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#5 Lógica

Mientras intento interpretar algunos códigos en Javascript hago una lista mental para ir al supermercado después del trabajo, así como la gente extremadamente adulta.

Hay pocas cosas que la universidad me enseñó más allá de los ordenadores, una de ellas fue la lógica.

Como la de los barcos que zarpan en el puerto de Melbourne, en días con brisa navegan los veleros y en tardes tranquilas los cruceros. Como el tema de que Bruno sea un hombre un poco corriente, es lógico que haya llamado a su perro Spike.

Pero estas cosas no son más que averiguaciones fáciles e incluso tontas, la lógica para mi es interpretativa, se puede usar en todo y las cosas que se llegan a descubrir son maravillosas.

Pero hay algo a lo que no llega la lógica, y es una pena sinceramente, a las personas, una vez el señor Steffan me dijo "Trata a la gente por el lado sentimental no con lógica, somos así de tontos", no lo comprendo.

– ¡Tengo hambre! – exclama Sergi desde su oficina.

Veo de reojo a la persona tras el cristal derecho de Sergi, es su amigo el que fue a la discoteca con nosotros ayer, el hombre le responde a mi amigo lanzando una mano a su entrepierna y vocalizando "Comete esto", Sergi ríe, tienen quince años.

– Sarah Pearson – ahora me habla a mi con tono de persona importante – deberías traerle a tu humilde caballero un sandwich.

– ¿Dónde está? ¿No lo veo? – respondo, él rueda los ojos.

– Vamos alimentame guapa, ¿Para que te tengo entonces? – hace pucheros.

Los dos tenemos conversación por el estilo básicamente todos los días mientras miramos fijamente los ordenadores.

– ¿Qué ganó con eso? – me hago la rogada aunque ya estoy bastante dispuesta a traerle el Sandwich.

– Puntos redimibles conmigo, el sandwich son cien puntos, si me cuentas sobre algún ligue anoche son cincuenta – se gira únicamente para mover las cejas de arriba a abajo en mi dirección.

– ¿Qué hago con los puntos? Me darás un licuadora.

– ¡Sarah! – lanza un grito desalmado y se frota el estómago – sálvame...

Pongo los ojos en blanco y me levanto, camino en dirección al ascensor, entro presiono el botón del piso de abajo y justo alguien entra, la puerta del ascensor se cierra, es la chica rubia, se ve criminalmente reluciente a comparación de horas atrás, ella apenas me saluda de forma torpe, que incómodo.

Llegamos, hay un montón de gente en las mesas de la cafetería, visualizo a Jameel que parece muy entretenido hablando con otras personas con trajes como él, es de origen árabe así que su ropa es bastante particular, compro un sandwich cottage y una botella de agua mineral, es una tontería pero desde que trabajo con gente de situación de socioeconomica bastante buena nada suena con demasiado caché.

Decido sentarme un segundo en una mesa para descansar mi cabeza y mirar el mar, Jameel se da cuenta de mi presencia y me sonríe.

De repente tengo un flasheo mental e imagino una situación donde yo estoy puto loca y me comienza a gustar mi jefe que es, entre otras cosas, guapo, joven, adinerado y árabe, menudo peliculón, probablemente no soy la única que lo piensa.

De inmediato saco mi móvil y le escribo a Bruno, "¿Qué haces?", me responde de inmediato "Pensandote... Haha mentira, trabajo un rato en la tesis ¿Y tú?"

"Tu humor es fatal

Oye te imaginas que me coqueteara Jameel, ¿Qué coño haría?" le envío.

"¿El árabe? Uff qué miedo, creo que realmente él me genera celos" responde, sonrío un poco.

"Creía que tu eras un novio libre de celos, que lástima, así decía la caja".

"Hablando de humor fatal... Eres la chica más divertida del planeta ¿Lo sabías?" siento el sarcasmo en su mensaje "En realidad soy muy celoso, pero tú no lo debes saber".

"Yo te celo con Spike" me hace gracia mi propio chiste.

"Lo siento mi amor, no puedo justificarme, él tiene todo mi dinero", quiero seguir la conversación pero veo de reojo el reloj en mi móvil.

Me despido argumentando que el perro no duerme con él y me levanto, voy directo al ascensor pero antes no se porqué me fijo en un objeto sobre una mesa, me toco el bolsillo para comprobar que he metido mi móvil y en efecto, es un celular que alguien ha dejado, en mi mente se generan dos posibles situaciones, ¿Lo tomo o lo dejo? Rápidamente, sin hacer uso real de la lógica lo tomo.

Otra vez, subo al ascensor y marco el quinto piso y como un dejavú antes de que la puerta cierre una rubia entra, pero esta vez alguien más viene atrás de ella.

Paris Scott, que no se gira para quedar viendo la puerta sino que hace como la gente sin temor a la vida y se mantiene de pie en medio del ascensor nos mira directo a la rubia y a mi, alcanzo a percibir el asomo de una risa en su rostro.

– Espero que la comida se la hayas pagado tú – le susurra Paris a la chica.

Para mi fue una broma pero en cambio la rubia se sonroja mucho, me hace recordar de inmediato aquél baile sensual que anoche presencié, Paris y una mujer de cabello oscuro, me da un temblor raro en el cuerpo.

El ascensor llega y las tres vamos en la misma dirección, la rubia se queda unos cubículos antes y cuando estoy por llegar a mi lugar alguien tira de mi meñique y anular.

Se me hace tan fascinante el contacto ligero, que suelto un suspiro y miro en dirección a la morena, ella entra a su oficina, y toma asiento, otra vez las dos posibles situaciones ¿Voy o no voy? Rápidamente entro a la oficina de Paris.

