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4

Las vacaciones de verano habían terminado, el regreso al colegio sería martes, Carolina y los demás habíamos vuelto de un lindo viaje a la playa, nos habíamos divertido tanto, todo había cambiado desde la muerte de Paige que, por cierto, mañana cumple dos meses de fallecida. Acompañaríamos a Mike a dajerle flores mañana por la tarde.

Apolo y yo estábamos de camino a mi casa, él estaba algo serio hoy. A pesar de que todavía quedaban unos días de verano en esta parte del país no hace tanto calor, siempre hay frío. El invierno comenzaría muy pronto y empezaría a nevar también. Está de más decir que el lago se congelará. Es una lástima. Volveremos a disfrutarlo hasta el otro año.

—¿Qué harás hoy en la noche? —me preguntó. Nuestras manos estaban entrelazadas, mientras que con la otra el manejaba.

Ya íbamos saliendo del bosque.

—Nada, creo que me quedaré en casa y arreglaré las cosas para la preparatoria. —respondí con total sinceridad.

Lo miré, él me sonrió de lado.

—Pues creo que te tendrás que encargar de eso después... —me besó la mano—Ésta noche hay fiesta.

Alcé las cejas.

Y entonces recordé: La fiesta de bienvenida. Cada año después de finalizar el verano los Brown, junto con todos los de la manada, hacen fiesta.

—Está bien, ¿a qué hora pasas por mí? —cuestioné mirándolo.

—Yo... Creo que te miraré en la fiesta, tengo que hacer algo primero. —dijo.

Fruncí el ceño, Apolo nunca me dejaba así, siempre que íbamos a un lugar él se ofrecía a llevarme, no le gustaba que llegara sola a ningún sitio y mucho menos a una fiesta.

—Ah... Está bien. —le sonreí, mirando por la ventanilla.

—¿Puedes llegar con Carolina y Kayler? Me sentiré mejor si llegas con ellos. —propuso. No lo miré. Aclaré la garganta.

—Claro, la llamaré.

Apolo aparcó el auto frente a mi casa, me sostuvo la mano y me depositó un cálido beso en los labios.

—Nos vemos en la noche. —sonrió.

Le devolví la sonrisa y bajé del auto, con mi mochila puesta en mi hombro. Caminé despacio hacia la entrada de casa hasta escuchar el ruido del auto marcharse. No sé qué pasa con Apolo hoy. Christian estaba con Carla en algún restaurante almorzando, me da gusto que mi hermano haya encontrado a alguien, y mejor si es amiga de Carolina.

En mi casa no había nadie, como siempre, solo vivía con mi papá y él, digamos que no nos pone mucha atención. Subí a mi habitación y dejé la mochila en mi cama, saqué mi teléfono celular y le envié un mensaje a Caro.

De: Anne.

¿Puedo ir con ustedes a la fiesta? Apolo dijo que me esperaría allí.

Dejé el teléfono en la cama y empecé a sacar mi ropa, segundos después el celular sonó.

De: Carolina.

Claro que por supuesto que sí :) Aquí te espero.

Sonreí.

Creo que ella fue lo mejor que me pudo pasar.

***

Aparqué el auto de mi hermano frente a la casa de Carolina, el auto de Kayler estaba allí, mi hermano llevaría a Carla en su moto, y a Gregory no lo he visto desde que volvimos. Pero algo me dice que Vanesa estará bien.

Salí del coche y me dirigí a tocar la puerta, había luna llena hoy. Y el clima se etaba poniendo muy frío. Segundos después la puerta se abrió.

—Anne, pasa. —me dijo Carolina.

Pasé.

Ella llevaba un vestido negro que le llegaba hasta los muslos, y el cabello suelto como siempre. Se estaba acomodando una arete.

—Kayler ya casi está listo. —comentó analizándome. —¿Qué te pasa? —cuestionó poniendo sus manos en la cintura.

—Nada, —contesté de inmediato—Es que no hubiera querido incomodarles, quizá ustedes querían estar solos.

Me miró mal.

—Obvio no, además, necesitaba hablar con alguien y qué mejor que con mi mejor amiga y prima de Gregory. —me tomó de la mano y me dirigió a la sala.

—¿Qué pasa? —quise saber.

Nos sentamos.

—Es que Vanesa se va mañana y, hoy me dijo que no quería irse, le dije que era su último año de instituto y que tenía que seguir, faltan algunos meses para la graduación y yo... —se detuvo en seco—No se qué hacer. —se masajeó la sien.

Gregory.

Siempre ha sido mala influencia.

—No te preocupes, —le dije—Hablaré con él, éste chico me va a escuchar.

