Agua Cristalina
No sé por cuánto tiempo dormí o si siquiera lo hice. Para cuando abrí los ojos de nuevo me sentía igual de cansado y desgastado, pero al menos la herida está sanando apropiadamente ahora que la daga no puede evitarlo.
A este ritmo en tres días a más tardar ya podré emprender mi camino de vuelta al reino. Estoy impaciente, eso sin duda. Las ganas por saber qué fue de Sven y el resto de mi gente es muy inquietante, como hormigas caminando debajo de mi piel.
Si tan solo no fuese imprudente que volara.
El bosque en el que me encuentro es tan silencioso que es sospechoso y honestamente preocupante. Las únicas razones que se me ocurren para que ningún animal o inclusive un insecto haya captado mi atención o merodeado a mi alrededor son que: o está embrujado o hay una criatura protegiéndolo lo suficientemente aterradora y fuerte para ahuyentar a cualquiera.
Ninguna de las dos me sorprendería, pero de nuevo, en el estado que estoy sería una gran desventaja. Mi pellejo escamoso podría estar en un gran peligro y yo aún no me he dado cuenta.
Además de eso mi estómago está rugiendo como si tuviese vida propia. No he probado bocado desde la muerte de mi padre y ahora el hambre me está haciendo salivar cuando me imagino a un buen trozo de carne goteando sangre.
Por los Dioses, ¿en qué aprieto me he metido?
Además, mis escamas están resecas lo que causa que tenga una comezón terrible en áreas que no puedo alcanzar. La humedad que aún se encuentra en la tierra debajo de mi es un consuelo, pero uno muy pequeño.
El sofocante calor tampoco es un hecho favorecedor. Me acomodo un poco y por fin logro liberar mi ala cautiva por lo que resultó ser al final un enorme tronco. La muevo un poco para comprobar su estado y suspiro de alivio cuando solo siento la rigidez por no haberla movido mucho.
Las membranas se ven sanas también, parece que perdí una de las espinas que protegen las puntas, pero será reemplazada por una nueva en pocos días. Por ahora disfruto de la limitada libertad que tengo para estirarme.
Cierro los ojos y apoyo la cabeza sobre la hierba suave, tratando de ignorar todo el conjunto de incomodidades que afectan no solo mi cuerpo, sino también mi humor. Maldita sea.
No estoy acostumbrado a depender de nadie, ni siquiera cuando era pequeño. Los sirvientes del castillo siempre la tuvieron fácil ya que nunca dejé que hicieran ninguna de las tareas por mi, a pesar de las incesantes quejas de mi padre.
Una vez cuando tenía diez años casi recorrí todo el palacio desnudo, huyendo de las manos demasiado exploradoras de mi nana y su jabón sospechoso de color marrón y aspecto corrugado. Por poco logré escapar, pero Sven fue sobornado con la promesa de muchos dulces si me capturaba y me apartaba de la mirada horrorizada y entretenida de los demás dragones.
Logré mi venganza contra él después cuando dejé una rata debajo de las fundas de su cama antes de que se fuera a dormir. Sus gritos creo que se escucharon en los pueblos vecinos.
Un profundo suspiro logra sacarme una mueca de dolor por la herida en mi pecho. Aunque el físico no es nada comparable con el que siento en mi corazón. Aquellos maravillosos días en los que era feliz ahora me parecen muy, muy lejanos. Apenas ayer envié a mi padre a la Tierra de las Almas y ya me siento perdido y solo como nunca antes, no quiero ni imaginarme como serán los tiempos por venir.
Estoy tan distraído con mis propios pensamientos que el sonido de pisadas me toma por sorpresa. Las aletas de mis oídos se agitan rápidamente y mi cresta tiembla por el escalofrío que la recorre.
Son tres individuos, puedo escuchar.
Respiro la esencia en el aire para ver si se trata de Lars en compañía de otros, o si ya debería empezar a producir mi fuego para atacar ante una muy posible amenaza. Pero por fortuna no tengo necesidad de hacerlo.
Mis pupilas se vuelven pequeñas rendijas cuando el mismo joven que parecía un fantasma después de haberme ayudado con el hechizo de la daga, hoy está resplandeciendo nuevamente. Y su compañía no son otros... cualquiera que sea su especie, sino un caballo. Un jugoso, robusto y probablemente muy sabroso caballo.
