Capítulo 5. Matilde.
La noche fue mágica, dormir sintiendo la presencia de Samantha, no físicamente, pero si espiritual, fue la mejor experiencia de mi vida, tener esa conexión con una persona nunca lo había sentido. Pero despertar al sonar la alarma a las 6 de la mañana, buscarla en la cama y no encontrarla, es algo desgarrador.
Cada día que pasa me encuentro con más ansiedad, esperando verla todos los días. Ahora que todo empieza a tomar sentido, no sé si hoy tendrá la energía para materializarse y poder abrazarla, aunque sea un par de minutos.
Abordó el tren mirando hacia todas direcciones esperando verla, pero Sam no aparece o al menos no puedo verla. La esperare un par de minutos, aún tengo tiempo para esperar un poco, aun así, llegare puntual al trabajo. Recargo mi cuerpo en la pared del lado contrario a las vías del tren. Transcurren un par de minutos y comienzo a impacientarme, se está haciendo tarde. Di un par de pasos y de la nada sus labios entraron en contacto con mi mejilla derecha, por un momento me sentí paralizado, incapaz de dar un solo paso. Todo fue muy rápido, de la nada Samantha apareció, al parecer escucho mi deseo inmenso de verla, aunque sea un par de minutos. Esto empieza a volverse como una relación de pareja común y corriente, siempre hay alguien mas impuntual que el otro, en nuestro caso ella es la impuntual.
—Bonito día guapo. — Susurro lentamente en mi oído.
Deje que el impulso de abrazarla me dominara, la estruje entre mis brazos con desesperación, el tiempo es mi peor enemigo. ¡Dios!, cuanto la quiero, esto es algo fuera de serie. No puedo estar sin ella, no puedo conformarme con unos pocos minutos de su hermosa compañía.
—¿Te encaminó al trabajo te parece?. — Dijo Samantha.
— Sería el placer más grande, podría perderme en el camino. —Respondí Sarcásticamente.
— Tomado de mi mano jamás podrás perderte. —
Me tome demasiado a pecho las palabras de Sam, así que no lo dude ni un momento y tome de la mano a Samantha, nuestros dedos se entrelazaron con un perfecto ensamble, caminamos un par de cuadras hasta la puerta del edificio, donde misteriosamente ella ya sabía que era el lugar donde trabajaba. Se giró y quedamos de frente, clavo su mirada en la mía como la primera vez que la volví a ver.
—Que tengas un excelente día mi vida. — Me beso apasionadamente tomando mi cabeza con sus manos, pasando su lengua por mis labios una y otra vez. Succiono mi labio inferior con suavidad, un hecho que erizó mi piel y agitó mi corazón.
— ¿Cómo sabes que trabajo en este edificio? —
— Te seguí en un par de ocasiones antes de intentar contactarte, ya perdí la cuenta de las veces que estuve en este sito sin animarme a hablarte. Pero ahora esto es diferente. —Samantha se desvaneció entre mis brazos una vez más.
Sentí de inmediato que Sofia nos miraba a través de la ventana de cristal asombrada, por un omento creí que se había percatado de la repentina desaparición de Samantha, mi corazón se agito en demasía. Y al entrar, en lugar de darme los buenos días, lo primero que preguntó fue: — ¿A dónde se ha ido la chica con la que venías? —
—Llevaba prisa, se la hacía tarde para llegar a su trabajo. — Entre rápidamente sin dar oportunidad de réplica de su parte.
Un largo día me espera, hoy tengo que ser más productivo. Quiero irme temprano para ir a casa de la madre de Samantha ahora que ya conozco su dirección, puedo saber más de ella y de lo que fue de la vida de Samantha.
— ¡Mi ejecutivo estrella! — Dijo Marcos, mi jefe. Mientras entraba a mi oficina sin previo aviso. Tenia ganas de decirle que tocara la puerta antes de entrar, pero al final de cuentas es mi superior y tengo que ser mas cuidadoso al dirigirme hacia él. No dije ni una sola palabra hasta que continuó. —Tu cliente acaba de hacer la transferencia bancaria y justo hace 15 minutos me llego el email de que el deposito de los diez millones de pesos se realizó con éxito, muchas felicidades Mateo. Ya se esta haciendo el tramite para el pago de tu comisión, a final de mes te caerá y espero que ese día me invites de perdida a comer. —
— Solo hago mi trabajo señor, muchas gracias. —
— Aún estas a tiempo de ayudarnos a llegar a la meta mensual de nuestro equipo. Un cliente más de ese tamaño y lo lograremos. —
— Hare todo lo que esta en mis manos. —
— Esa voz me agrada, muy bien Mateo. — Contesto Marcos, mientras salía de la oficina. Desde mi punto de vista, mi jefe me exige mucho más a mi que al resto de mis compañeros. Definitivamente es mi culpa por conseguir esas ventas enormes, ya que de alguna manera eh demostrado lo que soy capaz de hacer. El detalle es que la gente a mi alrededor se forma altas expectativas sobre mí.
