Capítulo 4. Desvergonzada
Me despiertan el trinar de los pájaros, me desperezo y me siento en la cama. Miro y no hay nadie doy un suspiro, quizás solo fue un sueño y anoche él no vino a mi habitación.
Llegan las chicas de todas las mañanas, no me voy a bañar y ni siquiera voy a bajar a desayunar. Ayer dijo bien claro que no debía usar más mi vestido por lo tanto no tengo nada más para ponerme.
— Podrían servirme el desayuno en la habitación—
— Señora no se encuentra bien, desea que infórmenos al Duque?—
— No, no hace falta me encuentro bien solo es que deseo descansar un poco mas—
Veo como las chicas abandonan la habitación, como les iba a decir lo de la ropa ya es bastante vergonzoso no tener ropa para encima decir que me ha prohibido usar la que yo misma confeccione.
He desayunado tranquila, la mañana pasa lentamente, no tengo nada que hacer por primera vez en toda mi vida me siento una inútil. Me acerco a la librería cojo uno de los libros lo abro y me fijo en las ilustraciones, me gustaría tanto saber que dice! Dejo el libro de nuevo en la librería me acerco al balcón, veo como el jardinero recorta los setos, me canso de verlo y paso dentro de la habitación, sin nada más que hacer me vuelvo a la cama y me quedo dormida.
— Señora despierte es la hora de la comida—
— Lo siento ahora no tengo apetito, me pueden subir la comida aquí y más tarde comeré.— respondo sin ni siquiera mirar a la criada.
La tarde la paso en la cama, he dormido tanto que es imposible que está noche consiga conciliar cel sueño. No sé que hora debe de ser pero ya ha empezado a caer la noche.
— Señora la cena está servida, va a bajar a cenar?—
— No—
La criada sale de la habitación, mínutos después sube con la cara descompuesta.
— Señora por favor baje a cenar, el Duque está muy enojado requiere su presencia.— dice al borde de las lágrimas.
— Está bien ya bajo, siento si le han regañado por mi culpa, no volverá a pasar—
La criada abandona la habitación me levanto y cepillo mi pelo, estoy en camisón y no tengo zapatos. Es vergonzoso lo que estoy a punto de hacer pero no quiero sufrir la ira de este hombre.
Bajo las escaleras y paso al comedor, la cara de Wilson es un poema se ha puesto colorado como un tomate, bueno solo se ven un poco mis piernas no es como si fuera desnuda.
— Buenas noches señor— digo y me voy hacia mi asiento.
El me mira de arriba abajo, veo como su semblante cambia de golpe.
— Qué haces así vestida?eres una desvergonzada— dice con rabia.
Esas palabras me hieren, yo no soy lo que el dice, sin saber como le respondo sin importar las consecuencias de mis palabras.
— Yo no soy eso que usted ha dicho! Además usted me ha prohibido ponerme mi vestido y requiere mi presencia, qué desea mi señor que lleve puesto? Oh también le molesta mi camisón porqué si es así me lo puedo quitar también.— Digo levantado la voz.
Es la primera vez en toda mi vida que he replicado, siempre he sido obediente pero hoy no me he podido contener.
— Sube a tu habitación, ordenare que te suban la cena y no te muevas de allí hasta que yo te lo ordene—
— Como desee el señor— digo con sarcasmo.
— Wilson ordena que venga la modista de la corte, la quiero aquí antes de la hora de comer, no me importa como lo tengas que hacer—
Escucho como le habla a Wilson, escucho un ruido y subo corriendo las escaleras ya no quiero tentar más mi suerte.
Estoy en la cama una de las chicas del servicio me ha traído un camisón de su casa, y ha puesto a lavar el mío, más bien creo que lo ha tirado pero en fin este al menos está limpio el único problema es que es muy fino y casi transparente deja poco a la imaginación, como imaginaba no puedo dormir me asomo por el balcón una suave brisa mece mis cabellos la luna llena ilumina la habitación, siento frío y cierro el balcón me vuelvo y veo al Duque parado en la puerta.
Sin poder evitarlo doy un grito de la impresión, miro como me observa está vez no veo enfado pero si noto otra cosa, me mira como si me quisiera comer. Corro hacia la cama y me cubro hasta la cabeza.
— Ahora sientes vergüenza, antes no te veías así—
No respondo nada me quedo callada, saco la cabeza de las mantas y veo que se está quitando la ropa.
— Que haces porqué te desnudas?—
— No pensarás que me voy a acostar vestido— dice en tono serio.
— Pero.. pero esta es mi habitación yo creía…—
— Más bien es la mía, ayer estabas dormida y fui a la de invitados pero hoy no veo la razón de dormir allí—
Se ha quitado toda la ropa solo se ha dejado puesto un calzon. Eso hace que un rubor se instale en mi cara.
— Vas a dormir así?— Pregunto avergonzada.
— Más bien duermo desnudo pero como no quiero que colapses hoy me dejaré esto puesto—
Se mete en la cama yo me voy hacia una orilla todo lo que puedo y le doy la espalda, no puedo evitar temblar.
— Tienes frío?— dice acercándose más a mi, puedo sentir su respiración en mi cuello.
— No— respondo bajito.
— Entonces porqué tiemblas así?—
— Porqué usted va a consumar el matrimonio y yo…yo no quiero—
— Quién te ha dicho que vaya a ser ahora? Y porqué tanto miedo es una cosa normal—
— Cuando los esposos duermen juntos por primera vez ellos hacen bueno… No quiero me da miedo y seguro que me va a doler—
— Mmm… No había pensado hacerlo está noche y no te voy a obligar no se que tipo de persona puedas creer que soy pero nunca he obligado a ninguna mujer, aunque debo de decirte que pronto tendrá que pasar si te niegas estarás incumplimiento tus deberes como esposa y serás castigada… Ahora duérmete que estoy cansado—
Está tan pegado a mi cuerpo que no puedo dormir, siento sus músculos pegados a mi cuerpo eso despierta un sensación rara y extraña dentro de mi. No puedo seguir así voy a levantarme cuando el me agarra y me abraza.
— He dicho que te duermas, así que por una vez obedece—
Cierro mis ojos intentando dormir entre sus brazos, algo me dice que está va a ser una noche muy larga.