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Capítulo 4 Día cero

James

2 días antes de la carta

Para darme ánimos antes de tal vez esa última cita oía nuestra lista de reproducción. Era el soundtrack favorito de Marie y también el mío casi desde que supimos de nuestras respectivas existencias. No podía permitirme perderla, por lo que mientras la esperaba en el aeropuerto con un ramo de rosas y una caja con sus chocolates favoritos comencé a recordar cada uno de nuestros mejores momentos, todo con el fin de darme fuerzas, en vísperas de la que tal vez era mi última oportunidad de recuperarla, producto de que ella necesitaba encontrarse consigo misma, según sus propias palabras que surgieron a través de una discusión que jamás pensé que iba a llegar hasta ese punto tan crítico.

La conocí por internet, tras destrozar con un comentario a un tipo que se estaba metiendo con ella (Demasiado provocativa en su foto de perfil como para andar buscando trabajo, según el agresor digital). Nunca jamás en mi vida pensé que aquel ridículo trámite de defenderla delante de todos estaba conduciendo directamente a ese amor verdadero que jamás creí que iba a vivir, o a mis brazos atravesando una cintura que jamás en la vida creyó que iba a poseer. 

Tras haber quedado casi como un heroe entre miles de publicistas que buscan trabajo a diario, con Marie nos terminamos agregando a redes sociales y desde ahí comenzamos a escribirnos casi sin detenernos. Luego fuimos descubriendo que teníamos gustos musicales en común y desde ahí en adelante supe que era esa mujer definitiva, la chica con la cual yo siempre soñé durante mis años de estudiante cuando recién había llegado a San Diego California desde mi pueblo natal, un lugar inospito perdido en medio de la carretera en dirección hacia el sur.

— Hacemos linda pareja —Solía decir ella siempre que nos quedabamos de pie en ese espejo gigante que había en una de las tantas esquinas de Long Branch.

En esos instantes de derrota intentaba convencerme de eso, recordando esa viva imagen. Marie era muy blanca y su cabello y sus ojos muy oscuros. Era más o menos alta y todo en ella era curvas, excepto al tacto, puesto que aquella piel era una de las texturas más suaves que se podían llegar a palpar.

— Tu no estás para nada mal, James —Me dijo, después de esa primera vez que tanto intentaba acordarme últimamente—. Me encantas

Quería saber más al respecto.

— Buen corte de cabello, linda barba, nariz hermosa y una mirada que enamora casi al instante. En fotos te ves más delgado, pero cuando una te toca, ¡Uf! ¡Jamás pensé que podías llegar a tener esa espalda! Eres exquisito, James, no sé si te lo han dicho y si no te lo han dicho es una lástima.

Casi no tardamos en comenzar a vernos todos los días desde ahí en adelante y las cosas marcharon muy bien en un principio, tan así que casi a la semana nos hicimos novios formalmente. El año más feliz de mi vida hasta ese triste presente en el cual estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de recuperarla. 

— No deberías ir a buscarla, James —Me decia Alexa la tarde anterior, sentados en torno a unos vasos con café intentando no concentrarme en sus profundos y penetrantes ojos verdes mientras al mismo tiempo ella cruzaba sus lindas piernas—. Fue ella quien dijo que quería tomarse un tiempo y tú no deberías mover un solo dedo. 

— Debe haberlo pensado bien —Respondía yo, intentando sonar convincente—. Dijo que cuando regresara del viaje podíamos hablar y ayer en la noche me lo confirmó.

Alexa soltó una ligera carcajada.

— Perdón —Dijo, echando hacía atrás su pelirroja chasquilla—. Resulta que yo a esa Marie no le creo ninguna palabra. Tú sabes que yo pienso que solo te utilizó para asentarse en un trabajo. En serio no vayas, James. Ella se aprovecha de tu amabilidad y de tu sensibilidad ¿Te parece normal que te haya dejado justo ahora que comenzaron a ascenderla? Abre los ojos, amigo, debe haber una gran mentira detrás de todo esto.

En el fondo sabía lo que Alexa me quería decir.

— ¿Hablas en serio cuando piensas que Marie solo me utilizó?

— Es lo más probable, James. Esa perra ya consiguió su objetivo utilizando su majestuosa belleza. ¿En serio que crees que ella va a partir corriendo hacia tí? ¿Piensas que es normal que haya partido corriendo a ese viaje con Michael?

— Tengo que hacer lo posible por recuperarla. No me imagino con nadie más que con ella. 

— Créeme que yendo corriendo a buscarla como perrito faldero es un error muy grave, sobre todo si quieres recuperarla, amigo. No tienes necesidad de humillarte.

— ¿Por qué lo dices?

— Soy mujer pues, James, sé cómo pensamos. Por algo escribo libros al respecto y no sé si sabes, pero cada vez me está yendo mejor.

Alexa siempre tenía razón en lo que me decía y me costaba bastante aceptar aquello. Lo peor de todo era tener una mejor amiga que fuese experta en eso. El problema era que Marie solía repetirme que nunca había amado tanto a un hombre como a mí, por lo que me sentía cada vez más nervioso y confundido, ya que la desesperanza iba y venía a ratos para ir y quedarse según mi vulnerabilidad emocional. Me sentía inestable y enfermo.

No obstante, algo de esperanzas había aún en ese momento.

— Es que ya acordamos que la iría a buscar al aeropuerto —Dije.

— Ahora dile que no puedes ¡Así de simple!

