Tercera Semana — Omega de olor dulce
ALEKSÉI
—¿Cariño? — su voz saliendo en un leve susurro le hace cosquillas a la piel de mi cuello. Hago un sonido en protesta, aún con los ojos cerrados, pero Xander coloca sus pequeñas manos en mi pecho y empieza a agitarme —. Oye, cariño — alza un poco su voz esta vez —. Despierta.
—Dame cinco... — balbuceo y me retuerzo entre las sábanas, hasta quedar acostado sobre mi estómago. Escucho su risita y luego siento como algo presiona mi espalda. Me toma unos instantes darme cuenta que se ha trepado encima de mí, con sus piernas a cada lado de mi cuerpo.
—¿Cinco qué? — se burla, mordiendo mi hombro en broma —. Vamos, Magnus. Dijiste que debía despertarte apenas yo lo hiciera. Bueno, acabo de hacerlo, así que arriba, grandote — me da un azote en mi nalga izquierda.
—Me retracto — gruño —. Ahora déjame dormir.
—¿Estás seguro? Dijiste que la reunión de hoy era bastante importante — vuelve a morderme —. ¿Quieres que vaya por ti? — esas fueron las palabras mágicas para espantar el sueño que tenía y hacer que mis ojos se abrieran de golpe.
—Ni hablar — me giro de nuevo, con él sentado al nivel de mi vientre —. Necesitas descansar, así que te quedarás aquí otra vez.
—Pero, Magnus... — suspira y se cruza de brazos —. Me he sentido mucho mejor. Ya no soporto estar aquí metido. Además de que es aburrido, me la paso solo porque tú estás trabajando.
—Lo sé, gatito — coloco las manos en su cintura y con mis pulgares trazo círculos en su piel —. Quiero pasar más tiempo contigo, de verdad. Pero lo de Puerto Rico nos está tomando más tiempo del que pensábamos.
—¿Puedo al menos salir con Lev? — suspira de nuevo —. Fred me dijo que irían hoy al centro y yo realmente quiero ir, cariño. Por favor, ¿sí? — juntando las palmas y haciendo un puchero.
—¿Qué hay de tus malestares?
—Estoy mucho mejor. Poco a poco me estoy sintiendo con más energía — me asegura con determinación.
—¿Y los vómitos y los mareos? — pregunto con preocupación.
—Ahora son pocos. Más que todo en las mañanas, pero se me pasan rápido.
—Bueno, son las... — volteo a confirmar la hora en el reloj en la mesa de noche —. Siete con quince. ¿Te sientes bien?
—Sí — desvía la mirada.
—Xander — le advierto.
—¡Lo estoy! — chilla y vuelve a cruzar los brazos sobre su pecho —. Tengo un poco de náuseas, pero nada que no pueda manejar, Magnus.
—¿Pero y qué si empeora? No te quiero corriendo por ahí y que te pueda pasar algo — me siento y llevo las manos a su espalda, acariciándole lentamente —. Gatito, debes cuidarte. Sabes bien que tu embarazo no es algo que pensábamos pudiera suceder. No quiero arriesgarme a que intentes retomar el ritmo de tu vida sin antes tener la seguridad de que puedas hacerlo. Es por eso que quiero que seas chequeado por un especialista.
—Entiendo — apoya las manos en mis hombros y suspira —. Pero no quiero quedarme solo. ¿Puede al menos Derek quedarse aquí conmigo?
—¿No irá él con Fred y Lev? — pregunto extrañado... Y a decir verdad, un poco molesto.
—No, Nikon y Adrik. Al parecer quieren aprovechar y comprar ropa también — su mirada se vuelve afilada y acusadora —. No me digas que estás celoso, Magnus.
—¿Qué? — bufo —. Por supuesto que no.
—¿Y el hecho de que estés clavando tus dedos tan duro en mi trasero no quiere decir nada? — ironiza con una sonrisa de lado. Un ceño se crea entre mis cejas cuando me doy cuenta de que tiene razón.
En algún momento mis manos cayeron de su espalda a su culo y lo estoy apretando como si quisiera tatuar mis huellas en sus nalgas. Lo suelto rápidamente y procedo a acariciar su espalda de nuevo. Él se ríe y niega divertido con la cabeza.
—Vamos, cariño. Derek está felizmente emparejado ahora, no tienes motivos para estar celoso de él — acaricia mi mejilla —. Ni de nadie. Soy solo tuyo — deja un dulce beso en mi boca, logrando que un suspiro se me escape.
