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Hunter, ha sido mi mejor amiga de toda la vida. Prácticamente ha sido una segunda hermana para mí, sobre todo cuando éramos niños. Sus padres tienen una empresa muy poderosa como mi padre. Ellos tienen las empresas líderes de Alemania y siempre se han llevado bien, por eso la conocí cuando tenía tres años.
Sin decirle nada, directamente entra en mi piso sin mi permiso y se pone a toquetear todas mis cosas.
Sin lugar a dudas, la confianza da asco.
—¿Por qué tocas? No toques —increpo, intentado dejar las cosas que ella se ha puesto a tocar en su sitio.
—Sigues igual de tiquismiquis.
Coloco bien el cuadro antiguo que hay colgado en mi pared y luego me siento en una de las butacas de mi cocina.
—Bueno, ¿qué te cuentas? —pregunto interesado.
Una sonrisa se cruza en sus labios y mira hacia el techo con los ojos cerrados con felicidad.
—He pasado unos meses increíbles por Europa. Las mejores fotografías que he sacado, los chicos más guapos que te puedas imaginar... Buff... —se muerde los labios como si estuviera pensando en todo lo que le ha pasado en el continente y yo la miro extraño con una ceja levantada.
No hay mujer que ligue más que ella.
—¿Y has encontrado a tu modelo particular? —Vuelvo a preguntar esta vez con una mirada cómplice.
Hunter lleva tiempo buscando a un chico para poder sacar sus fotografías. Un modelo vamos. Pero el problema es que no es fácil encontrar a alguien para ella. Conociéndola...
Y al hacer eso sus hombros se caen rápidamente, mirándome con la mirada dura como si le hubiera jodido el momento tan bonito que estaba pensando.
—No. No lo he encontrado —responde cortantemente y enfadada —. Todos los tíos se creen modelazos y perfectos. Pero no termino de encontrar al chico... "perfecto".
—Y para que sea tu "chico perfecto", ¿cómo tiene que ser?
—Primero, tiene que actuar normal y no poner esas poses tan ridículas que fingen algunos.
—¿Y segundo?
Se echa para atrás un mechón de pelo y se mete la mano dentro del bolsillo de su chaqueta de cuero.
—Ser capaz de no acostarme con él —responde con sinceridad.
Yo la miro con cara de pocos amigos, mientras que juego con un tenedor que tenía sobre la mesa. Hunter es una gran chica, pero digamos que desde aquella escena con su ex novio, prefiere tener relaciones fugases o directamente noches locas. Es una mujer joven que puede divertirse como ella quiere. Pero sé que si algún día encontrase al chico indicado, creo que ni siquiera ella se daría de cuenta.
Al verme que la miro como si mi cara fuese de aburrimiento cuando en realidad le estoy transmitiendo otra cosa, ella se apoya sobre el marco de la puerta y pasa su lengua sobre sus dientes delanteros.
—A ver, no sería lo mismo después.
—Ya...
—No hablemos más de mí. —Se acerca a la mesa y se apoya esta vez ahí —. ¿Y tú? Hay alguna chica en tu vida.
Nada más decirme esto, una sonrisa aparece en mi cara cuando pienso en ella. Si, esa chica con la que tuvimos nuestro primer beso el día de mi cumpleaños. La imagen de Scarlet aparece en mi mente y ya me olvido de todo lo demás por unos segundos. Ya quiero que vuelva de nuevo a Seattle.
—Esa sonrisa me dice que hay alguien. —La voz de Hunter hace que mi mirada vuelva hacia la suya y pueda ver como levanta las cejas con diversión.
—Hay una chica... —susurro con esa sonrisa de tonto.
ComiLucas a jugar con una servilleta que tengo sobre la mesa con una mirada de enamorado. Pero siento la mirada clavada de Hunter para que le cuente más cosas y con detalle.
—La regla número uno es que no se puede contar algo y dejarlo a la mitad. ¿Te gusta? —Pone sus codos sobre la mesa para posar su cabeza sobre la misma —. Espera... Estás enamorado.
Su boca de abre con alegría y comienza a dar aplausos que se puede escuchar por todo el piso.
—¿Me puedes hacer el favor de no ser tan escandalosa?
—Eso es como preguntarle a tu padre si puede ser un poco simpático... Imposible —responde. —Ya era hora de que te enamorases de alguien. Pensé que te ibas a quedar calvo y sin que nadie te hubiera robado el corazón.
Niego con la cabeza ante las ocurrencias de ella. Pero no puedo evitar dejar de sonreír al pensar en Scarlet.
—Se llama Scarlet y es perfecta —susurro.
Hunter me escucha como si estuviera oyendo una historia de amor. Yo me levanto de la silla y comiLucas a caminar por la cocina de un lado a otro.
—Es pelirroja, está llena de pecas que para mí son increíblemente adorables. Sabe escuchar, es divertida, increíblemente estudiosa, un ratón de biblioteca y... le encanta lo vintage...
Pero nada más decir todo esto y podría seguir hasta que volviera de ella de viaje, me callo. Mi pecho se hunde al recordar una cosa que había olvidado, por lo menos unos días y creo que mi mejor amiga lo nota.
—¿Pero? —pregunta ella sabiendo que siempre hay algo malo.
Yo me giro y la miro con cautela.
—Es menor de edad.
Ella levanta una ceja y asiente, entendiendo porque me comporto así.
—¿Quince? —pregunta y niego. —¿Dieciséis? —Vuelvo a negar.
—Diecisiete. —Retiro la mirada de la suya para tocar los lados del fregadero algo despistado.
—¿Diecisiete? Pero no te tienes que preocupar por eso, Adrián. No es ilegal, siempre y cuando ella te lo consiente.
—¡Lo sé! Lo sé... Sé que esa edad es la legal, al menos en Seattle. Pero... —Hago un movimiento vago con la mano hacia la nada, mientras siento la mirada de Hunter sobre mí —. Pero, ¿qué pasa si su madre no está de acuerdo? —Hago una breve pausa —. Sí, conozco... a su madre desde que llegué aquí, hace años. La considero como una madre para mí, porque siempre ha estado cuando lo he necesitado —respondo sin bajar el tono de voz y mi corazón comienza a latir más rápido por la velocidad en la que estoy hablando. —Pero, ¿qué pasa si ella piensa que su hija es muy joven para alguien como yo? Alguien que... se pelea por dinero.