Sonrió satisfecha.

—Yo sé que algo más te pasa. —murmuró—Pero no me quieres contar, está bien, dímelo cuando estés lista. —se puso de pié. En eso, Kayler bajó las escaleras.

—Anne, ¿dónde está Apolo? —preguntó frunciendo el ceño.

Yo también quisiera saber.

—Creo que debe de estar en tu casa, dijo que nos veíamos allí. —respondí insegura.

Alzó las cejas sorprendido, pero luego actuó normal.

—Bueno, nos vamos. —Carolina cogió de la mano a Kayler y enroscó su brazo con el mío. Nos dirigimos a la salida. Pude notar que Kayler le depositó un beso en la sien.

Me hizo recordar a Apolo, no sé qué pasa con él.

Nos montamos al jeep de Kayler, éste arrancó y nos dirigimos a su casa.

También noté que Kayler y Carolina se tomaban de la mano mientras él manejaba, justo como Apolo y yo lo hicimos hoy. Lo sé, hoy estoy muy sentimental pero es que así soy yo, soy tan conservada, aburrida, y eso me molesta porque quizá Apolo se esté aburriendo de mí.

Después de varios minutos de estar en el coche, habíamos llegado a la casa de Kayler, bajamos del coche y nos dirigimos adentro de la casa, la música estaba super alta y había mucha gente, más que en todas las fiestas pasadas, con la mirada buscaba a Apolo, no lo divisaba por ningún lado.

Nos dirigimos a una de las mesas del fondo, en donde allí ya estaba Connor con Kenzie y también Vanesa, Gregory, Christian y Carla. Al llegar, todos nos saludamos.

—¿Has visto a Apolo? —le pregunté a mi hermano a lo bajo.

Negó con la cabeza y volvió a lo suyo con Carla.

—Iré por cerveza. —dijo Kayler.

Al irse, me acerqué más a Carolina.

—No he visto a Apolo. —le comenté.

Ella frunció el ceño y empezó a revisar el lugar.

—Tal vez deberías llamarlo. —sugirió.

Cómo no se me había ocurrido antes. Le dediqué una sonrisa tímida a Carolina mientras ella me miraba negando con la cabeza y riendo.

Saqué mi teléfono y marqué su número. Carolina se pegó al teléfono celular para escuchar. Lo puse en alta voz, éste ruido no dejaba oír nada. Repicó, repicó y repicó, pero no contestó.

La miré.

—De seguro está aquí y no escucha el teléfono. —trató de excusarlo.

Kayler apareció con tres vasos rojos. Cerveza. Le dio uno a Carolina y luego el otro a mí. Dudé, pero Carolina me codeó así que lo tomé.

—Kayler, ¿sabes dónde puede estar el tarado de Apolo? —le preguntó, pero se dirigió a mí rápidamente—Sin ofender. —sonrió, dándole un trago a su cerveza.

Reí.

Kayler lo meditó un poco.

—Creo que lo miré subir. —respondió.

—¿Con quién? —le inquirió ella.

Comenzó a negar con la cabeza pero al ver que Carolina lo fulminaba con la mirada, éste rió un poco pero después se puso serio.

—Iba con Evelyn. —soltó.

Sentí como que me tiraban un valde de agua fría. Carolina me volvió a ver, pero en su mirada no había nada de pena o así.

—Vamos. —me cogió de la mano y nos dirigimos escaleras arriba, no quería subir, claro que no, me daba miedo por lo que podía llegar a ver. Kayler empezó a ir detrás de mí y luego se posicionó a la par de Carolina.

Nos detuvimos en seco.

—Son muchas habitaciones. —dijo ella. —Nos vamos a dividir. Anne, revisa las del fondo, Kayler... —lo miró—Tú sabrás donde revisar. Y yo iré por las de enfrente.

Asentí cautelosa. Comencé a caminar hacia las del fondo, me llamó la atención una puerta entre abierta, ¿estará él allí?.

Comencé a temblar y a debatir si debería entrar allí. Armandome de valor me acerqué a la puerta, pero me detuve en seco al escuchar... Gemidos. ¡Santo Dios! ¡están teniendo sexo! Con todo el dolor de mi alma cogí el pomo de la puerta y la abrí, encendiéndo la luz en el proceso.

Capítulo 2 | La pequeña Anne.

Cubrí mi boca al mirar el espectáculo que yacía en la cama, las dos personas se detuvieron a mirarme con cara de vergüenza. Me cubrí los ojos de inmediato.

—Lo siento tanto. —murmuré.

—Anne, por Dios ¿qué haces? —cuestionó Will.

Sentí como dos personas venían en nuestra dirección.

