Capítulo IV
—¿Te gustaría que volviera a suceder lo mismo? —pregunté.
—Como algo diferente y excitante estuvo bien, aunque ya no sería lo mismo, pues ya estaría planeado y así no sabe igual. Sin embargo, si me gustaría que volviéramos a hacer ese juego —confesó.
—Cambiando el tema, quiero que sepas que Gerardo y yo acordamos pasar este próximo fin de semana en su casa, ¿qué te parece?
—Muy bien, sirve que nos desaburriremos un poco.
A partir de ese día nos entendimos mejor, pues ya no había nada que escondernos, nos conocíamos más y nos amábamos más.
El fin de semana llegó y nos presentamos a la casa de mi amigo. Cuando llegamos, ya tenían preparado todo para pasar una agradable velada. Una deliciosa cena y unas botellas de coñac. Gerardo fue quien nos recibió.
—¡Qué bueno que te animaste a venir, Luz María! pasen por favor.
Estuvimos charlando un rato antes de pasar a la mesa, mientras que surgían bromas entre Gerardo y Norma, las cuales fueron subiendo de color y de calor. Gerardo, comentaba:
—Tengo una fantasía desde siempre y le digo a Norma, que me gustaría grabarla mientras hace streap tease, aunque no quiere, ¡parece de mi pueblo! —bromeó.
Norma, se chiveaba ante lo que Gerardo, decía, mientras este soltaba la carcajada.
Luz María, siguiéndole la broma a mi amigo, le dijo:
—Vamos a ver qué tan aventado eres ¿me sacarías a mí una toma?
Gerardo entusiasmado le contestó:
—Sí tú quieres y Fausto te da permiso ¡por mí encantado!
Luz María se puso a reír de buena gana, diciéndole:
—Sí, pero vestida ¿pensabas que desnuda?
Gerardo había caído en la broma y movió la cabeza sonriendo, en eso habló Norma:
—Así como tú quieres sacarme un video desnuda ¿Tú dejarías que yo te sacara un video desnudo mientras me bailas?
Mi amigo, ya picado, contestó:
—Orale, pamba quien se raje.
Y sin decir más sacó su celular y lo preparó, yo sentí que el juego ya había traspasado los límites, no creí que Gerardo, se atreviera a hacerlo.
Norma, espero sonriente, segura de que él se iba a echar para atrás a la mera hora.
Gerardo, le dio su celular a Norma y le indicó como operarlo. Luz María y yo aguardábamos en silencio, presenciando todo.
—Sí me entendiste ¿verdad? Bueno pues tú dirás… ¿dónde quieres que me desnude para poner la música? —interrogó él.
—Ustedes no se crean, solo está de payaso —nos dijo Norma.
Mi mujer se solidarizó con Norma, y empezó a animar a Gerardo, tratando de comprobar que no lo iba a hacer. Las dos se quedaron con la boca abierta al ver como él se desnudó por completo y se paró en medio de la sala.
Bailaba siguiendo el ritmo de la música que había puesto a funcionar y que servía de fondo musical para su baile sensual y cachondo.
Yo solté la carcajada al ver su expresión, aunque la risa se me esfumó cuando noté como veía Luz María a Gerardo, que a pesar de tener el pene flácido se veía grande. Norma no sabía cómo actuar, no esperaba que Gerardo, se atreviera.
Él se moría de la risa al ver las caras que tenían las dos.
—¿No que no me aventaba a desnudarme?
Norma, reaccionó diciéndole a Gerardo, que no fuera tan disoluto, que se tapara esa porquería, que no estaba bien lo que hacía. Mi esposa exclamó:
—¡Le llamas porquería a esa cosota!
Norma un poco seria dijo:
—Orale, no te mandes que es mi esposo.
—Y ¿Crees que no me di cuenta que tú y mi marido se aventaron su buena cogida hace días? —refunfuño mi mujer— El muy estúpido estando dormido soltó la sopa.
