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7

—¿Tu vida es aburrida?

—Aunque éso me ayuda en mi profesión. Bueno, son dos profesiones.

—¿Dos? —levantó las cejas que está encima de sus ojos verdes.

—Pués, soy maestra de ballet —anunció con mucho orgullo y enderezó la figura al instante.

—De ballet —encontró respuesta al porqué de ese cuerpo tan firme y sensual.

—Si —su gran sonrisa de niña delató un detalle que incomodó a Chris. ¿Y si era más joven de lo que parecía?

Recorrió su cuerpo en un pestañeo, pero no pudo dejar de sentir admiración por ella. No podía ser tan joven.

—Soy una chica de gimnasio. Debo estar en buena forma siempre.

—Wao..perfecto... —susurró más para sí, que para ella.

Zoe se rascó el antebrazo abiertamente.

—No hagas éso, eso lastima la piel.

Extendió la mano para toDiana. Llamó a su puerta y ella comenzó a recibir el mensaje una y otra vez. Jura en mente, cuando oculta sus sentimientos y sonríe. Se contendría hasta que se diera cuenta de que estaba frente a una mujer y no a un adolescente. Tenía que asegurarle un compromiso temporal.

—Necesito ir a casa para darme una ducha rápida —susurró incómoda.

Chris miró hacia atrás y vió la puerta de su recámara entreabierta.

—¿Y por qué no lo haces de una vez? —allí iba el pervertido a hacer una invitación que le iba a causar un gran dolor de bolas... o todo lo contrario — Puedes usar mi ducha.

La comezón de Zoe empezó a correr nuevamente por su piel.

Chris se le acercó. Sacó su teléfono móvil cuando escuchó que sonaba nuevamente, con una enervante insistencia, ahora en una llamada.

—¡Claro que no! —exclamó la rubia y levantó las manos con una risita nerviosa.

Y fué con ese movimiento que el tiempo se detuvo. Ambos miraron volar por el aire el móvil de Chris, antes de aterrizar estrepitosamente en el piso.

Zoe se llevó las manos a la boca con susto.

—¡Oh Dios! ¿¡Qué hice!?

Chris miró su teléfono en el suelo, con la pantalla tocando la superficie.

—Creo que...

—¡Perdón, no fué mi intención!

Ambos se agacharon al mismo tiempo ante el aparato.

—Espero que siga vivo. Tengo mucha información confidencial en él.

La chica lo miró horrorizada. Ella sabe mejor que nadie lo importante que es un teléfono. En ese momento, parecía otra vez parte de su cuerpo.

—¡No me diga!

—Me temo que sí —respondió Chris serio.

—¿Zoe? ¿Chris? ¿Qué pasa?

La chica se enderezó primero.

Chris lo hizo más tarde, cámara en mano. Limpió suavemente la pantalla y luego la apagó con cuidado.

—Hola Joshuah —dijo Chris sin ánimo.

—¡Hey tío, le acabo de arruinar la vida al señor Downey, le tiré el teléfono y creo que ya no sirve!

Así que en realidad era el hermano con el que había estado chateando en video durante tres meses.

Joshuah miró a Chris cuando Zoe se pegó en su pecho a lAnyquear.

Chris apretó los labios para evitar reírse y Joshuah entendió la broma.

—Ay Zoe, ¿cuándo aprenderás, hermanita?

Chris corroboró lo escuchado.

—Así que son hermanos.

—Sip, esta pequeña niña es la bebé de la casa —dijo consolándola con un abrazo tierno.

Zoe no disfrutó para nada el mote y miró ceñuda a su rubio hermano.

—Yo no veo ninguna bebé —no de ese tipo, agregó Chris mentalmente con malicia.

—¿Lo ves? El señor sabe lo que dice, aquí no hay ninguna niña, ni mucho menos alguna bebita.

—Eso es porque no te conoce —murmuró Joshuah cariñosamente acariciando con ternura el cabello de su frente. —Entonces, ¿Qué fué lo que pasó con el teléfono? ¿Es perdida total?

Chris miró su iPhone a prueba de golpes y agua. Meneó la cabeza fingiendo que seguía sin poder activar la pantalla.

—¡Sí funciona! —exclamó ella de pronto, viendo que la pantalla se iluminaba.

—Tuvimos un incidente cuando tu eufórica hermana se puso nerviosa después de que le ofrecí, amablemente, mi baño y mi ducha para quitarse esa crema que la está matando.

Joshua los miró con incredulidad. Miró a Zoe y notó que tenía muchos huesos en sus manos y brazos por lo que Chris había dicho.

—No sabía que eras alérgica —se dirigió a su hermana que apenas le llegaba al hombro, pues si Chris medía un metro ochenta y cinco, Joshuah tenía diez centímetros más de estatura.

