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Capítulo 2: Poseída por la oscuridad

MICHELLE

Entro torpemente chocándome con todas las cajetas revueltas en el suelo. Los estantes están cubiertos de polvo y de tela-arañas, me tapo la nariz para que no me agarre un ataque de alergia. Doy vueltas en círculos en la diminuta habitación, girando mi cabeza como un trompo pero nada logra llamar mi atención. Reviso los estantes y muevo los objetos con desesperación.

¿Si no encuentro nada, entonces, como El Príncipe detendrá al Yeti?

¿Tendré que cargar con la culpa de que su rostro quede deforme?

Si pasa eso no dejará de molestarme. Debo encontrar esa maldita piedra.

Mientras rebusco me encuentro con un alhajero muy bonito que contiene pequeñas piedras encajadas a sus lados y esta bordeado por un exquisito tono platinado. Levanto la tapa y descubro un collar incrustado en una fina capa terciopelada azul. El collar es mucho más llamativo, consiste en una cadena de plata que sostiene una piedra ovalada roja carmesí. La blancura del ambiente resalta con más ahínco el tono avivado y brillante de la joya. Quedo extasiada al contemplarla, olvidando por completo la razón por la que estoy aquí.

Una palpitación me recorre todo el cuerpo, me llevo una mano al pecho con preocupación. De pronto, una luz me ciega y cuando abro los ojos descubro el collar rodeando mi cuello. Asustada, intento quitármelo pero es en vano, mis manos se queman al contacto con las cadenas. Comienzo a sentir como el aire entra menos a mis pulmones y como la desesperación por quitarme el collar aumenta mi estrés.

Se siente parecido a cuando la primera piedra entro en mi interior; pero, ¿por qué tengo este malestar?

Siento que hay algo que no está bien.

En todo caso no me explico porque en vez de introducirse en mi interior, permanece a la vista e intenta tomar el control de mi cuerpo.

¿Realmente esta es una piedra de la puerta de Sortelha?

Me apoyo contra la pared resistiéndome al poder de la piedra que me va quemando desde el interior como si una llama estuviera luchando por arder desesperadamente. Toso botando prácticamente mi alma junto a mi saliva. Comienzo a sentirme mareada y a perder fuerzas lentamente. Voy bajando la escalera de la torre poco a poco mientras utilizo la pared como apoyo, los pies me pesan demasiado; en unos instantes, tropiezo y ruedo cuesta abajo como una pelota sin control. La nieve me da la bienvenida cuando llego al pie de la torre, gracias a ella no me lastimo gravemente. Me retuerzo del dolor al sentir mi cuello arder, por más que intento sacarme el collar no cede. Observo al Yeti, el cual, sigue enfurecido y lanzándole miles de ataques al Príncipe. Si realmente está siendo poseído por esta piedra no he podido hacer nada para detenerla.

Soy la peor elegida del mundo.

Suelto un grito agonizante, el calor en mi pecho aumenta al punto de ser insoportable, no puedo resistir ni un minuto más. Me duele tanto que deseo desparramar mis lágrimas y combinarlas con la nieve. Escucho el sonido de algo romperse, me percato que el brazalete cuya función era contener mis poderes se ha partido en dos.

Oh, Dios mío.

Voy perdiendo la consciencia, todo se ve borroso, lo último que llego a apreciar antes de que mis párpados se sellen son los ojos azules del Príncipe que me observan perplejos sin comprender que me sucede.

Toda la luz desaparece y me sumerjo en una oscuridad agobiante.

MARCUS

Su grito me distrae, giro hacia su dirección y la encuentro tendida en el suelo sujetándose el cuello, exasperada. Luce como si estuviera sufriendo, se retuerce y aprieta sus ojos con fuerza. Lo único que entiendo de esta escena es que volvió a meterse en problemas. No sé si fue capaz de encontrar la piedra; pero en todo caso parece que los problemas empeoran en vez de resolverse.

Deja de moverse, su cuerpo descansa sobre la nieve como si estuviera sin vida. Una ráfaga de viento sale de su cuerpo y se expande, me protejo con ambos brazos; pero el impulso es mucho más fuerte y termina mandándome lejos. Mi cuerpo se impacta contra varias cajetas amontonadas; me reincorporo y descubro a una chica parecida a ella.

Su cabello se ha tornado azul grisáceo, su vestimenta también; pero en un tono más oscuro. Una diadema negra acompaña su melena y su piel se confunde con la nieve al poseer una pigmentación casi blanca. Sus ojos han perdido brillo, como si estuvieran vacíos.

Alza la vista con lentitud, una sonrisa retorcida aparece en su rostro. Eleva un brazo y una lluvia de diamantes de hielo atacan al Yeti. Este se protege con sus brazos y corre hacia su dirección, propina un fuerte golpe contra el piso que sacude el suelo, ella lo esquiva con rapidez dejándome sorprendido.