—Buen día, Escamas — sonríe ampliamente y quisiera tener manos humanas para derrumbarlo sobre su espalda hasta que pida clemencia —. ¿O era Nigreos? Por los Dioses, creo que lo he olvidado.
Resoplo, dos aros de humo gris saliendo por mi nariz.
Es una forma de expresar el disgusto en mi forma de dragón, pero a él solo parece divertirle más y más en cada ocasión.
—¿Qué tal una combinación? ¿"Escamas Nigreos" o "Nigreos Escamas"? — chasquea la lengua y niega con la cabeza, los aros en sus puntiagudas orejas sonando suavemente —. Es tan difícil decidir, creo que te llamaré por alguno de los dos dependiendo de mi estado de humor — ata al caballo en uno de los árboles y se acerca a mi hocico, mirándome fijamente con sus ojos verdes —. Y hoy, mi grande amigo, estoy de humor para "Escamas".
Si estuviera en mi forma humana, rodaría los ojos.
Tiene suerte de que huele delicioso, como a flores silvestres y lluvia de verano, porque sino ya estaría en pequeños pedacitos dentro de mi estómago. Estoy seguro de que esa no es la mejor manera de agradecerle por haberme ayudado con la letal herida en mi pecho, pero su altanería me saca de quicio.
—¿Cómo va esa cicatriz? — agito mi cola de arriba a abajo y gruño. No es exactamente una respuesta que él pueda entender, por eso me sorprendo cuando su sonrisa se ensancha —. Estupendo. ¿Me dejas verla? — levanto la cabeza, tierra y hierba aún adheridas a mi dura piel escamosa —. Solo quiero estar seguro de que no se ha infectado. Sino tendré que hacer otro hechizo.
Aprieto la mandíbula y mis alas se pegan a mi cuerpo cuando me estremezco.
No me gustó para nada el resultado de esas extrañas palabras saliendo en un melodioso canto de sus labios. Y no es porque no esté agradecido de su ayuda, sino lo mucho que le costó habérmela ofrecido. Dijo que usó una gran parte de su alma en la curación, eso no puede resultar en nada bueno cuando se trata de un hechizo más poderoso o una herida más grave.
Lo conocí ayer, pero pensar en que su bienestar se pueda ver comprometido me causa profundo malestar. Lo cual es extraño.
Curioso, pero muy extraño.
—Bueno, no te recomendaría volar. Por lo menos no durante los próximos cinco días.
¿Cinco?
Eso sobrepasa el límite que yo me había autoimpuesto. No sé si sea conveniente o seguro que mi reino se mantenga sin su Rey por tanto tiempo. Si pudiese cazar, recuperaría mis fuerzas más rápido. Pero este bosque está desolado, así que me quedo sin opciones viables.
—Pero se ve bien y ya dejaste de sangrar — me da un par de palmadas en mi pata derecha y se cruza de brazos —. Ahora, imagino que tendrás hambre.
¿Hambre? Estoy a punto de comerme mi propia cola por el apetito voraz que está retorciendo mis entrañas.
Gruño y el caballo atado se asusta, intentando liberarse para salir corriendo despavorido por su vida.
—He traído uno de los mejores caballos en el establo de mi hogar. — suspira profundamente —. No fue una tarea sencilla y sé que hasta el final de mis días escucharé a mi padre molestar al respecto, así que espero estés agradecido por mi increíble buena obra.
Me señala amenazante con un diminuto dedo, pero cuando resoplo su ceño desaparece y comienza a reír.
El sonido es hermoso, jovial y armónico. Encaja perfectamente con él y su intrépida petulancia. Además de eso, el entretenido tintineo de sus aretes le agrega un extra a la mezcla.
—Es tan fácil alterar tus nervios — se burla y yo lo empujo con mi hocico, pero esta vez se mantiene estable y no cae sobre su trasero —. Eres muy predecible, ¿lo sabías?
Por los Dioses, su osadía no para de impresionarme.
No puedo creer que se atreva a enfrentarse a un dragón en plena madurez, sin ningún arma además de su afilada lengua. Su insensatez debe haberlo metido en muchos problemas en el pasado, aunque debo admitir que yo no soy muy distinto.
Decidido a obtener un poco más de respeto de su parte, inhalo profundamente y apuntando hacia el cielo, libero una intensa llamarada de mi fuego azul. Por supuesto que no pretendo lastimarlo al hacerlo, solo asustarlo lo suficiente para que se abstenga de "alterar mis nervios", como dijo anteriormente.
