Aturdido
La respuesta llegó al día siguiente, casi cuando el sol ya se estaba ocultando detrás de las montañas en la lejanía. Me sorprendió su rapidez, ni siquiera sabía que nuestros reinos estaban tan cerca como para que un mensajero pudiese viajar de ida y vuelta en un tiempo tan reducido.
Aunque yo nunca había explorado el sur, mi padre siempre se ocupó de enviarme de patrulla en la dirección contraria. No es hasta hoy que me dí cuenta que lo hizo a propósito.
Es inútil estar enojado con él ahora, por supuesto. Tal vez si nada de esto hubiese pasado yo ni siquiera hubiera tenido la oportunidad de conocer a Lars. Y me refiero a realmente conocerlo, no a alguna fachada en la que se deslice para tratar con los contactos de su rey, formal e impersonal.
Cuando Sven me entrega el pergamino con el sello verde en forma de esmeralda, me quedo viendo el rollo de papel en mi mano por largos minutos. Honestamente estoy preocupado.
¿Qué si se rehusó?
Entonces tendría que crear alguna especie de plan para poder establecer algún contacto con su hijo mayor, de ninguna manera dejaré que ésto se interponga y represente un obstáculo en mi camino.
Lograré tener al fauno, así los mismos Dioses esten en contra. Me siento detrás de la mesa y rompo el sello, estirando el papel hasta que las letras escritas son legibles, mis ojos recorriendo cada línea con dedicada atención.
"Rey Daven Dvorak, hijo de Velkan.
Debo admitir que fue una sorpresa recibir tal comunicado de su parte, jamás me esperaba volver a entrar en contacto con el Reino de los Cielos.
Su padre era un hombre admirable y, aunque nunca pudimos llegar a un arreglo que nos dejara satisfechos a ambos, estoy seguro que su mandato era justo, trayendo paz a toda su gente.
Sería un gran honor para mi lograr convocar una reunión y tener el placer de conocerlo. Sin embargo, no sé si estará al tanto de mi delicada condición de salud, me temo que no estoy apto para emprender tal viaje.
¿Es un atrevimiento de mi parte pedirle que usted visite mi reino?
Le aseguro que será recibido con las puertas abiertas y con el debido trato que seguro se merece. Estableció contacto conmigo en buena voluntad y yo le devolveré el favor, eso sin duda.
Espero obtener su respuesta pronto.
Rey Alair Valtharos."
Su huella de color rojo está justo al lado de su firma, formando casi un círculo completo. Debí haber estado leyendo en voz alta, porque Sven interviene.
—¿Aceptarás? — me observa fijamente, con las manos sobre la mesa.
—Tengo la intención — mis cejas se arquean y giro la silla hacia el ventanal —. Sería una buena oportunidad para ver el lugar con mis propios ojos. — y a Lars, que es lo único que en realidad me interesa.
—¿Qué si es una trampa?
Sí, es una posibilidad bastante alta.
Obviamente estaríamos en desventaja si resulta serlo. Los faunos cuentan con su poderosa magia y aunque logremos cambiar a nuestra forma de dragón, estoy seguro que sufriremos heridas graves e incluso pérdidas.
¿Realmente vale la pena?
Por los Dioses, quiero creer con cada latido de mi corazón que es así. Aún después de veinte días no puedo arrancar los recuerdos de esos momentos en el desolado bosque al lado de ése hermoso joven de orejas puntiagudas tintilantes.
—"Que los Dioses bendigan tu camino, Nigreos. Oraré para que los nuestros se crucen de nuevo en el futuro".
Bueno, tal vez ésta oportunidad surgió gracias a que los Dioses escucharon sus plegarias. Joder, realmente espero que así sea, de lo contrario no sería solo mi vida la que esté en peligro.
Y moriré primero antes de poner a los demás en riesgo.
—Es posible, pero poco probable — vuelto a centrar mi atención en Sven, parece tan pensativo como yo —. Supongo que la única manera de comprobarlo es arriesgarnos e ir.
