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Dragón Indomable

Despertar al día siguiente, después de las inusuales noticias que recibí de Sven anoche, debió de traerle claridad a mi mente. Pero no fue así.

Me encuentro batallando conmigo mismo, tratando de determinar la mejor ruta para abordar este problema y por fin tener entre mis manos al fauno (es un alivio poder darle un nombre a su intrigante naturaleza) que tanto me cautivó en menos de cinco días.

Los recuerdos de los pocos momentos que compartimos no me abandonan ni por un instante. Mi cerebro parece haber llegado a un acuerdo para grabar la imagen de Lars tan vívidamente, superando la mejor obra plasmada en un lienzo por un talentoso artista.

Su piel blanca como la leche; aquellos ojos verdes vibrantes, tan llenos de emoción y con una curiosidad innata por lograr descubrir todo acerca de cualquier cosa; su amoroso afecto por la vida... No, no.

Aún no puedo creer lo que mis oídos escucharon. Es imposible que él, que cuidó de mi sin siquiera conocerme y estando en mi forma de dragón sabiendo que en cualquier momento podría devorarlo en un parpadeo, sea un asesino cruel y despiadado. Y una muy ganada reputación, según expuso Sven.

¿En qué cabeza cabe? Todo debe ser un terrible y muy mal elaborado error. Seguramente la gente inventó todos esos rumores y cuentos por estar demasiado aburridos ordeñando vacas o tal vez horneando pan.

Paso las manos a través de mi cabello, sintiendo una impotente frustración y salgo de la cama. El sol está en lo más alto de su cúspide, desde afuera llegan los sonidos de los soldados patrullando y entrenando en el campo de prácticas.

No estoy cansado, pero toda esta confusión tiene mis músculos trabados en duros nudos y mi espalda rígida por la tensión. Estoy tan curvado que parezco un viejo dragón de mil quinientos años, luchando por alcanzar sus dientes postizos de madera.

«Eww. Ese no es un pensamiento muy bonito para tener tan temprano en la mañana, Daven», pienso con ironía y me adentro en las grandes limitaciones del baño para realizar rápidamente mi rutina diaria. Cuando salgo, completamente desnudo y goteando humedad, Sven está esperando a por mi de pie al lado de los enormes ventanales.

Dejo la toalla con la que estaba secando mi cabello sobre el respaldar de la silla y comienzo a vestirme, anticipando atento por su reporte que no tarda en llegar. Aunque no es nada que yo esté interesado en escuchar.

—... Y así es como Sergiy terminó con todo el brazo dentro del útero de la vaca para ayudarla a sacar al pequeño ternero — espeta veinte minutos después, con una expresión de asco y yo estoy a punto de estrangularle para que se calle de una buena jodida vez —. Te lo digo, hermano. Jamás he visto algo más asqueroso en mi vida — saca la lengua con repulsión y yo ruedo los ojos —. Dudo que pueda librarse de ese olor, por lo menos no durante las próximas dos semanas.

—Sven — gruño, suspirando profundamente para intentar alejar la ira —. ¿Hay algo que quieras contarme sobre mis obligaciones sobre ser Rey, que es realmente por lo que deberías estar aquí, en vez de estar balbuceando sobre cómo Sergiy ayudó a su vaca a dar a luz?

El idiota de verdad se toma un par de minutos para tomarlo en consideración, su rostro en blanco y un dedo sobre sus labios. Me convertiría ahora mismo y lo prendería en llamas, luego agregaría un par de papas al vapor, una buena cerveza o tal vez un vino tinto añejo y: Voilà! El mejor desayuno de la historia.

Es muy difícil contenerme de hacerlo, sobretodo cuando mi estómago comienza a rugir en respuesta a mis pensamientos sobre comida y Sven no contribuye en nada para mantenerse en una sola pieza.

¿Valiente e intrépido? Tal vez.

¿Idiota? Mayormente.

¿Divertido? Jodidamente hilarante. Pero moriré antes de admitirlo en voz alta y que se regocije en ello. Es un cambio refrescante después de toda la tensión y tristeza que ha embargado a mi corazón en los últimos días.

Sino fuera por él, estaría renuente a siquiera salir de la cama. Lo peor de todo es que creo que lo sabe.

—Bueno, ¿qué tal si comenzamos por escribir esa carta que parece ser tan importante para ti? — se acerca y coloca una mano sobre mi hombro —. Ya me hice cargo de dar órdenes a los hombres sobre sus obligaciones, Axe estará al pendiente de atender a la gente el día de hoy en tu nombre.

—Aww — coloco una mano al nivel de mi corazón, fingiendo conmoverme —. Y yo aquí pensando en ser todo malvado y comerte. Brillas más que el sol de las doxys[1], Sven.

—Ja-ja — dice completamente serio —. Ni siquiera comiences con eso — me advierte, señalándome amenazadoramente —. He intentado olvidar a esas pequeñas criaturas de dientes filosos y atormentadores chirridos por muchas lunas, así que mejor cierra la puta boca.

