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Capítulo 2

Le había arrancado la tráquea a mamá, se la saqué con fuerza y persistencia. Ella cayó, lentamente hacia mí, con esos ojos asustados.

- Ella nunca pidió eso, tú pediste otra cosa.

No podía respirar.

- ¿Por qué no cumpliste tus palabras?

Concentrado en verla caer, no noté que yo también estaba cayendo, más brutalmente que ella. El aire volvió a mis pulmones cuando mi espalda golpeó el suelo con fuerza. Fue como si alguien me estuviera dando un masaje cardíaco después de que mi corazón se detuviera.

Levanté la vista y vi a Décima encima de mí con el cuchillo que la había apuñalado.

Los salvaría a ambos, lucharía por esto. No necesito matar a nadie, a ninguna mujer, sólo a los hombres de ese lugar. Ella lo había arruinado todo, me hiciste matar la única vuelta que tenía.

Perdí y estaba solo.

Luego sentí que mi cuerpo se calentaba mientras miraba esos ojos negros, ojos que no se daban cuenta ni les importaba que mi pecho también estaba muerto por su culpa. Ella fue cómplice.

Enojada, enterré mis pulgares en sus ojos.

Si no viera el dolor que causó, no los necesitaría.

- ¿ No viste en ningún momento que fuiste tú quien provocó el dolor?

- Cierra - La voz del jefe reapareció en la habitación y dos personas nos separaron. - No esperaba este giro de los acontecimientos. Fue para matar a su colega, no a su madre. - Levanté la vista mostrando que todas mis células estaban enojadas - ¿No te conformaste con matar a tu madre una vez? ¿Debería matarla de nuevo? Qué hija tan decepcionante.

Me liberé de los brazos que me sujetaban y metí mis dedos con garras en el cuello del dueño, tirando de parte del mismo de la misma manera que querían hacer con mi madre. Iba a caminar detrás de todos para desahogar mi enojo pero un dardo me alcanzó, haciéndome sentir mis músculos contraerse y caí al suelo un rato después.

Vi que se acercaban botas y miré hacia arriba para ver que era el jefe.

- Necesitas ser más obediente, dejar de ser terco y no ser tan sentimental. Tienes un gran potencial, jovencita.

- Yo... no... participaré en... tus... juegos enfermizos. No voy a matar y… golpear para tu… diversión – digo en voz baja con dificultad.

- Querida... ¿No lo entiendes? Si no eres capaz de cumplir con mis expectativas, simplemente te convertirás en un criador de bastardos, como los demás. O... - Me levanta el pelo haciéndome levantar la cara y mete su muñeca en la boca, dejando que el líquido ferroso entre en mi garganta - podría ser igual que su madre, una perra resistente. Ya sabes... hay una posición abierta ahora.

- Cretino... - digo en voz baja.

- ¿No querías morir ahora mismo? Te doy esto. Lo que pasará es que ya no serás un hombre lobo y te convertirás en vampiro, siendo vampiro no podrás entrar en mis planes ni generar descendencia para fortalecer mi ejército o planes, pero podrás ayudar a mis hombres. hacer sus necesidades y tener un poco de placer en medio del trabajo. Levántala - Dice levantándose y unos brazos fuertes me levantan - Llévala a la zona s, para que viva cómo es el día de su amada madre.

Más o menos de pie los vi cargando el cuerpo de mamá, Décima ya no estaba.

- Ahora Séptimo, tendrás vista desde ambos lados. Ser un guerrero o una madre cerda, tú decides. - Los dos hombres me arrastraron para entrar nuevamente a un pasillo - Sepa también Séptimo, recibirás dosis diarias de sangre vampírica en tus comidas en caso de que decidas quitarme la vida que es mía. Si intentas suicidarte, volverás prostituida como tu madre.

Me encontré nuevamente en un pasillo, húmedo, oscuro y lúgubre. Pasé por allí escuchando susurros a través de las paredes o cuando un grupo de madres y helianos me vieron.

Sí, estaba perdida, estaba segura mientras me arrastraban escaleras abajo sin esperanza ni emoción, escuché gemidos de dolor y placer. Apareció otra puerta negra, declarándose mi próxima pesadilla. Me encontré perdida y sola cuando lo crucé y noté que no habría el regazo de mi madre para llorar más tarde, no habría manos suaves acariciando mi cabeza y no habría ojos para pedir perdón.