Siento que es incluso más luminosa que la mía, tomo asiento en una silla rodante y miro la pantalla de su ordenador para disimular.

– ¿Qué tal el código? – pregunto porque soy de las que se incomoda fácilmente.

– Largo.

Lo observo, ella revisa el código en Phyton (Lenguaje de programación), y no me mira, siento como que en realidad no me estaba llamando hace un rato, que vergüenza.

Pero ella gira su cabeza un instante y me da una sonrisa amable, mi corazón da un latido irregular.

– Primero la carpeta violeta y ahora el móvil, ¿Debo saber algo Sarah Pearson? – dice con gracia.

Hago cara de no entender, pero ella es de las que no explica sus palabras así que miro mis manos, en la derecha traigo campantemente el móvil que me acabo de encontrar.

– Oh... Ehh... Yo...

– Jameel siempre tiene estos móviles de marcas poco tradicionales.

Lo capto enseguida, encontré el celular de mi jefe.

– Oh, lo encontré sin querer en la cafetería, no sabía que era de él, iré a entregarlo... – hago el ademán de levantarme pero Paris me hace una señal de que no lo haga.

– ¿Acaso quieres ser despedida? – ríe la chica, yo frunzo el ceño – Sarah, somos desarrolladores de software, en una empresa que se dedica a seguridad informática... – Hace como si en realidad entendiera de lo que habla – y tienes el móvil del jefe, cualquiera en este edificio ya estaría usurpando dentro de ese aparato.

– ¿Dices que él va a creer que estaba revisando su información? – ella afirma – La verdad no tengo ningún interés...

Ella me encarna una ceja, bueno en realidad sí tengo interés en ver que hay dentro del móvil, por eso lo tomé aunque ni siquiera sabía de quién era, pero debo parecer noble.

– Muy bien, debo regresarlo, sin que se de cuenta – concluyo – y sin dejarlo donde alguien más lo pueda tomar... – Paris afirma – Y tú tendrás que ayudarme.

Ahora me mira con cara de pocos amigos, yo pongo el móvil en la mesa y hago el gesto de irme entonces ella frunce el ceño y afirma por tercera vez.

– Vale Sarah Pearson, primero guárdalo entre tus tetas porque nadie puede verte con el móvil – dice con tono calculador – Has visto que toma como veinte tazas de café al día, pues vas a estar mirando fijamente la puerta de su oficina, y me avisas.

Afirmo, antes de levantarme para volver a su oficina nos miramos por un lapso de tiempo largo, lo cual no sabía que se podía hacer con ella.

Entre sus lentes de metal veo un par de ojos castaños, más redondos que cualquiera que haya visto, y unas pestañas que no están maquilladas pero son tan largas que casi tocan el párpado.

Mis piernas se vuelven flojas para levantarse.

– ¿Cómo sabes cuál es el móvil Jameel? – se me escapa – y porqué también tienes una carpeta violeta.

Ella intensifica más la mirada y hace una media sonrisa, dios tengo que aceptarlo, es tremendamente guapa.

– Eres una niña curiosa – responde.

Me da incluso más interés.

– ¿Sales con él? – intento no sonar chismosa.

Paris deja de teclear y recuesta su espalda completamente en la silla.

– En las últimas veinticuatro horas me has dicho arrogante, que me hago la interesante y ahora la típica prostituta de oficina...

Me quedo totalmente embobada, esta chica escucha cuando hablo, que inesperado.

– Eres especialmente buena para evadir preguntas – comento y doy un giro entero en la silla.

Paris pone su dedo pulgar en la boca y lo muerde, tiene una labios...

– No salgo con Jameel.

Dice bajito, sigue tecleando.

Ya es hora de ir a mi oficina y esperar a que mi jefe salga de la suya, pero no lo puedo evitar... No puedo resistir hacer mi siguiente pregunta.

– ¿Sales con alguien? – todo el aire se escapa de mis pulmones.

Ella sigue mordiendo su pulgar, mi corazón empieza a latir muy fuerte, me dan ganas de tirarme por la ventana ahora mismo, pero a la vez realmente quiero saber, como si lo necesitara.

Observo como la chica teclea más rápidamente hasta que pone el último y deja de escribir, mueve sus ojos en mi dirección, me da un recorrido de arriba a abajo.

– No.

Suelta con facilidad, abre otra ventana y vuelve a empezar:

22Agost

...

Dejo de mirar su ordenador y a ella, me levanto y casi en dos saltos llego a mi oficina, tomo asiento, y vuelvo a mirar el código que estaba escribiendo, ya ni siquiera recuerdo en que iba.

– No te puedo confiar mi vida Sarah – alguien dice en mi oído, doy un salto – ¿Fuiste a recolectar la lechuga para hacerlo?

Sergi coge el sandwich que olvidé darle directamente a él y me hace cara de estar ofendido.

Vuelvo a mi trabajo, me acomodo en mi silla ergonómica, entro a las bases de datos, reviso, reviso, reviso...

Lentamente siento como mis ojos se acercan al borde de la pantalla de mi computador, para luego caer en la esquina izquierda de mi oficina, viajan por el cristal y dan un vistazo disimulado a la persona que hace exactamente lo mismo que yo en ese cubículo.

Estaría mintiendo si no sintiera algún tipo de alivio por su respuesta... Paris Scott la lógica me enseñó que puedo resolver cualquier error en el Javascript pero con personas como tú no tengo ni idea de dónde comenzar...

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