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La Despedida

—¿Qué le pasa?, ¿Por qué está temblando?—inquiere Roberto.

—¿Qué tienes, mi niña?—pregunta mi mamá con preocupación.

—No lo sé, mamá, esto me empezó a pasar el día que atropellaron a mi papá—respondo entre sollozos, siento como me abraza más fuerte y no pude evitar llorar más.

Las personas presentes se despidieron de mi papá una por una, hasta que le toca el turno a mi mamá, se nota que no estaba lista aún para despedirse, al igual que yo…

Anni

Me acerco al ataúd y observo su rostro pálido, siento un dolor fuerte en mi alma que no me permite hablar, esto es duro para mí… las palabras de despedida son como cuchillos que se entierran en mi garganta.

—Ernesto, tengo mucho que decirte en estos momentos, pero solo voy a decir lo importante—suspiro—me hiciste muy feliz a pesar de que apenas comenzábamos nuestra vida de casados, los cariños que me dabas por las mañanas, los te amo que sellabas con un beso por las noches y todo el afecto que me dabas por las tardes son los mejores recuerdos que me pudiste dejar….—dije intentando evitar romper en llanto.

—Nuestros hijos serán el vivo recuerdo de nuestro amor….—escucho que alguien se acerca a mí y toma mi hombro.

—Ya es hora de que te despidas, no quiero que te sigas haciendo daño de esa manera—dice Roberto en tono serio.

—No estoy lista…

—Nunca se estará listo para esto, solo hazlo.

Las palabras frías y firmes de mi hermano provocaron que no pudiera resistir más el llanto, la madre de mi esposo lo aparta de mi lado con firmeza.

—No es correcto obligar a mi nuera a hacer algo que no quiere, respeta el dolor ajeno—espeta la señora Marisol, volteo a verlos y noto enojo en el semblante de mi hermano, posa su mirada en mí por unos segundos y regresa su mirada a la señora, se da la vuelta y se retira sin decir nada.

—No dejes que tu hermano te obligue a hacer algo que tú no quieres, debes aprender a no dejarte controlar por nadie—la señora voltea a verme y me quedo pensando por unos segundos.

Mi hermano ha cambiado mucho desde lo que le sucedió, antes era sobre protector conmigo y ahora me trata como una tonta. Entiendo que solamente quiere ocultar lo más débil de él; lo que le sucedió lo dejo con una cicatriz permanente y todo por mi culpa….

Me merezco que me trate de esa manera, por eso me quedo callada y me ahorro todo lo que le quiero decir, sé que en algún punto voy a explotar y expresar todo lo que tengo guardado.

—Lo sé suegra, ya no va a volver a suceder—miento, ella duda de mis palabras; conoce cuando estoy mintiendo y cuando no, el tiempo que pasé con ella ayudó a que me conociera bien y sepa muchas cosas de mí que mi familia nunca supo.

—Dejaré que te des cuenta tú sola de lo que está mal—da media vuelta y regresa con las demás personas presentes, regreso mi mirada al ataúd y limpio mis lágrimas.

—No puedo hacerlo… Perdóname… —dije, miro por encima del hombro a mi pequeña y le hago señas con la mano para que se acerque, ella camina hacia mí y una de las vecinas se acerca.

—¿Quieres decirle algo a tu papá, antes de despedirte?—inquiero, ella asiente y me aparto del ataúd, la vecina la carga y mi pequeña recarga sus manos en el ataúd.

—Papá, yo no quería que te fueras tan pronto, quería que estuvieras a mi lado en todos los momentos de mi vida… Al igual que en la vida de mi hermano—solloza—te voy a extrañar mucho… no habrá un momento en que no piense en ti…—mi pequeña rompe en llanto y veo de reojo como sujeta con fuerza el collar que su padre le dio.

—Te amo papá….—añade, la vecina la baja y ella corre hacia mí, me abraza y llora desconsoladamente.

