Maldito destino
— ¿No decías que no querías nada conmigo? — yo hablaba y el veía mi boca, apretaba mi pecho, me derretía entre sus dedos y se mordía la suya — ¿Que no confías en mí, que no te gusta que te toquen? — su mano iba apretando mi nuca cada vez más y acercando mi cara a la suya — parece que eres tú, el que miente y el que no sabe lo que quiere.
Devolvió su vista ardiente a la mía encendida, acarició con más deseo mi pezón y joder, es que no lo detenía. Dejaba que me tocara. Tenía que hacerlo. Quería, hacerlo. Sentirlo era eléctrico. Adictivo. Poderoso y exquisitamente erótico.
— Quiero tus piernas a mi alrededor — hablaba sobre mis labios sin dejar de mirarme, directo a mis labios — quiero mi lengua dentro de tu boca, tus manos en mi pelo, quiero tus dientes en mis labios y quiero follarte por horas y días, como nunca he querido hacerlo con otra mujer. Y si miento... — aclaró para no perder credibilidad y demostrar un gran punto — Es una práctica que ambos estamos ejerciendo muy bien.
¡Oh dios mío ayúdame!
Maldito destino que me había traído con el hombre más seductor del mundo y el único que no podía tener, porque incluso si lo llegaba a disfrutar, nunca sería mío, cuando supiera el porqué de mi presencia en su vida. Y es que justo eso, era el mayor peligro. Que no puedo resistirme y tampoco puedo o quiero dejarme no hacerlo.
Es una maldita broma macabra del irónico destino, que se divierte con mi puta vida.
— Pues te vas a tener que quedar con las ganas — le dije al oído, tomando su duro miembro con una de mis manos bajo el agua, subiendo y bajando por el, resistiendo la tentación de sacarlo y exprimirlos con mis labios, incluso bajo el agua — vas a tener que decirle a la que vino a chupartela que se apure, que te duele y te palpita por mí — mordí su lóbulo y el apretó mi pecho y soltó mi cuello — y debes aprender que no todas las mujeres te abren las piernas. Que estás buenísimo pero yo lo estoy más. Y que no soy la puta zorra que crees que soy, tratándome de esta manera — me acerqué a su boca y pegué bien mis labios a los suyos, inyectando mis ojos del azul hipnótico de los suyos— calma tus ganas con ella, que yo no soy conveniente para tí. Soy más de lo que ves y sobre todo, mucho más de lo que tocas.
Estaba tan alusinado con lo que dije e hice, que no contestó. Me sacudí su mano de mi seno y entre su cuerpo y el borde de la piscina, me levanté haciendo fuerza con mis palmas en el duro material del mismo y me deslicé hacia arriba, casi rozando su cuerpo, me senté en él, para salir del agua, con el sexo más desbocado que los latidos de mi corazón, pero con la semillita del deseo sembrada, esperando que germinara lentamente y me diera tiempo a cumplir mi encomienda, sin hipotecar mi corazón en el camino.
El aún estaba en el agua. Se había apoyado sobre el bordillo, y su mandíbula exquisita, estaba apoyada sobre sus brazos cruzados.
Me senté en una hamaca y mientras secaba mi cabello largo, lo miraba a través de mis iris pardos, con unas ganas de lanzarme sobre él y desechar cada pensamiento de lógica que mi cerebro compartía con mi razón.
Su mirada insondable, me abrumaba. Me decía tanto sin decir nada, que era casi un duelo de titanes, como se sentía el verlo ahora mismo.
Aquello me sabía a inquietud. A desconfianza y a interés. Yo quería de él, casi lo mismo que estaba segura el quería de mí.
Información y sexo...
El puto móvil volvía a sonar y me hizo dejar de lado la toalla y la deliciosa vista. Me acerqué hasta el aparato y contesté presta.
— ¿Cómo está James? — la pregunta de siempre y la respuesta habitual.
— Esperando a que lo liberes — cerré los ojos al borde del llanto.
Riley, ni siquiera las primeras horas de la madrugada del nuevo año, me daba un respiro. Sus palabras siempre venían encaminadas a hacerme sentir una mala hermana, incapaz e inútil, que no lograba liberar a su pequeño niño de las garras de la mafia.
— ¿Que quieres ahora?...
— Saber por qué no te dejaste follar en esa piscina — no podía creer lo que decía — cuanto antes lo metas entre tus piernas, antes te dirá detalles de lo que quiero saber.
