Capítulo 2: Feliz
{Narra Alex}
Esto era algo que no me esperaba para nada, pensé que sólo saltaríamos de un avión en Tándem y que cumpliríamos uno de nuestros sueños compartidos, pero ver un “Alex ¿te quieres casar conmigo?” desde las alturas es algo inexplicable, la emoción era inmensa, además de los nervios que sentía al tenerlo de rodillas, eran algo que de sólo recordarlo consigue acelerar mi corazón con fuerza.
Mi felicidad es inmensa, no existen números que puedan expresar en un papel la enorme cantidad de emociones dulces que mantengo en mi interior, me siento bien, aunque preocupado por lo que se viene ahora, casarse es algo complicado después de todo, tendremos que planificar la boda y sin duda quiero que sea inolvidable.
Cuando regresamos hasta nuestra casa en su auto, no podía evitar observar mi anillo, era lo más hermoso que había visto en mi vida, además que al saber su significado me hace sonreír por horas, ¡estoy prometido a Max! ¡Soy su prometido! Y eso es suficiente como para querer dar brincos de alegría, todo esto parecía ser un sueño del cual no quería despertar, me sentía demasiado feliz en ese momento y no quería que nada lo estropeara, por ello me desconecté de todas mis redes concentrándome únicamente en mi prometido, Max parecía estar cansado, mi cuerpo también lo estaba, pero estaba demasiado feliz como para notarlo.
Tic, toc, tic, toc.
Escuchábamos los intermitentes del auto que le señalaban a los demás autos hacia donde giraríamos, nosotros aprovechamos aquella pequeña pausa de semáforos para unir nuestros labios con un beso lento y suave que mantenía nuestros corazones unidos con aquella pequeña muestra de afecto, que tan sólo duró unos segundos antes de ser cortados por el pitido de un auto atrás nuestro, Max soltó un bufido robándome un corto beso antes de seguir manejando de regreso a nuestra casa, me acomodé en el asiento viendo por mi ventana el anaranjado cielo que nos rodeaba, era hermoso, todo me resultaba hermoso en un momento como ese.
Cerré mis ojos un instante para simplemente descansar la vista luego de un largo viaje, podía sentir como mi alrededor giraba, como también la manera en la que las ruedas del auto se desplazaban por el suave pavimento de la carretera, abrí mis ojos un instante al detenernos viendo como nuestro regreso se acercaba cada vez más, encendí el aire acondicionado del auto sintiéndome más fresco luego de sentir durante el día al caluroso sol de este verano, tenía ganas de llegar a casa y darme un baño con agua fresca que consiguiera relajar mi cuerpo luego de un magnífico día inesperado.
–¿Quieres comer algo? –preguntó al estacionar el auto en el garaje de casa, yo no tenía hambre, he comido demasiado con mis amigos como para volver a probar bocado.
–Vamos a la cama, estoy exhausto– informé entrando por la puerta trasera donde se encontraban nuestros autos, Max cerró las puertas principales caminando conmigo hasta nuestra habitación, me fui quitando la ropa para adelantar el momento de dormir acurrucado a su cuerpo.
Sentir su cuerpo desnudo junto al mío es algo de lo que creo, que jamás me acostumbraré, cuando siento sus fuertes brazos rodear mi cuerpo me siento especial y muy protegido en ellos, me gusta la forma en la que nuestros cuerpos se apegan creando un calor único que a veces en verano se convierte en un infierno, sin embargo, las caricias esta vez eran suaves y tiernas por lo que sabíamos que no llegaríamos a algo caliente.
Max se metió conmigo en la ducha de puertas de vidrio sintiendo conmigo el agua fría que había querido todo este tiempo, sus ojos al verme dentro de la ducha se iluminaban de una forma especial, sus brazos me envolvían con amor y ternura creando un agradable sentimiento de satisfacción y armonía.
–Supongo que ahora deberíamos pensar en un viaje a Santiago– hablaba pasando sus manos por mi cuerpo con delicadeza, sus manos siempre han sabido tocarme de una manera especial que acelera mi pulso.
–¿Cómo crees que se lo tomarán mis padres? –dije envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo sintiendo como el agua fría bajaba por mi cabeza deslizándose por mi cuerpo de la misma forma en la que lo hacía en el suyo–Mi amor... ¿Cuánto llevas planeando esto? –quise saber.
Max sonrió antes de atrapar mis labios con dulzura–Unos cuantos meses–contestó–No sabes lo nervioso que estaba por todo lo planeado– le sonreí acariciando su mejilla viéndolo con ternura a los ojos, aquellos ojos que me enamoraron al instante en aquella vez en la que nos conocimos en la calle y terminamos teniendo sexo ese mismo día ¿quién lo habría dicho? Jamás pensé que de esa forma encontraría el amor, si alguien me hubiera dicho que encontraría al amor de mi vida en la calle y que al cabo de unas horas terminaría siendo suyo, no lo habría creído, sobre todo porque no pegaba conmigo al ser todo tan rápido, pero llevar tres años junto a Max me ha demostrado que el amor está en todas partes, no es necesario buscarlo, el amor no se busca, se encuentra sin querer en algún sitio escondido donde no creerás qué se esconde.
–¿Y si hubiera dicho que no? –pregunté, girándome, sintiendo como enseguida sus desnudos brazos me envolvían, Max depositó un beso en mi cuello mientras yo cerraba la llave que dejaba caer el agua en nuestros cuerpos.
–Me daba un tiro en la cabeza en ese mismo instante–me abracé a sus brazos– Tú eres todo lo que necesito, eres la razón por la que siento mi corazón latiendo en mi pecho, sin ti nada me parece significativo.
–Por esa misma razón, no pienso alejarme de tus brazos...–me giré para verlo a los ojos– Si soy la razón por la cual tu corazón late, estaré siempre contigo, en las buenas
–Y en las malas...– terminó de decir por mí deslizando su mano por mi mejilla atrapando mis labios con un tierno beso que nos hacía suspirar por dentro, fuimos saliendo a ciegas de la ducha tomando una toalla cada uno para secar nuestros cuerpos mojados, esa noche no pasó nada, sólo nos acariciamos en la oscuridad con el aire acondicionado encendido para no despegar nuestros cuerpos en ningún momento de la noche.