Boss 2
BOSS 2
— No estoy enamorada de él — repondí con poca fuerza, más bien suspirando bajito y volví a entrar a mi habitación, tirando la puerta para que se cerrara y obteniendo una Lindsay que la frenaba con su palma y se colaba dentro, para darme la brasa.
— Era una pregunta retórica Rebecca — comentó la amiga de mi hermana y de Darius también, sentando su escandaloso cuerpo vestido de una chaqueta roja de Chanel perfectamente ceñido a el, en mi cama, mientras yo me perfumaba simulando no estar molesta, para que no notara lo extremadamente involucrada que estaba con Darius — se te ve que lo estás y no sé cómo lo has conseguido pero se le ve también a él.
A pesar de la enorme sobredosis de esperanza que se acumuló en mi pecho, supe dosificar mi euforia y controlar su exposición, haciendo un ademán que restaba importancia a lo que ella decía, como si me diera igual y dije...
— Ese hombre solo está enamorado de sí mismo Linds y tú mejor que nadie lo sabe — ellos eran super amigos, y ella sabía tanto como yo, que él jamás ha amado a nadie y nunca lo hará porque es demasiado dominante para ceder en absolutamente nada — solo me lo he follado las suficientes veces como para que se crea mi dueño y yo tenga que luchar contra él para que no me consuma del todo, esperando con esto, que no se lo cuentes a mi hermana — dejé caer ese sugerencia forzada, a ver si conseguía seguir manteniendo el anonimato de nuestra historia.
La miré a los ojos y me perdí un poco en su belleza surreal. Era una mujer preciosa, aquel bendito pelo rojo, jugaba a hacerla parecer una diosa de ojos azules que te dominaban si los mirabas demasiado. Hasta las mujeres se quedaban viéndola dónde quiera que iba y su altura, curvas y carácter alegre y poderoso la complementaba, como una fácilmente definida, mujer de belleza sobrehumana.
Su sonrisa no me dijo mucho. Era enigmática. Se acercó a mí, marcando sus tacones en las losas caras del suelo de mi habitación y me tomó el rostro entre sus manos, pasando los pulgares por mis mejillas haciéndome sentir una cría mimada por su hermana mayor — sabía que estabas follando con él, y pude ver el control que tiene sobre tí desde hace mucho — guardé silencio, quería saber hasta dónde podía encontrar información de su comentario — así como te digo que nunca se ha enamorado y parece estarlo de tí, te digo que arrasará con todo lo que tengas para darle, así que no cedas, no dependas y no aceptes menos de él, de lo que tú le das o te volverá polvo y te prometo que sabe hacerlo muy bien. Darius es un amigo que amo, una persona excelente, un amante único, pero también un amor desgarrador... Sobre todo porque no ama, destroza el amarlo Becca y te quiero mucho, no me gustaría que salieras escaldada de él. Cuídate de no hacerle saber que lo amas como puedo ver que lo haces.
El universo conspiraba contra mí de manera aterradora.
Todas las cenas en esta familia, me tocaba a su lado.
Mi padre lo adoraba y le gustaba que se sentara a su derecha en la mesa, por lo que Calum lo hacía a su izquierda y mi hermana y yo, una frente a la otra a los lados de los hermanitos. Lindsey estaba al lado de mi hermana y mi madre, en el extremo al frente de mi padre.
El salmón se me atoraba en la garganta del estímulo que Darius suponía para mí, estando a mi lado con su mano sobre mi muslo constantemente acariciando la piel del mismo.
Justo mi problema con él era ese... Que se mostraba tan dulce, tan cariñoso y tan familiar, como si fuéramos una pareja donde el chico es el que más ama de los dos, que me hacía sentir una magia que no era más que eso, pura ilusión. Como todos los magos, maestros del ilusionismo.
¡Joder!
Me agobiaba que se comportara como el hombre ideal conmigo y luego se negara a serlo a tiempo completo.
Sabía leerme a la perfección y notaba lo ausente que me sentía y me veía, sopesando en mi mente el futuro a seguir.
Su caricia me vestía de deseo, de lujuria, de ganas de él y tenía que evitarlo y empezar a acostumbrarme a la ausencia de todo eso. Iba a dejarlo y ambos lo sabíamos.
Mientras pellizcaba la comida, y jugaba con mi tenedor en el salmón que tenía en el plato, bajé mi mano para sacudir la suya.
Sin perder la compostura y como el erudito en disimular que era, hizo una maniobra debajo del mantel y consiguió entrelazar nuestros dedos.
Las sensaciones iban en aumento así como los sentimientos, sembrados debajo de cada toque que me había dado y aún me daba, a lo largo de estos años.
La intensidad que supone un hombre como Darius, se maximiza cuando la ejerce en una mujer como yo... Demasiado receptiva a él y tremendamente inocente frente a un amo dominante. Sobre todo porque yo jamás me volvería su sumisa, y eso, entre otras muchas cosas eran la base de la fisura en nuestra relación.
Hay momentos en la vida para todo. Están específicamente estructurados y nos corresponde a nosotros saberlos identificar y explotar al máximo.
Y este era justo el momento para dejarlo. Para explotarme a mi misma y saber, todo lo que yo podía darme a mí, y no solamente a él.
Los « te necesito » de Darius, debían convertirse en « te amo », y este era justamente el momento escrito en mi futuro para trabajar hacia ese fin o dejarlo para siempre.
Con mis dedos entrelazados con los suyos decreté, que tomaría muy en serio el consejo de la amiga de mi hermana... No le daría más de lo que él me diera a mí.
Cuando iba a pararme de la mesa, huyendo de lo que me hacía sentir y de las ganas de gritarle a todos que era suya, aunque me negara a aceptarlo y que él sí sabía negarse a ser mío, llegó la persona que nadie esperaba y qué haría de mis días con Darius, mucho más intensos.
— ¡Hola familia !...
La voz vivaz de mi primo Henry, llenó de algarabía la casa, y los dedos de mi hombre dominante se prensaron a los míos, sabiendo como ambos sabíamos, que los celos lo empezaban a devorar.