La Muerte Está Cerca
En mi cabeza se repite ese momento como un disco rayado y eso empeora como me siento, aparte de los temblores y mis complicaciones para respirar, siento un dolor en mi pecho. «Yo no quería que esto pasará, yo no quería….»
Me acerco al sofá y me siento, bajo la mirada y veo caer mis lágrimas en mi falda, los sollozos escapan de mi boca cada segundo y no puedo evitarlo. Alcanzo a escuchar una ambulancia acercándose a la casa y a muchas personas hablar.
«Mi mamá no tenía razón, este día no mejoró… solo empeoró…. Por favor, pido que mi papá no muera, por favor…»
Anni
—Mi amor, por favor, no nos dejes—ruego entre sollozos, rompo en llanto mientras acuesto mi cabeza en su pecho, siento como intentan apartarme, pero yo me aferro más a su cuerpo, «no estoy lista para romper nuestra promesa…».
Flashback.
—¿Y qué querías decirme, Ernesto?—inquiero con una sonrisa, rodeo mis brazos en su cuello y siento como sus brazos rodean mi cintura.
—Quiero pedirte que te cases conmigo y formemos la familia que siempre soñamos—dice con voz cálida, quita una mano de mi cintura y saca un anillo de su bolsillo, siento como la emoción crece en mi interior y estampo mis labios contra los suyos.
—¡Sí¡, ¡Acepto casarme contigo, mi amor!—dije con emoción, quito mis brazos de alrededor de su cuello y él toma una de mis manos, mete el anillo en mi dedo anular. Admiro por unos segundos su linda sonrisa y el brillo que se refleja en sus ojos blancos, él se acerca a mis labios y nos hundimos en un beso fugaz.
—Quiero que hagamos una promesa, aquí, frente a la luna, para que sea nuestro testigo—dice Ernesto entre besos—prométeme que pase lo que pase siempre estaremos juntos y lucharemos para que nuestro amor nunca se extinga, que solo seremos tú y yo y nadie más. Yo lo prometo.
—Yo también, lo prometo—entrelazados nuestras manos y volvemos a hundirnos en un beso fugaz….
Fin del flashback.
De solo recordar ese día, mi corazón se quiebra en mil pedazos, quedando solo el vacío, «por favor, ruego que no se vaya; tenemos muchos planes pendientes…. Que vea a nuestro hijo nacer…. Que no se vaya todavía…»
La ambulancia me saca de mis pensamientos con las sirenas que resuenan en todo el vecindario, se detienen frente a nosotros y entre las puertas salen los paramédicos con una camilla, las vecinas me alejan de mi esposo a jalones y una de ellas me abraza, las lágrimas seguían rodando por mis mejillas mientras veo de reojo como suben a mi esposo a la camilla.
Me volteo y recuesto mi cabeza en el pecho de la vecina, siento como acaricia mi cabello y escucho todo lo que los paramédicos hacen a mis espaldas.
—Señora, ¿Quiere acompañarnos?—inquiere uno de los paramédicos, yo volteo y asiento, me acerco a la ambulancia y me subo junto con la otra paramédica, cierran las puertas y la ambulancia empieza a avanzar a toda velocidad.
En todo el camino intentaron estabilizar a mi esposo, pero nada funcionaba, parecía que en cualquier momento iba a dejar de respirar; sus heridas son graves… limpio mis lágrimas e intento no volver llorar, verlo así no me ayuda…
Llegamos al hospital en pocos minutos, bajaron a mi esposo de la ambulancia y lo llevaron rápido al quirófano, yo los acompaño mientras sostengo la mano de mi esposo, llego a un punto donde ya no puedo seguir a su lado y lo veo perderse entre las puertas, yo regreso a la sala y me acerco a la enfermera que está en la recepción.
Le doy la información que ella me pide y firmo los papeles que ella me indica.
—Eso es todo por ahora, puede tomar asiento—dice la enfermera con amabilidad.
—Gracias—dije en un tono apagado y me giro, me acerco a uno de los asientos que tiene toda la fila desocupada, me siento y bajo la mirada, pongo mis brazos sobre mis piernas y entrelazo mis manos entre si.
Tengo fe en que mejorará y todo quedará como un susto, espero que podamos localizar al culpable y pague por lo que hizo, no quiero que esto quede impune.
Sara
La vecina regresa conmigo y me da el té con mucho cuidado, levanto la mirada y limpio mis lágrimas, me tomo el té a sorbos y ella se sienta a mi lado, acaricia mi cabello.
—Todo saldrá bien, tu papá va a mejorar y todo quedará solamente en un susto—asevera la vecina con voz suave, dejo de tomar y la miro.
—Yo sé quien atropelló a mi papá, pude verlo por la ventana del auto antes de que se escapara—confieso con voz llorosa, ella se sorprende y deja de acariciar mi cabello.
—¿Puedes decirme quién fue?.
—Mi tío—suelto.
—¿Estás segura de que no viste mal?, tu tío ahora mismo está trabajando en su empresa, es imposible que haya sido él—argumenta—además no creo que tu tío tenga motivos para hacerle esto a tu papá.
—Yo lo vi y si tuvo motivos—dije con voz temblorosa, los temblores de mi cuerpo seguían presentes y mis complicaciones para respirar también, eso pone nerviosa a la vecina y desvía su mirada.
—Será mejor que dejemos de hablar de ese tema. Tal vez eso sea lo que provoca los temblores de tu cuerpo y que no puedas respirar bien—dice, desvío la mirada y vuelvo a tomar a sorbos el té.
«Supongo que piensa que yo inventé todo lo que dije, todas las personas ven a mi tío como alguien de buen corazón, incapaz de lastimar a una niña, lástima que solo mi papá fue el que lo vio tocándome, nadie lo vio y mi mamá no está muy convencida….»
«Por eso pido que no muera, si eso pasa, quedaría vulnerable y mi tío se aprovecharía, todo porque nadie me creería; para ellos los niños inventamos todo lo que nos sucede…»
Tocan la puerta repentinamente y la vecina se levanta, abre la puerta y escucho la voz de mi tío, siento como mi sangre se congela y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
—Me enteré de lo que sucedió y vine lo más rápido que pude, yo me quedaré a cuidar a mi sobrina, usted puede ir a su casa a cuidar de sus hijos, no se preocupe—dice mi tío fingiendo amabilidad
—Se lo agradezco—voltea a verme—cualquier cosa que necesites, no dudes en ir a buscarme a mi casa—dice la vecina, me levanto rápido y corro hacia ella.
—No se vaya, por favor, no me dejé con él—suplico entre sollozos, ella frunce el ceño y le da una mirada rápida a mi tío.