3- Sombras En La Noche
Al doctor Bennett y sus colegas le habían proporcionado una cabaña a cada uno para su estadía. Ya era altas horas de la noche cuando Ángela logró escuchar unos aullidos.
— ¡Son aullidos! ¿Kylie, los has escuchado? —exclamó Ángela, abriendo las ventanas que estaban frente a ellas. Ambas mujeres lograron escucharlos y salieron afuera lentamente, dando pasos inseguros y manteniéndose juntas, pero no observaron nada extraño a su alrededor.
— ¡Oye, Ángela! ¿Qué dices si entramos adentro?... ¿Ángela? —Kylie vio que su compañera bajaba las escaleras para observar con más detenimiento. Para Ángela, escuchar los rugidos de esos animales era algo nuevo, misterioso y peligroso. Antes de llegar a Yukón, le habían contado mitos e historias extrañas vividas por los habitantes de aquel pueblo.
A pesar de esas historias aterradoras, ella había tomado la valiente o tal vez estúpida decisión de su vida, al menos así lo pensaba.
Kylie, por su parte, estaba aterrada al escuchar aquellos aullidos que parecían acercarse hacia ellas. Con el temor de que fueran verdaderos lobos y las atacasen, se apresuró a acercarse a su compañera y tomarla del brazo.
—¡Ángela, cielo santo!... ¿Qué te pasa? ¿No temes que nos ataquen? ¡Vamos, entremos! —exclamó Kylie, tirando del brazo de Ángela y obligándola a entrar en la cabaña.
—¡Kylie, espera! ¡Espera, está bien, lo haré! ¡Lo haré! —dijo Ángela. Ambas mujeres se adentraron en la cabaña. Kylie, más aterrada que Ángela, decidió bajar las cortinas de las ventanas, no conforme con haber entrado ya.
La noche avanzaba y los aullidos iban disminuyendo gradualmente. Para los nuevos habitantes, ese lugar era sumamente extraño, tanto que no podían conciliar el sueño correctamente.
Dos de los lobos recién convertidos patrullaban aquellas tierras. Para ellos, dominar su transformación era muy difícil y sus sentidos se habían desarrollado de manera extraordinaria. Podían escuchar pisadas a larga distancia y distinguir si eran humanos o lobos como ellos. Sus sentidos también se habían desarrollado gradualmente.
—Dan, ¿has olfateado eso?... Espera, son dos —expresó Paul. La inexperiencia en las batallas era evidente en ellos. Ningún lobo de aquel clan esperaba la intromisión de nuevos seres que no fueran de su misma especie.
Ambos se arriesgaron y pusieron en peligro sus propias vidas al perseguir a aquellos seres que ahora corrían rápidamente para perderlos de vista. Dan, que era un poco más rápido, logró alcanzar a uno de aquellos vampiros. Se elevó en el aire para trepar por un árbol y cambiar de dirección, logrando derribar a ese enemigo del clan. Ambos cayeron entre las hierbas del bosque, desencadenando una lucha entre seres sobrenaturales.
—¡Vaya, para ser un lobo recién convertido eres fuerte y rápido!... Pero eso no me detendrá para acabar con tu vida antes de que comiences a vivir como un lobo desterrado del clan en las llanuras.
Una segunda presencia se podía sentir en aquel bosque; el compañero de aquel vampiro estaba detrás del lobo. Estaba listo para acabar con él, pero gracias a los sentidos de Dan, estaba alerta ante cualquier movimiento extraño.
Cuando el segundo vampiro estuvo a punto de atacarlo, una persona intervino para evitarlo. Paul logró derribar al segundo vampiro. Tanto Paul como Dan estaban de espaldas uno contra el otro, con sus enemigos frente a ellos. Paul, consciente del peligro al que se enfrentaban, decidió abrir sus telepatías para comunicarse con sus demás compañeros.
La pelea había comenzado y ambos jóvenes lobos empezaron a luchar contra los vampiros.
Por un descuido de Paul, el vampiro logró sujetarlo por las costillas con una fuerza descomunal, hiriendo al joven lobo. Un gran rugido resonó en el bosque.
Mientras Dan aún luchaba con el segundo vampiro, no se percató de que su compañero y amigo estaba en el suelo, lidiando con el dolor. La fuerza había fracturado una de las costillas de Paul.
El vampiro se acercó a él, presionando con sus pies a Paul, quien, además de luchar por respirar, estaba inmovilizado por las fracturas.
—¡Aléjate de mis amigos!... ¡Protejan a los nuevo lobos! —exclamó Leuke con autoridad y seriedad. Los demás atacaron a los otros vampiros mientras Leuke avanzaba y sacaba una daga con un poder letal, lista para enviar a aquellos seres sin alma a donde pertenecían.
El joven beta lanzó aquella daga que se incrustó en el pecho del vampiro. Un silencio invadió el lugar, especialmente al vampiro que antes lucía una sonrisa en el rostro, ahora desaparecida de su rostro pálido.
