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Más allá del límite

Estaba demasiado involucrada de forma visceral en ese momento, como para analizar lo que resultaría si me dejaba llevar.

En teoría estaba allí para eso. Pero más bien para fingir que me dejaba llevar, sin embargo, lo que me hacía sentir aquel hombre era real... Me había cautivado en dos miradas y me moría por dejarme hacer lo que quisiera.

Tenía la cabeza echa un lío y el cuerpo un mar de ganas.

Pero si algo también tenía claro, era que no podía dejar el balón en su campo. Él era demasiado presuntuoso como para avivar esa cualidad con mi reacción a sus conductas.

— Si tú has cambiado de opinión y ahora quieres que nos toquemos — le dije casi respirando dentro de su boca — tendrás que masturbarte, porque yo no quiero y no pienso follar contigo. Suéltame Adam...ahora.

Su expresión no cambió. Simplemente se mantuvo inmóvil. Con sus manos en mi piel y sus dedos en el borde de mi tanga. Lo sentía probar la tela de ellas en sus dedos y eso me volvía loca.

No era fácil mantener la cordura, pero había que intentarlo o al menos, disimular que lo hacía.

No podía abrirme de piernas así como así, por muy abiertas que las quisiera tener ahora mismo, abrazando su cintura mientras me penetraba con violencia. Lo quería duro y hondo; pero primero que nada, sabía que no debía porque no era ninguna zorra y segundo porque ese movimiento, con él, sería completamente catastrófico. Tenía la cabeza echa un mundo entero  de confusión.

No era cualquier hombre.

Era este tío, que estaba como un queso y que encima, sabía tocar, mirar, intimidar y no dudo que echar un buen polvo. 

Es que era él. Mi objetivo y a la vez mi problema, era justo él.

— Desde el momento en que te cruzaste en mi vida, estás equivocandote— dijo, sacando sus manos de mi cuerpo y apartándose de mí, provocando que me quedara desnuda frente a él, a fin que el cojín ya estaba en el suelo — no me tengo que hacer ninguna paja, cuando han venido a chuparmela directamente.

Resoplé molesta y me agaché hasta la cama, tomé una almohada y me la puse delante. Pero algo me decía en sus iris intensos, que me había visto sin reservas.

— Perdiste tu oportunidad de acercarte a mí — no me gustó el tono que usó para decir eso — cuida tus pasos Eiza, sobre todo cuando los des al lado de mis primas. No suelo ser benévolo con la gente  que me miente. Y tú, tus pezones y tu coño, que desde aquí huelo cuan mojado está, me están mintiendo y no quieres seguir haciéndolo. Te lo prometo.

Me tenía tan intrigada, que no me dí cuenta cuando se acercó y me dió un pico.

— Feliz año nuevo guapa. No me toques más los cojones.

Me quedé en blanco, abrazada a la maldita almohada.

Aquello había sonado a amenaza, a la par de a verdad, pues era cierto que si algo quería ahora mismo, era tirarme encima de aquel hombre y no parar de follarlo hasta que me deshidratara de tanto lubricar.

Frustrada y jodida me dispuse a cambiarme, cuando April entró sin llamar y me empezaba a arrepentir de no poner seguro a la puerta.

— Lindas tetas — bromeó la morena — escucha — dijo tirándose sin pausa a la cama, mientras yo me ponía un sencillo vestido blanco — han llegado unas amiguitas de mis primos. O sea, una manada de zorras calentorras que solo quieren que se las follen, pero resulta — hizo una pausa, cuando me senté sobre la cama a su lado y le dí, toda mi atención — que he pedido refuerzos.

Me comentó que había llamado a varios chicos de la universidad, que no tenían plan más allá de querer pasárselo bien y estaban de camino. Sería una fiesta hasta el amanecer, pues dada la hora a la que llegaban, ya supuse dormirían aquí. Aunque fuera en el agua de la piscina.

El padre de Vicki había montado una escena para que no le llenaran la casa de gente, pero Ashton, el padre de April, había ayudado para que recibieramos el año, con una super fiesta de piscina.

Cómo estábamos usando, una zona apartada de la casa, no tendrían que soportar la algarabía.

