Capítulo 3 Conveniencias
Marie
Finalmente Paul me asignó a mí como compañía de Michael para acompañarlo a cerrar aquel acuerdo con la fábrica de bebidas energizantes.
Se supone que yo estaba a prueba como sub encargada del área de cuenta y una vez que mi jefe evaluara mi desempeño se iba a hacer el anuncio oficial sobre mi nombramiento definitivo.
Las cosas se nos habían dado bien y yo ya había tomado la decisión de romper con James. Era nuestra última noche en Nueva York y Michael me había acompañado hasta mi habitación después de aquella cena en el hotel, dónde logramos finiquitar el trato con los accionistas de la firma. No había vuelto a pasar nada entre el y yo desde aquella vez que habíamos follado en el baño de mi casa y ni el ni yo hablamos de aquello.
Por otra parte le había dicho a James que lo iba a pensar, ya que me insistía bastante. Preferí romper con él, pese a que la infidelidad lo había considerando como algo absolutamente irrelevante. Le había dado la típica excusa de que necesitaba encontrarme conmigo misma, además de decirle muchas de las cosas que me molestaban, como su apego exagerado a su madre, por ejemplo.
— Marie —Dijo Michael, con un tono muy grave—. Necesito hablar contigo. ¿Puedo pasar?
No pensé que él podría llegar a esperar algo más de mí y aquello en parte me extrañó, puesto que Michael ya no tenía ningún obstáculo como para poseerme a su completa voluntad y satisfacción, puesto que yo ya no le pertenecía a nadie.
Si él quería follar, simplemente tenía que pedírmelo.
Simplemente me siguió, sin esperar a que yo le respondiera y se instaló en el sofá. Luego me hizo un gesto que no supe cómo interpretar.
— ¿Sí?
— ¿Serías tan amable de servirme una copa mientras conversamos? Lo que tengo que hablar contigo es muy delicado.
Hablaba con un tono serio, muy serio.
— ¿Acaso no me van a ascender? —Pregunté riéndome.
El también sonrió.
— Al contrario, Marie, al contrario. Tú sabes que el asunto depende netamente de tu desempeño conmigo.
Obedecí a su orden mientras notaba su modo tan peculiar de aflojarse la corbata. Comenzó a beberse el whisky a sorbos muy lentos.
— Denante te arrancaste a hablar por teléfono —Dijo él—. Me gustaría saber con quién estabas hablando.
No quise mencionarle a James, quien me rogó hasta el cansancio que habláramos apenas pusiese un pie en California. Incluso se ofreció a ir a buscarme al aeropuerto, puesto que estaba desesperado por revertir la situación.
— Hablaba con mi amiga Katherine —Dije, mientras me instalaba al lado de él y encendía un cigarrillo—. Quiere que nos juntemos mañana, a celebrar mi supuesto ascenso. ¿Por qué me preguntas eso?
Me dió la impresión de que no me creyó.
— James —Dijo, sorbiendo lentamente su whisky—. Me preocupa un montón. Supongo que sabes que gran parte de la campaña es creación de él y qué, si ganamos, en parte fue gracias a él. Mister Stauton está al tanto de la ruptura de ustedes.
— ¿Y eso qué significa?
— Significa que vamos a tener que comportarnos. La idea es que el renuncie por su propia voluntad, o que baje su rendimiento para ser despedido. Preferiría que conserves la distancia con él pero al mismo tiempo que no se vaya, al menos en lo inmediato ¿Me entiendes?
Aquello me preocupó enormemente. Una cosa era romper con él y otra muy distinta era volverme cómplice para que lo echaran.
Por mucho que no sintiera nada por él me parecía abominable la idea de que prescindieran de él así sin más, de una forma tan cruel e injusta.
— Supongo que no me estás utilizando para deshacerte de él —Dije, fingiendo tristeza.
Michael sonrió, una vez más, mientras estiraba los brazos.
— Por supuesto que no, Marie. No podemos deshacernos de él. Pese a que es un imbécil sin carácter, es de los más talentosos que hay en la oficina ¿No te parece?
— Pues me parece.
— ¿Que opinas tú? ¿Crees que sea capaz de aguantar el trabajo sin que tú ya no le pertenezcas?
— Eso ya no es problema mío.
— Quizá no es problema tuyo, pero me imagino que no te mirarían muy bien los colegas si es que el renuncia por su propia voluntad, no sé si me entiendes.
— ¿Y eso que significa?
— Significa que a tí no te conviene que él se vaya.
James, el lindo de James. Simplemente era hermoso y yo no lo había sabido valorar. Fue el quien me abrió las puertas para trabajar en la oficina. Todo en él era paz y quietud y sensibilidad y talentos ocultos en cada área de interés de cualquier mujer, incluso de la más exigente. Hacia los máximos esfuerzos para evitar pensar en él.
Sin embargo Michael era otra cosa, definitivamente otra cosa, con su poder y su majestuosidad y una fantástica seguridad en sí mismo.
— Paul me pidió un informe de tu desempeño durante este viaje, Marie. Ya redacté el correo y lo está esperando en este preciso momento.
— ¿Y?
— Son informes altamente favorables hacia tu persona, pero...
— ¿Pero qué?
Miró hacia el suelo antes de responder:
— La otra noche me sentí muy incómodo en tu casa. ¿Sabes? Hubiese preferido un lugar neutral, así como este, bien lejos de todo. ¿Sabes? Por algo pedí que me acompañaras.
El muy maldito quería follar y no sabía cómo decírmelo.
Me incorporé lo más sensualmente que pude. Sabía lo que tenía que hacer y lo primero que hice fue arrancarle aquel vaso de sus manos. Luego me senté en sus piernas, ante su atónita mirada, de no dar crédito a lo que yo hacía.