—Nadie te dijo que te aventuraras a lo profundo del Bosque Encantado sin un talismán — me burlo, saliendo de mi dormitorio con él siguiéndome de cerca —. Tuviste suerte que llegó Barek y salvó tu atrevido culo antes de que te dejaran sin piel.

— El hombre es un santo — asiente en acuerdo —. No puedo evitar besar su mejilla cada vez que pasa a mi lado.

—Y eso no es para nada raro, ¿verdad? — ambos nos reímos y continuamos nuestro camino.

Hacemos una rápida parada en el comedor, solo porque mi mejor amigo aquí insistió tanto que mis tímpanos casi explotaron por sus incesantes quejas. Por lo menos ahora estoy lo suficientemente satisfecho para no tener su carne asada de postre.

Entramos en el gran despacho destinado para las obligaciones del Rey. El lugar es tan amplio que podría cambiar a mi forma de dragón y extender mis alas a toda su capacidad. Pero de alguna manera se siente... sombrío. Mi padre se llevó toda la calidez con él.

Me siento detrás de la gran mesa de madera de roble y extiendo un pergamino en blanco frente a mi. Sostengo la pluma y mojo la punta en tinta para comenzar a escribir, pero tan pronto como la sitúo encima del papel, me detengo.

No tengo la más mínima idea de cómo comenzar. Jamás he intercambiado palabra con el Rey Alair, no tengo idea de quién es o siquiera el aspecto que debe tener. Además, nunca me consideré particularmente bueno con las negociaciones, prefiriendo usar mis puños y espada a cambio.

O tal vez un poco de fuego azul. Joder, debí prestar más atención a las clases particulares que me obligaban a tomar de niño.

—¿Qué sucede? — toma asiento en la silla al otro lado de la mesa, cruzando una pierna sobre la otra.

—No sé por dónde empezar — admito, sintiendo un poco de vergüenza —. ¿Qué se supone debo decir, de todas maneras?

"Hola, Rey Alair. Sería genial si termináramos la guerra que han tenido nuestros reinos por años. Y si pudiera incluir en el trato a su hijo mayor, ¡sería estupendo!". No, dudo mucho que eso funcione.

—Se cortés pero no un lame botas — agita una mano en el aire a medida que explica —. Expresa que has tomado el relevo de tu padre y que no quieres empezar con el pie izquierdo, que sería apropiado para ambos hacer las paces.

—¿Conoces al hombre? — pregunto con curiosidad —. ¿Siquiera lograste verlo mientras estabas cumpliendo con mi mandado?

—No — de alguna manera, eso me pone un poco más inseguro. El futuro incierto es un grillete fuertemente apretado en mi tobillo —. Como te dije, tuve que mantenerme con la cabeza gacha para evitar meterme en problemas con sus tropas. No son muy amistosos con los dragones que han tenido la mala suerte de cruzarse en su camino.

Mi respiración comienza a acelerarse cuando pienso de nuevo en Lars. Si toda la información que obtuve resulta ser cierta y él efectivamente es un experimentado y sangre fría asesino... ¿Entonces por qué no se encargó de mí también?

En el estado tan débil en el que me encontró hubiese sido ridículamente sencillo, sobretodo teniendo la oportunidad de hundir la daga hechizada todo el camino hasta extirpar mi corazón.

Pero en vez de eso me cuidó, me ayudó a sanar incluso cuando eso implicó el uso de una gran parte de su alma (como él mismo expresó) y me alimentó con uno de sus mejores caballos, enseñando abiertamente su descontento y conmoción al respecto. ¿Soy una afortunada excepción o solo un juguete que usó para su distracción?

Vió mi sangre real, después de todo. ¿Podría ser solo un elaborado plan de su parte para que lo busque y obtenga un pedazo de fortuna?

«No, no».

Niego repetidas veces, tratando de alejar las dudas y los conflictos alterando mi buen juicio. Sven me mira extrañado, ignorando por completo lo contradictorio que estoy siendo dentro de mi propia mente, pero no hace preguntas.

Decidido a obtener todas las respuestas que me han atormentado por días y noches de insomnio y mal humor, mi mano se mueve y las letras empiezan a dibujarse en negro sobre el trozo corrugado de papel.

"Rey Alair, mi buen señor.

Mi nombre es Daven Dvorak, hijo de Velkan, antiguo Rey del Reino de los Cielos.

Estoy seguro que el fallecimiento de mi padre ya debe ser noticia pasada para usted, a pesar de que la gente que él tanto se esforzó en proteger y proveer, aún lamenta la terrible pérdida con agrias lágrimas de dolor.

Ahora yo soy el que está a cargo de velar por el bienestar de todos, le aseguro que estoy comprometido en cuerpo y alma en la tarea, al igual que todos mis seguidores.