La piscina al ser climatizada y bajo techo, nos daba una mejor situación acústica. Todo el bullicio quedaría reducido a ese espacio cerrado.

Pero fue cuando me asomé a la ventana de mi habitación y ví, unas cuantas chicas bien sexis rodeando al objeto de mi fogaje, que decidí cambiar mi atuendo.

Me cambié, por un vestido corto, negro, que solo cubría mis nalgas y con un escote generoso, solté mi pelo caoba, que me llegaba a la cintura, solo para provocar. Estaba demasiado provocadora, pero para la ocasión, iba regia.

Sabía que vendría Alex, un guapo abogado, que siempre me pretendía y con el que tuve algún que otro beso y poco más, pero que sería perfecto para que el rubio intenso, se mantuviera a distancia y confiara en que no quiero ni puedo, acostarme con él.

Vicki, llevaba unos días muy misteriosa. Hablaba con alguien por el móvil constantemente y se negaba a decir de quién se trataba. Así que bajó a la fiesta, pero estaba más bien concentrada en su móvil y escondiéndose del celoso hermano.

April y yo, entramos de la mano y en modo perras.

— Tienes que ayudarme a alejar a esas zorras de mi hermano y mis primos — me pedía, celosa y confusamente, pues me parecía muy infantil de su parte, que sintiera celos de las tías que sus hombres, como ella los llamaba, se tiraban.

— No seas intensa April, déjalos que se acuesten con quién les de la gana — nos detuvimos en una esquina para hablar. Me tomó del brazo y me señaló con un dedo en alto para darme su opinión al respecto. Ella era preciosa, pero tan intensa como el rubio de los benditos ojos azules.

— No pienso dejar que ninguna puta se cuele en mi familia. Tenemos dinero y una buena posición, no quiero a ninguna fursia en mi vida. Aquí se folla con quién yo apruebe — su hermano que la estaba oyendo, venía por detrás haciéndome señas para que no lo delatara.

Evité sonreírme y pretendí que seguía oyendo sus toxicidades familiares.

La abrazó por la cintura y le dijo risueño al oído — actitudes como esa, son las que me hacen confirmar la teoría de mi tía Amaia, de que saliste a tío Aidan.

— Pues que orgullo — se defendía tratando de soltarse de su hermano — mejor ser como él y que nadie se acerque a los que quiero y los lastime. Ojito con lo que haces.

Evan solo río y pasó un brazo por encima de ambas y fue justo ahí, que me sentí nostálgica de mi pequeño hermano.

A pesar de haber nacido cuando yo era casi una mujer, lo amaba y quería tener un día esa misma complicidad que tienen mis amigas con los suyos. Mis padres lo tuvieron ya mayores, pero es algo que siempre les agradeceré, porque amo a ese niño como si fuera mío.

No tuve tiempo de pensar más en él, cuando me dí cuenta, de la intensa mirada de Adam sobre mí.

Evan nos hacía caminar con el bajo su abrazo, y nos reíamos de todas las idioteces que fabricaba en suente por segundo. Era tan divertido como decían que era su padre.

El rubio estaba en la piscina, con una chica colgando de su cuello, pero su mirada estaba en mí, por motivos que desconozco. Era una mirada furibunda que podía llegar a asustar.

De la nada, se quitó a la chica de encima y salió del agua, dejándome con la boca seca cuando pude ver, el inmenso y fabuloso cuerpo que se gastaba el gilipollas.

Mientras lo veía caminar hacia nosotros, Evan me hablaba al oído, cosas que honestamente no oía.

Solo podía mirar aquel cuerpo endiosado, aquellas gotas de agua que resbalaban por sus músculos como bordados en su anatomía perfecta que combinaba con un andar elegante y amenazador que lo hacía lucir delicioso.

Era casi de ciencia ficción la manera en la que todos a mi alrededor desaparecían, quedando solo nosotros dos y nuestro irrompible contacto visual. Maldito Douglas.

— Ve con tu chica Evan — dijo Adam y me tomó del brazo, casi llevándome a rastras por el borde de la piscina, no sabía ni a dónde.