Primero lo besé en la boca. Luego en el cuello y después en los hombros, tras hacer que se desprendiera de su camisa.
— ¿Por qué me mientes, Marie? —Preguntó Michael, agarrándome firmemente el culo tras succionarme el hombro.
— ¿Por qué dices que miento? —Respondí, sacando apenas la voz.
— Denante hablabas con James, no con tu amiga Katherine.
— ¿Cómo lo sabes?
— Porque lo llamé. Además de los asuntos creativos, yo hablo con él, bueno, el y yo hablamos, solemos hacerlo, antes de tí, incluso. Necesitaba unas partes de la campaña y le pedí que me las enviara.
— ¿Y que más te dijo? —Pregunté, buscando ansiosa su erección con mis movimientos de cadera.
El me besaba los hombros, mientras al mismo tiempo me metía un dedo en la boca, el cual succioné viciosamente.
— Dijo que iba a estar bien, que no pasaba nada y que iba a hacer lo posible por recuperarte. ¿Tu sabes que lo puedo despedir? ¿Sabes lo que pasaría si yo lo despido?
Me instalé al lado de él y en cosa de segundos tenía su verga en mis manos. Por supuesto que sí el lo despedía yo iba a quedar como una perra. Me eché hacia atrás y me acomodé en cuatro patas sobre el sofá, así como para ir acostumbrándome a la idea.
Seguía con su verga en mis manos, así como decidiendo que hacer con ella.
— Lo siento —Respondí— No aguantaba más.
— ¿Que es lo que no aguantabas más? ¿Un día más sin oír la voz de James?
— James no me interesa —Respondí.
Acto seguido me la eché a la boca. No aguantaba un segundo más mirando esa cosa sin hacer nada. Succionaba sedienta, puesto que el entorno era altamente favorable como para disfrutar aquellas instancias, sobre todo pensando que el ascenso estaba a la vuelta de la esquina.
Michael gemía, puesto que yo era una experta en lo que hacía. Así se había enamorado James, no por los gustos musicales en común, como él solía creer, puesto que si era por eso, su amiga Alexa tenía muchos más méritos que yo. Mi padre había trabajado en un sello discográfico y era por eso que los hombres se sentían cómodos con los temas de conversación al respecto que yo podía llegar a ofrecer, incluso más allá de mis tetas y mi culo. Yo buscaba salir de mi mal ambiente y James me había ayudado mucho e incluso me había conseguido trabajo.
— Te quiero —Dijo Michael.
Me desprendí de mi brassier y comencé a masturbarlo con mis pechos.
— ¡Maldita¡ —Decía— ¡Maldita!
Alternaba aquello con una viciosa dosis de sexo oral y estaba como desesperada por que se corriera en mi boca.
— Quiero perforarte —Dijo, tras enterrarmela completa en la boca.
Sin más preámbulos lo monté. Estaba desesperada porque se corriera dentro de mí y estaba dando lo mejor de mí para conseguirlo. Le negaba la boca y eso al parecer lo excitaba aún más, puesto que no dejaba de agarrarme el culo con una determinación que era digna de creer que él se sentía en el paraíso.
De pronto pareció despertar, ya que hasta el momento se estaba dejando llevar solo por mis cabalgadas. Me levantó un poco y comenzó a darme, con mucha fuerza hacia las alturas. Fui yo quien entonces comenzó a gemir, cada vez con más entusiasmo. Estaba desesperada por que se corriera donde sea. Cerraba los ojos y pensaba en James, en el buen James. Lo iba a extrañar, sin duda, pero tenía que superarlo, puesto que habían asuntos más importantes en la vida y mi cuerpo estaba para eso. Esos asuntos eran suficientes como para calentarme con quién sea.
— ¿Piensas en James? —Me preguntó Michael, de repente.
No respondí. No podía articular ninguna palabra en ese momento.
— ¿Lo vas a extrañar?
En eso me tomó y se giró y me estiró a lo largo. Comenzó a darme sexo oral.
— No quiero —Dije, tirándole del pelo.
— ¿Y qué es lo que quieres? —Me preguntó, mostrándome la lengua.
— Quiero que me la metas. Estaba a punto de terminar.
Acto seguido se arrodilló y me levantó las piernas.
— ¡Que lindas tetas! —Dijo.
Comenzó a darme con fuerza, tras enterrarmela lentamente. Yo seguía gimiendo y mojandolo todo.
— No doy más —Dijo él— Contigo no se puede, cada ángulo tuyo me hace que sea imposible aguantar más ¿Te gustaría tragarte mi esperma?
— Es lo que más quiero —Respondí sonriendo.
Fue lo mejor de la noche. Verlo masturbarse acercándose a mi boca era un placer para mí vista y todo lo demás, ya que me encantaba la verga, amaba tener una lo más cerca posible de mí. Estaba tardando demasiado y en el momento justo que me la eché a la boca la reacción química estalló y yo no dejé de chupársela en ningún momento hasta que al fin logré terminar con todo.
Luego me puse de pie. Me vestí rápidamente.
— ¿Dónde vas? —Me preguntó.
— Voy a la cama —Dije—. Te veo mañana.
— ¿Por qué tan pronto?
— Necesito descansar.
— ¿Es por James?
Ya no toleré ninguna pregunta personal más.
— Espero que envíes prontamente ese informe sobre mi desempeño. Buenas noches.
Se acercó a mí. Dejé que me besara.
— Exquisita —Me dijo— Tengo una fiesta en casa el sábado ¿Te gustaría asistir?
— Lo voy a pensar, Michael. Buenas noches.
Una vez que se fue cerré la puerta por dentro y me decidí a terminar con el vaso de Michael. Tenía muchas cosas en qué pensar.