— ¿Qué has hecho?... ¿Cómo es que tú tienes esto? —fueron las palabras que salieron con gran dificultad de los labios del vampiro. Poco a poco, su cuerpo empezó a desaparecer, como una hoja consumida por el fuego. Otro vampiro, al ver que su compañero fue enviado al más allá, quedó perplejo y luego huyó de allí. Aunque era sumamente rápido, los lobos con experiencia en batallas con vampiros lo siguieron. Era evidente que no querían dejar que aquel vampiro escapara y atrajera más como él al valle.
En ese momento, Leuke supo que un peligro acechaba a las puertas de lo que ellos llamaban hogar. Ahora sabían que aquel vampiro conocía la existencia del clan que en el pasado pensaron que había desaparecido. La preocupación invadía al joven beta; la idea de pensar o siquiera imaginar que su líder y toda su gente volverían a pasar por aquella calamidad que vivieron años atrás lo hacía sentir inseguro.
—¡Vamos! ¡Apresurémonos a tratar a nuestro amigo! —exclamó Leuke, mientras dos de sus hombres leales y más fuertes llevaban al joven omega herido. Paul estaba perdiendo el conocimiento; las fracturas eran dolorosas y, sin dejar de mencionar, cada segundo que pasaba aumentaba el riesgo de morir por las hemorragias internas que sufría.
Liam, por otro lado, estaba al tanto de lo sucedido en sus territorios. Tomó la camioneta, la encendió y se dirigió al puesto sanitario que había construido con el fin de brindar lo básico a su pueblo. Además, aquellos humanos que vivían con ellos recibirían cuidados por parte de él. LeuKe y sus amigos llegaron al puesto sanitario; entre dos de ellos llevaron al joven Paul hacia el interior de ese pequeño establecimiento.
—Aspem, ve y llama al doctor. Dile que es una emergencia... Y Aspem, dile que venga solo —demandó Liam, observando al joven omega que despertaba lentamente debido al intenso dolor.
—¡Sí, mi señor! —Aspem, como de costumbre, llevó su mano izquierda al pecho antes de salir y cumplir con las exigencias de su líder. A pesar de no estar acostumbrado a manejar o disimular como humano, decidió convertirse nuevamente en lobo para llegar a donde estaban los médicos y llevarlos hasta su compañero crítico.
Antes de llegar, volvió a transformarse en humano, guardaban ropa adicional en algunos puntos del bosque. Al acercarse a la cabaña donde había dejado a los humanos, percibió una energía o esencia muy extraña. Aquella esencia resultaba sospechosa, por lo que antes de llamar a la puerta, se aseguró de que fuera una falsa alarma. Después de patrullar y perder el tiempo que para él era crucial, finalmente tocó la puerta.
Después de un tiempo prolongado, Aspem logró ver que habían encendido la luz de una de aquellas habitaciones. Para fortuna del joven lobo, era el doctor Bennett.
—¡Oh, joven!... — Aspem, al darse cuenta de que se había olvidado de su nombre, solo asintió y luego le comunicó la urgencia de acudir al llamado de su Alpha.
—Doctor, disculpe las molestias, pero mi Alpha lo espera urgentemente en el sanatorio —dijo Aspem. El doctor Bennett solo asintió y miró en dirección a las habitaciones de sus colegas.
—¿Doctor Bennett? ¿Qué sucede? —preguntó Kylie, sorprendiendo a Bennett al ver que esa joven estaba despierta a esa hora.
—No es nada, Kylie. Es solo un asunto sin importancia. Le pido disculpas si la hemos despertado — expresó Bennett, lo cual extrañó a la mujer, ya que siempre había notado un comportamiento algo extraño en ese médico.
—¡Buenas noches, señorita!... Lamento despertarla a estas horas —se disculpó Aspem como si fuera un simple humano. Kylie, sin decir nada, solo asintió y volvió a su habitación. Sin embargo, tras la disculpa del joven Aspem, aquella mujer no pudo conciliar el sueño; la preocupación no le permitía cerrar los ojos. Bennett y el joven salieron de la cabaña con su maletín, dirigiéndose al llamado del Alpha.
Después de reflexionar, Kylie decidió despertar a Ángela.
—¿Qué sucede contigo? —preguntó Ángela al ver a su compañera, quien estaba prácticamente metida en su cama.
— ¡Oye, sabes que un joven ha venido a buscar al doctor Bennett! ¿No te parece extraño? —Ángela, quien aún tenía los ojos cerrados, solo escuchaba las palabras de su compañera.
— ¡Kylie, déjalo! Tal vez fue a pasear con el joven que vino a buscarlo. Solo duérmete, ¿quieres? —Ángela no le prestaba la debida atención; solo quería dormir.
— ¡Ángela! Vamos a buscarlo. Si salimos ahora, los alcanzaremos. Siento que hay algo extraño. Tú quédate, yo iré detrás de ellos —Kylie no podía contener su curiosidad, se vistió rápidamente y salió tras los dos hombres que actuaban de manera extraña y sospechosa. La curiosidad de Kylie sobre el misterio de esos dos caballeros la había superado.