—Simplemente no me gusta que alguien que no sea yo ponga sus manos sobre ti — lo atraigo más cerca y hundo mi rostro en su cuello, inhalando profundamente su olor.
—Nadie pondrá sus manos sobre mí, tonto — se ríe —. Solo me hará compañía, hablaremos de tonterías o tal vez veremos alguna película hasta que tú regreses. ¿De acuerdo? — por mucho que no me guste la idea, termino aceptando. Asiento, aún con mi rostro en su piel, mientras voy haciendo un camino de besos húmedos hasta llegar a sus labios.
Él se estremece y un gemido se genera en su garganta al momento en que mi lengua lo invade y masajea la suya. El beso es lento, dulce y delicado. Me aseguro de sostenerlo tan cerca de mí como puedo, absorbiendo su calor entretanto sigo probándolo.
Sus labios se mueven al compás de los míos y en algún momento sus manos han subido hasta ahuecar mi rostro suavemente. Las mías en cambio, tocan tanta piel como está a mi alcance, aprovechándome de que solo lleva un bóxer y una de mis camisas que le queda tres veces más grande que su talla.
Lentamente el beso finaliza y los dos estamos luchando por respirar. Xander con un hermoso rubor en su cuello, mejillas y punta de sus oídos.
—Quiero que te asegures de avisarme si algo llega a pasar — beso la punta de su nariz y él sonríe —. Necesito que me hagas saber que estás bien.
—Estaré acostado todo el día, Magnus — rueda los ojos, pero la sonrisa en su rostro no desaparece —. El único peligro que puedo llegar a correr es caerme de la cama.
—Pero aún así... — me interrumpe colocando un dedo en mis labios.
—Nada pasará, cariño. Así que deja de preocuparte — aparta su dedo y me besa —. Solo vuelve rápido, ¿sí? Te necesito aquí conmigo.
—Lo prometo, gatito — lo beso de nuevo y él se aparta lentamente de mí, acostándose de nuevo sobre su espalda. Me levanto y me dirijo al baño, en donde después de cepillar mis dientes, me doy una larga y cálida ducha que me ayuda a relajarme y aliviar la tensión en mis músculos.
Realmente espero solucionar rápidamente este asunto de la nueva base en Puerto Rico. Siento que no he podido aprovechar el tiempo con Xander ahora que por fin nos hemos librado de la situación peligrosa que nos amenazaba. Aunque él no me lo ha reclamado, aún así se lo merece.
Y quiero asegurarme de que no se arrepienta de haber tomado la decisión de permanecer a mi lado. Al terminar de ducharme, cierro el grifo y seco rápidamente mi cuerpo, atando la toalla a mi cintura. Salgo del baño y Xander permanece aún acostado, pero con un libro abierto en sus manos y una expresión de concentración, sus ojos se mueven a través de los párrafos.
Sonrío y entro al clóset, en donde procedo a vestirme con uno de mis trajes negros.
—Tu teléfono está vibrando, cariño — me dice, señalando hacia la mesa al costado de la cama.
—¿Quién es? — deslizo la camisa por mis hombros. Él suelta el libro y agarra el aparato, observando la pantalla.
—Angelo — me informa —. Pero es un mensaje, no una llamada.
—¿Puedes ver qué dice? — escojo una corbata.
—Está bloqueado — dice, con el ceño fruncido —. ¿Cuál es la contraseña?
—"Gatito".
—Dime.
—No — me río —. La contraseña es "Gatito".
—¿De verdad? — asombrado y a la vez maravillado, yo asiento en respuesta —. Magnus, eso es adorable.
Desvío la mirada rápidamente para que no pueda ver la ridícula sonrisa que se ha creado en mi rostro.
—Dice que te está esperando en tu oficina — me informa poco después —. Y que no te olvides del contrato de los Borisov.
—Dile que enseguida voy — me coloco el saco.
—¿Por favor? — me regaña.
—Sí. Por favor, gatito — no debo olvidar eso si quiero alargar mis años de vida.
—Listo — deja el teléfono y se estira con pereza —. Asegúrate de comer algo esta vez. No importa lo mucho que estés ocupado, Magnus. No querrás que mi furia se desate — me apunta acusadoramente con un dedo.
—Dios me libre de eso — ironizo, acercándome.