Estaba perdida en la oscuridad, sola, al menos no estaba en silencio, había gritos corriendo por mi cabeza.

Mi mente se apagó mientras me desgarraban por dentro, vagaba hacia unos ojos azules que el otro día me habían quitado la vida.

- Necesitas concentrarte, Séptimo. No te tortures – La voz de la mujer atada en la esquina de la habitación sonó por primera vez

- ¡CALLARSE LA BOCA! - Dijo el hombre detrás de mí y yo solo me quedé mirando la pared mientras mentalmente cantaba una canción y observaba un jarrón con flores cerca de la ventana.

Sentí cuando el hombre me dejó y fue como si mi cuerpo tomara su primer aliento luego de emerger del agua luego de pasar largos segundos debajo de ella. Me deslicé sobre la mesa hasta que mis rodillas tocaron el suelo, lo que me hizo tirar todo mi peso hacia un lado y alcanzarlo. Continuó mirando, como una estatua, el jarrón con hermosas flores incluso después de que el extraño se fue.

- Se ha ido. Puedes moverte. ¿Cuantos años tiene? - Dice la mujer mirándome a la cara, estuvo ahí todo el tiempo atada mirando.

- Casi - digo en voz baja

Me siento dolorido y amenazo con acercarme a la ventana.

- No los toques, a él no le gusta que lo toquen. - ella alerta

- ¿Por qué? ¿Por qué una persona como él tiene apego a una flor? ¿Y por qué lo dejas ahí? - digo con indiferencia

- Eran los favoritos de su amado - Dice con dulzura y lástima - Él siempre los riega y los cuida, los deja cerca de él, lamentablemente pasa casi todo su tiempo aquí.

- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No debería estar allí con las otras madres y helianos después de prestar sus servicios?

- No soy de aquí, soy de él. Él elige dónde tengo que quedarme y qué hacer. - dice con indiferencia

- ¿Es su amor? - digo recordando la conversación que tuve con Madre Maya

- No, no soy su compañera - Se queda mirando el florero - Soy su bastarda. ¿Como esta?

Continué con mi cuerpo acurrucado mientras miraba esa hermosa flor. Me negué a derramar una sola lágrima por él, por esto. Todo esto no merecía mis lágrimas, no era importante para mí ganármelas.

Esa flor debió haber estado en un lugar tan feo y triste durante tanto tiempo, tan indigna de su belleza, y de todos modos no se desmoronó.

-Vencerás, tienes que vencer. Necesitas ver que esto no lo es todo, no tiene por qué ser tu realidad. - Su postura era firme mientras hablaba.

Ya no me sentí como si estuviera en un déjà vú. Estaba oliendo la fragancia de esa flor.

- ¿Tú entiendes? Necesitas darte cuenta de esto. - La tenue luz de la habitación empezó a fallar y ambos miramos hacia arriba - No te tortures, concéntrate en lo que puedes hacer, Alexandra. - Me dice y cierro los ojos inhalando y concentrándome en esa fragancia.

- Sí, lo sé, pero estoy tan perdida – Una lágrima se escapó de mis ojos – tan cansada…

- Lo sé... concéntrate en el sol, el girasol sobrevivirá mientras haya sol.

- Perdí mi sol, perdí todas mis estrellas - Me encojo y abrazo mis piernas - Sólo soy una flor marchita, un girasol sin vida, sin sol.

- Hay varias estrellas para que las llames tuyas. Busque su convicción. No puedo salir de aquí - Saca sus manos lo que demuestra sus ataduras - es mi lugar. Puedes, sólo quieres y esfuérzate. Necesitamos despertarnos para el día siguiente. No de...

- ... victoria para tus enemigos.

-- incluso si es por tu propia opinión - decimos juntos

- Ahora está tan bueno... - digo mirando las flores de nuevo.

- Puedes mejorarlo, convertirlo en un lugar mejor y más acogedor. Un nuevo lugar para que tu mente descanse y se proteja. No te tortures, Alexandra. - La luz de la habitación se apagó nuevamente.

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