—Ahora lamento no haberle insistido a tu padre para hacernos con el Oráculo del este — niega con la cabeza y yo me río —. Sus visiones podrían sernos muy útiles ahora.
—Sí, bueno — me encojo de hombros —. Mi padre era un poco escéptico, jamás lo hubiese aceptado de todos modos.
—Arreglaré todo para nuestra partida — se endereza. Pero antes de partir, me lanza una de esas miradas de: "espero que sepas lo que estás haciendo", que siempre utiliza cuando no está seguro de mi proceder. Así que me preparo para su protesta, pero me sorprendo cuando no sucede —. ¿Necesitas algo más?
—Un mensajero para enviar mi respuesta — respondo cortante mientras preparo un nuevo pergamino —. Axe vendrá con nosotros, dile a Haakos que estará a cargo durante nuestra ausencia.
—¿Por qué no mejor Gerolf? — confusión cruza su rostro —. Está mejor capacitado.
—Sí, pero tiene un huevo que cuidar, ¿recuerdas? — un comprensivo "Ah" sale de sus labios. No me gustaría alejar al hombre de su futuro hijo, sin contar que jamás escucharé el final de las protestas de Einar, importándole una mierda si soy el rey o no —. Haakos aún no está acoplado, así que confío en que estará centrado en sus obligaciones.
—No lo sé — sonríe de medio lado —. He visto la manera en la que observa soñadoramente a Torvald.
—Bueno, su ritual de apareamiento tendrá que esperar entonces — lo despido y él se marcha con una risita burlona para cumplir con su deber.
Escribo una rápida respuesta y se la entrego al mensajero cuando llega poco después, el hombre despidiéndose con una respetuosa inclinación. Tal vez sea un poco apresurado, pero le espeté al Rey Alair que estaría en los límites de su hogar a más tardar mañana en la tarde. No quiero retrasar más nuestro encuentro, ya he esperado suficiente.
El resto del día me enfoco en cumplir con mis obligaciones, escuchando las demandas de los ciudadanos y asegurándoles que serán atendidas inmediatamente. Me tomó tanto tiempo que casi no probé bocado, pero le resté importancia.
Lars de nuevo guiando mis pasos desde la distancia y distrayéndome en cada momento.
Cuando apoyo mi cabeza sobre la almohada en la noche, me encuentro de nuevo incapaz de conciliar el sueño, demasiado ansioso por nuestra partida. Desearía poder controlar las horas y hacer que avancen mucho más rápido.
Mi sangre circula con gran velocidad a través de mis venas y mi corazón golpea mis costillas con fuerza. Frustrado, aparto las sábanas y me levanto. El aire es suave cuando salgo al balcón, mi piel recibiendo gustosa la frescura bajo la luz brillante de la luna llena. La estrellas parpadean, un aro brillante rodeando a cada una, otorgándoles una belleza cautivadora.
Me quito la túnica e invoco al cambio, mis extremidades estirándose hasta que estoy cubierto por escamas negras y afiladas garras. Extiendo mis alas, agitándolas para ganar altitud hasta que mis patas no tocan el suelo.
Estar en mi segunda forma me trae un poco de alivio, pero aún siento el malestar apretando mis entrañas. Vuelo por un largo rato, observando los hogares debajo, con humo saliendo de sus chimeneas y velas creando sombras en algunas ventanas.
Los guardias observan mi recorrido en silencio, velando para mantener cualquier amenaza lejos pero sin atreverse a cruzarse en mi camino. Mis gruñidos como única advertencia de mi mal humor.
«Hombres inteligentes», pienso, dando una última vuelta antes de regresar a mi dormitorio.