—Hablo en serio — hace un puchero y yo me arrodillo en el suelo a su lado —. No tienes derecho a exigirme que me cuide si tu tampoco lo haces — punto para Xander. Cero para Alekséi.
—Tienes razón — levanto su camisa hasta que queda al nivel de su pecho, dejando su vientre expuesto —. Haré todo lo que me pides sin rechistar.
—Bien — sonríe y acaricia mi cabello con una dulzura —. Estaré esperando ansioso tu regreso.
—Yo igual, amor mío — sonrío y beso su estómago —. Y tú, pequeño bebé... — lo beso de nuevo —. No hagas que papi se sienta muy mal hoy.
—Los dos trataremos de portarnos bien.
—Eso espero — beso otra vez su piel y luego me inclino hacia su rostro para besar su boca —. Te amo, gatito — susurro y lo vuelvo a besar.
—Te amo también, cariño — apoya su frente en la mía —. Regresa rápido, por favor.
—Lo prometo — requiero de toda mi fuerza de voluntad separarme de él, pero finalmente lo hago.
Agarro mi teléfono, el contrato de los Borisov y salgo de la habitación, esperando poder cumplir mi promesa y regresar tan rápido como sea posible para estar al lado de mi Omega. Al llegar a mi oficina, mi estado de ánimo ha decaído un poco, pero no permito que eso influya en mi trabajo. Así que inhalo una profunda respiración y el fuego de la determinación arde en mis ojos cuando me encuentro con Angelo.
—Buenos días, Magnus — se levanta del sillón y estrecha mi mano —. ¿Cómo se encuentra hoy Xander?
—Mucho mejor — no puedo evitar sentir un poco de alivio por eso —. Poco a poco parece recuperar su vitalidad.
—Eso es bueno — sonríe y me indica que tome asiento a su lado —. Fred ya se está recuperando también, aunque a él no parece haberle afectado tanto.
—Así me dijo Xander. Y honestamente, me preocupa un poco.
—¿Por qué? — extrañado e inclinándose para verme de cerca.
—Xander tuvo un accidente hace algunos años y según los doctores que lo atendieron aquella vez, había perdido la oportunidad para procrear — siento como si una daga se clavara en mi costado, la ira bullendo para atormentarme —. Me preocupa que esas cicatrices influyan en su estado ahora y termine siendo riesgoso para él.
—Ya veo — asiente solemne —. Entiendo tu preocupación, Magnus. Un embarazo de por si puede llegar a ser complicado, pero si es bajo circunstancias como las de Xander, bueno... — hace una mueca y desvía la mirada —. Es mejor tomar todas las precauciones posibles.
—Sí — es lo único que se me ocurre decir en este momento —. Mejor concentrémonos en nuestro trabajo por ahora. No quiero salir muy tarde hoy — abro el contrato de los Borisov y empiezo a hojearlo.
—Perfecto — sonríe y ambos nos enfocamos en nuestra tarea. Pasan las horas y son pocas las palabras que intercambiamos, sumergidos en mares de papeles.
Al mediodía recibo un mensaje de Xander advirtiéndome que si llego a saltarme el almuerzo me veré sometido a la fuerza de su "Arma Milenaria". No tengo idea de lo que es eso y tampoco quiero averiguarlo. Así que me apresuro en responderle que no tenía planeado hacerlo y poco después le pido a la señora Ewa que nos prepare el almuerzo a Angelo y a mí.
Yaak está en Puerto Rico desde hace dos días y los informes que nos ha dado son realmente prometedores. Angelo y yo no podemos evitar emocionarnos por la idea y ahora nuestra motivación ha aumentado con creces. Para mitad de la tarde, los ojos me arden y el dolor de cabeza crea punzadas en mi cerebro.
Suspiro agotado y caigo desplomado en el sillón.
—¿Lo dejamos por hoy? — Angelo sugiere, masajeando su cuello con una mueca de dolor —. Hemos avanzado bastante, creo que podemos darnos el lujo de aplazar todo hasta mañana.
—Sí, además lo que nos dijo Yaak es realmente bueno. Fue una buena idea después de todo.
—¿Crees que…? — iba a continuar, pero el sonido de mi teléfono lo interrumpe. Le hago una seña y él asiente, a través de la pantalla confirmo que es Lev el que me está llamando.
Pulso el botón verde para atenderle.
—”Ilumíname”
—”Alek, he encontrado por fin a alguien que cumple con todos tus ridículos requisitos”. Me siento derecho rápidamente, con los ojos bien abiertos.
