*CAPÍTULO 8*
Ivette, despertó con un terrible dolor de cabeza, fue inevitable para ella que al volver a su habitación algunas lágrimas se deslizaran por sus mejillas, él quería lastimarla y lo había conseguido. Se sentía tan mal porque ella había intentado disculparse por la bofetada y había terminado ella con una bofetada mayor, una en la que ni la tocó, pero la lastimó profundamente.
Se levantó dispuesta a darse un baño, con la intención de alejar aquellos pensamientos de ella. Necesitaba despejarse un poco.
Después de ducharse, decidió llamar a James, seguramente tenerlo cerca le ayudaría a mejorar su estado de ánimo. Al tercer repique su sensual voz se hizo escuchar.
-Hola, preciosa.
-James- sonrió- me alegra saludarte.
-Estuve por llamarte anoche, pero no quise interrumpir tu descanso, esperaba a que me llamaras tú.
-Lo siento. . .
-No te disculpes, mi reina de ojos hermosos. Mejor háblame de ti, ¿cómo estuvo tu viaje?
-Bastante bien. Nael, es hermoso James, es el bebé más lindo que haya visto jamás, tiene una carita perfecta y unos ojos muy lindos.
-Sin duda alguna te ha enamorado.
-Absolutamente – admitió- es precioso.
-¿Ya ves porqué no quería que fueras?- su tono es de broma- sabia que un Norusakistan terminaría robándote el corazón- Ivette, palideció ante su comentario.
-Se robaría el corazón de cualquier mujer- respondió ella un poco nerviosa.- también te llamo por órdenes de la Reina.
-¿Ah sí?- preguntó James, frunciendo el ceño.- No comprendo.
-Isabella, quiere que vengas a Norusakistan, quiere que te alojes en Palacio como un invitado especial.
-¡¿YO?!- preguntó extrañado.
-Sí, digamos que Su, se ha puesto a nombrarte y hablar de lo maravilloso que eres y pues, Isabella quiere que vengas acá y compartas con nosotros.
-¡Eso es maravilloso, cariño!, por supuesto que si, me encargaré de solucionar algunas cosas aquí para dejar todo en orden antes de marcharme, quizás en dos días esté a tu lado, con suerte el ardiente sol de Norusakistan me ayude a conquistarte, por eso del desierto, la magia y todo eso. . . – rió e Ivette, también lo hizo.
-Te esperaré gustosa.
-Y yo ya estoy ansioso por llegar, extiende mis agradecimientos por tan maravillosa invitación a la familia real.
-Por supuesto.
-Ahora debo dejarte, nos veremos pronto, hermosa.
-Claro que si- Ivette sonrió.
-Recuerda que te quiero Ivette- me encanta estar a tu lado y no me cansaré de repetirte que sería muy dichoso si me dieras acceso a tu vida. Te quiero
Y sin más colgó la llamada, dejándola con un sabor agridulce en la boca. Le gustaba ese hombre, ese Príncipe frío y mujeriego, en vez de estar loca por James que la adoraba.
Las cosas del corazón, son incomprensibles. . .
Zahir se movió, mientras volvía del mundo de los sueños, sintió la presión de una mano sobre su espalda. Estaba boca abajo en la cama, así que sin mucho cuidado se giró y despertó a Aisha, quien dormía plácidamente. Ella se restregó los ojos y lo miró sonriendo.
-Buen día, Alteza- le acarició el pecho- ¿Durmió bien?
-Muy bien- le responde, mientras recorre con la mirada la habitación en busca de su caftán.
-¿Se queda otro rato?
-No, Aisha- negó con la cabeza acentuando sus palabras- me iré a mis habitaciones- se puso en pie sin importarle su desnudez y recogió sus vestiduras del suelo, con la intención de cubrirse.
-Me iré hoy a media mañana.- debo ayudar a mi padre con algunos asuntos.
-Está bien, Aisha.- le dice suspirando.
-¿Cuándo iras a verme?
-No lo sé, por ahora es imposible, se acerca el bautizo de Nael y como mi hermano está tan ocupado, debo ayudarle con algunas cosas.
-Mi padre, desea verte- el sonríe.
-Ya lo hemos hablado, no creas que con tu padre lograrás atarme- le dice mirándola serio- nos metemos bajo las sábanas con plena conciencia, somos adultos
-Nunca te he pedido nada- Aisha, se sienta en la cama mientras con las sabanas de seda cubre su desnudez- nunca he hecho exigencias, me conformo con estar entre tus brazos.