—Anne, ¿los encontras...? —Carolina se detuvo en seco—¡Hay Dios!.

Will y Ale eran los que estaban en... Ese proceso. Pero no sabemos lo que Kayler pueda hacer, lo miré y también a Ale, estaba cubierta hasta la nariz con la sábana.

—Vaya, vaya. —Kayler se detuvo con los brazos cruzados.

—Anne te iba a decir que Apolo estaba abajo, también te busca. —me susurró Caro. La miré.

—Nos vemos abajo. —le dije sonriendo.

Caminé a paso rápido hacia abajo, bajando las escaleras de dos en dos. La música aquí se escuchaba más fuerte. Busqué con la mirada a Apolo y, en eso, unas manos cubrieron mis ojos, a juzgar por el olor que persivía sabía quién era. Coloqué mis manos en las suyas y las quité con cuidado, volteadome hacia él.

Apolo llevaba una chaqueta negra y su mirada no era la misma de siempre, ignoré eso y le di un abrazo.

—¿Dónde estabas? 一cuestioné, separándome de él.

Se rascó la nuca algo nervioso.

—Sabes que hay que hacer algunos trabajos... —me fue diciendo mientras me encaminaba hacia donde servían los tragos. —He estado averiguando algunas cosas sobre la manada vecina, algunos están indecisos sobre el invierno. En ésta época no hay presas fáciles. —explicó.

Lo miré interrogante, sentándonos en unos bancos.

—Bueno, no soy mucho de entender eso pero... —comencé diciendo, pero él me interrumpió.

—No tienes que hacerlo... —me calmó—Solo necesito que estés conmigo, ¿bien?

Asentí sonriendole.

Me depositó un tierno beso en los labios, lo acepté segura.

Después de pasar más de cinco horas en la fiesta, bailando y bebiendo, bueno, eso hacían las demás personas, yo no soy mucho de bailar ni de tomar, pero Apolo me acompañó toda la noche. Aparcó el coche frente a mi casa y le di un beso de despedida, mañana nos encontraríamos en el cementerio.

Esperé que el auto de Apolo estuviera lo suficientemente lejos para así meterme a la casa. Di media vuelta y pegué un salto al ver a un chico detrás de mí, observándome, con las manos metidas en los bolsillos delanteros de su pantalón.

Me asusté algo.

—¿Quién eres? —cuestioné, con el corazón a mil.

Podía ser un ladrón.

Sonrió malicioso.

—Mi nombre es Thomas. —respondió. —Te vi en la fiesta hoy. —comentó dando un paso hacia mí—Me parece que eres una chica muy linda.

Abrí los ojos del asombro y luego parpadeé varias veces ¿linda yo? Nah.

—¿Gracias? —respondí, más bien fue una pregunta.

Sonrió de lado.

—Es una pena que estés con Apolo. Él no es digno de ti. —dice, acercándose más.

Fruncí el ceño y reí, éste chico sí que es gracioso.

—Ni siquera te conozco, no hables y averigua primero. —lo rodeé para irme a mi casa pero él me detuvo del brazo. Lo miré mal.

—Creo que nos vamos a ver el martes en el instituto. —comentó soltandome.

¿Va a mi instituto? ¿como es que no lo había visto antes?

—Nunca te había visto... —murmuré.

Sonrió y empezó a caminar por la carretera, pero antes se volvió a mí.

—Nos vemos, pequeña Anne. —dio vuelta y, en un salto, se convirtió en lobo y se fue corriendo por la oscuridad de las calles.

Abrí mi boca totalmente confundida pero luego la cerré ¡Thomas es un hombre lobo! ¿y porqué presiento que ésto traerá problemas?.

***

El helado cementerio se estaba tiñendo de blanco, los copos de nieve caían lentamente sobre las tumbas, sobre las personas que ya no están con nosotros. Todos los que sabiamos sobre la muerte de Paige estábamos aquí acompañando al señor Mike, después de todo era su hija. Yo llevaba un gorro en mi cabeza, una chaqueta color crema y unos baqueros negros, al igual que unas botas que llegan un poco abajo de mis rodillas.

Apolo estaba conmigo, nuestras manos estaban entrelazadas. Carolina estaba a la par mía con Kayler. Ella llevaba también un gorro para el frío, el cabello suelto, pantalones negros y un abrigo, nada más que el de ella era en café. Su nariz estaba roja por el frío. Miré la tumba de Paige. Fue una mala persona, pero bueno, aquí estamos dejándole flores.

