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—Déjame ver.—Chris sintió que sus dedos vibraban. Qué casualidad tan a favor suyo.
Se acercó a la mujer rubia y se paró detrás de ella. Zoe está sola en la habitación y no sabe cuánto tardará su hermano menor en regresar. Chris tuvo mucho tiempo para enseñarle.
Volvió a endurecer su polla mientras se paraba detrás de ella e inhalaba su olor. Peinó algunos mechones de cabello hacia un lado y acarició su piel. Zoe se encogió de hombros con nerviosismo. Chris contuvo la respiración. Puso una mano sobre su delgado hombro y la deslizó cerca de su oreja.
—No te muevas, no quiero lastimarte —susurró con voz grave.
—Pero...
—Tranquila, haré lo posible para que no te duela.
Zoe piensa diferente de esa palabra. Mientras lo empujaba lentamente por la habitación, reprimió el deseo de verlo.
Hizo un ruido fuerte cuando otro hombre le jaló la oreja izquierda. Podía oír la respiración de Chris.
Parpadeó varias veces ante la idea de que había algo más a su alrededor. No te preocupes, estoy con Chris.
Se dijo a sí mismo para convencerse de que todavía sentía paz en manos de una persona completamente diferente.
Chris contuvo la respiración. Su pasaporte se posó locamente en las manos de la deidad. Su delicado aroma a flores ya le estaba dando vueltas la cabeza. Se preguntó si su piel sería tan dulce como parecía.
Él frunció los labios y la llevó a una silla.
—¡Auch! tal vez sea mejor que lo arranque —se quejó Zoe sintiendo que algo andaba raro en ese momento. Tenía una mezcla de sensaciones que no lograba separar.
Por un lado, había una mazmorra hambrienta y una, un buen hombre que vio en su vida y ahora abrió la ropa.
—¡Claro que no! —replicó Chris sin perder la oportunidad de rozar su espalda con la yema de los dedos.
La escuchó aclararse la garganta. Sonrió de lado. La inquietaba. Eso era inevitable.
Se sentó en el sillón y quedó a la altura de su hermoso trasero.
Zoe lo miró por un costado con dificultad.
—¿Qué quieres hacer?
—Quiero hacerlo con cuidado.
—Solo... jale el cierre y... ¡Auch! —se quejó cuando él lo hizo.
—Perdón, pero ya comprobaste que duele y... —metió un dedo bajo la tela para descubrir un pequeño mechón de sedoso cabello rubio platinado entre los dientes del cierre.
—Esta bien, pero haga algo ya, apenas aguanto la comezón.
—Niña llorona... —susurró comprobando que estaba ante una chica mimada.
—Si usted estuviera en mi lugar tampoco estaría tan contento. Se me está torciendo el cuello y mi cuero cabelludo es muy sensible.
—Déjalo en mis manos, nenita.
Zoe arrugó la frente.
—No soy una nenita —musitó muy bajo, al menos eso creyó. Se llevó una mano al oído derecho y presionó un poco en él.
—Una muy hermosa.
Zoe escuchó las palabras que sonaron como un ronroneo que recorrió su piel.
—Gracias...
Chris escuchó el tono infantil de su respuesta. Zooey definitivamente era Chris, y escuchó el tono infantil de su respuesta. Zoe es definitivamente un bebé, un bebé encantador.
Lo intentó una y otra vez. En cualquier caso, era imposible no lastimarla.
—Tengo que arrancarme la cremallera de la falda.
Zoe se volvió hacia él rápidamente y tiró de su cabello nuevamente. Ella gimió, pero Chris no tardó mucho en levantar su fuerte cuerpo, dejándola sin palabras. Tan imponente.
Chris miró sus labios desnudos y su piel suave.
—Zoe…—Suspiró emocionado.
Ella trató de enderezarse. Esto es imposible.
—Me tengo que ir, mejor...—Se rascó el cuello nerviosamente.
—No hagas eso, niña—susurró, apartando su mano. Te quitaré esta molestia y te pondrás una de mis camisetas, ¿qué te parece?
Zoe abrió los labios. Sacudió la cabeza.
—No... no... no creo que esté bien...—
Chris envolvió sus brazos alrededor de su cintura, apoyándose contra su torso. La rubia se llevó las manos al pecho sorprendida.
Vaya que está duro, pensó Zoe perdiendo el aliento. Los dedos de Chris se apoderaron de los costados de la tela en su espalda y halaron con fuerza.
La chica no tuvo tiempo de moverse y ni siquiera pudo sentir el tirón rápido de su cabello. Estoy paralizado.
"No te preocupes, no estás desnudo.
Siguió arrancando el botoncito hasta que se le soltó el cabello, aún entre los dientes del objeto.
Zooey todavía se aferra a él.
La ansiedad la recorrió de inmediato... Respiró en un lugar que nunca imaginó.
Chris le entregó las exhibiciones y lo levantó. Dio un paso atrás con ira.
—Finalmente…— dijo, tratando de ignorar lo que le había pasado.
Chris no le permitía trazar distancia entre ellos.
—Tu delicado cuello ya no te dolerá más—susurró, acariciando su parte.
Zooey sintió picazón y algo más creció entre sus muslos.
—Voy a darme una ducha.
—Deberías usar la bañera —sugirió, observándola alejarse.
La chica de repente sonrió inocentemente.
—¿Me dejaste ducharme allí?— ¡No he estado allí!
Chris suspiró, pensando en su perfecto cuerpo virgen cubierto de espuma.
Él podría haber estado encima de ella, y ella sacudió su trasero.
—Claro, usa lo que quieras —la acarició con la mirada —. Todo lo que ves es tuyo.
Zoe sonrió nerviosa. ¿Ese hombre...? No... no podía estar coqueteando. No con ella.
No era la clase de chica con la que un hombre así coquetea. Solo el idiota de Ryan, pero no uno como Chris Downey.
—Muchas gracias —murmuró tímida y se rascó un brazo—La ducha fue muy agradable, ...pero
—¿No te quedarías?
Preguntó y su sexo se apretó contra la tela.
—¡Me gustaría! —exclamó Zoe sin pensar en lo que sus palabras habían implicado. Ni siquiera estaba consciente de lo que él creyó.
—Tal vez...¿Otro día ?—Zoe sonrió inocente.
Chris se mojó los labios.
—Zoe...—Chris saco su sonrisa.—Si necesitas ayuda, aquí estaré.
—No lo creo.