquiera ella pudo tranquilizarlo, y lo que era peor aún, la veía acercarse contoneando las caderas seductoramente y eso no despertaba en él, el mas mínimo deseo. Lo único en lo que podía pensar era en la furia que sentía.
-Cariño. . . – ronroneó, llegando hasta él y prendándose de su cuello, poniéndose de puntillas y acercando su boca a la de él- durante toda la cena lo único que he deseado es estar aquí en tu habitación- le acarició los hombros.
Durante toda la cena, lo único que he deseado es asesinar a ese James.
-Aisha. . .yo. . .
-Estás muy tenso, cariño- le besó en el cuello, buscando encender su pasión, pero descubrió que él estaba enfadado. . . muy enfadado al parecer. Solo esperaba que sus sospechas no fuesen ciertas.
-No es un buen momento- le dijo, mirándola con frialdad.
-¿Estás rechazándome?- lo miró con ojos enormes.
-No lo tomes así Aisha, pero como he dicho, no es un buen momento- ella se alejó y lo miró muy seria.
-Eso es rechazo, solo que con otras palabras- le dijo con voz tensa.
-Vamos Aisha, no estoy de humor para una discusión.
-¿Y se puede saber qué te tiene de tan mal humor?- le preguntó y apretó los labios.
-Dejemos esto hasta aquí por hoy Aisha, por favor.
-¿Es una mujer?
-¿Y a ti que te importa?, ¡Deja los celos, que no eres mi esposa!- ella lo miró con ojos enormes que pronto se cristalizaron.
-No lo soy, no porque yo no quiera, sino porque tu siempre te has negado- su voz tembló- tolero que me engañes con otras.
-Nunca te he engañado- empuñó las manos- no soy de nadie, soy libre, Aisha y así seguiré siendo.-Pero podríamos. . .
-No- al interrumpió- no podríamos, lo nuestro es solo compañía en la cama Aisha, nos la llevamos bien. Solo eso, no comiences a querer controlarme, si bien es cierto que eres mi amante favorita, no toleraré insolencias- y dicho eso se marchó de su propia habitación, dejándola allí temblando de enojo e indignación. Ella solo era "su amante favorita", pensó mientras que las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Él solo la veía como una amante, cuando ella lo amaba y lo adoraba con todo su ser.
Solo esperaba que Ivette Cooper, no tuviese nada que ver en ese cambio busco de Zahir.
Ivette. . .
Cuando llegó a su habitación, despidió a Maishea, asegurando que no la necesitaba. La chica se retiró deseándole buenas noches. Ella entonces se desmaquilló, se colocó una pijama, una cómoda bata de seda azul rey que tenía y se metió bajo las sabanas, después de un rato no podía conciliar el sueño, así que se sentó y se recargó en la cama, perdiéndose en sus pensamientos.
Se sentía agobiada y con un gran peso en su pecho, sentía unas terribles ganas de echarse a llorar, pero se negaba a ceder.
De pronto la puerta de la habitación se abrió y ella se giró con ojos enormes para toparse con la fría mirada del Príncipe.
-Alteza. . . ¿Qué hace en mi habitación?
-¿Quién demonios es James?- pregunto gruñendo.
-¿Con qué derecho entra así a mi habitación, sin llamar?, ¿Con qué derecho me hace esa pregunta?-Ivette, bajó de la cama y caminó hasta él para encararlo enojada.
-¿Quién demonios es James?- repitió intentando contener la furia. La recorrió con su mirada, y se detuvo en aquellas seductoras piernas, sus bien torneados muslos. Y luego levantó la vista a sus ojos, se supone que estaba enojado. No podía permitir que lo distrajera con su cuerpo.
-Márchese ahora mismo de aquí- él avanzó y la tomó con fuerza del brazo.
-No me iré, hasta que me digas quién es James.
-Un amigo. Ahora márchese.
-¿Qué clase de amigo?
-¿Quién diablos se cree?, usted no tiene derecho a entrar así, a tratarme así y menos ha indagar en mi vida de esta manera.
-¿Qué clase de amigo es?- sus ojos trasmitían tanto miedo, pero Ivette, no se dejó intimidar.
-Un amigo, como usted es amigo de Aisha- le dijo sonriendo, entonces él la soltó y maldijo mirándola furioso- si no se marcha ahora mismo de aquí comenzaré a gritar y mañana hablaré con su hermano para que le de una reprimenda por abusador.