Media hora después nos dirigíamos hacia nuestros autos, la mamá de Carolina se fue con Mike. Mi hermano estaba algo triste porque Carla se había ido y Gregory estaba igual con Vanesa. Ellas dos tenían que volver, pero vendrían seguido de vicitas. Kenzie viviría con Carolina, algo me dice que ella tiene problemas pero no quiere decir nada, Will también viviría allí. Ahora Carolina no estará sola.

—Anne, ¿puedes llevarte mi coche? —me preguntó Apolo. Lo miré de inmediato. —Tengo que hacer algo primero, pero te veo en la casa, ¿si? —me dio un beso en la sien.

—Claro. —respondí, tomando las llaves.

Me sonrió por última vez y se subió al auto con otro chico, Dante creo que se llama. No sé pero Apolo ha estado extraño desde ayer, ya no siento esa química entre nosotros, es más bien otra cosa. Apreté las manos con fuerza y me subí al coche, esperé que el coche de Dante fuera más adelante para seguirlo. Me mordí el labio inferior, encendiendo el coche y arrancando. Llevaba un buen rato manejando, hasta que observé que se detuvo en una casa aislada de la ciudad. Me detuve también.

Estar con Carolina me ha enseñado algunos trucos de espionaje, solo espero que no me descubran, porque siempre lo hacían. Me hice pequeña en mi asiento y achiqué los ojos para ver bien, mi vista no es muy buena.

Apolo bajó y se metió a la casa, al igual que Dante. ¿Qué estarán haciendo allí? ¿será que Kayler les ordenó que hicieran algún trabajo o así?. Saqué mi teléfono celular y marqué el numero, tardó un momento en responder.

—¿Anne? —contestó.

—Kayler tengo una pregunta —dije—¿enviaste a Apolo a hacer algún trabajo?.

Silencio.

—No ¿porqué? —cuestionó—Se supone que estaría contigo toda la tarde. —respondió.

Cerré los ojos y sentí algo en el pecho.

—Gracias.

Colgué.

Giré el volante y puse el coche en retroceso, tenía que estar preparada para cuando salieran. Lo dejé en la posición correcta y me giré en el asiento a vigilar.

Dos golpes en mi ventana hicieron que pegara un brinco, miré a Thomas y rodé los ojos. Bajé la ventanilla.

—¿Espiando? No pensé que fueras así, pequeña Anne. —se burló.

Lo fulminé con la mirada.

—Deja de llamarme así. —bramé.

Volví mi vista a la casa, sentí como Thomas rodeaba el coche y se sentaba en al asiento co-piloto. Lo miré interrogativa.

—No recuerdo haberte invitado a entrar. —le dije.

Se encogió de hombros.

—Parece que tu hombre salió. —comentó mirando hacia la casa, miré de inmediato también.

Apolo había salido con Dante. Parecía enojado y dio un golpe en el coche. ¿Qué habrá ocurrido? Pero tenemos que irnos, me acomodé en el asiento y encendí el auto, arrancando lo más veloz posible, tengo que llegar a casa antes que él, si es que piensa llegar a casa.

—¿Qué crees que haría enojar así a tu novio? —cuestionó.

No respondí. Esto no me está gustando, Apolo hasta a Kayler le mintió y a mí. Algo anda mal, lo sé.

—Bien, no quieres hablar. —murmuró.

Le di una mirada rápida.

—Tengo mucho qué pensar. —respondí.

—Creí que Apolo te había convertido ya. —comentó.

Fruncí el ceño.

—¿Qué quieres decir? 一inquirí.

—Se supone que eres su mate, ¿no? Tienen meses de salir, era obvio, a no ser que... —se detuvo en seco.

—¿A no ser que...? 一lo miré.

—Que tenga dudas sobre de que lo seas.

Capítulo 3 | De regreso a la preparatoria.

Detuve el auto de inmediato y me volteé hacia Thomas, totalmente temblorosa y con las lágrimas amenazando con salir. No podía ser que Apolo tenga dudas de que sea su mate... Es imposible. ¿Verdad?.

Thomas me miraba normal, sin nada de lástima, totalmente tranquilo.

—Debe de ser otra cosa —musité.

Respiró profundo.

—No estoy seguro, pequeña Anne, solo fue un comentario. —intentó calmarme, pero no funcionó. —Y debemos irnos porque ellos vienen cerca. —susurró.

Lo miré e intenté calmar el temblor en mi cuerpo, asentí y puse el coche en marcha. Tenía los ojos llorosos, soy tan sensible qe cualquier cosa me afecta, me odio por eso.

—Deberíamos pasar por un helado. —me propuso.

Un helado.

Bufé.

—Así estarás más tranquila. —añadió.