-Pero insistes en que pase tiempo con el Emir. No lo haré Aisha, si dentro de tu cabeza estas pensando que lograras atarme a ti, estás muy equivocada, ni a ti, ni a nadie, soy libre porque quiero serlo y así seguirá siendo.
Sin decir más se gira marchándose, dejando a Aisha, con los ojos vidriosos, porque sabía que todo lo que le decía era cierto.
Cuando todos estuvieron en la mesa Ivette, evitaba a toda costa mirar hacia Aisha o hacia El Príncipe, quien parecía serio y distante.
-Excelencia- la voz de Aisha, reclamó la atención de Zabdiel- a media mañana me retiraré, debo volver al emirato a ayudar a mi padre con algunos asuntos. Agradezco su hospitalidad.
-No te preocupes Aisha, es un placer recibirte en Palacio, saluda a tus padres.
-Con gusto, Majestad.
Ivette, la miró sonreír, mostrando sus perfectos dientes, resaltando sus rasgos orientales y se sintió mal, mal por ser la típica rosa inglesa, de aspecto frágil y no una belleza exótica como aquella.
-¿Sucede algo Vetty?- le preguntó su hermana.
-No, nada.- respondió de inmediato.
-Pareces pensativa, has estado muy callada.
-Seguro piensa en James- aseguró Isabella, sonriendo.
-Si, le he llamado esta mañana y está muy feliz por la invitación, prometió resolver algunos asuntos en la empresa para venir lo más pronto posible, Excelencia- le sonrió a Isabella- aseguró que posiblemente en dos días estará aquí. Además expresa sus agradecimientos por su cordialidad.
-Nada de eso, tu novio es bienvenido- Zahir, contrajo la mandíbula. Ivette, quiso corregir diciendo que James, no era su novio, pero se abstuvo de hacerlo, por el contrario sonrió y agradeció.
Después de que Aisha, se marchara. Zabdiel tuvo que atender asuntos de estado, Isabella, se retiró a darle cuidados al pequeño Nael. Suseth y Matt, en compañía de tres guardias reales, e marcharon a cabalgar un poco los alrededores de Palacio. Ivette, por el contrario no estaba de humor para salir, así que tomó un libro de la gran biblioteca y se fue a uno de los salones a leer un poco.
-No imaginé que la lectura fuese uno de sus entretenimientos, señorita Cooper- Ivette, contrajo la mandíbula cuando escuchó aquella voz.
-Evidentemente hay muchas cosas de mí que no conoce, Alteza.
-Es cierto- se sentó frente a ella y cruzó los brazos mirándola con burla en la mirada- me gustaría conocerla más, señorita.
-No me complace conversar con usted, Alteza, es evidente que estoy entretenida en la lectura.
-Pero podemos conversar, con la finalidad de descubrirnos más. ¿Prefieres que te besen con ternura o con pasión?-Ivette, lo miró empequeñeciendo los ojos.
-Depende de quién lo haga- se encogió de hombros.
-Supongo que James, te besa con ternura.
-Supone bien, James es todo un caballero.
-En ocasiones, ser solo un caballero es aburrido- se quejó él- otra cosa Ivette. . . ¿Ese James. Le hace el amor o sólo tienen sexo?- ella lo miró con ojos enormes.
-Ese no es su asunto, no sea atrevido- dijo furiosa, mientras cerraba el libro con fuerza.- ¿Acaso le pregunto yo sobre su noche en brazos de Aisha?
-Eso fue tu culpa, tú me arrojaste a sus brazos- la acusó.
-¡Si claro!, no me imaginaba que los actos de una simple mortal, tendrían incidencias en las acciones del Principito de Norusakistan- se burló- usted se fue con ella, porque le cuesta mantener la bragueta en su lugar, porque es un mujeriego sin escrúpulos que se burla de esa mujer, y sabrá Dios de cuentas más.
-No me burlo de ellas, ni les miento, nunca las he engañado, saben perfectamente que es solo placer, que no hay nada que me ate a ellas, a ninguna le he prometido amor.
-Una excusa muy barata y trillada. ¡Mujeriego!- le dijo poniéndose en pie dispuesta a marcharse, solo había dado dos pasos cuando el la hizo girar y quedó muy cerca de ella.
-¿Celosa?- le preguntó con una sonrisa lobuna.
-Para nada Alteza, yo no me engaño, además sé perfectamente qué clase de hombre es usted. jamás podría estar celosa.