Alexa era la persona con la cual me sentía más cómodo en el mundo completo pero en ese minuto me sentía bastante incómodo con ella.

Continuó dándome lecciones:

— Deberías renunciar a esa agencia y trabajar conmigo. Necesito a alguien que vea mi carrera como escritora y tú eres un muy buen publicista.

— ¿Tan bien te está yendo? —Le pregunté, así como intentando concentrarme en otra cosa.

— Tan bien que hasta te pagaría para que no vayas dónde esa perra mañana.

Me reí.

— ¿Por qué más pagarías? —Pregunté, haciéndome el inocente.

— Lo que sea con tal de que no vayas —Respondió, como habitualmente lo hacía cuando solíamos bromear.

Pero ahí estaba, casi 24 horas después de ese encuentro con Alexa ahí en el aeropuerto, intentando autoconvencerme de que Alexa estaba equivocada.

Cuando la ví descender la noté muy diferente a lo que yo conocía de ella, pese a que no se había ido de viaje por mucho tiempo. A través de una seña se despidió de Michael y acudió a mi encuentro. Ahí estaba, cada vez más cerca de esa tan maravillosa como indiferente silueta. Al mismo tiempo estaba exageradamente distante y trás recibir un frío beso en la mejilla por parte de ella supe de inmediato que algo me estaba escondiendo, y estaba seguro de que aquel asunto estaba relacionado con cosas que yo no sabía.

El problema era que no me veía sin Marie, por lo que estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de que no me abandonara, incluso evitar pensar que pudo haber pasado algo con Michael.

— Te extrañé —Le dije, mientras conducía carretera abajo en dirección hacia su departamento nuevo.

Aquel silencio de pocos segundos se me hizo eterno al mismo tiempo que un grueso racimo de lágrimas se instalaba pesadamente en mi garganta.

— Gracias por venir a buscarme, James —Me dijo a modo de respuesta—. Solo que no quiero que te confundas.

— ¿Confundirme por qué?

— Pues porque no estoy dispuesta a regresar contigo, James. Yo fui bien clara antes del viaje y no me gustaría que pierdas tu tiempo por culpa mía.

— Pero si yo ya te pedí perdón, Marie. Sabes que nunca más va a ocurrir ¡Es injusto que me condenes solo por ese pequeño error!

— Un pequeño error que me hizo perder la confianza en tí porque fuiste muy grosero, James. Jamás pensé que tú podías...

— ¿Grosero yo? —Interrumpí incrédulo— ¿Por qué?

Estaba dando mis máximos esfuerzos por descifrar los gestos que se escondían detrás de esas palabras.

— ¡Dijiste que yo era una interesada!

— Me estás malinterpretando —Dije, casi con rabia—. Tu sabes que yo no quise decir eso.

— Bueno, yo así lo entendí. De todos modos no solo quiero terminar contigo por eso, sino que por otros motivos más.

Daba la impresión de que yo tenía la culpa de todo. Yo jamás le criticaba nada a Marie y sin embargo ella solía hacerlo conmigo.

— ¿Encuentras que es normal que tu madre venga a verte fin de semana por medio? 

— ¿Que tiene que ver mi madre con todo esto? Ella jamás se ha involucrado entre nosotros. Ella viene porque soy casi hijo único y porque estaba algo enferma.

— Dependes mucho de ella, James, acéptalo. Eres un niñito bueno que no quiere salir a buscar el mundo ¿Por qué tienes que enviarle tanto dinero siempre? Cuando ella no viene tenemos que viajar nosotros. ¡Necesito hacer otras cosas y estar contigo no me ayuda en nada! No sé si eres capaz de entender eso. Además que tú has sido cruel conmigo.

— ¿Cruel yo? —Pregunté, una vez más bastante incrédulo— ¿Por qué?

— Tú crees que solo por haberte conocido a tí a mí me ha empezado a ir bien. Estás muy equivocado, James, muy equivocado ¡Eso quiere decir que estás minimizando mis méritos!

— ¿Que estupideces estás hablando, Marie? Solo me estás dando excusas. ¿Por qué no admites que te gusta otra persona?

Algo se rompió tras formular aquella pregunta.

— ¿Me has estado espiando?

Comprendí que me iba a sentir mal por mucho tiempo.

— Obvio que no. ¿En serio es por otra persona?

Su mirada me hacía experimentar una tristeza que estaba a punto de volverme loco.

— Jamás te fui infiel —Dijo Marie, sollozando—. Además que no fue mi culpa.

Nada de esto puede ser real, pensé.

Solo miraba la nada y no estaba seguro de si quería saber algo más al respecto en ese momento. 

— ¿A qué te refieres? —Pregunté.

— Nada —Respondió—. ¡Ya no tengo que darte explicaciones!

— ¡Por supuesto que sí!

Marie seguía llorando y yo me sentía cada vez más descolocado.

— No quiero hablar de esto, por favor. ¡Yo también estoy dolida!

— ¿Dolida por qué?

— Dolida porque todo esto es muy difícil. Yo no quería que las cosas fuesen así. De verdad que necesito reencontrarme conmigo misma.

Yo seguía conduciendo, intentando mantener la cabeza fría. Si le gustaba otro chico no había mucho por hacer y solo rogaba al cielo que no fuese alguien de la agencia. Ya habíamos llegado a su edificio y ella siguió llorando hasta que aparqué.

— Antes de irme quiero pedirte un último favor —Dijo Marie.

Sentía que si me pedía que renunciara a la agencia iba a explotar ahí mismo de dolor.

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