Son las 3 de la tarde. La dirección que me dio Sam, está muy cerca de aquí. En metro me tomará alrededor de 30 minutos llegar ahí. Mientras antes resuelva esto mejor, así que mejor tomare un taxi. En el camino mi mente imaginaba escenarios de cómo dirigirme a la mamá de Samantha.
—Hola Buenas tardes soy un ex compañero de Samantha. — Esto es algo ilógico ya que por la edad no podría ser verdad y ella inmediatamente lo sospecharía.
—Buenas tardes, vi a su hija en el metro donde falleció. — Es obvio que no me creería, este hecho es de gran impacto para ella así que queda definitivamente descartado.
—Hola buenas tardes, vi su historia por televisión, me gustaría ver la forma en que la puedo ayudar. Puedo encontrar y hacer pagar al asesino de su hija, tengo la sospecha de que ese delincuente sigue suelto y no creo que su hija sea la única víctima. — Quizás esto sea lo más lógico, aunque suene como escena de una película de misterio, espero no causar tanto alboroto. E problema sería: como de qué manera yo podría ayudarla.
Después de que mi mente divagaba imaginando todas las escenas posibles, finalmente llegue a la dirección de la madre de Samantha, no creía que estuviese en la casa donde alguna vez estuvo con vida.
Era una casa grande de dos niveles color beige, con 6 ventanas 3 en cada nivel y un zaguán color blanco. Se veía muy descuidada como si no le hubiesen dado mantenimiento en años. Y no es de extrañarse, pues por lo que paso su madre, quien tendría la cabeza para pensar en remodelaciones, en momentos tan difíciles. Toque el timbre un par de veces sin obtener respuesta, al parecer no servía. Golpeé la puerta con una de las llaves de mi casa.
Después de un par de minutos, se abrió la puerta. Así sin siquiera preguntar quién llamaba. La señora que abrió la puerta lucía muy diferente a la de la televisión, se veía de mayor edad, aproximadamente de 60 años con el cabello cano, muy demacrada, delgada y encorvada. Vestía un pants color gris que ya parecía viejo y sucio, una playera muy desgastada de un partido político que supongo es de su preferencia. Un aroma a humedad llegaba a mi nariz. La señora Matilde se sorprendió al verme y dijo muy amable:
— ¡Hola tu debes ser Mateo, pasa por favor! .—
Lo que estaba sucediendo, no tenía nada que ver con lo que venía ensayando en mi mente. No esperaba que la madre de Samantha supiera mi nombre, pero a estas alturas ya nada podría sorprenderme, así que le tomé la palabra. Como si nos conociéramos de hace tiempo. Al entrar, la señora fue muy amable. Me ofreció un vaso con agua y me pidió que tomará asiento en uno de los sillones grandes y viejos que formaban parte de la sala. Al hacerlo quede de frente con una especie de altar que tenía en el centro una foto enorme de Samantha y todo tipo de flores frescas como si se hubiesen cambiado el día de hoy, velas y veladoras en exceso, casi imposible de contar, pero al menos eran unas 50 y todas ellas encendidas sin excepción. Y en ese altar, justo a un lado del retrato de Samantha, un dibujo hecho con lápices de colores de un tipo muy parecido a mí. El nivel de detalle era increíble, la persona que lo hiso poseía un indudable talento para el arte.
Ahora todo tenía sentido, su madre se aferraba a su hija con todas sus fuerzas y por esa razón, Sam no puede descansar en paz.
—Eres el joven que siempre dibujaba mi Samantha. Al morir revisé su cuarto con el fin de encontrar alguna prueba que me ayudará a demostrará la culpabilidad de Rafael, entre todas sus pertenencias encontré fue un cuaderno de marquilla con tu rostro en cada una de las hojas haciendo diferentes gestos y expresiones, estaba forrado de color azul con el nombre de Mateo en la portada y cubierto con hule cristal. Por eso es que inmediatamente te reconocí, durante años me eh preguntado sobre tu existencia, pero ahora estoy mas confundida que nunca. No hay duda de que tú eres el tipo de sus dibujos, te puse al lado de su foto. Algo me decía que a ella le gustaría mantenerte a su lado. Ven acompáñame a su habitación. —
Aquella revelación me causó mucho conflicto, sé que hay alguna conexión entre nosotros, pero no comprendía como es que Samantha me conocía desde antes de su muerte.
Me puse de pie y seguí a la madre de Sam, ambos subimos las escaleras hasta llegar a una habitación que parecía era la única a la que se le daba mantenimiento, al abrir la puerta de la habitación, mi corazón latió tan fuerte que parecía salir de mi pecho. Los nervios me invadieron, alguna parte de mi esperaba que Sam estuviera ahí pero no fue así.
