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—¿Que te pasa? ¡Yo no soy tuya! —lo empujé, dirigiéndome a la puerta.
—Ahora por favor vete que mis padres no tardan en llegar.
—¿Kayler y Carolina? Están muy ocupados romanceando en alguna colina de por aquí cerca. Por ellos no te preocupes.
—¿De que estás hablando? —abrí la puerta para el.
Y entonces parece entender algo.
—¿Que? —quiero saber.
—Olvídalo. Tengo hambre así que creo que saldré a buscar algo de comer. —se acerca a la puerta, pero antes de detiene frente a mi— hueles tan bien —dice— es un honor agradable. Te veo mañana, Cristine.
Y sale de mi casa.
Lo veo alejarse sin entender nada de lo que acaba de pasar. ¿Por qué Liam actúa tan raro? No lo lograba entender. Lo veo adentrarse al bosque y eso me pareció mucho más extraño, pero no le di importancia, sin embargo, cuando estaba apunto de cerrar la puerta escuché un aullido que me llegó justo a mi corazón.
¿Lobos?
Hasta donde yo sé en Lewiston no habían lobos.
Si es así, estoy en problemas. Cerré la puerta y la aseguré. Me preocupé por Liam, es decir, habían lobos ahí afuera en el bosque y él se fue solo. ¿Le habrá pasado algo? ¿Y si ese lobo lo encuentra? De todas formas no es mi problema, no es mi amigo y no lo conozco. Pero es una vida humana y una vida humana vale.
¡Ay Dios! No sé qué hacer. Me debato en si ir a buscarlo o dejar que se lo coman los lobos. Tomé mi celular y salí. No sé qué estoy haciendo pero estoy loca. Cuando entré al bosque encendí la linterna de mi celular. Había estado con mis padres recorriendo este bosque muchas veces así que me lo sabía de memoria.
—¿Liam? ¿Estás por aquí cerca? —susurré.
Escuché sonar a un búho. Había luna llena así que podía ver bien en el bosque. La claridad me ayudaba.
Esto es una mala idea. De seguro Liam ya está en su casa y yo aquí de estupida. Suspiré, deteniéndome.
—No entiendo por qué hice esto —me dije a mi misma. Iba a dar media vuelta para volver a la comodidad de mi casa pero gruñidos me hicieron detenerme en seco y mirar para todos lados. —¿Hola?
Eran gruñidos extraños. Como de un animal o como de un... lobo. ¡Dios! De seguro encontró a Liam y de lo está comiendo. ¿Que hago? Seguí los gruñidos hasta detrás de un árbol.
Alumbré.
Lo que vi: un lobo negro enorme con el hocico ensangrentado comiéndose a un pobre venado.
Grité.
Lo cual fue un error porque el lobo me miró y me gruñó.
Seguí gritando pero luego reaccioné y corrí.
¡Mierda, mierda, mierda!
Mi corazón latía a mil por hora, mi respiración estaba agitada y mi cuerpo estaba temblando.
¡Es un lobo! ¡Un lobo enorme!
Escuché un aullido.
Eso me hizo perder el control y caer. Busqué mi celular que por algún lado había caído pero no lo encontraba. Pero me detuve en seco al ver algo frente a mi, cerca. Sentí que cayeron gotas de sangre en mi mano lo que significaba que la boca del lobo estaba justo arriba de mi. Me quedé estática, sin moverme, con un miedo terrible.
El lobo gruñó.
Elevé la cabeza lentamente, poniéndome de rodillas a cómo pude. Era mi fin, era obvio que esta sería mi última noche. Una lágrima salió por mi mejilla. Estaba medio sollozando pero temía que al más mínimo movimiento o sonido el lobo me fuera a atacar.
Cerré los ojos por un segundo.
El lobo era impresionante, era tan aterrador. Miré sus ojos, tan oscuros, negros como la noche. Y no sé por qué me parecieron familiares.
Qué locuras pienso.
El lobo se acercó más a mi, olfateandome.
No podía ni moverme.
Cerré los ojos esperando lo peor. Sin embargo escuché voces cerca. Muchas voces, como de chicos bromeando y gritando. Quizás estaban haciendo alguna fogata en el bosque. Entonces las esperanzas volvieron a mi. Abrí los ojos y noté que el lobo se alejó, me dio un último gruñido para luego correr lejos de mi, perdiéndose en el bosque.
Dejé salir el aire que tenía contenido y me puse de pie, no podía quedarme a averiguar si volvía o no. Encontré mi celular caído en el suelo, lo tomé y salí corriendo sin mirar atrás.