Gerardo, me miró desconcertado, yo sentí que el mundo se acababa, los cuatro nos quedamos callados, fue un silencio muy pesado. Entonces mi esposa habló:
—Bueno, bueno, no por esto nos vamos a morir, ni hacer un drama, con que Gerardo, acepté desquitarse conmigo quedamos a mano y todo quedará olvidado, ¿qué opinan? —dijo ella tratando de suavizar las cosas
A Gerardo, no le disgustó nada la proposición de mi mujer, pues no pudo disimularlo, su miembro comenzó lentamente a endurecerse.
Norma, tragó saliva, y tuvo que aceptar y yo también tuve que ceder. No había otra salida, como quien dice, cuernos por cuernos.
Mi mujer se acercó al amigo, tomó su falo y volteó a vernos al mismo tiempo que decía con una amplia sonrisa de triunfo en los labios:
—Bueno, ya que estamos de acuerdo todos ¡manos a la obra!
Gerardo me miró y dijo:
—Bueno, querido amigo, no hay más que decir. Si tu mujer lo quiere así, que así sea.
Luz María comenzó a masajear la tremenda caña de él, gozando de antemano de lo que iba a disfrutar, se notaba que ya estaba bien caliente.
Se tumbó la falda y pantaleta, quedando desnuda de la cintura para abajo. Gerardo, se sentó en un sofá, blandiendo su verga.
Mi mujer se volteó de espaldas a él y se dejó caer, hundiéndose su cosa.
Los dos empezaron a resollar.
Norma, y yo los veíamos resignados. Gerardo, abrazó a Luz María, alzándole la blusa y tomando un seno en cada una de sus manos, diciéndome:
—Mira a tu mujercita. Así has de haber tenido a la mía ¡la venganza es dulce!
Luz María disfrutaba con los ojos cerrados, gimiendo placenteramente. Claro que ni Norma, ni yo somos de palo y al verlos así, también nos calentamos.
Norma, le dijo a Luz María:
—Como serás canija, tan siquiera prestame a tu marido.
—Por mí pueden hacer lo que quieran —respondió.
Gerardo aceptó, aunque con la condición de que los grabáramos mientras cogían.
Norma, tomó el celular y comenzó a tomar el video.
Mientras lo hacía, yo la fui desnudando, ansioso por cogérmela, la verdad es que me fascinaba su cuerpo y sobre todo esas nalgas deliciosas y duras que de manera tan fácil me había entregado por completo.
Nuestros esposos cambiaron de posición, ella se acostó en el suelo con todas las piernas abiertas, tratando de lucir su mojado cocho.
Gerardo acercaba su macana al celular. Norma, temblaba, era innegable que también estuviera disfrutando de aquellas lubricas escenas.
Estando también yo desnudo, le quité el celular, la senté en un sofá. Ella colocó una pierna en el antebrazo y la otra sobre el piso, dejando a la vista su sabrosa papaya. Me acomodé lo mejor que pude y le enterré mi badajo. Los dos gemimos, estábamos como brazas. Nos entregamos a una frenética copulación. Ahí estábamos los cuatro cogiendo sin recato alguno. Luz María volteó hacia nosotros y susurró a Gerardo:
—Quiero tomarles un video a ellos.
—Muy buena idea —respondió.
Ella, tomó el celular y comenzó a filmarnos, mientras Gerardo, bajo las piernas de ella, se entretenía dándole lengua en su bizcocho.
Después cambiamos de pareja y cada cual con su cada cual. Solo se escuchaban pujidos y gemidos. La sala pronto se llenó de un fuerte aroma a sudor y sexo, hasta que fuimos viniéndonos, quedando tirados por todas partes, como si acabáramos de librar una cruenta batalla.
Más tarde, Gerardo me miró y dijo:
—Sin rencores mi buen amigo.
—Sin rencores —contesté.
Después de esto teníamos un apetito feroz y nos sentamos en la mesa, aún desnudos, a cenar, para luego tomarnos unas copas mientras veíamos nuestros propios videos. Terminando por aventarnos otro delicioso y suculento palo.
¿Cómo va a terminar todo esto? No lo sé, la cuestión es que desde esa tarde, todos los fines de semana nos reunimos y cogemos como si el mundo se fuera a acabar.
