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04. Promesas

*Blair*

Pago la hermosa canasta de flores a la señorita, y la cuelgo en mi mano para entrar al cementerio.

Camino entre las pálidas lapidas, algunas más decoradas o destrozadas que otras, hasta detenerme frente a una de mármol blanco, con algunos toques de rosa.

Hago una mueca observando el escrito en ella.

"Mía Antonette Spencer Loon.

2001 - 2021"

Limpio algunas hojas que habían volado hasta acá, y sonrío al ver los regalos.

Unas flores hechas a mano que de seguro son de Summer, un peluche de osito que era de Kylie, y un pequeño collage de fotos en un marco blanco que debió haber hecho Sky.

Dejo la canasta de flores junto al osito y me siento como indio en el cesped verde, junto a la lápida de mi amiga.

—Wow, Mía... Ya van exactamente 24 días desde que ya no estás —suelto un suspiro mirando el horizonte— Las cosas han sido algo complicadas desde que ya no estás. Kylie no muestra aquella emoción por todo que tanto la caracteriza. Summer se complica con cosas tan sencillas, y Sky se irrita con facilidad por todo. Y que hablar de mi —aprieto mis labios para evitar llorar— Te extraño Mía, te extrañamos mucho —vuelvo mi vista a su nombre— Extraño el cómo nos reíamos por cualquier tontera, tus abrazos inesperados, esa sonrisa radiante, y esas palabras de apoyo constante en todos los momentos malos. Tú eras tan positividad en nuestras vidas... Nos alegrabas siempre con tus ocurrencias, tus enormes carcajadas deformes, tus horribles cantos, tu... todo de ti, Mía —sonrío triste, mordiendo mi labio— Tú eras un ángel en tierra, amiga. Y ahora lo eres en el cielo.

Me quedo ahí un rato para calmarme un poco, y me levanto limpiando mi jeans para seguir mi recorrido aquí.

Logro visualizar en el camino a uno de los trabajadores del cementerio, quien caminaba hacia mi dirección abrazando tres jarrones largos de vidrio. Lo observo curiosa, ya que nunca había visto antes eso por aquí. Deben ser parte de las remodelaciones que están haciendo en la entrada.

Justo estando a centímetros de mí, pierde el equilibrio haciendo caer los jarrones, quebrándose al chocar en algunas lapidas de nuestro alrededor.

Iba a ayudarlo a recoger los vidrios, pero siento arder pierna. Miro, y noto como algo brilla un poco más arriba de mi tobillo, en el espacio que dejaba a la vista el pantalón y el zapato.

Quito con cuidado el trozo incrustado, y presiono con mi mano soltando un pequeño quejido. Saco de mi bolso un pañuelo desechable y, tratando de no manchar mi pantalón, limpio la sangre que se había apurado en salir.

—Lo siento tanto... —se disculpa el hombre— ¿Está bien? —se agacha un poco para ver mi herida.

—Sí, sí. Solo fue algo superficial —le regalo una sonrisa para que no se preocupe, aunque me dolía mucho— Permiso —paso por su lado y sigo mi camino algo agotada.

Me detengo frente a la otra lápida y siento una punzada en el pecho al ver lo descuidada que estaba.

Era de esperarlo, después de todo, a su familia nunca le interesó.

Suelto un suspiro y me agacho para limpiar las hojas, flores secas, y soplar el polvo sobre el grabado.

"Travis Johanson Mclean Duss.

1998 - 2018"

Dejo el ramo de flores en un pequeño jarrón que había junto a su foto, y me siento como indio frente a él.

—Creo que la vida no me quiere mucho, eh... —suelto una risa sarcástica— Pero bueno —me pongo de pie— Creo que no tengo mucho más que decir. Solo que sepas que siempre te recuerdo, y que a pesar de todo, siempre te querré —me imagino sus brazos alrededor de mí una vez más, su respiración en mi cuello como solía sentir cuando escondía su cuello en mi cabello. Le sonrío una vez más, y me giro para ir en dirección a casa.

—¿Blair? —pregunta mamá apenas cruzo la puerta. Se asoma y cuando me ve me sonríe— ¿Cómo te fue?

—Bien, una visita silenciosa —intento bromear.

—En una hora estará lista la comida para que te organices y avises a tu hermano que está jugando en su habitación —me avisa ya desde la cocina.

—Okey —voy a dejar mi bolsa a mi habitación y de paso le aviso a mi hermano, quien ni despegó la vista de la pantalla para responder.

Bajo con mi teléfono a la sala, y me quedo ahí un rato, revisando mis redes sociales.

Siento un pequeño escalofrío, y decido ir a prender la chimenea.

Me levanto y salgo al jardín a buscar algunas astillas que había dejado papá por ahí, para poder luego armar un foco y prender el fuego cuando lo necesitáramos.

Una vez dentro y con los palos cargados, volteo para mirar el cielo por la puerta de vidrio.

Está bastante nublado, y no debo ser meteoróloga para saber que se acerca lluvia para mañana.

Decido enviarles un mensaje a las chicas, para que hagamos una pijamada para pasar la posible tormenta, juntas.

(...)

*Skyler*

Saco el queque de banana del horno, y lo dejo sobre un mantel en la isla de la cocina, para enfriar. Creo que hace tiempo no cocinaba tantas cosas. Después de todo, me ayuda un poco a relajarme y he estado bastante histérica últimamente.