Rodé los ojos y, sin responder, le hice caso, doblando en una esquina y deteniendome en la heladería. Observé que estaba casi vacía y agradecí por eso.

—Me alegra que nos empecemos a llevar bien. —me dijo Thomas, bajando del coche.

Hice lo mismo.

—Tú y yo nunca nos vamos a llevar bien. —apunté.

Rió sarcástico.

—Ya lo veremos. —murmuró a lo bajo.

Lo miré mal, pero lo ignoré y nos adentramos a la heladería. Nos sentamos en la mesa del fondo.

—¿Qué sabor quieres? —me preguntó.

—Fresa. —dije.

Me miró, enarcando una ceja.

Le devolví el mismo gesto. Rió y se puso de pié para ir por los helados. Revisé mi teléfono a ver si Apolo me había mandado algún mensaje o algo pero nada. ¿Puede un lobo equivocarse al encontrar su mate? Y yo me estoy volviendo loca porque Thomas comentó eso. Algo que nunca debió de salir de su boca. Agh.

Segundos después Thomas apareció con dos helados, dejó el mío frente a mí y el suyo a la par. Creo que era... No tengo la menor idea pero era celeste.

—¿Qué? —inquirió en mi dirección.

—Nada. —respondí, lamiéndo mi helado.

Estaba absorta en mis pensamientos, solo pensando en que Apolo es lo mejor que me ha pasado, yo nunca me había enamorado así de alguien, es más, ni siquiera había tenido un novio. Luego llegó él. Con su sinceridad y carisma. Tan lindo con todos. Aún recuerdo el día que me dio el primer beso, ese día estaba lluvioso y me había quedado fuera de casa porque mi tonto hermano había olvidado dejarme la llave, pues Apolo me rescató y, allí, bajo la lluvia nos miramos a los ojos y nos besamos, un beso suave, tímido y tan lleno de sentimientos. Una bomba de emociones.

Thomas hizo sonar los dedos frente a mí para que saliera del trance en que me había metido, me sobresalté un poco y luego le di una mirada de pocos amigos.

—Tu helado se derrite. —apuntó.

Miré mi mano, cubierta de miel. Sentí mis mejillas arder y me limpié con la pequeña cerbilleta.

—Estabas en la luna, ¿he? —comentó, haciendo bolitas su papel y encestandolo en la basurera.

Le di una mirada de desdén.

—Thomas, ¿tienes algún problema conmigo? —cuestioné de una vez—¿porqué me persigues? ¿qué quieres de mí? —mordí mi helado.

Se puso serio, como debatiendo su mente.

—Solo quiero que seamos amigos. —sonrió de lado, modo coqueto. —Me pareces alguien interesante.

Achiqué los ojos.

¿Interesante? Pues a la mayoría de las personas les parezco aburrida.

—Aburrida querrás decir. —le corregí.

Negó.

—Interesante. —volvió a decir.

Lo miré a los ojos en busca de un indicio de burla, algo que me dijera que Thomas estaba mintiendo pero no, no encontré nada, solo había mucha transparencia, sincerida. Y eso que hasta ayer lo conocí, hay algo en él que me llama la atención, juro que aveces siento que lo conozco de años. ¿Es normal eso? No, no lo es.

Mi celular vibró anunciando un mensaje. Lo leí de inmediato.

De: Apolo.

Estoy en tu casa. Donde ests?

Me levanté de inmediato.

—Tengo que irme. —murmuré.

Thomas me imitó.

—¿Era él? —cuestionó. Su mirada tenía una chispa de ¿celos? No, imposible.

—Sí, —le di mi helado, él lo cogió dudoso. —Creo que puedes volverte solo.

Le di una última mirada y salí de la heladería, abriendo la puerta de mi auto y adentrándome en él. Lo encendí y salí disparada de ahí.

Minutos después estaba en la puerta de casa, abrí, encontrándome con Apolo de brazos cruzados frente a mí. Cerré la puerta lentamente, el ambiente se sentía tenso.

—Creí que estabas aquí. —comentó, esperando que le diera una explicación.

Di un paso hasta él. Nunca he sido buena mintiendo, pero no le iba a decir que lo seguí.

—Pase por un helado. —le dediqué una mirada tranquilizadora. Además, eso era cierto.

Respiró profundo y caminó hacia el sofá. Mi papá nunca se encontraba en casa, al igual que mi mamá. Ella siempre viajando y a papá no es que le importemos mucho.

Apolo estaba, como los últimos días, extraño. Cada vez lo sentía más lejos de mí, tan distante. Y eso me rompía, lo estaba haciendo sin siquiera darse cuenta... O tal vez sí lo hacía solo que no le interesaba.