Al guardar silencio Fausto, todos analizaron sus palabras y encontraron similitud con sus propias historias, ahora fue un muchacho joven el que se puso de pie para tomar la palabra, él le había pedido al anfitrión que lo invitara a la reunión, ya que su hermano el mayor, a quién le había llegado la invitación se encontraba fuera de la ciudad y si no era un impedimento, él deseaba asistir, el anfitrión no tuvo problemas en aceptarlo, por eso se encontraba ahí.
Mis juegos con Natalia
Aquel día, recién había acabado los exámenes finales, iba a ver a mi ex novia, para ver si podíamos hacer algo para solucionar nuestros problemas y regresar a nuestra relación, que, si bien no era lo máximo, si era lo más cómodo para mí.
Quizás debería haber ido a cualquier otro sitio en busca de una compañía más cálida, aunque deseaba volver a verla, me gustaba mucho en su físico y en su manera de ser ya que es muy femenina y sabe cómo tratarte de manera cordial.
Creo que es normal que uno busqué recuperar a una antigua novia, sobre todo cuando ya se han vivido varias experiencias juntos y hay camaradería.
Ella me encantaba y tenía un cuerpo fenomenal, aunque era un poco rara en ocasiones, yo creo que ni ella misma se entendía, y al final ella quiso cortar.
Decía que ella no quería ir tan rápido, que necesitaba tiempo a solas para pensar las cosas y saber lo que en verdad quería, que gracia, ahora que lo pienso.
Tenía un presentimiento de que algo iba a fallar y no iba a poder hablar con ella.
Como temía algo paso, sólo que, curiosamente, fue algo muy distinto y maravilloso.
Cuando me abrieron la puerta de su casa, apareció Natalia, su hermana, menor.
Debía de hacer mucho tiempo que no la veía pues me parecía que se había desarrollado bastante, de ser una niña chica inquieta y hasta molesta con sus constantes requerimientos ahora merecía toda mi atención.
Se había convertido en toda una hermosa mujer, que atraía las miradas y provocaba deseos, el mayor cambio era en su busto, ahora mayor que el de su hermana.
También había crecido en altura y su cara había perdido esa ternura de niña para ganar en belleza, con sinceridad se veía muy guapa.
No alcanzaba la belleza serena de su hermana, sólo que, en conjunto es una chica muy atractiva y que moviliza a los chicos como le da la gana.
Su color de pelo y de piel son más oscuros que los de su hermana, de color nata y rosadas mejillas y su pelo castaño tirando a rubio.
Me dijo que su hermana se estaba bañando, que pasara y la esperara, que no había ningún problema, al final, Natalia, ya me conocía bien desde antes.
Le pegue un grito a su hermana para hacerme presente y ella me respondió desde el baño con otro grito en el que me decía:
—"Espera cinco minutos".
Bueno, ya me había acostumbrado a esperarla. La casa de mi chica, que se llama Mayra, era uno de esos departamentos grandes del centro, viejos y cargados de objetos, con la poca iluminación que se filtraba a través de unas persianas. Siempre había estado ese piso a media luz, así que no era raro.
Natalia, me invito a sentarme en el sillón, delante del televisor. Había puesto uno de esos morbosos programas de testimonios presuntamente reales, nada interesante. Fue a su cuarto y volvió con un DVD de video en la mano.
—Es una película que estaba viendo, no te importa que la ponga, ¿o sí?
Creo que debí asentir o algo así, ella ya había introducido el DVD en el reproductor y tomando el mando a distancia la puso a reproducir.
Se acerco a mí y miramos a la pantalla. En el televisor tras un par de segundos de espera apareció una escena en la que dos chicas vestidas de cuero rodeaban a una tercera, acariciándola y despojándola de su ropa.
Le habían desabrochado los últimos botones de su blusa y tras quitársela empezaban a manosearle los senos a través del sostén.
—Voy a sentarme para estar más cómoda —dijo Natalia con voz temblorosa.
Y moles, fue a sentarse sobre mis piernas y empujando su delicioso y carnoso trasero fue a ponerlo directo sobre mi entrepierna.
Rápidamente intuí lo que se proponía, aunque era tan increíble que no sabía cómo responder, la verdad es que me agarró por sorpresa y me tenía pasmado.