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Base Inestable

Quince días.

Quince malditos días y Sven aún no me ha traído las noticias que he ansiado condenadamente tanto. Alega que ha buscado en los reinos más cercanos al nuestro y no ha obtenido resultado.

Le dije que dispusiera de tantos de nuestros hombres como le hiciera falta para hacer más fácil su tarea, pero aún sigo con las manos vacías.

Tuve el impulso muchas veces de cambiar y volar de vuelta al bosque en donde lo conocí y estuve bajo su atento cuidado, pero sería muy arriesgado. Los cazadores aún podrían estar merodeando, esperando el momento oportuno para atravesar mi corazón con una lanza.

Le dí las indicaciones a Sven de cómo llegar a ese lugar cuando todo lo demás no funcionó, pero ni siquiera así pudo encontrarlo. Estoy a punto de perder la cabeza.

Mis ocupaciones como rey me han mantenido distraído, pero no del todo. Los hombres que trabajaron para Azerith se rehusaron a hablar, a pesar de que cuando me vieron palidecieron como si hubiesen visto al mismo diablo.

Ni usando la peor tortura que imaginé posible soltaron la lengua. O son muy leales o muy idiotas, jamás saldrán de ése calabozo hasta que me den lo que quiero. Dudo que lo puedan hacer después, de todas maneras.

Las cosas durante mi ausencia no se mantuvieron tan a flote como esperaba. Las personas se aferraron a su fe aún si saber si yo seguía vivo o había perecido por la herida de la daga, ahora completamente curada.

Pero el caos hizo eco en las calles, muchos guardias teniendo que intervenir para restituir el orden. No fue hasta que hice el anuncio de mi regreso que las cosas se calmaron un poco, aunque me mantengo alerta y vuelo por los alrededores constantemente solo para estar seguro.

Justo como mi padre solía hacerlo.

Me encargué de sustituir también a los demás miembros del consejo. Cada uno de ellos fue despedido y exiliado, Azerith era el cabecilla y es muy posible que les haya lavado el cerebro para sumarlos dentro de su sangrienta causa.

No podría correr el riesgo, sobretodo con tantas vidas dependiendo de mi buen criterio para tomar las riendas del reino.

Axe, mi Primer Oficial, un gigante de piel morena que intimidaría hasta al más valiente de los hombres, estuvo a mi lado en todo momento mientras Sven se encargaba de seguir buscando a Lars. Él no es de hablar mucho y la mayoría del tiempo no tengo idea de lo que cruza por su mente, pero es fuerte y confiable.

Lo conocí durante mis entrenamientos en la guardia real y aunque nuestro acercamiento fue lento y cauteloso, al final fue inevitable que creciera un sentido de compañerismo que posteriormente se desarrolló en una fuerte amistad.

Es un gran hombre y un poderoso dragón, le confiaría mi vida con los ojos cerrados.

—¿Hay alguien más que necesite ayuda el día de hoy? — le pregunto, masajeando mis sienes para intentar alejar el dolor de cabeza que empeora mi estado de ánimo.

—No por los momentos, Alteza — responde seco, una mano perezosamente colocada sobre la empuñadura de su espada.

—No estamos en un evento ni hay nadie alrededor — ruedo los ojos. Después de un rápido desayuno entramos en la Sala de Reyes para atender las peticiones de las personas necesitadas. Eso nos ha tomado gran parte del día, el sol ya se está ocultado en el horizonte —. Puedes llamarme por mi nombre, tu cabeza no rodará.

—Admito que aún debo acostumbrarme — desvía la mirada hacia las grandes puertas, un ceño entre sus cejas —. Antes eras un soldado más y ahora llevas la corona del reino sobre tu cabeza.

—Sí, bueno. Yo tampoco es que esté muy entusiasmado al respeto — suspiro profundamente y me acomodo un poco. El trono es insoportablemente incómodo, hace horas que no siento mi trasero —. Se supone que debería heredar el trono dentro de otros ciento cincuenta años más. Pero nadie contaba con que matarían a mi padre.

—Lo siento por eso — afirma en voz baja. Intento que el profundo dolor que siento no se refleje en mi rostro —. Velkan era un rey ejemplar.

—Sí que lo era — lo secundo de inmediato —. Estoy tratando de seguir sus pasos lo mejor que puedo, su decepción es lo último que busco o quiero.

—Lo estás haciendo muy bien hasta ahora — una pequeña sonrisa estira sus labios y yo le devuelvo el gesto.

—Gracias, Axe.

Me levanto y me estiro hasta que mis huesos crujen en protesta. Nos quedamos en la sala por otras dos horas, solo para estar seguros que alguien más no vendrá a quejarse por el maltrato de un guardia o reportar a un supuesto ladrón.

He escuchado tantas versiones de un mismo cuento que fue muy difícil mantenerme despierto. Axe tuvo que golpear discretamente la parte trasera de mi cabeza para llamar mi atención de nuevo al problema.

