Phoenix
♪ En las suaves orillas del río, donde el agua murmura
Entre sombras y luces, mi corazón busca
En la tranquilidad del bosque, donde nuestros destinos se encuentran
Llamo a mi lobo, donde los sueños se desenredan... ♪
El sol brillaba intensamente sobre el bosque, pintando las hojas de los árboles con tonos dorados y esparciendo calor por todo el bosque. El río fluía serenamente, sus aguas cristalinas reflejando los rayos solares, mientras los pájaros cantaban melodías alegres en lo alto de los árboles.
♪ Por los senderos de tierra, bajo el cielo centelleante
Sigo buscando, sin vacilar nunca
Mis ojos reflejan la llama, como estrellas que guían
Siento la conexión, el llamado resonar... ♪
En medio de este escenario idílico, una voz femenina resonaba por el bosque, llevando una canción de amor que fluía como un río de emociones.
♪ Y cuando el amanecer despierta, y el día está por venir
Continúo con mi oración, sin rendirme nunca
Porque sé que pronto, mi lobo vendrá
Para bailar juntos, bajo esta luna brillante ♪
Era una joven, sus cabellos negros ondeaban al viento mientras lavaba ropa junto al río, sus melodías mezclándose con el sonido del agua corriente.
♪ Bosque de Luna Negra, con su manto de ternura
Donde nuestros caminos se cruzan, donde la pasión perdura
Bajo el dosel verde, bajo el brillo de la luna
Llamo a mi lobo, en esta espera desnuda ♪
De repente, un ruido en el bosque interrumpió la dulce melodía de la joven. Levantó la mirada, sorprendida, y vio a su madre acercarse. La mujer, también de cabellos negros, ahora teñidos de plateado por el paso del tiempo, tenía un semblante serio pero afectuoso.
"Phoenix, mi hija", dijo la madre, su voz suave cortando el aire. "¿No me oíste cuando te llamé?"
Phoenix sonrió a su madre, un destello de inocencia en sus ojos azules. "Estaba tan concentrada en la música, mamá, que apenas me di cuenta."
La madre asintió comprensiva, pero con un leve rastro de preocupación en su mirada.
"Será mejor que terminemos pronto con la ropa", sugirió ella. "Nuestros señores nos están esperando."
Phoenix estuvo de acuerdo, recogiendo la ropa lavada de la piedra y comenzando a ponerla en una cesta. Mientras trabajaba, no pudo evitar sentir la ansiedad creciendo en su pecho. Los señores no eran conocidos por su amabilidad, y cualquier retraso podría resultar en problemas para ellas.
Con movimientos hábiles, continuó frotando la ropa sobre la piedra, mientras su madre se unía a ella para ayudar.
Mientras el río fluía pacíficamente y los pájaros seguían entonando sus melodías, madre e hija continuaron con su trabajo, unidas por el vínculo especial que compartían y por la armonía de la naturaleza a su alrededor.
Con una sonrisa reconfortante, madre e hija se dirigieron hacia el pueblo, llevando la cesta de ropa entre ellas. Mientras caminaban entre el denso entramado de árboles, la canción de amor seguía resonando suavemente en la brisa del bosque, una promesa de esperanza y amor en medio de la ardua rutina de la vida de Phoenix y su madre.
***
Las calles del pueblo estaban tranquilas esa tarde, mientras Phoenix y su madre, Ruby, caminaban juntas cargando cestas de ropa en la cabeza. El sol dorado del atardecer bañaba el entorno, arrojando una luz suave sobre las pequeñas casas y calles empedradas.
Phoenix, desde pequeña, estaba acostumbrada a la rutina de la esclavitud. Nunca conoció otra realidad más que esa, y aun así, mantenía una llama de curiosidad viva dentro de ella. Era una curiosidad sobre el mundo más allá de las paredes del pueblo, sobre su propia historia y la de su madre.
A su lado, Ruby caminaba con una expresión serena, pero había tristeza en los ojos de la mujer, una melancolía que parecía formar parte de su esencia.
Era una mujer fuerte y resiliente, pero sus hombros encorvados llevaban no solo el peso de las cestas, sino también la carga de la esclavitud que había moldeado sus vidas desde el nacimiento de Phoenix. Ella era una loba cautiva, arrancada de su manada y sometida a la vida de esclavitud, al igual que su hija.
Mientras caminaban, Phoenix sentía la necesidad de conocer más sobre la vida de su madre antes de convertirse en esclava. Sabía poco sobre los orígenes de Ruby, aparte de que había venido de una manada en el Bosque de la Luna Negra. Phoenix aprovechó el momento de tranquilidad para dirigirse a su madre y expresar la curiosidad que la consumía.
"Madre", comenzó ella, su voz suave cortando el aire tranquilo, "¿cómo era el Bosque de la Luna Negra?"
Ruby se detuvo por un momento, sorprendida por la inesperada pregunta de su hija. Se volvió para enfrentarla, sus ojos encontrándose con los de Phoenix en un instante de conexión silenciosa.
"¿Por qué la curiosidad sobre el Bosque de la Luna Negra, querida?" preguntó Ruby, su voz teñida de curiosidad.
Phoenix encogió los hombros, una sonrisa tímida jugando en sus labios.
"Es solo una curiosidad que me vino ahora", explicó ella. "Solo quería saber cómo era la vida de usted antes de llegar aquí, antes de convertirnos en esclavas."
Ruby suspiró suavemente, su expresión volviéndose sombría por un momento antes de recomponerse.
"El Bosque de la Luna Negra era... diferente", comenzó ella, eligiendo cuidadosamente sus palabras. "Era un bosque salvaje y majestuoso, lleno de vida y misterios. La manada en la que vivía era como una familia, todos unidos por el vínculo de la Diosa de la Luna."
Continuó hablando, describiendo las vastas extensiones del bosque, los arroyos cristalinos y las sombras profundas de los árboles. Compartió recuerdos de emocionantes cacerías, de noches bajo la luz de la luna y de lazos forjados entre lobos.
Phoenix escuchaba atentamente, fascinada por las descripciones de su madre. Se imaginaba los exuberantes paisajes del Bosque de la Luna Negra, tan diferentes de la opresiva monotonía de su vida como esclava.
"Crecí entre los árboles y los animales salvajes", continuó Ruby, su mirada distante como si estuviera reviviendo recuerdos hace muchos olvidados. "Mi manada era mi familia, y éramos libres para correr por los campos y explorar los secretos del bosque."
Phoenix sentía una mezcla de admiración y tristeza al escuchar las historias de su madre. Nunca había conocido la libertad, pero ahora, a través de las palabras de Ruby, podía vislumbrar un mundo más allá de las paredes del pueblo.
"Pero entonces, ¿cómo terminaste aquí?", preguntó Phoenix, su curiosidad aún no satisfecha.
Ruby suspiró, un velo de tristeza pasando por sus ojos.
"Fue hace mucho tiempo, querida", dijo ella. "Creo que te he contado que nuestra manada fue atacada por un ejército formado por otros alfas y los pocos de nosotros que sobrevivimos escapamos, entre ellos yo y algunos más que nos llevaron a este lugar. Pero a pesar de todo, siempre mantuve la esperanza de volver allí algún día."
Las palabras de Ruby resonaron en el corazón de Phoenix, despertando un ardiente deseo de cambio. Sabía que la vida como esclava no podía ser su destino para siempre, y mientras continuaban su camino por el pueblo, se prometió a sí misma que algún día encontraría una manera de romper las cadenas que la ataban y encontrar la libertad que su madre anhelaba tanto.