Miré hacia todos lados y casi se me cae el móvil cuando lo ví.
Estaba en una esquina, con dos chicas y un chico, que reconocí como compañeros de Vicki, bebiendo en bermudas, como un amigo más de la fiesta.
— ¿Que haces aquí?¿Estás loco? Te van a ver — se acarició la barba oscura y no podía negar, que era guapo. Endemoniadamente guapo. Justo lo que suelen ser los diablos como él.
— No me conocen, así que nadie más que tú y mi sexy rubia me pueden identificar como “ El diablo”
— ¿Por qué me haces esto? Ya te dije que se necesita tiempo para que Adam confíe en mí, aunque me acostara con él ahora mismo, eso no significaría nada. No puedo preguntarle y esperar que sea sincero en algo así, solo porque nos metamos en la cama.
Veía a Victoria Carter venir hacia mí y sabía que tenía que colgar ya. Esta chica se había metido con el hombre equivocado.
— Solo he venido a la fiesta de mi chica. Y de paso controlo mis inversiones — oh dios, estaba en lo cierto. Tenía enredada a Vicki. Maldito cerdo.
— Si su padre lo sabe, vas a morir — me mostró sus dientes blancos y perfectos y me percaté, que Adam miraba hacia donde yo lo hacía.
— Tu enamorado me ha visto. Arréglalo...
Cuando colgó, Adam miró hacia mí y tuve que fingir, que seguía hablando para que no notara nada.
Salió de la piscina y me puse a temblar. Venía directamente hacia mí.
— Cuelga ya tonta — dijo de pronto Vicki, como si hubiese estado hablando ella conmigo y terminé de confirmar allí mismo, que ella sabía de Riley.
— ¿Con quién hablabas? — dijo el rubio mirando a Riley que simulaba beber su trago ajeno a nosotros.
— Conmigo Adam, déjala en paz, que no es nada tuyo como para que le controles hasta el móvil.
La chica Carter me dió un guiño por detrás de su primo haciendo un ademán de colgar su móvil, como si de veras hubiésemos estado hablando.
— Recuerda que te estoy observando. No te confíes — dijo en mi oído, agachándose sobre mi cuerpo y deslizando sus manos por mis muslos — cuídate de mí, hasta cuándo te metas a la cama — lo empujé un poco pero no logré nada — sobre todo cuando te metas a la cama.
Eso último lo dijo, justo antes de darme un beso en la mejilla y de que yo rehuyera de él.
Era demasiado caliente y yo estaba a punto de reventar del vapor que creaba.
Salió directo hacia el interior de la casa.
— Dime que no tienes nada con Riley — le pedí a Vicki, que se sentó a mi lado mirando al maldito aquel y haciéndole ojitos.
— No puedo hacer eso Eiza, tengo de todo con él — abrí mi boca sin cuidado alguno. La tomé de la mano y traté de que volviera a mirarme y con dificultad lo conseguí.
— Joder Vic, que el tío es peligroso. ¿Que haces con el?
— Ayudarte guapa. Sé todo lo de tu hermano y sé que estás aquí para descubrir lo de la maldita herencia. Disimula — quería llevarme las manos a la cabeza y explotar en gritos pero tenía que disimular — el me buscó un día, empezamos algo a escondidas y un día lo ví contigo en su club y entré en crisis de celos. Me chantajeó y me contó lo tuyo. Creo que está enamorado de mí. Yo estoy loca por él, que quieres que te diga, no lo puedo evitar. Me ha prometido que si entre las dos alejamos a Adam de la dimensión y averiguamos si sabe de eso y si tiene interés en lo que sea la maldita dimensión, no le hará nada al niño y dejará el negocio para vivir tranquilo conmigo. Estamos enamorados Eiza, lo siento. Sé que está mal lo que hace, pero lo quiero y sé, que me quiere.
El levantó su copa para nosotras y casi cacheteo a Vicki por sonrojarse hacia él.
— ¿Pero tú te estás escuchando? — traté de hablar entre dientes — que es un mafioso peligroso, una mala persona, un hijo de puta que no te hará más que daño, que tú misma has dicho que te tiene chantajeada.¿Cómo puedes amarlo?
Yo es que no daba crédito.
Me miró desafiandome. Esta rubia hermosa, y sus mágicos ojos azules estaba que echaba humo por las orejas, por defender a un cabrón de la mafia. Un asesino estoy segura.