Uno muy vacío, me doy cuenta muy a mi pesar. Pero al menos ahora estoy lo suficientemente agotado para cerrar mis ojos y orar para lograr dormirme. El sueño llega, pero en vez de que cierto fauno de ojos verdes aparezca, estoy de nuevo sentado en el regazo de mi padre, disfrutando de su cercanía con una tierna sonrisa en mi rostro infantil.
—"Estás avanzando en la dirección correcta, hijo mío".
Los balanceos de su mecedora me marean un poco, pero estoy demasiado feliz de estar de nuevo con él que lo ignoro.
El fuego consumiendo la madera me trae calidez, pero es su abrazo el que me hace sentir protegido, cuidado y querido. El amor que enlaza nuestros corazones nos rodea en una burbuja, aislando todo lo demás.
Este es nuestro lugar, nada ni nadie lo perturbará.
—"Pero debo advertirte, no debes olvidar tu propósito".
¿Propósito? Argumento sin voz, sé que puede navegar libremente a través de mis pensamientos, así que no me molesto en hablar en voz alta.
—"Tu alma está buscando su otra parte y la conseguirá. Pero la primera impresión que te lleves no será la que estás esperando".
La incertidumbre crece casi a niveles intolerables.
Quiero gritar hasta que mi garganta se desgarre. Todo esto es increíblemente confuso, jamás he tenido ésta sensación de estar en lo correcto pero al mismo tiempo terriblemente equivocado. Temo por mi futuro y por el de las personas que dependen de mi. Me destrozaría el saber que todo lo que estoy haciendo me guiará hacia un inevitable desastre.
Necesito ayuda, lo necesito a él.
—"Shh, hijo mío. Todas tus preguntas tendrán su respuesta más pronto de lo que crees. La inseguridad nublará tu juicio, así que mantente enfocado".
Me inclino hacia sus manos sanadoras como un niño sediento de amor, que es justamente lo que soy aquí. Mi padre me consuela por un largo rato hasta que logro dominar un poco las turbulentas emociones oprimiendo mi pecho.
Suspiro, inhalando su olor familiar con avidez. Él sostiene mi pequeña barbilla para levantar mi rostro y lograr que lo mire, su relajada sonrisa me tranquiliza.
—"Recibirás lo que has anhelado y que antes te fue negado. Debes estar listo para evitar que te sea arrebatado de nuevo".
¿Arrebatado? ¿Por quién? Pregunto confuso. Puedo sentir su profunda risa en mi espalda, su cálido aliento soplado en mis mejillas.
El fuego crea patrones de luz y sombra en su rostro perfilado y me encuentro observándolo casi en un estado hipnótico, su larga barba se mueve cuando habla de nuevo.
—"Paciencia debes tener ahora, muchacho. Solo recuerda siempre quien eres, sin importar cuan desesperado te puedas sentir o lo mal que se pueda ver una situación. Cuando estés completo de nuevo, volveré".
¡No, no te vayas! Quiero sostenerlo, pero es casi como si intentara sujetar a un soplo de aire. Su cuerpo translúcido desapareciendo entre mis dedos. Las lágrimas llegan a mis ojos, nublando aún más su poderosa figura. Pero la tristeza no parece ser suficiente para traerlo de regreso.
Estoy sentado ahora solo en su mecedora, luchando contra el impulso de levantarme y buscarlo entre cada pequeño escondite, pero sé que será en vano. Subo mis piernas hasta mi pecho y apoyo la cabeza sobre mis rodillas, dejando que el llanto avance hasta que no quede nada más por derramar. La soledad ahora no es mi amiga, es mi peor enemiga.
Observo el fuego lentamente ser consumido, hasta que la oscuridad poco a poco me envuelve para recalcar con más intensidad el aterrador silencio y vacío del extenso lugar.
Quiero... No, deseo poder ser...
—¡Por todos los Dioses, despierta de una buena vez!
Mis ojos se abren abruptamente, sobresaltado por las manos sacudiendo mis hombros para devolverme a la realidad.
El rostro furioso de Sven logra sacarme un suspiro de alivio. Joder, cada vez es más difícil salir de mis trances de sueño.
