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Capítulo 4

- Y lo hice ante los ojos de este soberano. O, mejor dicho, sin su conocimiento.

Gracias a Mike, descubrí cómo destruir este reino. Y todo comienza con devolver a nuestro rey al trono. - .

- Entonces, ¿dejaste que te mordiera? Escupí con una nota amarga.

- No, la mordedura, para un vampiro, es algo personal. Une a dos personas por la eternidad. - parecía que quería decir algo más, pero no lo hizo.

No porque no supiera qué decir. Pero para hacerme entender. No podía admitirlo en voz alta.

James había mordido a Tina. Y ella permaneció atada a él. Y sería por la eternidad.

Miré hacia abajo, incapaz de sostener la suya. Ella se aclaró la garganta.

- Entonces, intenté sacar mi sangre de otra manera. Me corté y recogí sangre.

Tuve que obligarlo a beber. No querría beber la sangre de otra persona . - me miró intensamente, sus ojos como dos chispas.

Apreté la mandíbula. Tina definitivamente se refería a mí. Pero eso no puede ser cierto. No quería que fuera verdad.

Tina, sin embargo, se levantó antes de que pudiera responder y se acercó a la puerta. Tomó el tocado de plumas y lo colocó sobre su trenza decolorada.

- Ahora, si no te importa, volveré a asumir el papel de sirviente. - él me guiñó.

Luego, abrió la puerta y salió, dejándome nuevamente sola, con las hojas en blanco frente a mí.

Me concentré en los papeles para distraerme de lo que acababa de pasar. Miguel. Plata. Sabía que si me concentraba en la última hora, en realidad huiría de allí irresponsablemente, siendo atrapado y cancelando el plan de Mike y Tina. Pensar en ellos dos como aliados era casi imposible, tanto como pensar en Mike y Stacey ya no comprometidos.

Mi pecho se apretó y me mordí el labio, luchando por contener las lágrimas de ira y frustración. Yo había causado la muerte de Mike. Y había ocurrido apenas media hora antes. Justo antes de descubrir que Tina, de hecho, todavía estaba viva.

Sacudí la cabeza y volví a concentrarme en los papeles. Habrían sido una distracción útil.

Las puertas de salida estaban cerca de los pasillos, en el medio, tan invisibles que no se podían encontrar. Las puertas eran de madera noble, como lo demostraban las finas líneas del plano en el que me encontraba. En el suelo había tres salidas.

Es imposible.

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