Después de una rápida cena, tomo un baño caliente y el agua, como siempre, me ayudó a relajarme y aliviar la pesadez en mi cuerpo. No sé cuánto tiempo estuve dentro de la bañera de madera pulida, pero cuando por fin salí tenía los dedos arrugados y temblaba de frío.

Me deslizo debajo de las sábanas de costosa seda y me quedo viendo a través de los enormes ventanales del dormitorio. Tal vez hoy logre dormir toda la noche sin ver esos hermosos ojos verdes en mis sueños.

Mi padre no se ha comunicado más conmigo, usando esos mensajes misteriosos y advertencias de un futuro incierto, desde el día en que volví. Aunque creo que se debe a que mis pensamientos siempre terminan desviándose de vuelta a Lars.

¿Estará bien?

¿Se habrá metido en problemas mayores por ayudarme a escapar?

¿Él también tendrá dificultad para sacarme de su cabeza?

Lo único que él conoció durante el corto tiempo que tuvimos fue al dragón malhumorado que lo divertía cada vez que resoplaba. No tiene idea del hombre que se ocultaba debajo de todas esas escamas negras, dientes filosos y llamas azules. Aún no entiendo cómo es que no pude cambiar ése fatídico día, era como si una fuerza invisible me lo impidiera.

Tal vez fue él, lanzando un hechizo sobre mi cuando no lo noté para que lograra escapar. O puede que se haya tratado de ese tal "Árbol Sagrado" que nombró cuando llevó al caballo para alimentarme.

Cualquiera que fuera la causa, impidió que me viera como un humano. Cuando nos reencontremos (y lo haremos, apuesto mi nombre por ello) no me reconocerá. No seré "Nigreos" o "Escamas" como tanto se empeñaba en llamarme, sino otro hombre más.

¿Le gustaré así? ¿Debería cambiar a mi dragón para que me reconozca y hacer todo más fácil?

Por los Dioses, no tengo la más mínima idea. Jamás me he sentido de este modo, tan... Vulnerable. Tan perdido o inquieto, deseando atrapar entre mis manos a alguien fuera de mi alcance. La mirada de terror en sus ojos cuando la flecha me rozó causó una mayor confusión en mi interior: alegría de saber que se preocupaba por mi y tristeza por tener que verme obligado a abandonarlo.

Esperar nunca ha sido mi fuerte y con un tema tan delicado como este todo se ve mucho peor para mi. Estoy dando vueltas sobre la cama sin parar, incapaz de conciliar el sueño sin importar cuánto lo invoque, gruño debido a la frustración. Decido empezar a contar ovejas como última medida, cuando la puerta se abre de golpe y un emocionando Sven la cruza.

Casi me lo como por el susto que me dio.

—Hermano, te traigo espléndidas noticias — enciendo la vela sobre la pequeña mesa a un lado de mi cama y me siento en borde, cubriendo mi desnudez con las mantas.

—¿No podían esperar a mañana? — aunque su visita en realidad es bastante oportuna.

—Se trata de Lars Valtharos, ¿no quieres escuchar? — creo que se me olvidó todo lo que hice durante el día al escuchar esas palabras.

—¡¿Lo has encontrado?! — me levanto de golpe y él se cubre los ojos.

—Eww, eso definitivamente era algo que no necesitaba ver esta noche — como si no estuviera cansado de verme si ropa. Hemos cambiado incontables veces uno frente al otro, es inevitable que hayamos visto nuestros penes o culos expuestos en cada una de ellas.

—Déjate de idioteces y responde — la impaciencia está logrando que desee rodear su cuello con mis manos y agitarlo hasta que escupa todo.

—Siéntate, esto va a llevar tiempo — vuelvo a tomar asiento en la cama y él agarra la silla de la mesa pegada a una de las paredes, cayendo desplomado como un trapo mojado —. Bueno, resulta que tu Lars vive en el Reino Esmeralda.

Es irónico que haya pensado que sus ojos lucían como esmeraldas y descubrir que su hogar se llama precisamente así. Le queda. A la perfección, debo admitir.

—Es un fauno real, ¿Sabes lo que es?

—He escuchado rumores, pero no estoy completamente seguro.

—Son bastante parecidos a los Elfos, ambas especies están profundamente vinculadas con la naturaleza — suspira profundamente, tratando de ordenar sus ideas —. Pero los faunos poseen magia mucho más poderosa, incluyendo la de los cuatro elementos — por los Dioses, eso es mucho poder contenido en un cuerpo tan pequeño —. No es un hecho oficial, pero la gente dice que pueden revivir a los muertos.

—¿Estás bromeando? — gruño, luego froto mi frente con cansancio —. No es momento para eso, Sven.

—Lo juro por mi honor, hermano — coloca una mano sobre su corazón y yo abro grande los ojos, completamente sorprendido y aturdido —. Son solo palabras perdidas, pero encontré a varios que realmente lo creían. Uno de ellos de hecho dijo haber sido testigo de un fauno reviviendo a un caballo o alguna mierda así.