—Maldita sea, Daven — me suelta y se pasa las manos a través del cabello —. Juro que duermes como un muerto. Tuve que comprobar varias veces que respirabas solo para estar seguro que seguías vivo.
—Deja de quejarte — gruño, deslizando mis piernas por el borde de la cama para ponerme de pie. El frío del suelo en mis pies descalzos me saca un escalofrío —. Tu voz es molesta, cállate.
—Antes de que caiga en la tentación de sacarte la mierda a golpes y me decapiten por mi atrevida osadía, ve a arreglarte — señala en dirección al baño y yo ruedo los ojos —. Como extraño esos días en los que podía cortarte con mi espada y no temer por las consecuencias — su honesta decepción me hace reír.
—Ya no somos dos niñatos, mi querido amigo. Esos tiempos jamás volverán — no parece haber notado la tristeza en mi voz —. Confío en que ya todo está listo — cambio de tema rápidamente.
—Sí, lo único que hace falta es el demasiado perezoso rey con problemas para despegar las lujosas sábanas de su cuerpo — me acusa de nuevo, pero lo ignoro mientras paso a su lado.
—Sí, sí — lo despido con un movimiento de mi mano y su gruñido me hace sonreír otra vez —. Espérame afuera, tengo entendido que detestas verme desnudo — señalo hacia mi cuerpo sin prendas. Él simplemente niega murmurando lo que estoy seguro son un par de maldiciones más con mi nombre antes de marcharse.
El agua caliente relaja mis músculos tensos, pero no me permito permanecer ahí por mucho tiempo. Retrasar lo inevitable es lo último que deseo, así que termino con rapidez mis demás necesidades y salgo para cubrirme con una simple túnica y mi armadura pulida.
Cuelgo la espada a mi cintura y a pesar de que estoy renuente a usar la corona, lo hago de todas maneras. Es un símbolo de mi posición y lo que le permitirá al Rey Alair reconocerme. Empujo el resentimiento y abandono el dormitorio.
Me obligo a no pensar en la inusual despedida de mi padre, aunque sus advertencias dan vueltas sobre mi cabeza como colibríes danzando alrededor de una flor. Un gran grupo de soldados está reunido fuera del palacio, con carretas de suministros atadas firmemente a los caballos alimentados y adecuadamente hidratados.
Sería mucho mejor y más rápido viajar en nuestras formas de dragón, pero podría ser tomado como una amenaza. Así que estamos limitados a las formas humanas por ahora.
Me reúno con Axe y Sven en la punta de la caravana, montando mi caballo preparado con anticipación.
—Alteza — Axe hace una breve inclinación y Sven resopla.
—Mis bolas — Sven gruñe entre dientes —. Si esa corona no estuviese sobre tu cabeza, estarías comiendo lodo en un parpadeo.
—¿Es así? — levanto una ceja y él asiente sin dudar —. ¿Entonces por qué susurras? — disfruto de ver su avergonzado sonrojo —. No olvides que ahora puedo ordenar que seas azotado por tu impertinencia, soldado.
—No olvides que ahora puedo ordenar que seas azotado por tu impertinencia, soldado — me imita con voz ridículamente aguda, pero asegurándose de seguir susurrando para que los demás no lo escuchen.
—¡Sven! — Axe lo reprende indignado por su rebeldía. Yo le doy un par de palmadas en el hombro para tranquilizarlo.
—No te preocupes, Axe. Pronto estará besando mi trasero de nuevo.
—Jódete — Sven masculla entre dientes.
Entre risas empezamos a avanzar, los cascos de los caballos impactando en el suelo de piedra y las ruedas de las carretas dejando su rastro.
Mis ojos barren con avidez el paisaje, no es una zona que hubiese explorado anteriormente, así que procuro observar todo. La mayor parte del viaje cruzamos a través de extensas praderas habitadas por campesinos y grandes concentraciones de ganado.