Y de nuevo fallo miserablemente. Estoy aturdido, impresionado y a la vez un poco preocupado cuando lo veo comenzar a aplaudir y dar saltitos, obviamente por haber disfrutado el espectáculo.
Eso solo me hace pensar en dos posibilidades:
Una, tiene algo en el cerebro que le impide ver el peligro aunque esté a tres centímetros de distancia de su rostro. He escuchado de enfermedades como esas en mis viajes estando en el ejército de mi padre.
Nunca fui testigo, pero tal vez lo esté siendo ahora.
O dos (y esta es la que más me preocupa, pero del mismo modo me causa una terrible curiosidad por saber más de él), que esté demasiado confiado en sus habilidades para poder lidiar sin ningún arma con un dragón adulto enojado.
¿Qué demonios es este hermoso joven?
—¡Eso fue asombroso, Escamas! — exclama emocionado —. Pero debes tener cuidado o incendiarás medio bosque y el Árbol Sagrado estará muy disgustado — se estremece, abrazando su cuerpo como si tuviera frío —. Créeme cuando te digo que no quieres hacer eso.
De acuerdo, si le tiene miedo a un viejo árbol mágico y no a mi, entonces le tomo la palabra.
—Hay algo que tengo que hacer primero antes de que puedas comer — agito la cola y aleteo mis alas. ¡No! Tengo hambre ahora, por todos los Dioses —. Solo será un minuto, que no se caigan tus escamas — rueda los ojos y me da la espalda, sin importarle uno de sus aretes de plata si puedo aprovechar la oportunidad para partirle en dos.
El caballo ahora está mucho más calmado, imagino que ya se acostumbró a mi presencia o ya debe haber aceptado su destino. Lars sostiene la larga cabeza y une su frente a la del animal, cerrando los ojos, sus manos destellando aros luminiscentes de color azul pálido poco después.
El aura mágica es tan intensa que el aire a su alrededor se mueve en un torbellino, agitando ramas y hojas caídas, al igual que su larga y elegante trenza. Lo escucho susurrar:
—Tu enorme sacrificio será bendecido por los Dioses, buena alma. Una próxima vida será tu recompensa y la felicidad obtenida mi especial regalo para ti.
Unos cuantos segundos más pasan y observo todo con un nudo en mi largo cuello. Poco a poco el olor de magia en el aire desaparece y Lars se aparta, luciendo un poco triste y agotado.
—Puedes comértelo ahora — el caballo parece estar en un trance, no se mueve y apenas puedo ver el movimiento de su respiración sobre su lomo.
Estoy un poco renuente a devorarlo ahora. Sé que sería absurdo que Lars me haya ofrecido su ayuda ayer y que hoy pretenda envenenarme mediante el uso de algún hechizo desconocido, pero nadie puede juzgarme por querer ser un poco precavido.
Teniendo en cuenta el desastre que dejé atrás cuando huí de la lucha creada en la Sala de Reyes, sería un milagro que confíe en alguien de nuevo y tan rápido. Sin importar lo mucho que mi corazón quiera abrirse ante este hermoso ser de naturaleza desconocida para mi.
—No tienes que preocuparte — lo señala con su barbilla —. Lo hice para que no sienta dolor — coloca su mano derecha sobre su pecho, al nivel de su corazón —. Te juro por mi honor que no le hice nada que pueda afectarte, dragón.
Bueno, parece que puede ver a través de mi mejor de lo que pensaba. El caballo permanece completamente inmóvil mientras mis dientes afilados destrozan su carne y su sangre resbala por mi garganta. Lars se aleja, rehúsandose a presenciar la escena.
En un punto entre mis bocados lo miré y tenía las manos tapando sus oídos, para evitar escuchar los chasquidos húmedos y huesos quebrarse. Estoy profundamente conmovido por su acto ciego de buena fe. Aunque yo no pueda hablarle directamente, él parece estar en armonía con mis necesidades y atenderlas, a pesar de ir en contra de sus creencias.
Cuando ya no queda nada que consumir y mi estómago está repleto, estoy gozando de sentir como mi energía se restituye lentamente. Mis patas tiemblan un poco, pero después de varios intentos logro levantarme.
Estoy seguro que luzco como un perro sacudiéndose para retirar la humedad de su pelaje, pero es necesario para que la sangre comience a fluir por las venas hacia mis músculos rígidos por la inmovilidad. Extiendo mis alas a su completa capacidad, creando corrientes en el aire que logran llamar la atención de Lars.