—Por los Dioses — murmuro sin aliento. ¿De verdad Lars es capaz de tanto? —. ¿Qué más descubriste?

—Pues parece que tu principito es toda una fiera, tiene una reputación bastante temible — resopla, cruzando una pierna sobre la otra.

—¿Es un príncipe? — pues parece que las sorpresas no dejan de llover.

—Hijo del Rey Alair Valtharos, primero en su nombre — asiente solemne —. También tiene un hermano menor, Uziel Valtharos. Dicen que es un híbrido, su madre supuestamente era una sirena.

—Pensé que las sirenas no se reproducían fuera de su especie — mi ceño se profundiza y Sven se ríe.

—Tú y yo, hermano. Parece que estábamos terriblemente equivocados. Pero de nuevo, son rumores, nada es enteramente seguro.

—¿Qué hay de su reputación? — me inclino para apoyar los codos sobre mis rodillas —. Dijiste que era temible.

—Oh, sí. Escuché que no hay criatura que deambule por este mundo que no pueda matar — hace gestos con sus manos para exagerar el relato y yo estoy intentando procesar todo sin volverme loco.

No hay manera en el infierno que se esté refiriendo al mismo Lars, ¿o si? ¿El mismo que me dió la impresión de que preferiría cortarse un dedo que pisar a un indefenso insecto?

¿Él... Un asesino? No, no puedo creerlo. Seguramente los rumores no son ciertos, debe tratarse de alguien más y la gente inventa esos relatos porque no tienen nada más emocionante que hacer con sus vidas.

—¿Qué tan seguro estás de todo esto, Sven? — mi voz sale más cortante de lo que pretendía, pero ahora mismo estoy teniendo problemas para controlarme.

—La información la recolecté en los alrededores del Reino Esmeralda — se encoge de hombros —. Los aldeanos llevan años viviendo allí, así que confío que al menos la mayor parte es verdad.

—De acuerdo — paso las manos a través de mi cabello, tomando por fin una decisión —. Arregla una reunión con el Rey Alair tan pronto como sea posible.

—No podrá ser, hermano — lo miro extrañado y él lo toma como la señal para continuar —. Al parecer nuestro reino y el suyo han estado en guerra por muchos años.

—¿De qué demonios estás hablando? — gruño y me levanto de golpe, apretando con fuerza los puños a mis costados. Sven debe haberse dado cuenta que no estoy para bromas porque esta vez no dijo nada con respecto a mi desnudez.

—Tu padre y el Rey Alair no estuvieron en muy buenos términos, así que decidieron cortar toda comunicación o tratados hace dos años atrás — su voz es baja y cautelosa, me conoce bien y sabe que cuando me enojo no tengo limitaciones.

—¡¿Pero cómo es posible que nunca me haya enterado de eso?! — me paseo de un lado a otro, respirando con rudeza y temblando por la tensión contenida —. Padre jamás me dijo nada al respecto.

—Tal vez lo hizo porque quería mantenerte fuera de todo peligro — razonable, pero no prudente.

—Al mantenerme ignorante lo estaba haciendo todo mucho peor — golpeo la mesa y una gruesa grieta se crea debajo de mi puño —. Era el líder de su guardia, maldita sea. Tenía que estar al tanto de ésto y todo lo que tuviera que ver sobre sus relaciones con los demás reinos.

—Lo entiendo, hermano. Pero ya no tiene caso que te enojes al respecto — se levanta y me intercepta, colocando las manos sobre mis hombros —. Mira, ¿qué tal si le mandas una carta al Rey Alair y propones encontrarte con él para discutir las bases de un nuevo tratado? — bueno, eso ciertamente es algo que puedo hacer —. Quizás ahora que eres tú el que está al mando, él decida intentar de nuevo las cosas, ¿eh? No tienes nada que perder.

—¿Pero y si se rehúsa? — aprieto la mandíbula con fuerza, la oportunidad de ver nuevamente a Lars de repente parece cada vez más y más lejana.

—Un paso a la vez — golpea mi brazo y sonríe —. Manda esa carta primero y después decidiremos el resto.

—Está bien — suspiro con pesar, sintiendo como la esperanza se me escapa a través de los dedos —. Gracias, Sven. Realmente aprecio todo lo que has hecho.

—Lo sé, soy tu mejor tesoro. — me guiña un ojo y después se da la vuelta con la intención de irse.

—¿Averiguaste qué edad tiene? — él se detiene de inmediato y su expresión está completamente en blanco cuando me mira de nuevo.

—¿Sabes? Eso es lo único que no pude lograr aclarar — parece confundido —. Nadie lo sabe, ni una sola persona a la que le pregunté.

—¿En serio? — él asiente —. Vaya, eso no me lo esperaba.

—No te preocupes, dudo que sea más viejo que nosotros — se ríe y me deja en la soledad de mi dormitorio poco después.

Lars Valtharos, resultaste ser todo un valioso rompecabezas.

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