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ISABELLA
Cuando llegué al aula de clases me senté a la par de Alberto. Los demás platicaban de cualquier cosa mientras esperaban a Harry.
—¿Qué pasó? —me miró Alberto— ¿Y qué te pasó en la cara?
—No es nada —quise taparme con el cabello.
—Está bien. ¿Y Harry?
—Está hablando con la directora.
—Se ha tardado mucho, solo queda media hora para que su hora termine.
—Ya lo sé.
Tenía un poco de ansiedad con respecto a lo que la directora le diría a Harry, esperaba que le devolviera su puesto.
—La directora lo quería despedir —le confesé.
—¿Qué? Imagino que por lo de ayer.
Asentí.
—Pero le he mentido —bajé la voz— Le he dicho que Harry me salvó porque la que se perdió había sido yo. Solo espero que haya funcionado.
—Así que defendiste a Harry. La Isabella de hace unas semanas creo que agradecería que Harry se fuera, al inicio no lo querías aquí.
Pensé un poco. Quizás tenía razón. Al inicio no lo quería aquí, pero en estas semanas todo ha cambiado. Lo he notado. Harry cambia para bien y Noah para mal. Qué irónico.
En eso Harry aparece por la puerta con una sonrisa en sus labios.
—Buenos días, chicos —nos saluda.
—Buenos días —responde la mayoría. ¿Entonces no se va? La emoción me invade.
—Bueno, saquemos el cuaderno, donde quedamos ayer.... recibiremos un poco de clase porque el tiempo casi se acaba —me miró, le sostuve la mirada. Harry me sonrió así que le devolví la misma sonrisa— Saquen su libro en la página ochenta y tres.
•
Al salir de clases Harry me pide que me quede un momento con el.
—Te veo en la cafetería —le digo a Alberto. Me acerco al escritorio de Harry y esperamos a que los demás se vayan para poder hablar.
Estando solos Harry empieza:
—Gracias por hacer que permanezca aquí —me dice.
—No es nada —me encogí de hombros—Creo que te lo debía por salvarme.
—Sabes que para mi lo más importante es que estés bien —añadió— Pero una cosa te voy a decir, no dejaré que sigas con ese imbecil de Noah. Lo siento por ti pero no lo haré.
Fruncí el ceño.
—¿Por qué estamos hablando de Noah?
—Porque sé que él te dejó esos moretones. Me hierve la sangre y solo me estoy conteniendo por ti en ir a buscarlo.
—Harry... Noah estaba muy borracho ayer —me excusé. La verdad es que en este aspecto no me gusta que Noah se vuelva violento. No me quiero casar con alguien así. Si así somos de novios, imagínate de casados.
—¿Y? Eso no le da ningún derecho a maltratarte. Tienes que pensar bien las cosas, Isabella, tienes que elegir qué hacer.
Respiré profundo y asentí.
—Gracias por aconsejarme. No pensé que alguien como Harry se pusiera modo psicólogo.
—Leer tanto libros de psicología me ha servido de algo —me guiñó un ojo.
Le sonreí.
Me gustaba este Harry, y no sabía si en el fondo lo estaba perdonando al fin. Pero luego recordé a Helena y al bebé y todas las esperanzas se rompieron en pedazos.
—Me tengo que ir.
Dos golpes en la puerta nos hacen girar a ella.
Es Noah.
—¿Interrumpo algo? —inquiere Noah.
—No —respondí seca.
Pero me sorprendió que Harry se levantó y tomó del cuello a Noah, acorralándolo en la pared.
—¡Harry!
—Ultima vez que le pones una mano encima a Isabella —lo sentenció. Lo estaba asfixiando— Si la próxima vez noto que tiene un simple rasguño, voy y te hago pedazos. ¿Me entendiste? —lo zarandeó. Pero Noah no se defendía, solo achicaba la cabeza como si lo que le dijo Harry le hubiera llegado.
—Harry, suéltalo ya —le pedí de buenas maneras. Harry lo soltó.
—Estaré por aquí cerca —y salió a calmarse afuera.
Ahora nos habíamos quedado solo Noah y yo.
—Isabella... —se acercó pero me alejé un poco. Su vista pasó a las marcas que tenía a unos lados de la cara, eran rojas, sus dedos repintados. Su mirada se cayó. Parecía culpable— Lo siento.
—Sabes que conmigo una disculpa no basta, ¿verdad? Me conoces muy bien.
—Lo se. Es por eso que sabía que solo disculparme no serviría de nada.
—Ya no eres ese Noah que era mi novio. No te conozco. El Noah que yo quería jamás me habría hecho algo como esto y jamás se portaría de una manera violenta. El Noah que conocí me protegía.
—Eso intento: protegerte.
Casi reí.
