Capítulo III
» Adela, lo escuchó embelesada, si bien no sentía amor por él, ni deseo, ni pasión, lo estimaba como su gran amigo y le gustaba escucharlo hablar sobre todas las peripecias que había tenido que vivir al momento de abandonar sus estudios.
» Lo que ella no supo, porque él no se lo contó, fue que, la esposa del agente, al igual que otras mujeres con las que salían, eran las que lo mantenían.
» Sí, la suerte que tenía Peniche, con las mujeres, lo hicieron aprovecharse de la situación desde que cumpliera los dieciocho años, cuando ya tenía dos amantes.
» El punto de partida lo inició una de ellas cuando le hizo un regalo en efectivo para que se ayudara en la compra de su material escolar, de ahí le llegó la idea.
» Ya que ellas estaban dispuestas a pagar por un rato de placer, ¿quién era él para quitarles esa satisfacción? Así que comenzó a pedirles dinero para sus gastos.
» Se conformaba con lo que le daban y no las presionaba para obtener más, reconocía que funcionaba bien el dicho aquel de “más vale gota que dure y no chorro que se acabe”, además, ellas lo hacían gustosas y sin resquemores.
» Desde siempre le había gustado ahorrar, ya que siempre tuvo miedo de verse sin dinero, le aterraba la pobreza o tener que trabajar para ganarse unos pesos.
» Fue por la esposa del agente que todo se vino abajo, ella se empeñó en darle una fuerte suma de dinero, ya que según le dijo:
» —Mi marido recibe mucho dinero para hacerse de la vista gorda en algunos asuntos, así es que ni siquiera sabe cuanto tiene guardado… y nadie mejor que tú para usar ese dinero ya que lo harás para tus estudios…
» Sólo que el judicial se dio cuenta y no supo que le dio más coraje, si el que ella lo engañara sexualmente o que le robara dinero para dárselo a ese vividor de tercera.
» Cuando todo se descubrió y él pudo irse a Tijuana, gracias a los ahorros que había hecho con el dinero que sus amantes le entregaban.
» Al lado de su hermano, se dedicó a todo tipo de enjuagues chuecos, incluso, varias veces, contrabandeo droga para unos amigos de su hermano, obteniendo buenas ganancias y sintiendo la adrenalina correr en sus venas, lo que lo motivaba.
» Y mientras juntaba dinero, seguía conquistando mujeres, a las que explotaba de manera delicada, con engaños y mentiras, aunque ellas le daban el dinero que les pedía, más por seguirlo teniendo de amante que por creerle.
» Fue en una de esas locas aventuras que conoció, a su actual amante, Selene, ella y su marido eran inversionistas y la mujer se sintió atraía por él, por lo que no le fue difícil seducirla y llevarla a la cama en donde la enloqueció de placer.
» Con esa seguridad tan suya, y ese valor moral que siempre había demostrado, Selene, le dijo que jamás había disfrutado con un hombre como lo había logrado con él, que quería tenerlo a su lado siempre aunque le costara dinero.
» Desde ese día, Selene y Peniche, se volvieron amantes y ella le dio importantes consejos para que invirtiera, por lo que muy pronto, Carlos, vio multiplicados sus ingresos y eso lo motivó a seguir con ella de amante.
» Las cosas con su hermano y sus amigos, cada vez se ponían más candentes, su hermano le había dicho que en cualquier momento se largaría de la ciudad hacia otro estado ya que quería seguir viviendo y si seguía en Tijuana, lo más seguro era que apareciera muerto en alguna de esas calles.
» Fue por eso que cuando Selene, le dijo que se vendrían a vivir a la ciudad de Cuernavaca, en el estado de Morelos, él no lo dudó y decidió venirse de nueva cuenta a la ciudad de México, tendría que recomenzar, aunque eso no le preocupaba ya que ahora contaba con suficiente dinero como para vivir bien.
» Seguía viendo a Selene, le gustaba estar con ella y le convenía, la ardiente mujer le había dado un par de veces información privilegiada sobre unas inversiones y él no dudo en utilizarla para su beneficio.
» Ahora contaba con suficiente capital como para vivir muchos años sin tener que preocuparse por nada y lo mejor del asunto, era que podía hacerlo sin trabajar, así que la vida se mostraba generosa y complaciente, por lo que pensaba aprovecharla todo el tiempo que pudiera.
» A su llegada a la ciudad de México, lo primero que hizo fue investigar sobre su amante, la esposa del judicial, no quería andarse cuidando la espalda.
» Aunque ya habían pasado cinco años desde que sucediera lo de aquella noche en que ese infeliz lo correteo por las azoteas lanzándole balazos con la ferviente idea de liquidarlo, nada le quitaba de la cabeza que podría volver a buscarlo.
» Por eso investigó sobre de ellos, fue así como descubrió que ambos se habían marchado de la ciudad, ahora radicaban en otro estado en el que, el judicial había sido nombrado jefe de la policía, por lo que él, podía estar tranquilo.
» A partir de ese día en que Adela y Carlos, se vieran para charlar y ponerse al día en sus cosas, sus reuniones para comer o para cenar y platicar, se volvieron algo cotidiano, se veían al menos dos veces por semana.
» Platicaban de todo lo que habían vivido en los últimos cinco años, recordando algunas cosas que vivieron en común, y aunque Carlos, al mes de volverse encontrar, intentó llevarla a su departamento para “platicar” con ella, Adela, no aceptó.
»—Mira, Carlos, te aprecio y te estimo mucho, creéme que me alegra saber que estás bien y que las cosas han ido de lo mejor para ti, sólo que, lo que vivimos alguna vez, quedó en el pasado y ahí hay que dejarlo para siempre, nunca es bueno revivir cadáveres que ya están en plena descomposición —le dijo ella con toda claridad, dejándole ver que lo suyo era sólo una amistad y nada más.