—Anne, —musitó mi nombre pero luego se quedó pensativo, como debatiendo si decirme o no lo que sea que haya en su cabeza—Olvídalo, solo que he estado algo estresado.

Se sentó en el sofá y se frotó la cara. Y en realidad se miraba cansado, su cabello estaba despeinado y podía ver unas ojeras bajo sus ojos. Me acerqué a él y me senté a su lado. Puse mi mano sobre la suya, el gesto hizo que me mirara. Me tranquilizó ver que aún me miraba como la primera vez. Respiré tranquila.

—Lo entiendo, no pretendo quitarte tu tiempo... —comencé diciendo, pero él me interrumpió.

—No lo haces, Anne, al contrario, me gusta estar contigo. Me hace bien. —sonríe de lado.

Sonreí también y lo abracé.

—Gracias por eso. —susurré. Él me devolvió el abrazo.

Me separé un poco de él hasta quedar frente a frente. Miré sus labios. Al notar mi gesto él también hizo lo mismo. Me fui acercando poco a poco hasta que...

—Anne, —musitó.

Sentí como mi corazón se detenía por una milésima de segundo y me aparté en seguida.

Se hizo un silencio incómodo que me pareció eterno. ¿Hay algo malo en querer besar a mi novio? Por favor que alguien me diga porque yo, sinceramente, no estoy entendiendo ni mierda.

—Me tengo que ir. —se pone de pié y se acerca a mí. —Nos vemos mañana en clase, ¿vale? —me da un beso... Pero en la frente.

Me siento tan ilusa ahora. Sonreí en forma de despedida mientras lo observaba abrir la puerta e irse. Me desplomé en el sofá y las lágrimas salieron porque estoy dolida, es la primera vez que Apolo me niega un beso. Y presiento que no será la última.

***

Carolina, Kenzie y yo nos encontrábamos en la mesa de siempre en la cafetería. El primer día de clases después del verano se sentía... Solitario, no interesante como los años anteriores. La mesa de los populares donde se solía sentar Paige esta casi vacía, solo quedaron sus amigas con sus novios pero no es lo mismo, sin Kayler ahí... Ni una abeja reyna es tan deprimente.

Aunque pensándolo bien esa abeja reyna podría ser Carolina, aunque conociéndola lo dudo. Los chicos se encontraban entrenando en el campo de fútbol, el partido esta cerca y tienen que entrenar duro. Will también fue integrado en el equipo, al igual que Thomas. Me parece odioso.

—La preparatoria me parece genial. —dice Kenzie después de terminar su almuerzo—. Y saben lo que más me gusta? —nos miró. Carolina y yo nos miramos interrogantes y luego negamos con la cabeza mirándola. —Que no hay una chica popular creyéndose la gran cosa.

Caro y yo nos dimos una mirada cómplice.

—Claro, eso es lo bueno. —le dijo Carolina, en tono nervioso mientras bebía su soda.

Noté que los chicos hicieron acto de presencia, llevaban el uniforme de jugar y se miraban super cansados, noté a Apolo revisando su teléfono celular mientras caminaba, como el resto, hacia nosotras. Acomodé un mechón de cabello tras de mí y carraspeé. Carolina me dio golpecitos en la espalda divertida.

También noté a Thomas, sentándose en la mesa de ¿los populares? Abrí mi boca del asombro pero luego la volví a cerrar. Kayler se sentó a la par de Caro y le dio un beso en la boca. Connor hizo lo mismo con Kenzie. Apolo se sentó a la par mía y me depositó un beso en la sien. Genial.

—¿Quién es el nuevo? —preguntó Apolo, dirigiéndose a Thomas, quién se encontraba bebiendo una bebida energixante.

—Thomas. —respondí sin querer.

Los cinco me miraron.

—¿Cómo es que lo conoces? —me preguntó Caro.

Abrí la boca para responder pero solo conseguí balbucear.

—M-me lo encontré... Hoy —apunté.

Sentía la mirada de Apolo en mí.

Kayler se quitó la camisa, haciendo que todas las miradas de las chicas cayeran en él. Reí, a Carolina no le gustará.

Observé que lo fulminó con la mirada y él solo se limitó a reír.

Dejé que se dieran amor raro y me fijé en Thomas... Pero mi mirada fue a la puerta principal donde una chica rubia, cuerpo de barbie y aires de grandeza se dirigía a la mesa de los polulares. Todos la quedamos mirando interrogantes ¿quién era ella?.

Miró a Thomas seductora y se sentó en la silla frente a él, saludó a las chicas y luego su mirada se dirigió a nuestra mesa... Donde Apolo. Acto seguido le guiñó un ojo.