La habitación de Samantha estaba impecable, nada de polvo ni suciedad. Absolutamente todo en perfecto orden. En la cama había un ramo de rosas blancas frondosas y en perfecto estado, unas 30 rosas o más lo conformaban.
—No toques nada, por favor— Dijo la madre de Sam en un tono muy amable pero enérgico a la vez. Pero inmediatamente mis ojos no pudieron evitar mirar el escritorio que solía ser de Sam. Donde había muchos libros apilados uno sobre el otro.
Aquellos títulos eran muy conocidos para mí. Eran todos los libros de John Katzenbach lanzados hasta el 2003. En ese momento cayó al suelo el libro "Un asunto pendiente" y de entre sus hojas una fotografía de ella y Roberto.
Me agache en cuclillas para tomarla, el parecido que tenía Rafael conmigo era impresionante. Esto nunca me lo comento Samantha.
—Discúlpame, no sabía que eso estaba ahí. —Contestó molesta la madre de Samantha. — Tomo la fotografía y la rompió en varios pedazos pequeños.
—En un principio creí que él hombre de sus dibujos era Rafael por el enorme parecido que tienen y estuve a punto de arrojarlos al fuego. Hasta que vi el nombre, esto para mi es muy difícil de creer como lo es para ti. No encuentro ninguna explicación lógica. —
—No sé qué decir señora, estoy atónito. No comprendo muy bien todo esto. —
— Ella te esperaba, empezó su relación con ese idiota creyendo que eras tu. Una relación que yo jamás aprobé pero que no pude prohibir por miedo a alejar a mi hija de mí. Quizás esto te haga entender un poco más, yo aun no tengo muy claro la conexión que hay entre ustedes. —
La señora Matilde extendió su mano y me entregó una libreta en forma francesa, forrada de color rosa y el libro de dibujos del que hablo hace un momento.
—Comienza a leer desde el día 14 de noviembre del año 2002, te dejaré un momento a solas. —
Abrí rápidamente el cuaderno, que evidentemente era un diario. En la portada tenía como título "MI DIARIO 2002 4/4". Era el cuarto de 4 libretas que escribió en ese año o al menos eso suponía. Samantha era una mujer muy organizada, quizás escribía la misma cantidad de libretas por año y para llevar un mejor orden y control las enumera de esa manera, era muy inteligente.
Pase las hojas sin detenerme para no leer otra parte de su vida que ella quisiera mantener en privado, hasta el día 14 de noviembre.
"El día de hoy apareció un hombre en mis sueños, era muy amable y caballeroso. Guapo, alto con ojos color café obscuro y cabello castaño claro. En mi sueño lo encontraba en un parque, me saludaba y charlamos sobre el clima. Todo era muy lindo hasta que una tormenta terminó con la charla y corrimos para diferentes direcciones, después de eso desperté. Y mi sueño quedó inconcluso." Seguido de esto un dibujo del parque en el que se encontraba en ese sueño.
15 de noviembre 2002
"Hoy, el muchacho guapo apareció de nuevo en mis sueños, esta vez estábamos a la orilla de un lago. Platicamos sobre la naturaleza, acerca de que los árboles son los seres vivos más viejos en la tierra y que para dar oxígeno a una familia de 4 integrantes se necesitan por lo menos 2 árboles, entre otras cosas que no recuerdo muy bien. Todo parecía tan real, podía sentir el aire deslizarse entre mi cabello y podía oler el ambiente húmedo, nuestra ropa parecía de una época muy antigua. Era algo muy extraño, casi real. Pero tan real que era difícil de creer."
16 de noviembre 2002.
"El día de hoy no apareció el muchacho guapo de mis sueños, y mi día fue aburrido no tengo nada para compartir en esta hoja de mi diario, solo no quiero que pase desapercibido la ausencia de ese misterioso chico. Quizás el día de mañana sea diferente, estoy ansiosa, espero esta noche soñar con él."
17 de noviembre 2002.
"El día de hoy me encontré a Roberto en la tienda, hacía mucho tiempo que no lo veía a pesar de que vive a unas calles, es casi mi vecino. Me invito un refresco, lo mire de frente y es muy parecido al chico que aparece en mis sueños. ¿Será el?, me invito a salir al cine el fin de semana, espero mamá no se enoje y me de permiso."
Ese día, sería el principio del fin de la vida de Samantha y ella no tenía idea. Ojalá las mujeres tuvieran ese sexto sentido para alejarse de las personas que pueden hacerles daño, eso salvaría muchas vidas. Lamentablemente es una historia que se ah repetido durante mucho tiempo, no comprendo como puede haber hombres tan despreciables.