4- Protección de las Humanas
Por otro lado, a Ángela, a pesar de estar somnolienta, no le pasó por alto que su compañera de cuarto se había ido sola. Con pereza, se levantó de la cama para vestirse adecuadamente. Se puso un suéter ligero y agarró una pequeña linterna que estaba cerca de los libros que tenía consigo.
Caminó lentamente hacia el bosque. Por un momento, sintió una energía que le provocó escalofríos, algo que la hizo sentir la mujer más insegura del mundo, aunque no lo demostrara.
—¿Qué oscuro es esta parte? ¡Oh, Kylie!... ¿Dónde te has metido? —exclamaba Ángela mientras seguía su camino. No estaba segura de su ubicación exacta cuando un grito ensordecedor se escuchó a un lado de donde estaba ella. —¿Kylie? —Ángela corrió hacia ese lugar, preocupada por la seguridad de su compañera y colega de tantos años. No sabía qué podría encontrar en ese lugar. Mientras atravesaba algunos arbustos, una rama le hizo una pequeña herida, pero ni la notó mientras seguía corriendo.
Cuando llegó, vio a su amiga en el suelo con una herida profunda a un costado de su cuerpo. Sin dudarlo, se acercó y la giró hacia ella.
— ¿Kylie, qué te pasó? ¿Kylie? —preguntaba mientras intentaba que su amiga reaccionara a los golpes que le daba en el rostro. Ángela no se dio cuenta de que un enorme lobo la observaba desde un arbusto.
Un joven lobo recién convertido se encontró con la joven Kylie. El miedo, el asombro y la incapacidad de pensar se apoderaron tanto del lobo como de la joven humana. Sin pensarlo dos veces, ella decidió huir del lugar con la esperanza de escapar del animal salvaje. Pero la velocidad y fuerza descomunal del lobo le causaron una herida grave mientras huía, desgarrando su pierna. Ángela, ajena al peligro que enfrentaba, estaba más preocupada por su amiga que por sí misma. Un rugido resonó detrás de ella, alertando a Ángela, quien abrió los ojos con sorpresa.
—¡Auxilio! —gritó mientras se alejaba arrastrándose. El lobo se acercaba peligrosamente, mostrando sus feroces colmillos, intimidando aún más a Ángela.
Mientras se alejaba, el lobo continuaba avanzando hacia ella. Sin escapatoria, Ángela protegió su rostro del ataque.
—¡AUXILIO! —volvió a gritar, esperando el ataque del lobo. Pero este nunca llegó. Lentamente, retiró las manos de su rostro y quedó impactada por lo que vio a continuación. Un segundo lobo apareció frente a ella, este diferente del primero, la protegía.
—¡Oh, cielos! ¿Y ahora qué haré? —se preguntó en voz alta. Mientras hablaba, el segundo lobo giró su cabeza para mirarla directamente a los ojos. Ángela pudo ver su propio reflejo en los enormes ojos del lobo, iluminados por la luz de la luna.
Ambos lobos rugieron al unísono, impresionando a Ángela, y luego comenzaron a luchar salvajemente. Temblando como una hoja en el viento, Ángela se mantuvo en silencio mientras los lobos peleaban cerca de ella.
Un lobo cayó frente a ella, mientras que el segundo yacía herido más allá. El lobo gris, enojado, se lanzó nuevamente hacia Ángela, hiriéndola gravemente en la pierna. Un grito desgarrador escapó de su garganta. El segundo lobo, al verla herida, intervino.
—¡Detente, no la lastimes! — exigió telepáticamente al lobo que la atacaba. Finalmente, el lobo agresor se transformó en un humano.
—Señor... Lo siento, no pude controlarme, mi Alpha —se disculpó la joven beta inclinándose ante su líder, Liam, quien permanecía en su forma de lobo imponente.
—Llévense al lobo al calabozo. Necesita reflexionar sobre lo que ha hecho —ordenó Liam autoritariamente. Los demás asintieron y se llevaron a la beta. Después de calmarse, Liam volvió a su forma humana y se acercó a la mujer herida.
—Len, lleva a la humana al sanatorio. Dile al doctor que la atienda de inmediato —instruyó Liam, observando cómo Len cargaba a la mujer para salir.
Liam, preocupado, se acercó a la otra mujer inconsciente. Cuando la examinó, descubrió rastros de veneno de vampiro en su cuerpo. Estaba seguro de que había un enemigo dentro del clan.