•
Cerré las puertas, ventanas y me escondí en mi cuarto. Lo que me había pasado me había dejado en un estado de shock. Eran las doce de la noche y mis padres aún no venían. Los necesitaba. En mi mente estaba guardada la mirada tan oscura del lobo, pero también la mirada tan oscura de Liam. Eran aterradores los dos.
Necesitaba a alguien.
En eso me llegó un mensaje al celular.
Desconocido:
Pasaba por aquí, quieres que suba?
Fruncí el ceño.
Cristine:
Quien eres?
Envié el mensaje mientras me sorbía la nariz.
Desconocido:
Vamos, Cristine, anduviste averiguando mi nombre, no me sorprendería que también averiguaras mi número ?
Y entonces caí en cuenta.
Cristine:
Liam.
Desconocido:
Exacto. Quieres que suba?
La verdad no, no quería que viniera, ¿por qué? ¿Para que? ¿Y por qué anda detrás de mi si apenas me conoce de hoy? Sin embargo pensé en lo que me pasó: en el lobo y en qué estuve a punto de morir y me sentí con miedo. No quería estar sola.
Cristine:
Solo hasta que mis padres vengan.
En eso escuché un ruido en la ventana. Lo primero que pensé fue en el lobo pero descarté esa idea porque dudo que los lobos puedan escalar ventanas. Tragué grueso y esperé.
Era Liam.
Pasó a mi cuarto. Vestía de negro y su cabello estaba muy despeinado. Le daba un aire mucho más sexy así.
—Uh, tenía años de que no escalaba —dice juguetón.
Me mira.
—¿Llorando? No me digas que es por el idiota de Kaleb.
Avancé a él y lo abracé.
No me juzguen. Necesitaba apoyo emocional justo ahora y Liam para algo me tenía que servir.
—Sabía que no te podías resistir a mi —me dice dándome palmaditas en mi hombro.
—No digas estupideces —susurré— solo necesito un hombro en quien llorar.
Bufó.
—¿Me crees tu paño de lágrimas? —bromea.
—En este momento si.
—Bien, dime, ¿qué te pasa? Cuéntame.
No estaba segura de si decirle que un lobo enorme estuvo apunto de matarme. Me creerá loca.
—No me vas a creer.
Me separé.
—¿Que cosa? —ahora su semblante es más serio— ¿te pasó algo cuando me fui? —parecía muy interesado.
Lo pensé. ¿Le digo o no le digo?
—Es solo que... me sentí muy sola —mentí.
Achicó los ojos, escaneándome.
—¿Segura? ¿O querías estar a solas conmigo? —se acerca peligrosamente.
—Estás loco —me dirigí a mi cama y abracé a un peluche. Lo tenía desde niña. Irónicamente el peluche era un lobo negro. Fue un regalo de papá.
—Ay, Cristine, ¿por qué no aceptas que te mueres por mi? —se siente en mi cama.
—Estás loco, jamás me fijaría en ti. No me lo tomes a mal pero no eres mi tipo —creo que herí su ego porque en un rápido movimiento me tomó de las manos, me hizo acostarme en la cama y él se subió encima de mi. —¡Quítate! ¿Que te pasa?
—Acéptalo, Cristine, te gusto aunque sea un poco. Los dos lo podemos sentir. —y me besa, así como así.
Su beso es tan cálido. Sus labios son tan suaves... tan... a pesar de que este es mi primer beso se lo estoy correspondiendo como si mis labios conocieran los suyos desde hace mucho. Fue una sensación rara y extraña.
Pero no me desagradó. Es lo que más me desconcertó.
Se separó de mi, ahora sus labios bajaron a mi cuello.
Calor. Eso sentí.
—Te quiero comer —susurró cerca de oído. Un susurro que me provocó escalofríos. —Sí, como escuchaste, te comería toda en este momento —muerde mi lóbulo de la oreja.
—Liam —susurré jadeante.
¿Que estábamos haciendo?
—¡Cristine, llegamos!
Me separé de él de inmediato.
—Vete, mis padres volvieron, vete.
—No, yo estoy pasmándomela muy bien.
—Mi padre vendrá en cualquier momento, no sabes de lo que es capaz —no sé cómo pero me lo quite de encima y lo arrastre a la ventana— por aquí saldrás sin que te vean.
—Puedo venir más tarde si quieres y continuamos lo que estábamos haciendo —se acercó.
—No, te veo mañana en clases pero por favor vete.
—Bien —aceptó a regañadientes.
—¿Carolina? —escuché la voz de mamá del otro lado de la puerta.
Liam cruzó la ventana y de lanzó al suelo así sin más.
Me asusté por él, pero estará bien.
Lo que no dejaba de pensar era en cómo pude caer así en los encantos de Liam. Solo se que me arrepentiré después.