Tuvimos que cruzar a través de un bosque. Por un momento pensé que podría tratarse del mismo en donde conocí a Lars, pero varios pájaros vuelan por encima de nosotros y creo que pude ver la silueta de un oso, así que descarté la posibilidad.
Cuando ya estaba cayendo la tarde y el cielo se inundó de matices amarillos y naranjas, finalmente pude visualizar el Reino Esmeralda en la lejanía.
Apuré a mi caballo con varios golpes de mis talones, Sven gritando detrás de mi para que me mantuviera con el grupo. Pero hice oídos sordos, la anticipación y la imprudencia batallando en mi interior.
El lugar es increíblemente grande y hermoso. Rodeado por montañas de un verde brillante casi cegador y abundantes cascadas, creando pequeños arcoiris en cualquier dirección posible. Parece sacado de uno de los cuentos que mi madre solía relatarme cuando era pequeño.
Las enormes puertas de madera me impiden avanzar más, permitiendo que el resto de los hombres y un furioso Sven se reúnan conmigo poco después. Me da una mirada asesina antes de acercarse a uno de los protectores de la entrada y anunciarnos. El hombre asiente en reconocimiento y ladra una orden para que nos dejen pasar.
Intento permanecer quieto, con una expresión neutra, para no revelar lo nervioso que en realidad me siento. Avanzamos cuando se nos indica y el aire que nos recibe está inundado de aromas florales. Una multitud de faunos con orejas puntiagudas nos miran con curiosidad y algunos con recelo cuando pasamos a su lado. Niños nos saludan con grandes sonrisas, ignorando por completo las advertencias de sus madres.
Les devuelvo el gesto con una breve inclinación y eso parece emocionarles más.
Llegamos finalmente hasta el palacio y desmonto mi caballo, dejando su destino en manos de un sirviente que se acerca para atendernos.
Tenemos que subir por un largo camino de escaleras hasta entrar por fin. El interior no es para nada como me lo imaginaba, teniendo en cuenta las grandes cantidades de fuentes y árboles extendiéndose tan lejos como mis ojos humanos alcanzan a ver en el exterior.
Hay largas y delgadas columnas por todos lados, guiando hacia pasillos laberínticos y otros espacios abiertos que no tengo idea para qué son apropiados. Sus colores van desde el intenso marrón hasta uno mucho más suave, con algunas decoraciones en rojizo opaco. Un gran candelabro colgando justo en el centro del techo curvado.
El piso brilla tanto que no quiero ensuciarlo con la tierra debajo de mis botas, pero al sirviente que nos guía no parece importarle, así que me encojo de hombros y lo sigo en silencio, con Sven y Axe detrás de mi.
Nos detenemos en una puerta de madera con decoraciones de perlas verdes, imagino que esmeraldas.
Propio del Reino Esmeralda, ironizo en silencio.
El hombre da tres breves golpes y espera el permiso anunciado por una voz masculina rasposa antes de abrirla y apartarse para permitirnos ingresar. El Rey Alair resultó ser robusto, con una gran panza cubierta por la suave y adornada tela de su túnica, el cabello tan largo como el de su hijo, atado en una trenza que en él se ve sin gracia.
Sus orejas son igual de puntiagudas, pero sin ningún aro de plata brillante para adornarlas. Grandes ojeras crean bolsas debajo de sus ojos verdes, un poco más oscuros que los de Lars, pero sin el brillo y la astucia retenidas que lo caracterizan.
Al lado de su hijo, este hombre carece de encanto.
—Rey Alair — me inclino respetuosamente, él se acerca a paso vacilante —. Es un honor poder conocerlo.
—Rey Daven — me devuelve el saludo, o por lo menos lo intenta ya que su panza lo hace lucir torpe —. El placer es todo mío. Es una grata experiencia que haya decidido visitarnos. Admito que no pensé recibir a nadie del Reino de los Cielos en un futuro próximo después de mi último encuentro con su padre.