— No entiendes lo que tenemos y no me interesa explicártelo. Así como yo guardo tu secreto traicionero para con mi primo, tu guardarás el mío y de paso, yo te ayudo a lograr tu objetivo. Está más que claro que le encantas a Adam, tampoco es que vayan a sufrir por echar cuatro polvos juntos. No te metas en mi vida, que yo sabré gestionarla pero le quiero y quiero hacer que mejore como persona y me ha prometido dejarlo, cuando todo se solucione. Ayer mismo ví a tu hermanito y eso es lo único que debería importarte.
Los ojos soltaron las lágrimas que no pude retener. El la había dejado que lo viera, a mi bebé y yo llevaba tantas semanas sin hacerlo que rompí en llanto y tuve que salir de allí, para que Riley no se diera cuenta de la discusión que teníamos, pues no sabía si el estaba al tanto de lo que Vicki me confesaba o no. Tampoco quería meterla en problemas.
Entré corriendo a la casa, sintiéndome tan dolida y triste que fuí directo a mi habitación, a dejar salir mi dolor en privado.
Lloré sobre la cama, un buen rato, me sentía herida y sola.
La vida me había quitado tanto, que a veces creía que solo me daba momentos de felicidad, para luego arrancarme enormes cosas.
El maldito destino, me había jodido la vida desde antes, ahora me enfangaba el presente y me enturbiaba el futuro.
Ni siquiera había conocido el amor, y ya no quería hacerlo. Si amar, es entregarse de la manera en que lo está haciendo mi amiga, no quiero conocerlo. Es ciego, imbécil y kamikaze. No quiero ni que se me acerque.
Habíamos planeado dos días de relajación, pero lo mejor sería que me fuera mañana mismo de aquí. Ya no quería seguir haciendo esto, buscaría a alguien que pudiese ayudarme con el tema de esta maldita mafia y liberaría a mi hermano.
Supongo que el abuelo de Adam, que fue un coronel de un cuerpo de espías, tendrá algún contacto que pueda ayudarme y tal vez así, ayudaría a más de uno y joderia a menos gente.
Me levanté, dispuesta a organizar mejor mi estrategia y decidí calmarme y darme una ducha antes de irme a dormir.
No sabía de Alex, ni de April. Abajo la fiesta seguía y no quería saber nada de nadie. Incluso Vicki, espero que esté bien, pero no quiero saber nada de su loca historia con Riley ahora mismo.
Dejé mi cuerpo desnudo y las ropas por el suelo. Me metí a la ducha, dejando que el agua caliente me abrazara la piel.
Estaba consiguiendo relajarme un poco. El vapor empañaba el cristal que tenía delante y justo, cuando estoy aclarando mis ideas, abro los ojos y me encuentro delante de mí, al mayor error y la mejor tentación que podía estar viendo ahora mismo. Adam Douglas.
— ¡ Déjame tenerte, se mía! — estaba en bermudas y me miraba directo a los ojos, a pesar de tener mi cuerpo desnudo y no haberme cubierto nada, el me veía a los ojos — te deseo y soy sincero, quiero follar contigo y quiero, que al menos en esto no mientas — se acercó al cristal de la ducha y me dijo — También quieres ser mía. Me deseas tanto como yo a tí. Hay algo entre tu y yo, que es distinto y lo sabes. Tenemos algo, que no queremos pero que está y no va a irse a ningún lado. Tratemos de apagar un poco esto que se ha encendido entre los dos.
En este momento, así como en los anteriores sé, que el me va a destrozar el corazón porque es tan directo y tan intenso que si se lo propone va a hacerlo, pero aunque le mienta a él, a mi no puedo mentirme y quiero ser suya, desde hace rato quiero serlo.
Entregarme a él, sería muy fácil. Algo carnal y poco más. Sin embargo, me haría sentir más sucia aún.
Sabía a lo que venía pero no esperé que el me lo pusiera tan difícil, siendo como es. Pensé que ligariamos un poco y que tendríamos el típico tonteo que no involucra nada más, pero ahora, aquí, viendo lo sincero de su comentario y la manera tan limpia de mirarme, me dice que quiere más que un polvo conmigo. Me dice que he tocado algo de él, que no se que es pero que quiere más de mí y eso, es algo que no puedo permitirme. Si me involucro con el, me despedazará la vida.
— Si Adam, quiero ser tuya. Te deseo como no sabía que podía desear a un hombre y sé y siento, que hay algo entre los dos — respondí sinceramente — pero no voy a hacerlo. No voy a entregarme a tí... Por favor sal de mi habitación...