»—Siempre pensé que eras una mujer diferente, especial, como no hay otra… y ahora veo que no me equivoqué… eres una gran mujer y te respeto por eso… me ha quedado claro el mensaje y no tienes idea de cuanto valoro tu amistad… desde hoy, seremos los mejores amigos que puedan existir —respondió él con franqueza.
»—Excelente, ambos sabemos que entre nosotros no puede haber secretos, así que nuestra amistad estará por encima de todo y nadie la podrá romper —dijo ella al tiempo que le extendía la mano para que se la estrechara en señal de pacto.
» Fue justamente al sexto mes de su regreso a la ciudad, cuando en una noche en que cenaban como ya era su costumbre, Adela, lo invitó a la fiesta en la que le presentaría a su misterioso novio, de que a nadie había dicho el nombre.
» Carlos, aceptó, no tanto por conocer al dueño de los sentimientos de su querida amiga, a la que veía más enamorada que nunca, sino porque en esas reuniones tenía la oportunidad de conocer a personas interesantes, sobre todo a mujeres que podía ligar y conquistar, ya fuera para su placer personal o para aumentar sus ingresos.
» Así que decidido a lo que viniera, se presentó en la fiesta, arreglado como siempre.
» Adela, le presentó a sus amigas, solteras y casadas, muchas de ellas muy guapas y con cuerpos de concurso, otras, comunes y corrientes.
» Sólo que, una de ellas le llamó poderosamente la atención, Teresa Carrillo, con mucha facilidad destacaba entre todas, no sólo por su belleza física, la cual no tenía defectos, sino por su natural sensualidad y sus modales elegantes.
» Decidido a saber qué terreno pisaba, Peniche, buscó a su amiga Adela, y le preguntó todo sobre aquella hermosa mujer a la que le había presentado minutos antes y la cual lo tenía impactado.
» —¿Así que te gustó Teresa? No puedo menos que reconocer tu buen gusto, aunque no creo que puedas lograr nada con ella —le dijo Adela, sonriendo con burla.
» —¿Y eso por qué? ¿Es casada? ¿Tiene compromiso?
» —No, nada de eso… ella es decente y hasta el momento no se sabe que haya tenido algún novio, es romántica y soñadora, cree en el príncipe azul y todas esas cosas que hacen imposible que acepte a cualquiera.
» —Sólo que yo no soy cualquiera… me gusta y voy a hacer todo lo posible para que me acepte… quién sabe, a lo mejor hasta vivimos una bonita historia de amor.
» —Allá tú, yo sólo te pongo en antecedentes, es hija única y sus padres tienen muchas influencias y sobre todo una fortuna inmensa.
» —Lo que la hace más atractiva aún.
» —Y lo que me indica que tú no cambias… bueno, pues ve por ella y buena suerte… mientras le voy a hablar a mi novio que no llega… igual y se le complicó algo en el hospital y no va a poder venir.
» —¿Hospital? ¿Tiene alguna enfermedad? ¿Está ahí por algún familiar? —le preguntó Carlos, sinceramente interesado.
» Adela, lo observó por algunos minutos y al final, aspiró profundamente y le dijo:
» —Nada de eso, lo que pasa es que él es un cirujano muy reconocido en el medio, se llama: Roberto Castillo, es unos años mayor que yo y no sabes como lo amo, es el hombre que siempre soñé para formar un hogar.
» Carlos, la escuchaba con toda atención y en su experiencia se daba cuenta clara que su amiga no le mentía, se le podía ver en el rostro y en sus palabras todo el amor que sentía por aquel hombre.
» —Sólo te pido de favor, que no le hables a nadie de esto —dijo ella con tranquilidad y sin dejar de verlo— no quiero que nadie lo sepa hasta que se los presente y les comunique que me voy a casar con él.
» —Sabes que yo soy una tumba, así que no te preocupes y ojalá que el doctor tenga tiempo para venir, me gustaría conocerlo y platicar un poco con él para darte mi punto de vista sobre tu elección —dijo él sonriendo.
» —Gracias, Carlos, sé que eres sincero y yo también quiero que lo conozcas, ya verás que no te miento, es un hombre excepcional y lo quiero para padre de mis hijos, estoy segura que con él colmaré todos mis sueños.
» —Mientras lo esperamos, voy a atender a tu amiga, Teresa, estoy seguro que no le vendrá mal una buena plática conmigo —dijo él sonriendo con cinismo.
» —Suerte, aunque ya te dije lo que te espera…
» Sin decir más, Carlos, se encaminó hacia donde se encontraba Teresa, la cual se había apartado de sus amigas y se encontraba en un rincón de la sala bebiendo de un vaso, se veía espectacular y eso lo animó más.
» —¿Aburrida? —le dijo Peniche, sonriendo de manera amable.
» —Un poco… lo que pasa es que no soy muy afecta a este tipo de fiestas y al final terminan por aburrirme, la misma plática, las mismas personas, los mismos comentarios, todo parece una burda repetición de lo de siempre —dijo ella con un gesto de fastidio y aburrimiento en su rostro.
» —Te comprendo, a mi me pasa lo mismo con mis amigos, no es que sean malas personas, lo que pasa es que no saben hablar de otra cosa que no sea ellos mismos, o de criticar a otros que son conocidos, una vez que has estado en una de esas fiestas o reuniones, ya estuviste en todas porque nada cambia.
» —Exacto… y eso es lo que termina por ser monótono y aburrido
» —¿Te gustaría ir a otro lugar? —dijo él de pronto viéndola a los ojos.