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ISABELLA
Mientras me duchaba me sentía rara, sentía como que en realidad no estaba sola. Y no me gustó para nada esa sensación. Es más, me sentí cómo desnuda ante alguien más. Es por eso que no duré mucho duchándome. Tomé la toalla y envolví mi cuerpo con ella. Cuando salí del baño Harry estaba en un short corto, sin camisa y en calcetines. Estaba con su laptop, supongo que se había puesto a trabajar o algo así.
Me dirigí al ropero y busqué otra pijama limpia. Sentí que Harry me miró.
—No me gusta que estés seria conmigo —murmura. Pero no le respondí. Me puse la pijama y con la toalla empecé a secar mi cabello.
—Isabella, estoy hablando contigo.
—Y yo te estoy escuchando.
—Pero no me dices nada. Discúlpame por no ir contigo donde Martha... es solo que no tenía ánimos de interactuar con más gente hoy.
—Pero tenías ánimos de estar con Álvaro —me senté frente al espejo para echarme una cremita en la cara.
—Porque estábamos en casa.
—Como sea, Harry, algún día te darás cuenta de que Álvaro no es quien dice ser.
—Es un poco extraño, sí, pero no es mal tipo.
—No confío en tu intuición, mira que te casaste con una tipa que resultó ser mentirosa e hipócrita. No sabes elegir a las personas que te rodean, Harry, ese es tu problema. Y confías demasiado rápido.
—Quizás tengas razón.
—Ujum.
—Pero no quiero que estemos mal, en serio.
—Yo no estoy mal.
—Estas seria conmigo. —Harry se puso de pie y se acercó a mi. —Discúlpame —se arrodilló junto a mí.
Pero no le dije nada.
—Por favor.
Suspiré profundo y lo miré. Verlo así hacía que mi corazón se comprimiera. No podía verlo mal porque era como mi debilidad, hacía que olvidara todo lo malo que habíamos pasado. No podía ser tan injusta con el. Dejé caer mis barreras y le sonreí.
—Está bien, odio no poder estar enojada tengo tiempo contigo —le di un pequeño empujón.
—Es porque no podemos estar separados —se puso de pie, tomándome la mano para que también me pusiera de pie. —Es la realidad, Isabella, tú no puedes vivir sin mi tanto como yo no pudo hacerlo sin ti.
—¿Te gustaría que alguien más se masturbara conmigo? —solté, y no tenía idea de por qué había dicho eso.
—¿Qué? —Harry parecía desconcertado.
—Ah... nada, no sé por qué dije eso —me quité de su lado, volviéndome a sentar. Pero Harry no se quedó así como así, ahora parecía enojado. Me tomó de nuevo de los brazos e hizo que lo mirara. —¿Por qué dijiste eso? Isabella, no me ocultes nada.
—No... debí de decir eso.
—Isabella... —me sentenció.
Suspiré profundo y le conté:
—Bueno, lo que pasa es que anoche recibí una llamada muy sospechosa... estabas dormido. Había un tipo, solo podía escuchar su respiración, los gemidos y cuando decía mi nombre una y otra vez.
—¿Quién era? —apretó sus puños.
—No sé, luego le colgué y apagué el celular. Por la mañana tenía llamadas perdidas de ese mismo número. Y eso no es todo. —lo miré.
—Dime ya por favor.
—Cuando marqué a ese número para saber de una vez quién era justo le sonó el celular a Álvaro.
Harry pareció desconcertado, pensativo, como recordando lo de esta mañana.
—¿Por eso se te cayó la taza?
—Sí, me pareció mucha coincidencia. Es por eso que no me da confianza, yo creo... yo creo que es él quien me llama.
—Iré ahora mismo donde ese infeliz —se giró, dispuesto a salir. Pero lo detuve.
—No lo hagas, aún no tenemos pruebas de si sea el.
—Isabella, no puedo estar tranquilo sabiendo qué hay alguien que... se masturba pensando en ti. ¡Me pone mal!
—Tranquilo, es asqueroso. Lo sé. Pero no tenemos pruebas. Lo que podemos hacer es no confiar en el, tenerlo de lejos mejor.
—No, debemos de tenerlo más cerca aún. A los enemigos se les tiene cerca.
—Está bien. Síguelo tratando pero yo no, yo me portaré como siempre con el.
—¿Por qué no me dijiste antes?
—No pensé que me creerías.
Harry me abrazó, dándome un beso en la frente.
—Lo siento. Pero tenemos que estar seguros que es el. Igual podría ser Noah.
Lo miré mal.
—Está bueno, no he dicho nada.
—Estoy cansada —le dije, acostándome en la cama.
—¿En serio? Pensé que tendrías ganas de hacer algo más —Harry se subió encima mío y empezó a besarme el cuello. Se sentía bien.
—Creo que no estoy tan cansada después de todo —le sonreí, tomándolo de la cara y dándole un beso.
•
A la mañana siguiente...
—Te veré en el aula —le digo a Harry cuando llegamos a la universidad—Iré a buscar a Alberto.
—Está bien, no tardes si—nos despedimos con un beso en los labios sin importar qué hubieran muchos universitarios viéndonos.
Harry se fue para dentro mientras me dirigí a la cafetería.
—Mira a quien tenemos por aquí —habló alguien detrás de mi. Me giré, mirando a Amanda.
—No tengo tiempo para ti, Amanda —me iba a girar de nuevo pero ella me detuvo.
—Espera... hay algo que tengo que decirte.
—¿Qué?
—Es mejor que lo veas por ti misma. Alguien quiere verte.
—¿Quién? —desconfié un poco. Amanda miró para ambos lados, como cerciorándose de que nadie nos miraba.
—Sígueme y averígualo.
—No iré a ningún lado contigo.
—¿Acaso me tienes miedo? —me retó. Eso fue lo único que faltaba para poder seguirla y demostrarle que no. Amanda se dirigió a detrás de la universidad, en donde estaba la puerta trasera. Me acordé del día de la fiesta y de lo que creí ver esa noche de luna llena. Fue un poco escalofriante la verdad.
—¿A donde vamos? —quise saber, siguiéndola hasta casi llegar a esa misma puerta. Aquí ya no había nadie así que sería fácil para Amanda matarme y que nadie se diera cuenta.
—Ya casi llegamos.
Amanda se detuvo, girándose hacia mi.
—¿Y ahora qué?
—Como te dije hay alguien que quiere verte —me sonrió malévola. Cuando conocí a esta chica no pensé que fuera una loca psicótica.
—¿Y quien es?
—Soy yo, Isabella, ¿me extrañaste? —dijo alguien detrás de mi. Su voz me dio escalofríos y me llenó de miedo. Tragué grueso mientras giraba lentamente hasta quedar cara a cara con el.
Trevor.