—No estuve al tanto de las... Disputas entre ambos hasta después de su muerte — el Rey asiente, luciendo comprensivo. Mantengo la guardia en alto, no lo conozco lo suficiente para saber si es sincero —. Mi padre tenía una manera particular de lidiar con las cosas.
—¿Usted sigue sus pasos? — levantando una gruesa ceja. Yo sonrío, tratando de traer alivio a la tensión circulando en el aire.
—Lo intento, aunque digamos que estoy tratando de resolver los asuntos pendientes que dejó tras su partida — eso parece haber funcionado, ya que sus hombros pierden un poco de rigidez.
—Lo entiendo y lo aprecio, es sabio de su parte tratar de establecer la paz — me hace un gesto hacia una silla y tomo asiento, Sven y Axe de pie detrás de mi. Siento una punzada de dolor en la espalda por el largo viaje a caballo sin descanso —. Espero que no hayan tenido problemas en el camino.
—Para nada — lo observo mientras se desploma en una desafortunada silla, la madera crujiendo en protesta debajo de su peso —. Permítame alabarle, su reino tiene una belleza particular que es sorprendente.
—Gracias, hacemos grandes esfuerzos por mantenerlo así — sonríe, sus dientes están un poco amarillos —. ¿Puedo ofrecerle algún aperitivo o algo de beber?
—Estamos bien, gracias — aunque noté que Sven estuvo a punto de asentir.
—Ahora, quisiera que...
—¡Padre! — sus palabras quedan interrumpidas cuando la puerta se abre de golpe y un joven alto, delgado y con facciones similares a la suya entra jadeante y luciendo alarmado.
El Rey Alair se pone de pie de inmediato, con el rostro contraído en una mueca de disgusto, su panza saltando de arriba a abajo por el repentino acto.
—¿Qué es lo que sucede contigo, Uziel? — ah, así que se trata del hermano menor de mi fauno —. ¿No ves que estoy en medio de una importante reunión?
—Lo siento — su mirada nerviosa cae sobre nosotros, un rubor pintando sus mejillas de rosa. Nos hace una respetuosa reverencia antes de centrar su atención de nuevo hacia su padre —. Vine a alertarte.
—¿Sobre qué? — el obeso hombre responde cortante, sus pobladas cejas en un profundo ceño.
—Un ogro logró traspasar las defensas del jardín trasero.
—¿Un ogro? — él asiente, sobresaltado por el tono de mi voz.
Los ogros son criaturas bastante grandes, fuertes y destructivas. Aunque lentas y con el cerebro del tamaño de un cacahuate. Si no se tiene el suficiente cuidado tratando con ellos, la mala suerte de quedar atrapado en una de sus monstruosas manos y ser utilizado como un sabroso bocado son muy altas.
Me levanto de la silla que estaba ocupando, dispuesto a ofrecer mi ayuda de ser necesario. Después de todo, en mi forma de dragón sería pan comido.
Pero las siguientes palabras que salen atropelladas a través de los delgados labios del tímido joven me dejan congelado en mi sitio.
—Sí, Lars y los demás fueron a tratar con la bestia — mis ojos se abren grande y por un momento me olvido de respirar.
—¿En el jardín trasero, dices? — su hijo asiente rápidamente y el Rey suspira —. Vengan, podremos verlo desde mi balcón.
Mis pies se sienten pesados y mi corazón se precipita hasta mi garganta mientras emprendo mi camino detrás del robusto hombre. Lo observo abrir las puertas de cristal con tanta lentitud que estuve a pocos segundos de empujarlo y precipitarme hacia la baranda sin importarme las consecuencias.
El sol ya no está tan alto como cuando llegamos, pero aún hay suficiente luz para ver con claridad. Desesperado por ver a mi fauno, muevo mis ojos de un lado a otro, aunque no tengo necesidad de buscar demasiado.