April, estaba con un grupo de sus amigos, justo donde había querido ir yo y que este ser que ahora me empujaba dentro de un baño, me había impedido.

— ¿Que demonios te pasa? — grité enseguida cuando  logré que me soltara, ardiendo a pesar de estar medio mojada por su culpa, que chorreaba agua por todo el espléndido cuerpo.

— No te quiero cerca de mis primos — dijo rápido y pegando nuestras bocas sin besarme, pero rozando mis labios como si su furia fuera mayor con él mismo que conmigo — Si vas a follar, que sea con otra gente. Deja a mi familia en paz. No quiero verte abrazando a Evan otra vez...

Este tío estaba mal de la cabeza. Tenía actitudes que eran inexplicables, pues no me conocía, no sabía de mis verdaderas intenciones y no sé porqué, asumía que estaba aquí para acostarme con alguien. Siendo justo lo contrario, lo que me interesaba.

— Deja de meterte en mi vida y de mangonearme — traté de empujarlo pero se pegó más a mí, contra la puerta del baño — el tío al que voy a follarme está por llegar. Así que tranquilo que tus primitos están lejos de mis planes y de mi entrepierna.

Su mirada se oscureció, se coló en el escote de mi vestido y apresó mi cintura con sus manos, apretando con fuerza. Podía jurar que lo había escuchado gruñir como animal salvaje.

— Te dije que no me tocaras los cojones Eiza — sonaba molesto — no voy a dejar que uses la casa de mis tíos de picadero para tus polvos por desesperación.

Eso ya era lo último. Lo abofeteé y empujé con fuerza. Cuando conseguí que se apartara de mí le rugí violenta...

— Eres el tío más imbécil que he tenido la desdicha de conocer. Eres tan estúpido que no te das cuenta que te estoy siguiendo el juego. Si quisiera follar, de seguro estaría haciéndolo con quién me diera la gana y no estaría aquí, aguantando a un idiota que se cree la última gota de agua del desierto. Así que se tú, quién se aleje de mí y no vuelvas a tocarme o no respondo — el solo me miraba asombrado — vete a la mierda. Idiota...

Salí de allí molesta. Con él, conmigo, con Riley, con la puta vida que me había puesto en esta situación, entre las manos de un sujeto que me trataba como a una zorra que solo quiere dejarse follar en cualquier esquina.

¡Joder, que cabreo!

Iba caminando más que molesta hacia la puerta para largarme de allí, incluso de la casa, podía aprovechar ahora que todos estaban distraídos y perderme cuando el sexy abogado me tomó de las caderas y me besó los labios sin dejarme apartar.

Y fue ira, lo que ví en la mirada de Adam que me quedaba delante, por encima del hombro de mi amigo, y justo eso, me provocó devolverle el beso, con más euforia.

— Me encanta el sabor de tu boca nena — dijo Alex justo cuando Adam pasaba por nuestro lado.

El abogado pegó nuestros cuerpos pero no me tocó de más.

— ¿Que haces Alex, de que va ese beso? — pregunté disimulando con el resto. Y en voz baja.

— Me dijo April que necesitabas poner celoso a alguien y yo quiero lo mismo, así que ya ves. Un simple beso entre amigos muy amigos.

Tuve que reírme porque él era así, un cachondo mental y yo lo adoraba. Era un buen amigo, aunque alguna vez hayamos tonteado, no ha sido más que eso. Es un chico muy enamoradizo y en algún momento estuvo enganchado a nuestro tonteo, pero por suerte en ese instante, lo veía en otra órbita.

— ¿Y a quien quieres poner celosa tu? — le pregunté mientras me guiaba hasta una mesa, poniendo su mano en mi cintura  y nos sentaba allí, en una silla, yo encima de sus muslos.

— Siéntate aquí, que está mirando — llevó sus manos a mis caderas y me acarició con malicia.

— ¿Te das cuenta de lo idiota que es lo que estás haciendo a tus veinticinco años Alex?

— Joder Eiza, estoy loco por ella y es una niña, tiene poquísimos años para mí y me tiene a sus pies la niñata.

