Capítulo 5. Este no es mi mundo
Otro día y la misma rutina, está mañana cuando me desperté el Duque ya no estaba en la cama, no es que no lo agradeciera pero me hubiera gustado ver su lindo rostro por la mañana aunque he de decir que me aterra y me gusta partes iguales. Supongo que soy rara.
La misma sirvienta que trajo ayer un camisón hoy me ha traído un vestido sencillo, he descubierto que se llama Rita estaré agradecida a Rita por mucho tiempo, aunque tengo ropa no tengo zapatos pero lo mismo me da si no puedo salir de la habitación hasta que el señor de la orden, me siento como un pájaro en una jaula, una jaula de oro pero al fin de al cabo una jaula. Un poco antes de la comida ha llegado la modista era una mujer un tanto extravagante y no solo en la forma de vestir sino que también poseía una personalidad arrolladora.
De los vestidos que ha traído solo me he quedado con dos los demás necesitan arreglos, en una semana me traera todo un vestidor, yo no lo veía necesario pero el Duque le insistió en que no me podía faltar de nada.
He pedido un vastidor y tela para para bordar, si no puedo hacer nada al menos me mantendré ocupada.
Sin darme cuenta la tarde ha llegado, he visto como el Duque partía en su caballo acompañado por otros dos caballeros, miro por la ventana y veo una enredadera, no lo pienso dos veces me cuelgo de la enredadera y bajo por la pared, llegó al jardín no hay nadie cerca. Esto es como un sueño siento la libertad bajo mis pies. Es hora de que todos estén en sus camas, y por lo que escuche el Duque no regresará hasta mañana, así que está es la mejor oportunidad.
He corrido, he saltado, he descubierto un pequeño arroyo que pasa por la propiedad, he estado tentada de bañarme pero al ser de noche seguro que estaría muy frío, empiezo a ver como los primero rayos del sol asoman por el firmamento, llegó a la enredadera y comienzo a subir. Cierro las cortinas y me meto en la cama.
Me han despertado tantas veces que ni lo recuerdo, creo que tengo el desayuno y la comida servidos en la mesa, he preguntado por el Duque, Wilson me ha dicho que no volverá hasta dentro de dos noches por lo tanto tengo tiempo para disfrutar de mi libertad.
Este tiempo ha pasado tan rápido que me apena que mañana todo vuelva a la normalidad, siento que este no es mi mundo y dudo mucho que algún día lo será. No necesito joyas, riquezas, ni atenciones ahora me he dado cuenta que era feliz con lo que tenía y lo que hacía.
Está noche me estado bañando en el arroyo, me he cortado en el pie con algo por lo que tengo que volver a casa, quizás vuelva a tener algún día otra oportunidad. Camino mal, me duele! Pero no puedo permitir que me descubran. Mi camisón está empapado dejando ver todo mi cuerpo, al menos no hay nadie cerca que me pueda ver.
Comienzo a trepar me siento un poco mareada y tengo frío, aveces debería pensar un poco las cosas antes de hacerlas pero en fin si hiciera eso no sería yo.
Siento como caigo al vacío, no tengo fuerzas para agárrame, cierro los ojos y espero el impacto, uno, dos, tres…
Abro mis ojos, no estoy en el suelo estoy en los brazos del Duque.
El me mira, no sé si con odio o con preocupación, me atrevería a decir que un poco de las dos.
— Qué se supone que mirais recordar que os puedo sacar los ojos de un solo movimiento?— dice enfadado.
Wilson viene corriendo y me tapa con una capa, voy a pedirle que me baje pero noto como mis ojos se cierran y todo a mi alrededor se vuelve oscuro.
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— Wilson llama al médico lo quiero aquí ya, diles a las doncellas que preparen la bañera, está helada tenemos que conseguir que recupere calor—
En verdad está niña es exasperante y digo niña porque si fuera una mujer no haría estás tonterías. Subo con ella en mis brazos quito el camisón y la sumerjo en la bañera.
— Señor la Duquesa está desnuda ya lo hacemos nosotras—
— Ella es mi esposa puedo verla sin ropa, retirense a partir de ahora yo me encargo de ella—
La llevo a la cama, la tapo con las mantas, busco en su armario, aún no tiene ropa veo un camisón casi transparente, no quiero que el médico la vea así, solo de pensar que otro hombre que no sea yo la puede ver desnuda hace que me hierva la sangre.
Llamo a Wilson y le pido que traiga una de mis camisas, al menos está más cubierta.
— Señor deberia dejar a las sirvientas que vistan a la señora, no es decoroso que usted la vea desnuda si piensa disolver el matrimonio—
— Porque debería hacer eso?— Pregunto de mala gana.
— Bueno el señor lleva más de una semana de casado y no ha consumado el matrimonio, todo el mundo sabe que si no se consuma es porque el esposo no está conforme, siento no haber buscado una dama adecuada y haberle traído una simple plebeya— dice Wilson tratándose de disculpar.
— Puedes marcharte Wilson, sube cuando llegue el doctor—
No pienso romper mi matrimonio, reconozco que esperaba una dama no una fierecilla, no es solo su belleza lo que me atrae de ella, su falta de modales, decoró y su manera de hablar, es la primera mujer que no me tiene miedo y si lo tiene lo disimula muy bien.
Miro como sus labios se tornan rosados, está comenzando a su subirle la fiebre. Si tan solo obedeciera y se quedará en su habitación esto no habría pasado.
— Señor el doctor ha llegado— dice Wilson dejando pasar al médico.
Me retiro un poco de la cama pero no demasiado, será médico pero no deja de ser un hombre! La descubre y la comienza a la examinar. Veo que se para en uno de sus pies. Con unas pinzas retira lo que parece una astilla, le cura el pie y se lo venda.
— La señora se recuperará ella ha perdido bastante sangre debido a su herida deben cambiarle todos los días las vendas y aplicarle está pomada además deberán asegurarse de que tome estas medicinas, durante tres días no podrá moverse de la cama, es muy importante que se quede en cama para que su recuperación sea la adecuada, debería despertar en unas horas—
Me despido de él y le pago sus honorarios.
— El señor no bajara a desayunar?—
— No, trae mis papeles para que pueda trabajar desde aquí, no pienso moverme de aquí en los próximos tres días—