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Capítulo 3

-Y créeme fueron tiernos juntos, Percy fue muy dulce contigo y tú fuiste igual de dulce con él... Incluso tengo un álbum de fotos que podría confirmar mis palabras.-

¿Qué está tratando de hacer?

No comprendo.

-Mamá, estoy comprometida.- Le digo. Quizás olvidaste este pequeño pero importante paso.

Su boca se abre en una pequeña sonrisa.

-No amas a David... eres mi hija, te conozco.-

-Su nombre es Daniel, y luego si crees que prefiero a Percy, te puedo decir con certeza que no me conoces.- Señalo agitando una mano en el aire.

Lentamente se levanta.

-Quizás.-

-Pero te aconsejo que vuelvas a comprobar el significado de la palabra amor, porque....- deja de señalar la foto en la que Daniel y yo estamos sentados en un banco comiendo un helado.

-Si eres tú quien está enamorado, entonces creo que nunca te has sentido así.- concluye mientras sale por la puerta.

Frunzo el ceño confundido.

¿Cómo puede decir que no estoy enamorado? ¿Vive dentro de mi corazón?

Gimo de frustración mientras arrojo una almohada contra el armario.

Esta noche dormí poco o nada.

No podía calmar mis pensamientos. No pude encontrar una posición cómoda para quedarme dormido.

No podía entender tal decisión.

Y ahora me encuentro caminando por todo el perímetro de mi habitación. Nunca cansarse, nunca parar. Absolutamente tengo que encontrar una solución. Una vía de escape. Nunca aceptaré este matrimonio… No seré su marioneta.

Y es precisamente en estos momentos que deseo la presencia de un amigo, una persona de confianza en quien pueda confiar y recibir consejos.

Pero mi familia me prohibió establecer relaciones afectivas.

Dijeron que no necesitaba amigos. Que tenía que confiar sólo en mí mismo.

Sin embargo, desde que Daniel está en mi vida, todo parece más fácil, o al menos más sencillo.

Pero no creo que él entendiera la elección de mi padre con respecto al matrimonio y, sinceramente, yo tampoco la entiendo.

Tengo que encontrar una manera de cambiar la situación antes de que sea demasiado tarde.

Dirijo mis pasos hacia el armario, para luego abrir las puertas. Agarro dos prendas al azar y algo de ropa interior. Dicen que si quieres encontrar una solución en un momento de estrés, es recomendable darte un baño caliente.

¿Quién soy yo para no creer en esta suposición?

No hay nada de malo en intentarlo.

También porque no sé qué más hacer excepto golpearme la cabeza contra la pared.

Entro rápidamente a mi baño personal. Abro el chorro de la bañera, cerrando el tapón. Y poco a poco se va llenando creando un desnudo de vapor a su alrededor. Luego abro el gabinete detrás de mí para elegir algunas hierbas relajantes para tirar.

Yo opto por la flor de naranjo y las uvas rojas, mis favoritas cuando se trata de emergencias.

En cuanto el agua alcanza el nivel adecuado, me desvisto y me sumerjo como si pudiera teletransportarme a otro lugar.

Cierro los ojos y libero mi mente de malos pensamientos.

***

Toc, toc, toc, toc, toc...

- Milla, ¡¿qué estás haciendo?! Abre la puerta.- Escucho la voz de mi madre tomar un tono bastante preocupado mientras juguetea con la manija tratando de encontrar la combinación correcta para abrirla.

Me quedé dormido.

Todavía aturdido, me levanto... en realidad no sé cuánto tiempo he estado aquí.

-Me estoy secando.- Me acuesto y salgo corriendo, inundando medio baño. Y casi me resbalo al suelo tratando de coger mi bata de baño.

Luego tomo una toalla, inclino la cabeza hacia abajo y la envuelvo como si fuera un turbante.

-¡¡Milla!!- mi madre vuelve a golpear su mano contra la puerta, y si continúa así corre el riesgo de romper su querido anillo de piedra solitario antes de que yo abra la puerta.

-Aquí estoy, un momento…- murmuro mientras giro la llave en la cerradura.

Su cara es nada menos que enojada.

-Tendré que confiscarte las llaves.- me regaña como si tuviera cuatro años, luego nota el estado en el que me encuentro y casi se desmaya en el suelo.

-Los Stuart están abajo.- le gustaría gritar, pero no puede hacerlo, entonces sale un grito ahogado.

Contengo una risa, antes de entender sus palabras.

¿Qué?

-¡¿Todos?!- Pregunto sorprendida y frustrada al mismo tiempo.

Tendré que tomar otro baño relajante, siento que aumentan mis palpitaciones.

-Están Arnold y Percy. Es una llamada de cortesía.-

-Parece que tu padre les informó sobre el tema del matrimonio.- me advierte. Y quiero bajar y matarlo. Pensé que se había apiadado de la escena de anoche, pero evidentemente su corazón está más duro de lo que pensaba.

-¿Pasaron a saludar?- Le pregunto a mi madre suplicando más con la mirada que con la voz.

Su cabeza se mueve de izquierda a derecha, susurrándome un "no"

-También paran a almorzar.-

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