Capítulo 3. Sin zapatos
Me despierta una luz cegadora, apenas puedo abrir los ojos…
Me siento en la cama y de nuevo veo a las sirvientas, a ver es bueno tener gente que te cuide pero no es necesario que estén aquí a todas horas, puedo hacer las cosas sola.
Bueno hoy intentaré no ponerles las cosas difíciles, así que voy a tratar de coperar, me dan un baño de rosas con aceites de azahar y peinan mi cabello en una trenza.
— Señora y su ropa?— dice una de las chicas.
— Solo tengo un vestido debe de estar en silla, allí lo deje anoche—
Estoy pensando que ayer todos me llamaban señorita en cambio hoy es señora será qué ya saben que estoy casada?
Veo moverse a la chica de un lado a otro, su cara está roja y sus ojos vidriosos.
— Lo siento señora, yo no sabía… Tire su vestido por favor perdóneme.—
— No importa señorita, usted no lo sabía bueno de momento no podré bajar a desayunar así que me pueden servir aquí. También necesito aguja, hilo y unas tijeras—
Busco algo con lo que poder hacerme un vestido, abro los cajones y solo hay sábanas, miro las cortinas pero son demasiado pesadas, vuelvo al cajón y saco un juego de sábanas en un tono salmón, bueno quizás con esto…
Gracias a una de las chicas he conseguido confencionar un vestido sencillo, como todavía hace fresco lo he hecho de manga larga, bueno después de todo es bonito tiene un poco de vuelo y me queda justo por las rodillas, se que debería ser más largo pero no había más tela.
Bajo a cenar, Wilson me mira de arriba abajo.
— Señora se encuentra bien no ha bajado a desayunar ni a comer, estaba un poco preocupado—
— No se preocupe Wilson estoy bien solo un pequeño problema con mi vestido pero ya me he hecho otro—
Está es la segunda noche en la que ceno sola, la verdad es que no se está tan mal, solo que aveces me siento un poco sola.
Termino de cenar y voy a la cocina, todos me hacen una reverencia y dejan de cenar.
— No por favor sigan cenando, yo me sentía un poco sola y quería conversar—
— Señora este no es lugar para una dama…—
Vaya, salgo de la cocina y miro hacia el jardín, salgo un momento y recorro solo unos metros, Wilson me llama desde la puerta eso me asusta y caído al suelo, me levanto y corro hacia el interior, pierdo los zapatos en la carrera.
Llegó a la puerta y Wilson me regaña.
— Señora no puede salir sola a estas horas y sus zapatos?—
— Los he perdido, digo agachando mi cabeza—
— Está bien señora, mandaré a alguien para que los busque.—
— Gracias—
— Ahora pase a la sala el Duque
Desea conocerla—
Paso a la casa, me cruzo con un hombre alto, musculoso de unos veinticinco años, su pelo es rubio y alborotado, sus ojos azules como el cielo y una barba de varios días me miran con curiosidad. Es guapo supongo, saludo y paso de largo.
— Wilson desde cuándo el servicio se pasea por casa como si nada, además por si no te has dado cuenta iba descalza, a qué tipo de gente contratas!— dice el Duque un tanto molesto.
— Señor ella no es del servicio, ella es su esposa—
Estoy sentada en un sillón, me está entrandado sueño pero Wilson me ha dicho que tengo que esperar, miro mis rodillas y puedo ver barro y sangre seca, mis pies también están sucios. Soy un desastre miro mi vestido al menos no se ha manchado ni se ha roto. Algo es algo.
El mismo hombre de antes pasa a la sala, yo no me muevo de mi sitio.
— Veo que no te han enseñado modales, cuando alguien pasa a una sala el que está dentro debe de levantarse…— dice molesto.
— Perdóneme pero modales si tengo lo que no tengo es etiqueta, o algo así no recuerdo cómo dijo Wilson que se decía— digo frunciendo el ceño.
— No sabes quién soy verdad?—
Niego con la cabeza.
— Wilson explícame una cosa de que familia proviene está señorita—
— Señor ella es una plebeya, usted no dijo nada de clases sociales solo pidió casarse con la chica más bonita de toda la comarca. —
Él, el es mi marido, creo que le he causado una mala impresión, quizás halla sido bueno y ya no quiera estar casado conmigo.
— Apenas hice ayer unas rayas en el papel, solo Wilson me vio si quiere puede romperlos y yo me iré de su casa y no diré nada— digo con la mirada alta.
Veo como se acerca a mi y me examina, su presencia me incómoda está demasiado cerca eso me pone muy nerviosa.
— Wilson porque lleva esto puesto, parecen unas sábanas…—
— Señor es porque lo son, ella trajo un solo vestido y una de las criadas lo tiró pensando que eran trapos viejos, también ha perdido los zapatos cuando ha salido al jardín— dice Wilson un tanto avergonzado.
— Entonces puedo irme a mi casa?—
— Ya estás en tu casa, no eres precisamente lo que buscaba pero al menos eres bonita—
Siento que la sangre me hierve estoy apunto de darle una cachetada pero recuerdo lo que dijeron esas mujeres, si le pegó igual me mata o me hace algo peor así que está vez optó por quedarme en silencio.
— Señor puedo retirarme a mi dormitorio?— digo agachando mi cabeza.
— Si puedes marcharte y haz el favor de no usar la ropa de cama como vestimenta.—
Pues no sé que querrá que me ponga si no tengo otra cosa.
Subo a la habitación y otra vez tengo el baño preparado, en serio que no entiendo que les pasa con la limpieza está vez no me quejo ya que lo necesito.
— Alguna de vosotras esta casada?—
— Yo soy viuda y ella está recién casada— dice una chica no mucho más mayor que yo.
— Quiero saber que es consumar el matrimonio— Pregunto disfrutando de mi baño.
Ellas se miran entre si y se sonrojan.
Poco a poco me van explicando en que consiste, mi cara pierde el color, yo no puedo hacer eso…
Me meto en la cama esperando que él no venga a hacerme eso, se que no me puedo negar pero no quiero hacerlo.
Estoy medio dormida cuando la puerta de la habitación se abre, y cierro los ojos todo lo fuerte que puedo.