—Creo que no notas que de la única persona que tienes que protegerme es de ti mismo —le pasé a un lado— Ah —me giré a verlo— Me quedaré estos días en el dormitorio de la universidad. No me esperes en casa —dicho eso último salí del aula de clases y caminé por el pasillo. Quizás había exagerado un poco pero si me portaba sumisa con Noah se aprovecharía de eso. No tengo ninguna responsabilidad con el, solo éramos novios y casi prometidos, pero eso no me detenía en hacer lo que pensaba que era mejor para mi. Como alejarme de él por unos días hasta que no vea un cambio positivo en el.
Cuando llegué a la cafetería pasé por mi almuerzo y busqué la mesa en donde estaba Alberto. Estaba en la misma de siempre. Me acerqué y me senté.
—Te ves mal.
—¿Qué? No es cierto, me siento bien.
—Isabella... lo de tus marcas... ¿fue Noah?
—Sí pero ya le he dejado cosas claras, me quedaré en la universidad por un tiempo.
—Haces bien, no puedes estar con alguien que te haga daño así.
—Pero Noah no es así... no sé que le pasa últimamente. Se mira diferente. No me gusta para nada.
—¿Y si no cambia? ¿Qué harás?
—Separarme de él —respondí casual— ¿Por que ven la separación como algo difícil? Es decir, yo no tengo nada que perder. Si Noah no actúa bien pues me separo y ya. No es nada del otro mundo.
—Admiro tu forma de pensar.
—La vida sigue, no se termina solo porque no tienes a un hombre a tu lado.
Alberto y yo almorzamos tranquilamente, me sentía un poco liberada en el aspecto de que tenía que volver al departamento y ver a Noah. Pero ahora solo iría a mi antiguo dormitorio en la universidad. Que de suerte no lo ha ocupado nadie más. Lo malo es que tenía que lidiar con Piper o Trisha pero podía con ellas.
—¿Vamos a clases? —le dije después de almorzar.
—Vamos.
No vi a Harry después.
Por la tarde me fui a trabajar donde Violeta y me disculpé por no llegar ayer, con todo ese asunto de la excursión no dio tiempo. Ella me entendió cosa que agradecí. Trabajé toda la tarde, como a las nueve, a la hora de mi salida miré que se estacionó un coche, por el vidrio noté que era Noah, tomó su celular y marcó, segundos después mi teléfono sonó. Pero no contestaría.
—Me tengo que ir, Violeta. Te veo mañana —me despedí y salí por la puerta trasera. No quería ver a Noah para nada. Allí tomé un taxi y me fui sin que me viera.
•
Cuando llegué a la universidad me bajé del taxi. Las calles estaban oscuras, había una ventisca fría que me hacía ponerme eriza. Me dio un extraño dejavú, de cuando venía a estas horas y pasaban cosas por aquí. Como cuando estaba Trevor. Avancé sigilosa a la entrada, abrí la puerta y pasé, cerrando detrás de mi. Me sentía un poco ansiosa. Este lugar era enorme. Mientras avanzaba y cuando casi llegaba a las escaleras escuché chapuzones en la piscina.
¿Quién estará por aquí a estas horas? Solo por curiosidad me desvíe del camino en dirección a la piscina. Al llegar me asomé. Había un hombre nadando. Solo estaba el. Cuando salió a la superficie me di cuenta de que era Harry.
¿Qué hacía aquí?
Salió de la piscina, solo iba en bóxers. Su cuerpo, su abdomen, todo... me hizo morderme el labio inferior.
—Puedes salir, Isabella —dijo. Y me asusté. ¿Cómo sabía que estaba aquí? —Ya te miré —puso su vista en mi. Como auto reflejo me escondí detrás de la pared. Pero ¿para que? Si ya me había visto. Salí de mi escondite y bajé las escaleras, en dirección a el.
—¿Qué haces tan tarde aquí? —le pregunté.
—A veces suelo quedarme revisando cosas y aprovecho para relajarme aquí —respondió— ¿Tú que haces?
—Me quedaré aquí por unos días —respondí. Aunque sabía que eso lo alegraría.
Harry solo elevó las cejas en modo de asombro y ocultó una sonrisa.
—Eso es lo más sensato que has hecho en todas estas semanas.
—¿Ah si?
—Claro, estarás mejor sola.
—Lo sé, sé que puedo estar mucho mejor sola sino estoy con Noah —le dije tirándole una pequeña indirecta al final. Harry pareció captarla muy bien.
—No por mucho tiempo —se acercó.
—Siempre con tus cosas. He tenido mucho de machitos por hoy —me quejé— Dejen de actuar así, es desesperante.
Me tomó de la cintura y me atrajo más hacia el.
—Pero te gusta.
Puse mis manos en su abdomen queriéndome apartar.
—Claro que no.
—Claro que sí.
—Que no.
—Que sí.