El sonido es lo que me atrae primero. Gritos de lucha y los gruñidos del ogro me alertan en la dirección correcta. Y ahí es cuando lo veo.
Sus movimientos están llenos de una elegancia que jamás le había visto a nadie usar durante una batalla. La espada parece una extensión más de su cuerpo, su rostro sumido en pura concentración al ejercer cada ataque con una precisión casi aterradora.
Hay un par de hombres más a su lado, pero yo me encuentro incapaz de apartar la mirada de él.
—Padre — el chico susurra, el Rey se limita a hacer un bajo sonido para hacerle saber que lo está escuchando —. ¿No deberíamos ayudarlo?
—Ese insensato es capaz de lidiar con eso — intento ignorar el desdén en su voz —. Si fue lo suficientemente tonto para atacarlo sin esperar a los guardias, ahora debe acabar con esa bestia.
¿Está hablando jodidamente en serio? ¿Cómo puede estar tan tranquilo cuando yo estoy a punto de saltar por los aires y arrastrarlo fuera de tan intimidante amenaza?
Aprieto las manos con fuerza y mi corazón casi explota cuando el largo y afilado cuerno del ogro pasa peligrosamente cerca de Lars. Si él no fuese tan ágil y rápido, seguramente ya estaría desangrándose sobre las hermosas rosas que están siendo pisoteadas por la lucha.
—¿De verdad no va a hacer nada? — me cuesta una gran cantidad de esfuerzo no rodear su frágil cuello con mis manos y agitarlo hasta meter un poco de razón en su testaruda cabeza.
—Oh, no se preocupe — el Rey hace un gesto desdeñoso para restarle importancia —. Él no necesita ayuda.
Quiero gritarle, o tal vez cambiar a mi forma de dragón y escupir mis llamas azules sobre su regordete cuerpo hasta que esté chamuscado e inservible. No hay manera en el infierno de que me lo coma después, probablemente me cause indigestión.
La protesta está en la punta de mi lengua, pero justo en ese momento, mi valiente fauno clava su espada en el grueso cuello de la bestia. Estoy aturdido e impresionado mientras observo la escena casi como si fuese un sueño. El grito de dolor del ogro hace eco en el aire.
El sonido muriendo cuando mi fauno, con un simple giro de sus muñecas, termina por decapitarlo.
—Joder, su reputación realmente le precede — Sven murmura sobre mi oído pero no le presto atención.
¿Entonces era cierto? Estoy intentando ordenar la gran cantidad de pensamientos contradictorios navegando sin flujo en mi mente.
De repente, Lars toma la cabeza del ogro por el cuerno sobresaliente en su frente y comienza a arrastrarlo en dirección al palacio.
—¿Pero qué demonios está haciendo? - Alair gruñe, regresando a su despacho a través de las puertas de cristal.
Lo seguimos de vuelta, todo el vello de mi piel en punta cuando huelo que se aproxima. Su delicioso olor cubierto por la sangre putrefacta de la bestia que acaba de matar.
Cuando la puerta se abre y él cruza, su inusual e increíble belleza me deja sin aliento nuevamente.
—¡Lars! — grita escandalizado al ver los ojos sin vida en la cabeza de la bestia arrastrada por su hijo —. ¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?!
—Mi tributo para ti, padre — Lars lanza la cabeza hacia el centro del despacho, dejando un desastre de sangre por todo el lugar. Su ropa está completamente manchada por ella también, incluso algunas gotas están dispersas en la tersa piel de su rostro, el cual está deformado por una mirada llena de odio y repudio hacia su progenitor —. Muchas gracias por la ayuda, espero que mi regalo sea de tu agrado — hace una pronunciada inclinación, ignorando al resto de los testigos por completo... Yo incluído.
—¡Lars! — su padre le llama, pero mi joven fauno se marcha, dejándolo con las palabras en la boca.
Por los Dioses, ¿qué demonios acaba de suceder?