-Me interesa muy poco lo que Zabdiel tenga que decirme.
-Pues debería, es el Jeque- el volvió a maldecir.
Se acercó a ella con rapidez y la besó. Ivette abrió los ojos y la boca por la sorpresa, aquellos labios reclamaban los suyos con furia, con ira, con amargura y quizás hasta con dolor. No era un lindo beso, en cambio, era un beso para castigarla. Gimió de dolor por lo duro que estaba siendo. De pronto él la alejó bruscamente y ella sin pensarlo levantó la mano y le cruzó la cara con una fuerte bofetada.
-¡Imbécil!- le dijo-¡no vuelva a besarme jamás!- él la miró con ojos llenos de una ira indescriptible.
-Seguramente a él lo besas sin problemas.
-Ese es mi asunto, no el suyo- le escupió- es mi boca así que yo decido a quien besar y a quien no. Y no quiero que usted me bese jamás- le mintió pero la ira, los celos, la furia la estaba haciendo perder la razón.- ¡No soy una más de su harem!- le gritó- ¡aléjese de mi!- él a observó en silencio con los labios contraídos, entonces se giró y salió tan abruptamente como había entrado. Dejándola temblando de ira.
¿Qué diablos había sido todo aquello?
Ivette, respiró con dificultad allí con los ojos enormes se llevó una mano al pecho.
¿QUÉ HABÍA HECHO?
Había cacheteado al Príncipe. Negó con la cabeza. Estaba loca, lo cierto es que debía disculparse con él, sabía que la actitud de El Príncipe, no había sido la correcta, pero ella tampoco debió comportarse así, y menos abofetearlo, había sido una locura.
Lo cierto era que si quería que la besara, quería probar nuevamente sus labios, pero no así, no de aquella forma violenta, no como un castigo.
Se apresuró a correr para abrir la puerta y salir tras de èl, debían hablar, él debía explicarle el porqué de su comportamiento y ella debía disculparse, quizás podría darle un beso antes de irse a dormir.
Corrió descalza por los pasillos, rogando que nadie se despertara y la viera así porque sería vergonzoso tener que explicarlo. Lo divisó a poca distancia y corrió con más fuerza.
-Alteza. . . Alteza- le dijo suavemente, él se detuvo y se giró hacia ella, con fuego ardiendo en su mirada.
-¿Qué quieres?- su tono mordaz la intimidó.
-Yo. . . yo. . .
-No tengo tiempo que perder, pensaba pasar la noche contigo- le sonrió con ironía- pero es evidente que Aisha, está más que dispuesta a entregarme lo que tu me niegas- un fuerte calor la recorrió- en fin, siempre he dicho que las inglesas tienen la sangre fría- la recorrió con una mirada insolente- pero esta noche lo que necesito es calor, el calor de Aisha- ella lo vio girarse, alejarse un poco, luego entrar a una habitación que no era la suya.
Ella se quedó allí con los ojos llenos de lágrimas.
¿Él le había dicho todo aquello?
¿Pensaba pasar la noche con ella?
¿La llamó frívola?
Se iba a los brazos de esa mujer, esa mujer que no le negaba nada. Se sentía tonta y estúpida por haber querido disculparse y haber salido con una humillación mayor.
Aisha. . .
Me encuentro acostada en mi cama pensando en todo lo que ocurrió, no puedo creer que Zahir, se atreviera a rechazarme, es la primera vez que lo hace y me siento realmente afectada.
¿Qué le está ocurriendo?
¿Por qué se comporta así?
La puerta de mi habitación se abre y me siento en la cama.
-Zahir. . . – le digo sorprendida. Él tiene el ceño fruncido.
Un gritito escapa de mi garganta cuando lo veo desnudarse con rapidez y arrojarse a la cama junto a mi, no me da oportunidad de nada, comienza a besarme con fiereza, y gimo por sentir que me causa un poco de daño, me desnuda con rapidez sorprendente. Acaricia mi cuerpo casi con enojo, sé que algo le preocupa y necesita desahogarse, así que estoy dispuesta a olvidar lo que pasó y a permitirle que sacie mi cuerpo y se liberé de lo que le aqueja.
Sus manos se toman con fuerza mientras arremete contra mi en una cruel invasión, gimo de placer y dolor, que se mezclan y se confunden.
Solo le dejaré que haga lo que quiera, que alcance su liberación.