Aquellas palabras me hicieron darme cuenta, de que la única chica de diecisiete años que había aquí, era la prima de Adam, que el llamaba angelito porque se parecía a su madre y se había colado aquí con sus hermanos.

— ¿Estás hablando de Allison? — el asintió abochornado — joder Alex, que los Douglas te van a matar. Es una niña,¿Lo sabe April? — volvió a asentir y yo me levanté de su regazo enseguida.

— Me sedujo hace unos meses en una fiesta de gente de la universidad, la niñata se coló con su hermana que la apoya en todo, ya sabes que April está loca y me dijo que tenía diecinueve y tal — se llevó las manos al pelo y me miró entre los dedos que cubrían su rostro diciendo  — me acosté con ella Eiza, esa misma noche y era virgen tía y desde entonces no pude parar, hace solo dos días, supe que era la hermana pequeña de April y la muy cabrona ahora trata de ignorarme porque no quise ni verla cuando lo supe. Estoy hecho un lío y es que soy abogado, se perfectamente todo el lío judicial en el que me puedo meter, pero es que estoy loco por ella. Vine hasta aquí, solo por verla y la tía va y se pone en posturitas con sus primos, cuando sabe que odio que otros la toquen. Estoy enloqueciendo Eiza.

— La verdad es que sí, Alex. Menudo lío, pero tranquilo que son su primos, no dejes que te puedan los celos que lo que deberías es dejarla en paz y lo sabes — el asintió —  ¿Pero y entonces como April te ha pedido que ligues conmigo si sabe de su hermana? — le pregunté cada vez más intrigada y hablando bajito entre los dos.

— Porque si no apoyo a mi hermana los cabrones de mis primos no la dejan que se lie con nadie y Alex, me cae bien. — había aparecido de la nada y respondía mi pregunta — además era una apuesta que perdí con ella, tenía que llevarla a la fiesta de la facultad, dónde se enredó con este loco y hasta hace poco lo supe todo y ambos están enamorados, hay que apoyarlos y mi plan a funcionado, mi hermana está esperando en mi habitación por tí — le dijo a Alex — y mi primo no deja de mirar jodido hacia acá. El plan funciona — ella aplaudía divertida.

— ¿Pero tú qué clase de cupido te crees que eres? — le pregunté sentándome sobre otra silla.

— Yo solo quiero que las parejas de mi familia sean guays, no quiero zorras ni putos en el elenco y además tengo el permiso de mi tía Amaia. Le has gustado para su hijo.

— ¿Cómo? — no daba crédito — April, deja de hacer este tipo de cosas y tú no le sigas el juego — regañé a Alex por besarme — que pareces tonto.

Él se fue a ver a su niñata y yo me quedé pensando, que la madre de Adam, estaba equivocada al quererme para su hijo.

Y,¿De qué me conocía para querer nada de mí?

— ¡Hey, que viene Adam! — decía April misteriosa — venga, métete a la piscina que yo tengo que cuidar que no vaya tras Alex y descubra el pastel. Es muy territorial, parece un maldito pitbull cuando se pone así de bestia.

— Tía, la que me has liado. — le dije mientras me levantaba y desnudaba mi cuerpo para meterme al agua — que no quiero nada con tu primo. Déjame en paz.

Ella dejó salir una carcajada, indicando que no me creía una palabra y yo terminé de sacarme el vestido y amarré mi cabello en una cebolla sobre mi cabeza y me encaminé hacia la piscina.

Mientras la música sonaba y la gente compartía muy a gusto entre todos, me dejé llevar.

Dejé de pensar en mi hermano, en el idiota de Adam y en mi razón para estar aquí y ahora.

Bebía mi copa tan tranquila,  oyendo la música y aislada del resto, que cuando me quise dar cuenta, estaba en una esquina, sola y con los ojos cerrados relajadamente. Mi cabeza apoyada en el bordillo.

— ¿Dónde esta tu noviete? — la voz de Adam me sacó de mi Nirvana.

— No es mi novio, ni lo ha sido nunca te dije que me dejaras en paz — como yo estaba en una esquina de la piscina, el abrió los brazos y los colocó en cada extremo del mismo bordillo, apresandome entre sus brazos.