—Oh, no, ella no hizo eso. —espetaron Carolina y Kenzie al mismo tiempo. Le di una mirada rápida a Apolo y quedé viendo a la chica, quién ahora me miraba a mí. Divertida.

Negué con la cabeza completamente enojada.

No puede ser que la historia se repita.

No puede ser que haya una nueva Paige.

No puede ser que cuando todo parecía haber terminado, era solo el principio de otra historia.

Capítulo 4 | Kara.

La campana de la salida había sonado, toda la clase se dispuso a salir, Kenzie y Carolina empezaron a meter sus cosas despacio y esperarme, al ver que no me movía se detuvieron.

—Anne, la campana sonó. —dijo Caro.

Las miré.

—Adelántense, lo que pasa es que antes pasaré a la biblioteca. Las llamo luego. —les sonreí para parecer calma.

Ellas asintieron y salieron.

Qué suerte tienen ellas de tener a su amor verdadero. Hasta hace unos meses creí que lo tenía. Respiré profundo y empecé a meter mis libros y lápices con lentitud.

En el momento en que me puse de pié y me dirigía a la puerta, me detuve en seco al ver a Thomas arrecostado en el marco de ésta. Volví a respirar profundo y me dispuse a caminar. Mi plan era pasar por su lado y salir de la preparatoria lo más rápido posible. Pero él obstruyó mi paso poniéndose en medio de mi camino.

Me miró, como examinándome.

—Qué pasa, pequeña Anne? —cuestionó con voz fingida. —¿Problemas en el paraíso?.

Se que se refería a Apolo pero no le iba a dar el gusto de burlarse de mí.

Puse mi mejor sonrisa.

—¿Qué? —bufé restándole importancia—Si Apolo y yo estamos más que bien. ¡Estamos super bien! ¡genial! ¡increíble!. —sonreí. Aunque creo que exageré mucho.

No pareció muy convencido. Elevó las cejas y se rascó la nuca mirando el piso.

—Ya veo. —me miró, pero sé que se estaba riendo por dentro—Por cierto, lo escuché decir que se iba con los demás, creyó que irías a casa de Carolina. —musitó.

Fruncí el ceño. Bueno, creo que ahora no soy su prioridad. No pude evitar sentir algo en mi pobre corazón. Como una punzada.

—Ya lo sabía. —mentí. No quería quedar como una tonta. —Me lo ha dicho por mensaje.

Asintió pero no me convenció mucho.

—En fín, ¿qué harás ésta noche? —inquirió frotándose las manos como si tuviera una idea.

—Emm... —apreté los labios en una sola línea—Nada, obviamente. Tengo que estudiar, estaré sola toda la noche.

E inmediatamente me quise abofetear por haberle brindado esa valiosa información. Su gesto pasó de emocionado a ¿seductor?.

—¿Toda la noche? —ronroneó.

—Pero Apolo llegará. Lo había olvidado. —volví a mentir. Muchas mentiras en tan poco tiempo. No sé qué me pasa. Thomas saca lo peor de mí.

Sus labios formaron una media sonrisa y mi corazón dio un vuelco. Tengo que alejarme de Thomas. Ahora sé que sí.

—Me tengo que ir. —dije, intentando pasarle a un lado pero él me tomó del brazo.

Su gesto era cálido y mandó una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

—De hecho te quería invitar a Bob's. —comentó, soltandome.

¿Qué? ¿invitarme a mí? ¿a un bar? Já, estará jugando.

—No me conoces lo suficiente como para saber que no voy a ese tipo de sitios, —comencé diciéndole—Es para... Adultos y solo hay alcohol y juegos de cartas y esas cosas sucias. —susurré a lo bajo como si alguien más nos estuviera escuchando.

—Vamos, pequeña Anne, relájate, muestrale a Apolo que no eres esa chica aburrida. ¡Diviértete, emborrachate! —exclamó.

Abrí mi boca totalmente asombrada pero luego la volví a cerrar, no tenía ni idea qué decir ante su proposición. Pero aun así la idea era tentadora ¿Apolo creía que era aburrida? Já todavía no conocen a la verdadera Anne. Pero Thomas no quería salir conmigo solo para demostrar eso.

Achiqué los ojos en su dirección.

—Esto no es por Apolo, ¿cierto? —cuestioné.

—La verdad no. Es por mí. Quiero ver de lo que eres capaz. Porque yo sí te quiero conocer muy a fondo. —respondió guiñándome un ojo y haciendo un hincapié a la última palabra. Sentí mis mejillas arder.

Deprabado.

—De todas formas no iré. —le dije.