—¡Detente! —me aparté de una buena vez, secándome las partes que me mojó.
—Te apuesto a que la ropa no es lo único que tienes mojado.
Abrí la boca del asombro pero luego la cerré. En serio que Harry decía unas cosas... negué con la cabeza mostrándole mi desconcierto.
—Eres insufrible.
Se empezó a vestir.
—Vamos, te acompañaré a tu habitación —se terminó de vestir.
—¿Qué te hace pensar que quiero que me acompañes?
—Solo quiero hacerlo, recuerda que hay un asesino suelto por esta universidad—me recuerda. Y se me había olvidado solo por un momento.
—Está bien.
—Vamos entonces.
Empezamos a subir las escaleras hasta llegar al piso principal, luego de eso subimos las demás hasta llegar a la puerta de mi dormitorio. Nos detuvimos en frente.
—Quizás Piper esté ahí con Trisha —hablé más bajo. No quería que se despertaran.
—Ten cuidado con ellas —me dice— Sé por qué te lo digo.
—Está bien, yo sé cuidarme sola.
—Isabella... sabes que en mi casa siempre habrá un lugar para ti, ¿verdad?
—Harry, no empieces —arrugué mi cara.
—Es la verdad. No estarás sola. Tu antigua habitación está ahí, también está Martha, hay seguridad. Estarás más protegida ahí.
—Solo me vine aquí por unos días. Luego regresaré con Noah.
Harry asintió.
—Claro. Solo fue una sugerencia.
—Gracias de todas formas —abrí la puerta, pero cuando la abrí había una imagen un poco rara. Trisha se besaba con Piper, así que volví a cerrar y miré a Harry.
—Creo que me quedaré un rato por aquí —avancé por el pasillo.
—Isabella, te dije que no andes por estos pasillos sola —me siguió.
—¿Qué quieres que haga? —llegué a la misma ventana grande donde me sentaba siempre a pensar y me senté. Desde aquí podíamos ver afuera, el parqueadero y los autos pasar. Harry se sentó frente a mi. Había luna llena. Se miraba tan grande y hermosa.
—¿Por qué eres tan terca?
Me encogí de hombros.
—No lo sé.
—Aún así me gustas.
Lo miré.
—No empieces.
—Es la verdad —se acercó—Me gusta todo de ti, lo que haces, tu forma de ser, tu forma de actuar, de pensar, de hablar... todo. Es que no hay algo que no me guste.
Si fuera de día creo que miraría mis mejillas sonrojadas, así que agradecía que estuviera medio oscuro.
—No me digas esas cosas —aparté la cara y miré la luna.
—No te gusta que te diga la verdad.
—A veces pienso que lo tuyo solo es parte de una horrible pesadilla —empecé a decir— El hecho de que tengas una hija con tu ex. ¿Te das cuenta de la cantidad de problemas que tendrás con tu nueva novia? —le expliqué— El hecho de que tengas que ver a tu ex, las demás personas creerán que estas con ella y eres el único que podría desmentir esos rumores. Dejarles en claro quién es la que está contigo realmente —lo miré— Es muy difícil estar con alguien que tiene otra familia. Se requiere de mucha madurez para no reclamarte nada, para no ponerse celosa cuando vayas donde ella... es difícil. Además, la persona que esté contigo tendrá que saber que no es tu prioridad. Jamás será la primera.
—¿Por qué me dices estas cosas?
—Solo te digo la verdad. Ponte a pensar, Harry, es mucho sacrificio.
Harry resopló.
—No será tu condición. Confía en lo que te digo.
—¿Por qué lo dices? —recordé—Ah, por la prueba de ADN. Quizás esté casada para cuando eso pase. Sea sí o no. Ya será tarde para ambos. —le sonreí.
—Me deprime oírte hablar así.
—Soy realista. Me casaré en unos dos o tres meses.
—Podrías esperarme.
—Ya esperé mucho—me puse de pie, pero Harry también se puso de pie y me detuvo.
—No nos hagamos esto. Te amo y me amas. Sea sí o no siempre serás mi prioridad, Isabella, siempre.
Quería creerle en serio, pero eso lo decía porque su hijo aún no nacía. Pero cuando nazca, cuando lo cargue por primera vez, cuando lo vea dar sus primeros pasos o cuando le diga "papá" por primera vez, el amor hacia ella crecerá y crecerá y será su prioridad más grande. Y yo quedaré en segundo plano. Sonreí con tristeza hacia Harry, elevé mi mano y palmeé su hombro.
—Lo que digas —intenté pasarle de lado, pero me tomó de la mano y me detuvo.
—Solo te pido que me esperes, no pido nada más que eso. Espérame por favor.
—¿Qué te hace pensar que esperarte hará que cambie de opinión?
—Porque me amas tanto a como yo te amo a ti —tomó mi cara con delicadeza y me besó.