—LeuKe, llévala y asegúrate de que la revisen cuidadosamente — ordenó Liam, molesto. LeuKe mostró respeto y obediencia.
Esa noche se convirtió en una pesadilla para las dos mujeres. Ambas estaban en peligro debido al veneno de los lobos que las había afectado.
El doctor Bennett estaba preocupado por las dos mujeres. Ninguno de sus esfuerzos parecía funcionar para controlar la fiebre. LeuKe, encargado de su seguridad, vigilaba constantemente, consciente del peligro.
Liam, luchando internamente, estaba angustiado al ver a Ángela morir lentamente por el veneno. Decidió confrontar al prisionero, un enemigo dentro del clan. El prisionero, encadenado y débil, sonrió maliciosamente al ver a Liam.
—Así que el honorable Alpha de los Alpha ha decidido visitarme —dijo el prisionero con maldad, revelando que conocía la identidad de Liam como líder.
Describir, corregir y editar en tiempo verbal pasado de manera detallada y profunda respetando los diálogos:
—¿Quién te envió a mi clan?... ¡Si hablas y no te atreves a mentir, reconsideraré perdonarte la vida! —replicó Liam mientras se acercaba más al joven, cuyo rostro estaba hacia el suelo.
—Ja, ja, ja... Como dije, aquel niño que fue salvado por error ahora suplicará por la vida de una humana. ¿Estás preparado para perderla después de encontrarla? —Liam y LeuKe abrieron los ojos sorprendidos ante esas palabras. Ambos jóvenes no esperaban que el pasado los alcanzara de esa manera, un pasado que tenían claro en sus vidas. Para LeuKe, la vida de su señor estaría de nuevo en peligro al encontrarse con los vampiros.
Para Liam, saber que esa sensación al ver a esa mujer no era errónea lo llenaba de enojo. Lentamente, el joven levantó su rostro hacia Liam, y una luz brillante despertó la preocupación del líder.
—¿Quién te envió?... ¡Habla! —exigió LeuKe, desenvainando su daga, listo para acabar con aquel ser.
—Detente. No lo mates aún. Debo saber cómo se enteró de ella —dijo Liam, mirando fijamente a Zack, quien había estado mucho tiempo con ellos y ahora resultaba sospechoso desde la noche del ataque a las mujeres.
—No te preocupes por cuidarla. Si fallo, él enviará a alguien más para hacer lo que no pude hacer — expresó el híbrido fríamente. Había sido enviado para matar a las mujeres y sabía que su vida estaba en peligro al fallar. También era consciente de que era solo un instrumento o arma para acabar con el enemigo.
—¡Habla de una vez!... ¿Quién te envió?... Responde — Liam tenía las manos sobre el joven, pero nada parecía hacer que el traidor hablara; solo mostraba una expresión victoriosa.
—¡No les queda mucho tiempo a esas mujeres!... No estoy seguro de cuál de ellas es la indicada, pero sé que cuando yo muera, ellas también morirán. Acabaré con ella y sentirás el peor dolor que una persona puede sentir —dijo de manera despiadada, encendiendo las alarmas en Liam, quien sabía que no quedaba mucho tiempo para salvar a esa mujer. Liam dejó la celda para dirigirse de nuevo hacia las mujeres. Cuando llegó a Ángela, la vio consumida por la fiebre.
Su corazón latía con fuerza; la fiebre la hacía delirar de manera extraña. Liam puso sus dedos sobre su mano para sentir su acelerado pulso. Lo que no sabían era que sufría de una enfermedad cardíaca. Ángela había ocultado esa información a sus colegas, incluido Liam; era crucial para ella trabajar con el famoso doctor Bennett.
Lo cierto era que aquel veneno solo aceleraba la muerte de Ángela. Liam la tomó en brazos y la llevó al baño, sin importar lo que pudieran pensar los demás. Como líder de la manada, White Fang se aseguraba de salvar la vida de esa simple humana. Era una vida importante para él, aunque al mismo tiempo, no tanto. El dilema aún no estaba completamente definido para el joven líder.
Para Liam, la importancia de proteger a su manada era fundamental. Aunque no sabía que los problemas en la manada apenas comenzaban, por el momento debía encontrar la manera de proteger las vidas de las dos mujeres humanas que ahora formaban parte de su grupo. El aroma de Ángela solo aumentaba el interés de los demás hacia las humanas, quienes ahora capturaban completamente la atención de su líder.