Negó.

—Respuesta incorrecta. Pasaré por ti a las siete.

Me dio una última mirada divertida y se fue, dejándome con la palabra en la boca.

No, por supuesto que no iba a ir.

Apreté las manos y salí del salón.

***

Las luces de un auto aparcándose frente a casa me advirtieron que había llegado. La verdad no iba a ir pero pues lo pensé mejor y, como no tenía nada qué hacer, decidí darme un descanso y salir a divertirme por hoy. Solo po hoy porque después de ésto no volveré a ver a Thomas. Me traerá problemas.

Ah, y ¿Apolo? Ni un mensaje, ni una llamada.

Abrí la puerta al momento en que observé por la ventana a Thomas acercándose a ella. Su mirada me recorrió descaradamente desde los pies a la cabeza.

Me había decidido por un vestido —primera vez que me pongo uno ya que siempre usaba pantalón. Y flojos—Era algo corto y, para mi mala suerte, pegado al cuerpo. Me había puesto una chaqueta encima, algo de maquillaje —torpemente—Y el cabello suelto, como siempre.

—Lindas piernas. —dijo, observándolas.

Sentí, por segunda vez en lo que va del día, mis mejillas arder.

—¿Gracias? —sonó más bien como una pregunta.

Se rió.

Caminamos hacia su auto, me sorprendió que tuviera uno tan lujoso. Él llevaba vaqueros color gris y una camiseta que se adhería muy bien a su cuerpo. Me abrió la puerta del co-piloto.

—Señorita... —sonrió con una chispa de diversión mientras sostenía la puerta.

Medio le sonreí y me metí al coche. Cerró mi puerta. Me puse el cinturón de seguridad mientras lo observaba rodear el carro y sentarse en su lugar.

Lo encendió.

—Esperaba un "gracias" cuando te abrí la puerta. —murmuró. —Pero con tu media sonrisa me basta.

Le di una mirada rápida.

—Como sea, quiero que ésta noche se termine rápido. —le dije—Tengo que volver a las diez.

—¿Tan rápido te quieres librar de mí? —cuestionó—Tranquila que no muerdo... Bueno, no si no quieres. —me dio una mirada rápida.

Negué con la cabeza totalmente sorprendida por su cínismo.

—¿Y porqué a las diez? Creí que habías dicho a las tres.

Lo miré rápidamente.

—Estás loco si crees que voy a durar hasta las tres de la mañana en un bar. Con un chico. —advertí—Además a las diez tengo que volver. Así está en mi agenda.

No debí de decir eso último.

—¿Agenda? —cuestionó. Aunque no lo noto sorprendido.

Ya casi llegábamos al bar.

Tenía una agenda de mis hábitos y así. Hoy, por ejemplo, quería estudiar hasta las diez y luego dormir. Así era siempre.

—Olvídalo.

Minutos después aparcó en el estacionamiento que, por cierto, estaba lleno. Salí del auto. Thomas se posicionó a la par mía. La música se escuchaba hasta aquí afuera y no me imagino como debe de estar adentro.

—Kara dijo que vendría hoy con alguien. —comentó, como si yo le pregunté.

—¿Kara?

Me miró.

—La nueva. La que se sentó hoy en mi mesa. La rubia. —explicó.

Claro que sabía quién era. No olvido como le guiñó descaradamente el ojo a mí novio.

—Ni idea. —fingí restarle importancia. —Por cierto, ¿en qué mesa estabas? —lo miré.

Sonrió de lado.

—Muy graciosa.

Nos detuvimos frente al enorme hombre de seguridad. Me inmuté. Se mira tan tenebroso con su ceño fruncido.

Le dio una mirada a Thomas y noté como lo reconoció de inmediato. Y luego me miró a mí, frunciendo aún más su ceño.

—Viene conmigo. —le espetó con autoridad y me dio un escalofrío al escucharlo hablar así.

Nos dejó pasar inmediatamente. Estaba que reventaba de personas. Thomas puso su mano en mi espalda con delicadeza para guiarme.

—Buscaremos una mesa disponible. —me susurró en mi oído, su aliento chocando en mi piel.

Me estremecí.

Llegamos a una mesa un poco alejada de la gente, al rededor habían más pero estaban ocupadas. Hasta parecía que ésta estaba esperándonos.

—Voy por unas cervezas.

No me dio tiempo de decirle que quería un jugo, sino que se fue. Rodé los ojos y me acomodé en la silla. Mirando para los lados. Mi mirada se detuvo en un chico a unas dos mesas de la nuestra.

Apolo.

Estaba tomando.

Pero no estaba solo.

Kara estaba con él.

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