— ¿Metes la lengua en cualquier boca? — su comentario me molestó, como casi todo lo que decía. Y tenerlo tan cerca y rozando nuestros cuerpos bajo el.agua no ayudaba a concentrarme en ser creativa a la hora de defenderme de él y su intensidad.

— Para ser la primera vez que nos vemos, estás bastante pendiente de mí — le dije para mosquearlo y en el fondo, tenía razón. Nos retamos con las miradas y ambos estabamos perdidos en los labios del otro.

— Contesta la pregunta — ignoró lo que había dicho y aumentó la intensidad de su voz cuando habló.

— No la meto en cualquier boca. Sino la abría metido en la tuya — me felicité mentalmente al verlo tan descompuesto, cerró los ojos como aguantando el golpe y cuando los abrió tuve que apretar mis manos dónde las tenía para no temblar — pero como no te gusta que te toquen y no me pones nada, no tienes que preocuparte de las bocas en las que meto mi lengua... Porque ninguna es la tuya.

— Me estás cabreando y lo sabes — su tono era como de advertencia a no se que, ni porqué.

— ¿Por qué no me dejas en paz de una vez Adam?

— Porque me intrigas y no me gusta eso. Quiero saber qué coño quieres con mi familia.

Se acercó más a mí y casi podía sentir el agua más caliente.

— Con tus primas no quiero nada que no tenga ya, y contigo solo quiero distancia, pero cada vez estás más cerca.¿A qué se debe eso? — teníamos un jueguito seductor entre los dos, que no era buen idea mantener. Era demasiado intenso y demasiado pronto, como para metermelo entre las piernas. Pero internamente rezaba una plegaria de ayuda porque quería hacerlo desesperadamente... Estaba siendo completamente incongruente.

— A lo que no te importa Eiza — terminó de pegar mi cuerpo al suyo de un tirón que me dió tomando mi nunca y acercó su boca a mi oído, mordió mi lóbulo antes de decir — abre las piernas que quiero tocarte.

¡Madre del amor hermoso!

Este tío es de mucho cuidado.

Estaba tan caliente que me palpitó el clítoris con esa simple frase.

— No voy a follar contigo guapo. Ya te he dicho y demostrado, que tengo de sobra a quien meterme dentro y ese no eres tú.

Bajó su mano a mi cuello y como aún seguía pegado a mi oreja gruñó allí...

— Te dije que no me toques los cojones y no paras de hacerlo — su otra mano se detuvo en mi cintura y apretó haciéndome jadear, desplazandola a la zona de la cadera y haciendo presión dolorosa allí.

— Quizá es que estás soñando despierto conmigo y por eso sientes mi mano en tus huevos, porque no me interesas y no te estoy tocando nada, eres tú el que no puede sacar las manos de mi cuerpo — mordió mi oreja y se sintió delicioso el calor de su lengua y dientes sobre mi piel. Mi cuello seguía entre sus manos y mis ojos en los suyos.

— Estás yendo más allá del límite y estoy a nada de perder el control — arrastró su otra mano por mi piel más al norte y llegó hasta el borde de la parte de arriba de mi bikini, se detuvo y rozó el pezón con su pulgar, sin dejar de mirar lo que hacía.

— ¡Detente Adam! Para ya y deja que me vaya. Es lo mejor y estoy segura que lo sabes — le pedí aún en contra de mis ganas de seguir adelante. Necesitaba que el se detuviera porque yo no iba a hacerlo.

En algún punto me perdería si le dejaba tomarme ahora. Estaba demasiado involucrada como para ser tan estúpida de permitir que me follara y pasara la página, si lo dejaba tenerme ahora,mañana mismo sería estadística en su vida y no podría crear ninguna relación cercana con el, como para averiguar la maldita mierda de la herencia.

Pero cuando su mano subió y se metió dentro de mi bikini, tomando mi pecho al completo entre sus dedos, no pude resistirme más...

— No quiero — dijo mientras guiaba mi cuello con su mano — dame esa boca — pasó la lengua por toda la extensión de mis labios y gemimos juntos — Ahora, abrela para mí que voy a comertela entera...

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