¿Desde cuándo tiene habilidades de lucha y posee poderes mágicos de hielo?

Ella jamás se movería con tanta agilidad y confianza. Seguramente encontró la piedra y esta la poseyó.

Pero, ¿y el brazalete? ¿Acaso no funciono?

Al menos esta vez está siendo útil y se está encargando del Yeti.

Arremete ferozmente contra él, lanzándole una ráfaga de hielo descontrolada que termina congelando los objetos inertes de los alrededores. El Yeti lo esquiva como puede, a pesar de tener un gran cuerpo robusto su lentitud no lo beneficia. Ella se mueve con una rapidez impresionante que no permite al Yeti controlar la situación.

El suelo debajo de sus pies se congela con cada paso que entrega, la temperatura ha descendido enormemente, las paredes se cristalizan en cada pilar y la nieve se convierte en hielo macizo. El aire que la rodea danza junto con pequeños trozos de granizo. Incluso su mirada no despide más que frialdad.

Una espada de hielo se materializa en su mano, se desplaza en dirección al Yeti y se la entierra en el brazo. Él grita de dolor y en un intento por quitársela de encima le da un puñetazo. Ella no lo esquiva, como resultado sale disparada por los aires y se estrella contra el suelo.

Pudo esquivarlo mas sin embargo no lo hizo. ¿Por qué?

Ella se pone de pie junto con una sonrisa retorcida en su rostro, puedo divisar manchas de sangre tiñendo su vestido. A pesar de estar herida no demuestra malestar, parece un soldado cuya única misión es exterminar a su enemigo.

La pesadez del aire aumenta, el frío se vuelve insoportable incluso para mí. El hecho de que se esté encargando del Yeti y lo esté venciendo es algo que me favorece; sin embargo, presiento que mientras más tiempo ella permanezca transformada en ese ser, la situación puede volverse en mi contra.

No parece interesarle su propio bienestar, lo único que existe en su cabeza es aniquilar a su objetivo. Podría desangrarse y continúar luchando hasta que la última gota de sangre haya abandonado su cuerpo.

En un parpadeo vuelve a lanzar una tormenta de cristales puntiagudos; pero esta vez sus ataques no fijan ningún objetivo, está totalmente fuera de control. Me posiciono detrás de una roca para protegerme de su locura. El Yeti por otro lado recibe cada apuñalada de hielo y cae derrotado soltando un gruñido de dolor. Ella celebra su victoria riéndose como desquiciada, frunzo el ceño ante su reacción, definitivamente es otra persona.

De pronto, se queda inmóvil con la mirada perdida en el cielo. Mi vista recae en el cuerpo derrotado del Yeti, del cual fluye una energía negra teñida de rojo, esta escapa y se inserta dentro de un collar que le cuelga a ella del cuello. Suelta un grito agonizante que me deja casi sordo, se agarra la cabeza con ambas manos mientras se ladea de un lado al otro. Se detiene súbitamente, sus manos se resbalan y caen a sus lados. Se tambalea hasta que finalmente se desploma hacia atrás mientras su cabello retorna a su color castaño original junto con el resto de su apariencia. Antes de que se estampe contra el suelo salgo de mi escondite y la tomo entre mis brazos. Esta inconsciente, mientras la analizo me percato de que las heridas que tenía hace unos instantes han desaparecido, seguramente por obra de la piedra de la purificación. Me parece inconcebible que pueda usar magia de este nivel sin ser consciente, es casi como si las piedras actuarán por si solas y ella solo fuera el emisor.

Me quedo observando la piedra carmesí en el collar que trae puesto. Estoy seguro de que no lo traía con ella cuando llegamos al castillo. Intento tocarlo pero una energía abrasadora me hace retirar la mano.

Es obvio que se trata de la piedra del granizo.

Es un poder peligroso, bueno, todos lo son.

Estuvo poseyendo al Yeti y nutriéndose de la desesperación de los aldeanos secuestrados. Cuando el cuerpo ya no le sirvió, lo abandono y regreso a su recipiente original.

Tomo su muñeca y en efecto, el brazalete que hizo el sabio desapareció. Posiblemente no resistió tanto poder y se partió en pedazos. Lo que quiere decir que sus poderes no pueden ser contenidos; pero ella tampoco puede controlarlos, más bien ellos la controlan a ella y si esto sigue así, es posible que su cuerpo no resista.

No debería ser así si se supone que es la elegida.

Solo tenemos dos piedras y su condición es desastrosa, ¿qué sucederá cuando obtenga las demás?

Suelto un suspiro molesto, el sabio continúa escondiendo secretos. Dudo que no sea consciente de todos estos desenlaces, seguramente sea otra de sus estúpidas pruebas. No sé hasta qué punto él tiene control sobre toda esta situación. Maldito viejo.

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