—”¿De verdad?”
—”Oh, sí. Es mujer, Omega y huele a tarta de manzana. Eso es lo suficientemente dulce, ¿no?”. Escucho la voz de Fred al fondo, pero no puedo definir con exactitud qué es lo que dice.
—”Lo suficiente, sí”.
—”Además, busqué su perfil en Internet y tiene muy buenas referencias. Se especializa en embarazos riesgosos y Omegas masculinos”.
—”Joder, Lev. Eso es perfecto. ¿Hablaste con ella?”.
—”Sí. Dijo que puede ir a La Mansión este fin de semana. Pero, déjame decirte, que no será barato”.
—”¿Y? Eso no me interesa en absoluto. ¿Acaso te parece que no puedo costearlo?”.
—”Bueno, disculpa. Oh, Gran Señor Todopoderoso. solo pensé que te gustaría saberlo”. De repente escucho un fuerte estruendo y un bullicio que me hace despegar un poco la oreja de la bocina. Después un forcejeo hasta que finalmente silencio.
—”¿Alek?”. Fred se escucha como si hubiera corrido un maratón, jadeando con pesadez a través de la línea.
—”¿Fred? ¿Qué sucedió?”.
—”Lev no me quería dejar hablar, así que tuve que recurrir a la fuerza física” — En el fondo el grito de: "Malditas hormonas", hace eco con la voz chillona de Lev —. “¿Estás con Angelo?”.
—”Sí, aquí está”. Le echo una mirada de reojo y él me devuelve una con curiosidad y confusión.
—”Bien. Dile que aprovecharé y también me atenderé con esa doctora. Huele muy bien, además me dio una paleta antes de irme, era de cereza y estaba muy sabrosa. Su nombre es Larissa, creo que a Xander le agradará”.
Sonrío sin poder evitarlo. Este Fred me recuerda mucho al pequeño energético y lleno de vida de hace años atrás, antes de que muriera Yurik. La nostalgia me invade y siento un gran calor inundando mi cuerpo. No puedo creer que haya crecido tan rápido.
Estoy completamente seguro que es gracias a Xander que Fred y yo poco a poco estamos volviendo a como éramos antes de que las cosas se pusieran frías y distantes entre los dos. Solo otra cosa más para añadir a la lista de mi amor por él.
—”Está bien, Fred. Se lo diré”.
—”Bien. Y dile que ya estamos regresando a La Mansión, que no se olvide de darle un besito a Derek y que lo amo. Mucho, Alek. ¿Sí?”.
—”Estoy seguro de que le puedes decir todo eso una vez llegues y por favor, no vuelvas a decirme, jamás, que él y Derek se besan. Por mi salud mental, Fred. Te lo ruego”. Un vistazo a Angelo me confirma lo avergonzado que está. Su mirada cae en sus manos, en donde sus dedos juegan entre si.
—”Algo me decía que no lo harías” — se ríe —. “Está bien, Alek. Colgaré ahora antes de que Lev me saque los ojos. Y, ¿Alek?”.
—”¿Sí?”.
—”Te quiero”. Dice en un bajo susurro que me cuesta escuchar. Siento que mi corazón en este momento podría explotar de la alegría que me embarga.
—”Y yo te quiero a ti, pequeño”. No tengo que verlo para saber que está sonriendo. Después de todo, yo también lo estoy haciendo.
—”Bien. Nos vemos”. La llamada finaliza y yo me quedo con el aparato en mi oído unos pocos segundos después, escuchando el constante pitido.
—¿Está todo bien? — Angelo pregunta en voz baja, todavía parece avergonzado de la declaración de Fred.
—Sí, todo bien — bloqueo la pantalla y guardo el dispositivo en mi saco —. Parece que han encontrado finalmente un especialista.
—Eso es genial, Magnus — afirma entusiasmado.
—Fred dice que quiere atenderse con ella también.
—Aún mejor — asiente —. Así ambos nos aseguramos de que todo marcha bien con nuestras parejas y los bebés.
—No me obligarás a decirte lo demás, ¿verdad? — lo acuso, con una mueca y una mirada de suplica a la vez.
—Eh... No — desvía la mirada de nuevo y un rubor se expande en sus mejillas —. Ya me puedo hacer la idea.
—Bien — suspiro de alivio —. Ahora vámonos, continuaremos con todo mañana.
—Está bien.
No puedo esperar para saber si mi pequeño Omega y mi bebé están sanos y a salvo.