Doy una vuelta al ritmo de la música, y me quedo quieta cuando oigo algo. Le bajo a la radio para darme cuenta que era el timbre.

Limpio mis manos en mi delantal, a la vez que me lo quito y lo lanzo hacia algún lado para abrir la puerta.

—Hol... —frunzo el ceño— ¿Qué haces aquí?

—Desde ayer que te he estado llamando y enviando mensajes —dice con obviedad.

—Uhm, sí. Ayer los ignore, y hoy simplemente me dio flojera, sumado con mi momento para mí —hago una seña de que oiga la música, y le regalo una sonrisa inocente— Pero descuida, ya te los respondo —tomo la puerta y hago un ademán en cerrarla, pero su pie me detiene. La empuja y entra sin mi autorización.

—Ya basta de juegos, Skyler —me mira con seriedad, y tomo una postura más molesta— Summer ya me contó todo.

—¿Y qué es todo? —pongo mis manos en mis caderas y le miro con una ceja alzada. Me gusta demostrar tranquilidad cuando está frente a mí, a pesar de que odie tenerlo cerca, ya que eso logra que se enfadara aún más— Rápido Camus, tengo un queque que desmoldar —tensa la mandíbula y escondo una sonrisa triunfante.

—No sonrías tanto, ya no tienes a Mía en este mundo para apoyarte —mi sonrisa burlona se esfuma y le empujo hasta chocar con la puerta. Ahora quien sonríe es el.

No puede ser tan idiota para haber dicho eso…

Lo dijo, Sky, lo dijo.

—Vete Zain, ahora —lo suelto y le miro con seriedad. Este niega— ¡Entonces habla rápido para que te vayas!

—Quiero que dejes de meterle cosas en la cabeza a Summer —frunzo el ceño— Sabes que ella es sensible y crédula, y se toma todo en serio.

—¿Crédula? Aun no entiendo de qué hablas —digo más molesta. No me gusta que trate a Summer como si fuese una niña.

—Andas metiéndole en la cabeza fantasmas, asesinos y cosas así estúpidas por esas notitas —levanta un poco la voz.

—¿Y qué sabes tú si yo le metí esas cosas en la cabeza? ¿Qué tal si esas son ideas de ella, sus creencias? —Aprieto mis manos para evitar golpearlo— Porque te informo que ella tiene opinión y personalidad propia, y no un muñeco o personaje al que puedas manipular como se te dé la gana.

—¡Es mi novia, y yo sé lo que hago con ella! —se apunta a si mismo, como si fuese la gran cosa.

—¿¡Y eso qué!? —Alzo los brazos ya desesperada de esa actitud tan tóxica— ¡Ella es libre de creer lo que quiera, de hacer lo que quiere, y de ser lo que quiera sin que la influencies! ¡Déjala ser independiente y la gran mujer que le impides ser!

—¡A mí no me grites! —se para firme.

—¡Y a mí no me vengas a molestar a mi casa! —abro con brusquedad la puerta y lo jalo del brazo con alguna fuerza que logro sacar de alguna parte, hasta echarlo y cerrar la puerta en su cara haciendo gran estruendo en la casa.

Suelto un pequeño grito con los dientes apretados para que no sepa que tuvo el poder de hacerme sentir algo por él, aunque eso haya sido odio.

Me molesta tanto. Me molesta que Summer siga con él, haciéndose daño sin siquiera notarlo.

Se lo hemos dicho tantas veces, hemos intentado tantas veces abrirle los ojos y hacer que terminen.

Incluso, con Mía intentamos tantas veces hacer cosas para lograrlo.

Nuestro último plan fue hacer que Mía coqueteara con Zain y hacer que se insinuar de alguna forma, y sí, lo logramos con facilidad porque él es un completo idiota que se va con cualquiera teniendo novia, pero Summer, en vez de ver lo que intentó hacer su novio, se molestó con Mía.

Le intentamos explicar que ella no sentía nada por él y que esto lo hicimo para abrirle los ojos sobre la facilidad con la que él la reemplazaba, pero ella insistió con culpar a Mía.

Después de todo tenía motivos para enfadarse con nosotras, pero no por las razones correctas, y con todas las personas que hubiéramos querido.

"—Si voy a perder mi amistad con ella, que sea por algo que valga la pena. Si me pierde a mí, ese imbécil se va conmigo, para que Summer pueda crecer para mejor como se lo merece" —había dicho Mía aquel día que nuestra amiga se había enfadado con nosotras al nivel de no hablarnos por un par de días.

Y yo el mismo día le prometía que si algún día ella estuviera fuera, yo estaría dispuesta a hacer el mismo sacrificio para poder ver a nuestra amiga libre y feliz, sin importar lo mucho que pueda odiarme Summer por lo pesada que sería para hacerle entender.

Esa chica se está haciendo mucho daño y no se está dando cuenta.

Intento dejar el tema para no molestarme más, y me voy a desmontar el famoso queque para luego poder preparar algunas cosas y las camas para cuando las chicas vengan.

Ayer Blair tuvo la buena idea de hacer una pijamada para pasar la tormenta de hoy y, aunque hasta el momento no ha caído ninguna gota, sabemos que en la noche lloverá.

Me dirijo a la cocina, y subo el volumen al máximo para continuar en lo que estaba.

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