Se da la vuelta con cautela, suspirando de alivio cuando solo me ve a mi, y no a los restos de su caballo adornando las hierbas y la tierra seca.
—Su nombre era "Hiems" — dice con pesar —. Por favor, recuérdalo.
Ignorando mi real posición, le hago una respetuosa reverencia, pegando mis alas apretadas a mis costados, el cuerno de mi hocico casi tocando el suelo. Es un gesto de profundo agradecimiento, estaré en deuda con él por el resto de mi vida.
Y es una muy larga vida.
—No fue un placer, pero de nada — mi largo cuello vibra, es lo más parecido a una risa que puedo hacer en ésta forma —. Debes tener sed, ¿Puedes caminar?
Doy un par de pasos para probar.
Todo parece ir bien, si me muevo con cuidado la cicatriz no se abrirá de nuevo.
—Sígueme.
Las hojas crujen debajo de mis garras y tengo que agacharme para poder pasar por debajo de las ramas de varios árboles en nuestro camino y evitar que mis cuernos queden enredados. Él se mueve con lentitud, dándome tiempo para ajustarme, a pesar de que tres pasos suyos en una larga zancada mía.
Pronto el olor de agua llega a mis orificios nasales. Ya estoy anticipando poder beber y mojar un poco mis escamas resecas. Cuando llegamos, la belleza del paisaje me deja sin aliento.
Una gran concentración de agua cristalina ilumina en todo su esplendor bajo los rayos del sol, una pequeña cascada alimentando el flujo constante. Los frondosos árboles a su alrededor son de un verde intenso, el fresco aroma que desprenden es magnífico.
El hermoso joven se inclina en la orilla y sumerge una de sus manos, sonriendo cuando un pequeño pez se acerca y se frota sin temor contra uno de sus dedos. Estoy admirando la belleza como en un trance. Pero me sorprendo cuando descubro que es la de él y no la del maravilloso lugar al que me ha traído.
La punta de su trenza se moja con el agua, aparentemente sin que se dé cuenta o tal vez simplemente no le importa. Me encuentro desesperado por tener manos humanas y poder pasar mis dedos a través de sus mechones rubios y descubrir si son tan suaves como parecen.
Desvío la mirada cuando se pone de pie y se gira para observarme. Espero que no haya notado mi fija evaluación, es muy probable que con mi cara de dragón se vea aterrador.
—¿Y bien? — cruza los brazos sobre su pecho y levanta una delgada ceja —. Adelante, ya le he advertido a los peces y se apartarán de tu camino, Escamas.
Muevo mi gran cabeza de arriba a abajo y me dedico primero a saciar mi sed. El líquido vital deslizándose por mi garganta se siente como una bendición. Doy largos y ávidos sorbos hasta que mi estómago no puede contener mucho más.
Luego me sumerjo por completo y mi pecho vibra en satisfacción, sonando mucho a un ronroneo. Siempre me he sentido increíblemente cómodo en el agua, en cualquiera de mis formas.
Es como si formara parte de mi propia naturaleza, otorgándole plenitud a mi existencia. Aunque los dragones somos famosos por las llamas devoradoras que somos capaces de usar como potentes armas.
Tal vez fui un pez en mi vida pasada. Escucho su risa melodiosa y no puedo evitar sentirme cálido y contento yo mismo, sin importar las circunstancias que me hayan traído hasta aquí.
—Quiero acariciarte, pero tengo la sospecha que me dejarás sin una mano si me atrevo a intentarlo — resoplo, tiene razón —. Me pregunto si en tu forma humana eres así de gruñón.
Oh, sí. Mucho más. Desearía poder hablar con él en este momento, sin embargo. Pero mi sanación es mucho más rápida en ésta forma, así que es un placer que debo negarme por ahora, sin importar cuánto lo quiera.
—Tengo que irme, Escamas — es un alivio que no pueda ver la decepción en mi rostro —. Ya deben estar buscando al caballo, así que debo volver para excusar su ausencia.
Despliego mis alas y soplo más de mi fuego azul hacia el cielo. Él sonríe complacido y hace una pequeña reverencia.
—Eso es un hasta luego entonces, mi gran amigo.
Cuando se va, intento ignorar el silencio ensordecedor a mi alrededor y el extraño anhelo de su presencia.
Esa noche fue inusualmente fría sin él.