—No lo soy, pero ésa crema que me prestó Ester debió tener algo. Ráscame aquí —le dijo tomando la mano de su hermano para rascarse con ella la espalda.

—Con una ducha caliente se le quita —insistió Chris viéndola incómoda y junto a su compañero de trabajo fué testigo de como Zoe volvió a rascarse por su cuenta.

—Será mejor irnos a casa, aunque...

—¡Por favor Joshuah! —insistió Chris dramatizando el momento—. ¡Yo no soporto verla sufrir de esa manera!

Zoe sintió que la comezón entre los muslos con el roce de la tela iba a volverla loca.

—En otra ocasión me habría negado, pero ya que ustedes se conocen y hay confianza, yo necesito urgentemente quitarme esa crema, Joshuah, por favor —suplicó Zoe a punto de llevarse ambas manos al cuello.

Zoe se sentó en el borde de la cama. Chris entró al baño para poner unas toallas y una bata a disposición de la chica. Podía verla desde allá e imaginaba que la belleza estaba allí por otro motivo, no para darse un simple baño con urgencia.

Se puso de pie y se quedó estático observando sus movimientos desde la puerta entreabierta.

Sonrío al verla rascarse las rodillas. Dejó de ser divertido cuando sus manos levantaron la falda por la parte de atrás y le mostraron un bellísimo trasero blanco.

¡Qué piel más linda! pensó sin perder detalle.

Pobrecita, luchaba para no lastimarse. Si su hermano no estuviera presente, sabía que podría convencerla de recibir su ayuda para limpiar ese cuerpo de diosa con sus propias manos, para pasar su boca por esas curvas de bailarina y su lengua entre los pliegues más delicados de su anatomía.

Sonrió al pensar en sus cualidades como bailarina de ballet. Sabía que tenían una gran elasticidad en los músculos, la suficiente para hacer maravillas juntos.

¡Qué locura! Debía dejar de pensar en las ganas de tener sexo salvaje y desenfrenado con esa chica.

Salió del baño y la vió soltar su falda con prisa para volver a sentarse.

—Aquí tienes una bata y en el baño están las toallas. Hay jabón neutro y shampu, usa lo que necesites. Incluso tengo una crema también libre de perfume.

Se acercó a ella y se la ofreció.

—Gracias. Lamento estarlo molestando. Pero si continúo un minuto más con esta crema encima me voy a sacar sangre y no se va a ver lindo.

Zoe sonrió.

Chris se le quedó viendo. Tenía un rostro tan hermoso. Le encantaban sus ojos expresivos y brillantes, sin malicia.

—Tómate tu tiempo. Voy a ver si Joshuah está bien.

Zoe sonrió. Se inclinó para sacarse las zapatillas.Su hermano había ido a avisarle a las personas que se retiraran.

Cuando Chris le palmeó la espalda, la chica suspiró. Que persona tan encantadora y agradable. ¡Qué difícil es conciliar el desinterés con ser un caballero! No fue fácil encontrar estas cualidades.

Caminó descalza al baño para desnudarse. Le gustaba andar sin zapatos.

Allí estaba de nuevo, en ese hermoso y espacioso baño. Por fin sabrás lo que es ducharse en un entorno tan maravilloso. El baño de su casa no era tan grande.

Todas las mañanas era el mismo lío. Joshua nunca se cansa de correr a ducharse primero porque cuando se va, Zoe debería estar casi lista para llevarlo al gimnasio antes de que se vaya a trabajar. Sonrió, pero estaba muy cómodo. Miró alrededor de su cuello e hizo una expresión terrible. Una de sus mejillas comenzó a ponerse roja.

Esperaba que no fuera mas que la alerDaisy por la crema. No había comido nada.

Llevó una mano al cierre de su vestido en la espalda y al bajarlo, sintió un tirón en el cabello que la hizo gritar.

—¡Ay, maldición!

Intentó tirar de la cremallera y se le enredó aún más el pelo. Me estoy enojando. Tuve que pedir ayuda

Salió del baño y encontró a Chris fuera del dormitorio, revisando su teléfono. Se sintió cohibida.

—Señor Downey...

—Hola Zoe, ¿pasa algo? —preguntó al ver que tenía la cabeza inclinada hacia el lado derecho que fué de donde jaló más cabello.

¿Acaso fué a invitarlo a la ducha?Chris le puso toda su atención.

—Necesito, Josh... a mi hermano —señaló dejándolo frío.

Chris se le acercó. La miró con intensidad, aún cuando aparentaba ser amistoso.Zoe se sintió vulnerable una vez más.

— Puedo ayudarte en lo que necesites.Él tuvo que salir a llevar a un invitado para que tomara un taxi. Se le pasaron las copas.

Zoe contuvo la respiración.

—Es que... —dudó en explicarle que ocurría. —Mi cierre se atoró con el cabello…

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