Es por eso que me tomo el atrevimiento de dirigirme a usted abiertamente con la esperanza que el lazo entre nuestros reinos pueda ser restituido por uno mucho más fuerte y duradero.

No querría comenzar las cosas sumido en un campo de batalla, que no solo traerá desgracias irreparables sino también el descontento de aquellos que han hecho el juramento de sangre para respaldarnos ciegamente.

Apreciaría mucho y sería un gran honor si accediera a una reunión entre ambos, ya sea en mi reino o en el suyo, para intentar establecer las bases de un nuevo tratado de paz que sea conveniente para todos.

Sin mucho más que agregar, me despido. Que los Dioses bendigan su camino.

Daven Dvorak."

Hago un pequeño corte en la yema de mi pulgar y espero a que la gota roja de sangre se filtre por la diminuta herida.

Luego, presiono justo al lado de mi firma hasta que queda la huella plasmada. Espero un par de segundos hasta que está completamente seca y enrollo el pergamino, usando cera roja para grabar el sello de mi reino en el filoso borde.

Uso un delgado cordón para atarlo, solo para estar seguro que no se abrirá en el viaje de entrega y se lo paso a Sven, quien lo recibe con un silencioso asentimiento.

—Wow — jadea con asombro —. Es la primera vez que te veo cumplir con tu rol de Rey.

—Pues, debes irte acostumbrando — resoplo, cruzando las manos sobre mi estómago —. Tendrás que ver mucho de eso hasta que logre producir un heredero.

—Siempre que no sea con Yaryna, puedes hacerlo con quien quieras — responde burlón y yo me rio —. Esa chica está demente, no creo que esté hecha para ser reina de todas maneras.

—No te preocupes — lo observo fijamente durante un par de segundos y él se encoge —. Si no logro conseguir a una buena mujer para ser la madre de mis hijos, bien podría hacerte llevar mi huevo — es bastante conocido que los dragones macho también pueden quedar embarazados —. Podría ser muy agradable, si te lo imaginas — sonrío con malicia ante su expresión indignada —. Aunque me llevaría algo de esfuerzo follarte, pero...

—¡Pero nada, jodido bastardo! — se levanta de un salto y golpea ambas palmas sobre la mesa. Yo no puedo aguantarme más y me carcajeo hasta que mi estómago comienza a doler —. ¡No hay forma de que permita a tu polla deslizarse en ningún lugar cerca de mi culo!

—¿No estás dispuesto a hacer el sacrificio por el bien de tu reino? — ironizo, sonriendo de medio lado —. ¿Dónde está tu lealtad? Y yo aquí pensando que recibirías una flecha por mi y todo eso.

—Pollas y flechas no guardan similitud entre sí — gruñe entre dientes antes de tomar el pergamino y darse la vuelta en dirección a la salida —. Enviaré esto antes de que digas otra cosa que me haga querer golpearte y tenga que recibir un castigo mediante el uso de un látigo hasta que mi esbelta espalda quede irreconocible.

—¿Esbelta? — me burlo —. ¿Eso te lo dijo Yaryna?

—¡Eres un cretino!

La puerta se cierra con un gran estruendo tras su partida. Me encuentro sonriendo por un largo tiempo antes de que cierto fauno se deslice sin invitación en mi mente de nuevo.

—"Hola, Escamas. ¿O era Nigreos? Por los Dioses, creo que lo he olvidado".

—"Su nombre era Hiems. Por favor, recuérdalo".

—"Que los Dioses bendigan tu camino, Nigreos. Oraré para que los nuestros se crucen de nuevo en el futuro".

Su voz en ése momento era suave y sutil, pero pude detectar a la perfección un rastro de añoranza en sus palabras Como si la promesa de nuestro reencuentro también fuese un anhelado e intenso deseo en lo profundo de su alma, un reflejo idéntico al mío.

Paciencia, me digo una y otra vez. Desesperado y necesitando de algo que me ancle a mi sitio y me impida cometer una completa locura. Como sería la de arriesgarme e ir de nuevo al bosque.

¿Lo encontraría en su familiar desolación o estaría él allí, aliviado por verme regresar? No lo sé, pero espero con cada pequeña gota de sangre dentro de mi cuerpo que pueda obtener todas esas respuestas pronto.

Aunque honestamente no creí que el momento llegara tan pronto.

[1] La doxy es un ser diminuto, del tamaño de un hada, pero completamente diferente. Tiene forma humanoide. Sus alas son parecidas a las de un escarabajo. Tiene 2 pares de piernas y 2 pares de brazos (es decir, 8 extremidades en total), con forma tuberculosa. Su piel puede estar cubierta de pelo, sobretodo en épocas invernales.Si la doxy se siente amenazada, muerde con sus 4 filas de afilados y venenosos dientes. Si te muerde, has de tomar un antídoto antes de 1 día o morirás lenta y dolorosamente.

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