Será un duro duelo que enfrentar…

Pasan horas y poco a poco las personas se retiran hasta que solo quedamos, yo, mi pequeña y mi suegra, la luz que entraba por las ventanas desapareció dejando el lugar oscuro, mi suegra se lleva a mi pequeña a su habitación y yo me acerco al ataúd y lo cierro, con la yema de los dedos acarició el ataúd y me dispongo a irme a mi habitación.

Me acerco a la cama y me acuesto, toco su lado de la cama y siento frío, las lágrimas se hicieron presentes de nuevo y lloro en silencio, tomo su almohada y lo abrazo como si fuera él, su olor aún está impregnado y me pone peor.

Sara

—Al parecer tienes ansiedad como tu abuelo—dice mientras me observa, la miro con confusión.

—¿Ansiedad?—inquiero.

—La ansiedad es una emoción que se experimenta en situaciones de temor, preocupación o pánico, a cada persona le da de diferente forma—informa.

—Y tú eres la única que puede calmarlo, tienes que aprender a controlarlo—añade.

—¿Y cómo hago eso?—pregunto.

—Mantén tu mente tranquila con música, películas, videos de comedia o incluso libros.

Mi abuela saca su teléfono y pone una canción llamada «Somebody To You», me cuenta sobre mi abuelo y eso fue calmando mi cuerpo poco a poco hasta que los temblores desaparecieron.

—A tu abuelo le gustaba poner esa canción, le calmaba su ansiedad y lo mantenía distraído en todo momento—dice mi abuela mientras sonríe.

—Lo ves, pero eso solo es el comienzo—se da la vuelta y estaba a punto de cruzar la puerta.

—Espera abuela—grito, ella se voltea y me mira.

—¿Puedes dormir conmigo esta noche?, no quiero estar sola—dije en tono bajo y con tristeza, mi abuela asiente y se acerca, se acomoda a mi lado, cierro mis ojos y sin darme cuenta me quedo dormida.

Abro mis ojos y veo una luz brillante en el cielo, me incorporo y a mi alrededor hay pasto y tulipanes hermosos, frente a mí, hay un hombre de espaldas con cabello blanco, me levanto y me acerco poco a poco a él, toco su espalda y este se da la vuelta.

Las lágrimas brotaron al ver quien era ese hombre, siento felicidad y tristeza al mismo tiempo.

—Papá…

—Hola mi niña—se agacha quedando a mi altura y me abraza, no entiendo que está pasando, yo vi su cuerpo sin vida en el ataúd y ahora lo veo como si nada hubiera pasado.

—Yo te vi muerto en el ataúd… ¿Cómo es qué…?—me interrumpe.

—Esto solamente es un sueño, mi niña. Yo estoy aquí para decirte algo y despedirme—aclara con voz cálida

—Entonces…. No estás vivo….

—No mi niña, seguiré vivo solo en tus recuerdos—dice, la felicidad se desvanece quedando la tristeza, rompo en llanto y siento como mi papá me abraza fuerte.

—Sé que esto es duro para ti, pero es parte de la vida—añade, me quedo callada ante su comentario y este se separa, me mira fijamente a los ojos y noto seriedad en su semblante.

—Quiero que me prometas una cosa, ya que ya no puedo cumplir mi promesa, jamás te quedes sola con tu tío, quédate con alguien de confianza y protege a tu hermano de él, no permitas que ese monstruo se acerque y le haga daño.

—Lo prometo papá—dije, los sollozos escapan de mi boca sin que yo pueda evitarlo. Mi papá me sonríe y levanta uno de sus brazos, limpia mis lágrimas mientras acaricia mi mejilla.

—Dile a tu madre que la amo y que pronto nos volveremos a ver en otra vida, nuestra despedida no es un adiós para siempre, es un adiós solamente.

—Adiós mi pequeña, yo también te amo y siempre lo haré, estaré acompañándote a cualquier lugar que vayas, nunca estarás sola—dice con voz dulce, la luz se intensifica hasta cegarme por completo.

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